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Entrevista con Hossam El-Hamalawy, bloguero y activista socialista egipcio

«Las estructuras del régimen de Mubarak permanecen casi intactas»

Fuentes: Periodismo Humano

Hossam El-Hamalawy es uno de los blogueros más conocidos en Egipto y un respetado activista en la izquierda egipcia. Quienes le conocen mucho dicen de él que lleva años trabajando por y para la revolución. Marxista declarado, especializado en económicas y ciencias políticas por la Universidad Americana de El Cairo, comenzó muy pronto a ejercer […]

Hossam El-Hamalawy es uno de los blogueros más conocidos en Egipto y un respetado activista en la izquierda egipcia. Quienes le conocen mucho dicen de él que lleva años trabajando por y para la revolución.

Marxista declarado, especializado en económicas y ciencias políticas por la Universidad Americana de El Cairo, comenzó muy pronto a ejercer como periodista para diarios egipcios y para el propio Los Angeles Times porque la universidad le cerró las puertas como profesor a causa de sus ideas y su activismo.

En el año 2000 fue arrestado por participar en una protesta contra Israel en el marco de la II Intifada palestina. Tras ello, su nombre pasó a formar parte de las listas negras del régimen.

En 2003 trabajó activamente en la organización de manifestaciones contra la ocupación de Irak. Poco después dejó el periodismo para centrarse en la militancia. Creó arabawy.org, su blog, como una plataforma para dar voz a los egipcios que se jugaban el tipo protestando contra Mubarak y exigiendo sus derechos básicos laborales.

Cuando el pasado 25 de enero comenzaron las grandes protestas en la plaza Tahrir, El-Hamalawy, con su impecable inglés, se convirtió en uno de los rostros más internacionales de la revolución.

Ahora colabora en la creación de una nueva agrupación política, el Partido de los Trabajadores y sigue apoyando más que nunca a los obreros que todas las semanas protagonizan huelgas en las fábricas egipcias en demanda de derechos laborales básicos. Nos recibe en una cafetería de El Cairo.

¿Egipto está viviendo realmente una revolución?

Hossam El-Halamawy. Es una revolución, es una revolución que acaba de empezar pero que por supuesto no ha terminado. Mubarak ha caído, pero las estructuras de su régimen permanecen casi intactas. Los generales de Mubarak están gobernando en el Consejo militar: el general Tantawi, el jefe del Estado mayor, Sami Anan, y otros generales que deberían ser investigados por corrupción, al igual que los jefes de otras instituciones, porque son ellos los que han sostenido durante estos años la dictadura.

Los militares controlan en torno al 35% de nuestra economía, muchas empresas son del Ejército. Si controlas tanto significa sin duda que eres parte de la máquina corrupta del sistema.

Las personas clave de la policía secreta [conocida como las SS por sus siglas en inglés: state security] todavía se mantienen y de hecho la creación de la Agencia de Seguridad Nacional es, al menos de momento, un simple lavado de cara.

El propio diario Al Ahram ha publicado que el 75% de los antiguos oficiales de las SS serán redistribuidos en otros departamentos de la policía.

Tenemos a torturadores, criminales, violadores y corruptos sirviendo en otros departamentos.

Y el 25% de los oficiales de las SS formarán parte de la nueva Agencia de Seguridad.

Muchos criminales que han estado involucrados en los asuntos más sucios y corruptos del régimen han sido destinados al Ministerio del Interior. El número 2 del último director de las SS, Hissam Abu Gheida, que formó parte de una operación para destruir documentos tras la caída de Mubarak y que estuvo personalmente involucrado en mi arresto y tortura en octubre de 2000 y en otras detenciones y torturas entre 2000 y 2003, acaba de ser nombrado asistente para la división de seguridad y guardia del ministerio del Interior.

Puedo seguir y seguir dándote nombres que forman parte de las instituciones. Los gobernadores, por ejemplo, siguen siendo los mismos. Y son los gobernadores de Mubarak, que reprimían a la población y atacaron a los manifestantes.

Y tienes las alcaldías, la auténtica máquina de corrupción, porque son las encargadas de otorgar licencias para el agua, para pavimentar las calles, para edificar. Por ejemplo, este barrio de El Cairo donde estamos ahora [Nasr City] tendría que ser una zona de casas bajas y villas, y mira a tu alrededor, solo hay torres.

Así que sí, es una revolución, pero que no está en absoluto terminada, solo acaba de empezar.

Si nos detenemos aquí, si hacemos caso a los que dicen: «paremos, volvamos a nuestra cotidianidad, confiemos en el Ejército», estaremos perdidos, estaremos cavando nuestras propias tumbas.

 

P. El Frente Nacional por la Libertad y la Justicia, el Partido de los Trabajadores, la Alianza Popular Socialista,..Se están creando numerosas agrupaciones y partidos políticos de izquierda. ¿No son demasiados y demasiado pequeños?

H. E. H. Para mí son demasiados pocos. Necesitamos más. Egipto es un país de 85 millones de habitantes. Los partidos que teníamos antes eran lo que aquí llamamos partidos de papel: existían, pero no tenían raíces, no estaban en la calle. Necesitamos también nuevas formas de asociación, no sólo partidos, también sindicatos, asociaciones estudiantiles, culturales, vecinales o musicales, lo que sea.

Yo trabajo en la creación del Partido de los Trabajadores para que tenga una agencia revolucionaria, pero no puedo monopolizar la escena y decir: «¡que no haya más partidos!». Tenemos que dejar que estas iniciativas espontáneas de gente trabajando en la formación de partidos avance.

Si cinco se juntan y se asocian, eso ayudará a la revolución; si en vez de cinco son cincuenta, mejor. Es bueno que la gente cree herramientas contra la opresión.

P. Pero con tantos partidos de izquierdas, será más difícil obtener representación en las elecciones de septiembre.

H.E.H. Honestamente, no me preocupan demasiado las elecciones porque sé que pase lo que pase no van a favorecernos. Estamos en un proceso de transición. Si solo nos sentamos y esperamos, todo seguirá estando orquestado por los generales de Mubarak que tratarán de gobernar para sí mismos.

Si perdemos el tiempo pensando en las elecciones, perderemos la batalla en el terreno, que es lo importante ahora.

Hay que poner todos los esfuerzos en las iniciativas de la calle para intentar echar a los generales. Cuando nos deshagamos de ellos empecemos a hablar de las elecciones, de un nuevo parlamento, de nuevas instituciones.

 

¿Cómo?

No digo que tengamos que enfrentarnos al Ejército, eso sería completamente absurdo, tonto, improductivo, estaríamos dando la excusa perfecta para que luchen contra nosotros. Pero hay otras formas que se están ya aplicando y dan resultado: protestas continuas en la calle, huelgas, creación de sindicatos independientes y la unión de los trabajadores, que en algunos casos están echando a sus jefes corruptos y nombrando otros nuevos.

Si estas iniciativas de unión frente a los corruptos ocurrieran en todo el país, tumbaríamos el sistema actual.

Además hay que tener en cuenta que hay cientos de oficiales del Ejército que no están contentos con la situación.

Tenemos dos ejércitos y necesitamos que esa división se materialice, necesitamos que esos oficiales y esos soldados que creen en un Egipto mejor limpien su institución.

Al igual que necesitamos que los estudiantes limpien la corrupción en las universidades, y los trabajadores en las fábricas. Y eso es en lo que yo me estoy centrando.

Y ¿por qué estás tan seguro de que los partidos de izquierda real perderán las elecciones?

Las perderán no porque la gente no acepte ideas como las que se están proponiendo, como nacionalizar empresas privadas, modificar las relaciones con Israel, echar al embajador israelí, tener leyes que favorezcan una distribución de la riqueza más justa, etc. Claro que la gente apoyaría esto.

Pero lo que ocurre es que las fuerzas revolucionarias no están aún organizadas, porque no nos dejaban operar durante la dictadura, empezamos de cero y las elecciones se celebrarán muy pronto, en septiembre.

Y nuestros enemigos están cada vez más organizados: los miembros del antiguo partido de Mubarak, ciertos miembros del Ejército, los salafistas. Sí, puede que sea demasiado pesimista sobre el resultado, pero no importa, centrémonos en el esfuerzo de tumbar el sistema de corrupción actual.

P.¿Esos enemigos de la revolución operan juntos, tal y como indican algunos analistas egipcios?

H. E. H. Creo que inicialmente actuaban de manera espontánea. Estaban perdiendo sus privilegios y luchaban por mantenerlos. Pero cada día que pasa creo que ciertos sectores están más coordinados. Hay ya algunos síntomas: Uno, la antigua policía secreta está siendo reformada por el gobierno, que mantiene a buena parte de los antiguos miembros y oficiales.

Dos, hay una facción del partido que está intentado volver a la política a través de los otros partidos de papel que tenemos.

Y la represión no ha desaparecido. Recientemente los militares han dispersado a manifestantes a tiros, con brutalidad, hiriendo e incluso matando a gente desarmada.

Y siguen arrestando y juzgando a inocentes en tribunales militares.

 

P. ¿Agradeceríais algún tipo de ayuda del exterior?

H. E. H. Rechazo todo tipo de intervención por parte de los gobiernos extranjeros. No quiero nada de Obama, pero sí quiero mucho de los sindicatos estadounidenses y europeos o de los defensores de derechos humanos, con los que llevo en contacto muchos años.

P. ¿Cuál es el papel actual de Estados Unidos en la región tras la revolución?

H. E. H. Egipto es el principal cliente árabe para Estados Unidos; después de Israel, Mubarak es el que más ayuda recibía de Washington.

Si este sistema cae, si la revolución triunfa, todo Oriente Medio cae, porque Egipto es piedra angular en la región.

Israel entonces se vería amenazada, el continuo fluir de petróleo a Estados Unidos se vería amenazado, el paso de los barcos de guerra estadounidenses por el canal de Suez se vería amenazado.

Estados Unidos no puede intervenir militarmente, no puede invadir El Cairo, invadir la revolución. Pero sí puede involucrarse en la contrarrevolución.

Al fin y al cabo, es Estados Unidos el que financia al Ejército egipcio. Y ahora está invirtiendo mucho dinero en el sector civil de la sociedad a través de organizaciones civiles democráticas, para captar a gente de determinados círculos.

Tampoco a las dictaduras árabes que nos rodean les interesa que la revolución triunfe. Se han muerto de miedo al ver lo que aquí ha ocurrido. Y tampoco creo que estén muy contentos los países europeos, ni las multinacionales europeas que tienen intereses en Egipto, no están a gusto con lo que está pasando.

P. Libia comparte frontera con Egipto, ¿de qué manera puede condicionar el curso de la revolución egipcia la intervención militar en Libia?

H. E. H. Desde mi punto de vista la intervención en Libia es una catástrofe, porque estas revoluciones árabes se están produciendo en parte contra la presencia militar occidental en la región. No podemos invitar a las mismas fuerzas que bombardean Afganistán, que colaboran en la ocupación de Irak, que son estrechas aliadas de Israel y de los países del Golfo a intervenir.

Cualquier gobierno que salga en Libia como consecuencia de una intervención militar occidental será un régimen pro occidental y eso perjudica a la revolución egipcia.

Imagina lo que supone tener tropas occidentales en nuestra frontera; ya hay informes de consejeros militares occidentales entrenando a los rebeldes en el este de Libia, de miembros de la CIA recogiendo información en territorio libio. Por otro lado, si están tan preocupados por los civiles que mueren, ¿por qué no establecen zona de exclusión aérea en Gaza, donde Israel mata a mujeres y niños, o en tantos otros lugares?.

P. ¿Qué papel juegan las mujeres en la izquierda egipcia?

H. E. H. Hay muchas mujeres importantes involucradas en política y en el activismo.

Pero Egipto, al igual que otros países de la región, y no solo países musulmanes, es un país sexista, machista, donde las mujeres son tratadas como ciudadanos de segunda o de tercera.

Hay movimientos feministas importantes, pero proceden de la clase media y son para la clase media, nunca se ocupan de la lucha de las trabajadoras de las fábricas, no van a visitarlas cuando protagonizan encierros. Y yo creo que eso es una pena. No se puede desligar la lucha por la igualdad de género de la lucha por la igualdad de clases.

En todas las protestas las mujeres de la clase obrera han tenido un papel muy importante, de liderazgo. Está el caso de las huelgas de Mahalla en 2006, iniciadas por las mujeres al grito de «Aquí estamos las mujeres, ¿dónde están los hombres?». Eso fue el inicio de la revolución actual. Y las mujeres estuvieron al frente y lo han estado estos años, hasta Tahrir, donde participaron por igual, y muchas murieron en las batallas.

Lo que tenemos que conseguir es que ese protagonismo en la lucha se traslade y perdure en la vida cotidiana, en el campo laboral diario. Hay conservadurismo, sexismo, numerosos casos de acoso sexual o violencia sexual y tenemos pendientes hacer una revolución sexual. Pero para que esta situación cambie necesitamos una revolución que englobe lo demás.

http://minotauro.periodismohumano.com/2011/04/25/la-estructuras-del-regimen-de-mubarak-permanecen-casi-intactas/