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Bombardeando Siria

Las fronteras son para los pusilánimes

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Las informaciones que iban en un principio apareciendo eran un tanto inciertas. ¿Había atacado una unidad del ejército estadounidense a un pueblo en Siria? Las contundentes palabras de algún portavoz del ejército no acababan de llegar. Los medios de comunicación occidentales tuvieron tiempo para informar del ataque como un ataque estadounidense, para después echarse atrás de la certeza misma de sus palabras. Como acabó resultando, el ataque con helicóptero que las Fuerzas Especiales de EEUU lanzaron el 26 de octubre sobre Siria entrando desde Iraq, fue un ataque intencionado contra un pueblo situado en el interior de las fronteras soberanas sirias. Por supuesto que el portavoz del Pentágono declaró que sólo habían muerto combatientes. Mientras tanto, las cadenas de televisión mostraban los rostros de los apenados padres y hermanos de la familia que las autoridades sirias insisten en que resultó asesinada. En cualquier caso, el hecho confirma que Washington se ha probado a sí mismo, una vez más, que actúa como un forajido.

El mes pasado, en un ataque parecido, las Fuerzas Especiales estadounidenses aterrizaron en un pueblo pakistaní y mataron a varios de sus habitantes. Cuando las protestas por este ataque llegaron a Islamabad, el Pentágono decidió que sólo iba a utilizar, por ahora, aviones teledirigidos para llevar a cabo sus matanzas en Pakistán. Aunque la razón ofrecida es que el Pentágono desea reconocer las sensibilidades pakistaníes ante unas tropas extranjeras a las que no se ha invitado a entrar en su territorio y que están dedicándose a matar a su pueblo, uno bien puede suponer que hay otra, y más importante, razón: que el Pentágono sabe muy bien que podría perder unos cuantos hombres si aterrizan de nuevo en esa misma zona. Como todo el mundo es consciente, los soldados estadounidenses muertos no dan muy bien por televisión, sin que importe la forma en que intenten presentar los hechos.

La insensibilidad que demuestran esos cálculos es tan antigua como el poder aéreo, cuando no más. Los misiles y bombas lanzados desde el aire son considerados de alguna forma por quienes los lanzan como menos inmorales que los ataques que requieren de soldados sobre el terreno, ataques que a menudo llevan incorporada la matanza de civiles. Esto a pesar del hecho de que los ataques por tierra no matan tantos civiles como los ataques aéreos, bien sean éstos mediante aviones-robot, bombardeos sistemáticos y extensivos o algún otro sistema intermedio.

A pesar del claro desprecio por las vidas civiles inherente en esos ataques, ya sean aéreos o de otro tipo, el elemento que es potencialmente el más peligroso de todos es el flagrante desprecio que el Pentágono muestra ante las fronteras nacionales. No son precisamente una banda terrorista que cruza fronteras nacionales para matar y destruir. Es el mayor ejército del mundo, el ejército de una nación que considera inviolables sus fronteras. Sin embargo, parece que el hecho preocupa poco a los ejércitos de otras naciones, ya sean amigos o enemigos. Efectivamente, en un artículo del Washington Post del 28 de octubre de 2008 se citaba a un oficial estadounidense diciendo bajo anonimato: «Es necesario limpiar la amenaza global que pueda haber en tu patrio trasero, y aunque no lo quieras hacer, no tienes más opción que coger el toro por los cuernos». Por amenaza global, el funcionario quería referirse, obviamente, a alguna amenaza ante los designios de Washington para el planeta, no a una amenaza contra el planeta. Como la mayoría de los lectores conocen bien, Washington confunde a menudo su seguridad con la del mundo y, al hacerlo así, coloca a todo el planeta en una situación de riesgo aún más grave cada vez que actúa para preservar esa seguridad.

Otro aspecto del ataque contra Siria fue la utilización de Iraq como rampa de lanzamiento para la operación. Esto supone una bofetada a la constitución del Iraq post-Saddam y es una de las razones por las que muchos iraquíes se oponen al Estatuto de Acuerdo de Fuerzas que actualmente se negocia en la Zona Verde de Bagdad. Los ataques sobre países vecinos que utilizan Iraq como base ponen a este país en una posición insostenible ante sus vecinos y atan irrevocablemente al gobierno de Iraq a los EEUU aunque no reciban anticipadamente información sobre esos ataques. Esta es una razón más para que todas las fuerzas estadounidenses abandonen Iraq. Mientras permanezcan en el país, utilizarán Iraq como base para planear y llevar a cabo operaciones fuera de las fronteras de ese país, sin importar lo que pueda decir el gobierno de la Zona Verde.

En esta ocasión, el Gobierno de la Zona Verde apoyó inicialmente el ataque, aunque posteriores declaraciones indican que al parecer habían cambiado de opinión. Sin embargo, hay un aspecto sobre el que uno puede estar razonablemente seguro, que si EEUU lanzara un ataque contra Irán, puede que los iraquíes no se mostraran tan amables. No obstante, teniendo en cuenta su abúlica posición frente a Washington, sus palabras de protestas no tendrían peso alguno. Washington lo sabe y el gobierno de la Zona Verde lo acepta, más o menos a regañadientes. Después de todo, ¿qué van a hacer? ¿Morder la mano que les da de comer?

Hablando de criaturas abúlicas, ¿por qué el Congreso permite que el Pentágono prosiga esos ataques contra países con los que Washington en teoría no está en guerra? ¿Por qué no hay protestas por parte de los demócratas que fueron elegidos en el entendimiento de que empezarían a sacar las tropas estadounidenses de Iraq hace casi dos años? Resumiendo, permítanme que se lo exponga de la siguiente manera: Una de las razones se apoya en que la administración Bush ha vinculado con éxito las ocupaciones de Iraq y Afganistán con su supuesta «guerra contra el terrorismo». Al actuar, aparentemente, en función de eso, piensan que pueden hacer lo que quieran. Si uno recuerda las palabras de la resolución con la que se dio comienzo a este letal episodio imperial, en ella se afirma con toda claridad:

» Que el Presidente está autorizado a utilizar toda la fuerza necesaria y adecuada contra aquellas naciones, organizaciones o personas que él determine que han planeado, autorizado, cometido o ayudado en los ataques terroristas que se produjeron el 11 de septiembre de 2001, o que albergaron a tales organizaciones o personas, a fin de impedir cualquier futuro acto de terrorismo internacional contra los EEUU por parte de esas naciones, organizaciones y personas».

La otra razón es el fracaso y la incapacidad del pueblo estadounidense a la hora de mantener un movimiento popular contra ambas ocupaciones. Debido a este fracaso, las ocupaciones/guerras prosiguen su marcha, como los anteriormente mencionados ataques contra territorio pakistaní y sirio demuestran y, desgraciadamente, hay muy pocos elementos que puedan frenar esa marcha.

Ron Jacobs es autor de «The Way the Wind Blew: a History of the Weather Underground, que Verso acaba de publicar. Su primera novela «Short Order Frame Up», está publicada en Mainstay Press. Puede contactarse con él en: [email protected]

Enlace con texto original:

http://www.counterpunch.org/jacobs11032008.html