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500.000 personas reclaman en Madrid pan, techo, trabajo y dignidad

Las Marchas de la Dignidad recorren la capital en una manifestación masiva y pacífica

Fuentes: Rebelión

Nueve «columnas» de las Marchas de la Dignidad llegadas de todos los territorios del estado se unieron ayer en Madrid, en una manifestación masiva y pacífica a la que asistieron medio millón de personas, según los organizadores. En el acto reivindicativo, que concluyó en la Plaza de Colón con la intervención de representantes sindicales, de […]

Nueve «columnas» de las Marchas de la Dignidad llegadas de todos los territorios del estado se unieron ayer en Madrid, en una manifestación masiva y pacífica a la que asistieron medio millón de personas, según los organizadores. En el acto reivindicativo, que concluyó en la Plaza de Colón con la intervención de representantes sindicales, de los territorios y la Solfónica, los manifestantes pidieron «pan, techo, trabajo y dignidad» (consigna de las Marchas) y anticiparon el recorrido de las Marchas de la Dignidad en los próximos meses: la participación en las protestas contra el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea (18 de abril); en la manifestación del 1 de mayo; y la convocatoria por las Marchas de una huelga general el otoño de 2015.

A las cuatro de la tarde la «columna» número tres, procedente del País Valenciano, Murcia, Castilla-La Mancha y Sureste de Madrid reunía a más de mil personas en Vallecas. El cielo encapotado y una lluvia fina acompañaron el recorrido hasta Colón, con una escasa presencia policial (la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, destacó ayer 1.700 agentes en la capital). «De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue cueste lo que cueste», «Pan, trabajo, techo y dignidad» y «Cuando el pueblo camina adelante, el gobierno camina hacia atrás» eran las consignas más coreadas por una masa de colores en movimiento. Por las calles mojadas, pancartas, banderas y camisetas de las 300 organizaciones sociales, sindicatos alternativos y partidos de izquierda adheridos a la convocatoria.

El protagonista de las marchas es el pueblo «anónimo». No se requieren carnés, filiaciones ni encuadramientos. Jaime Giner, de 64 años, ha venido desde Alicante, y muestra un cartel que ataca a la verdad sin rodeos: «Un país que asume sueldos de 300 y 400 euros al mes, no está saliendo de la crisis, está entrando en la miseria. Se acerca a escuchar su testimonio Consuelo Gallany, de 63 años y también alicantina. Asiente: «Después de más de dos mil años el pueblo continúa eligiendo a los ladrones». En la acera mira pasar a la multitud, satisfecho, Víctor Hernández, de 66 años y nacionalidad mapuche. El rostro irradia la paz interior de quien ha culminado 16 jornadas de marcha a pie. ¿Por qué ha hecho este esfuerzo? Se sorprende de la pregunta. «Hay seis millones de razones para estar aquí». Le acompañan sus dos nietas. Daniela, de 23 años, es quien denuncia la falta de trabajo, desahucios, recortes en sanidad, educación, dependencia…


Igual que la trama de la Historia se puede desmenuzar en pequeños puntos, el itinerario de la marcha puede fragmentarse en momentos. En la avenida de la Albufera, dos jóvenes asoman por la ventana de un bloque de viviendas con una bandera republicana. Hay un intercambio de saludos con la marcha, puños en alto y un grito coral que sale de la calle: «Queremos la bandera, que tiene tres colores, queremos la bandera de los trabajadores». Otro de los momentos que, hilvanados, componen la textura de la marcha, tiene lugar al paso por la Avenida Ciudad de Barcelona. Desde un segundo piso una mujer octogenaria saluda radiante, junto a un cartel que ha colgado en la fachada: «Los chorizos a la cárcel». Un coche pasa cerca, toca el claxon y muestra su afinidad con el puño en alto.

Continúa la lluvia leve y los nubarrones negros, filtrados por el colorido, cuando la «columna» número tres pasa por delante de una sucursal del Banco de Santander, enfrentada a una de Ibercaja. «Los bancos roban y el gobierno colabora», «Aquí está la cueva de Alí Babá»… En este punto se compone otra pequeña postal del 21-M. Le da contenido el testimonio de Manuel Menjer, ecuatoriano de 46 años, que consiguió hace unos meses la dación en pago con Catalunya Caixa. Ha venido de Yecla (Murcia) para apoyar a la gente desahuciada. «Es muy triste lo que están haciendo, sobre todo con la gente mayor que ha avalado a sus hijos y familiares». Silvia, de 48 años, también ecuatoriana y vecina de Yecla, le arrancó una dación en pago a Cajamar. «Gracias al apoyo de la PAH», insiste. «Esto es un gran fraude de la banca y los grandes capitales, que nos han dejado a la gente en la calle», agrega.

Se palpa en la atmósfera de este sábado vespertino que los desahucios sangran a los ciudadanos. Un grupo de unas 20 personas de la PAH-Vallecas, a quienes se distingue por las camisetas verdes, gritan «la Botella al contenedor». Uno de ellos añade «fuera mercenarios de las calles de Madrid» al advertir la presencia de varios policías locales. Se señala a la alcaldesa de Madrid, pero también a la presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP, Dolores de Cospedal. Un grupo de activistas contra el fracking en el Campo de Montiel y La Mancha, de amarillo, la hacen protagonista de sus cánticos.

La manifestación es un hervidero de pequeñas luchas, con trascendencia colectiva. Una joven reparte una convocatoria para el jueves 26 de marzo en el Ateneo Republicano de Vallekas, donde se presentará el manifiesto «Sanidad pública: de tod@s para tod@s». Pero la Marcha es sobre todo mezcla, amalgama de generaciones, biografías, colores y proclamas. Asiste Diego, excoordinador de las Marchas Populares del 15-M, que señala el tramo Atocha-Neptuno como «clásico» de las cargas policiales, y pone reparos al día escogido para la convocatoria. Y también participa Ana Sanabria, de 58 años, menos curtida en las luchas sociales, que se ha desplazado desde Valencia «por nosotros, no en representación de partidos ni sindicatos». «A ver si los jóvenes espabilan», añade.

La «columna» atraviesa el Retiro, pasa por la puerta de Alcalá, recorre la calle Serrano y llega a Colón, donde confluye en un mar humano, diverso y lleno de esperanza popular. Se cumple con el horario previsto, las 18,00 horas, y en Colón conviven dos mundos. Los miles de personas que revientan la plaza de alegría y protesta, mientras suenan canciones de Aute y Labordeta, poemas de Miguel Hernández, recuerdos al pueblo griego, gritos de «ninguna persona es ilegal», pancartas que piden el impago de la deuda y, sobre todo, por todas partes, el gran lema de las Marchas, que llegan a Madrid por segundo año consecutivo: «Pan, techo, trabajo y dignidad». Mucho menos visible, más oscuro, el dispositivo de furgones policiales que flanqueaba la plaza, reforzado por un helicóptero que sobrevolaba Colón.

Sobre el escenario, ante un auditorio multitudinario y diverso, los portavoces de las marchas, Pilar Muñiz y Ernesto Sarabia, destacaron los puntos principales del programa «de mínimos», en torno al que se pretende reunir un «gran consenso político y social». La oposición al pago de la deuda «ilegal, ilegítima y odiosa»; la defensa de los servicios públicos; el trabajo digno con derechos; el reparto del trabajo y de la renta básica; el derecho a decidir de las personas y los pueblos; la defensa de los derechos de la mujer y del futuro de la juventud; contra la represión y la ley «mordaza»; la oposición al TTIP entre Estados Unidos y la Unión Europea; el derecho a la vivienda digna y el rechazo tanto a la OTAN como a la guerra.

Las diferentes intervenciones, de la representación de los territorios, de la plataforma «No somos delito» y los portavoces sindicales, han subrayado el contexto en el que se han producido este año las Marchas. 4,5 millones de parados registrados en las oficinas públicas de empleo (sólo el 56% de las personas desempleadas tienen alguna cobertura); la pobreza energética (siete millones de personas tienen problemas para pagar la factura de la luz); 12 muertes diarias de afectados por Hepatitis C a quienes no se suministra tratamiento de última generación; más de medio millón de jóvenes españoles se han visto forzados a emigrar; las diferencias salariales entre hombres y mujeres (que se sitúan en el 24%); la situación de un tercio de los menores españoles, que se halla en riesgo de caer en la pobreza; las más de 600.000 familias que han perdido la vivienda desde 2008 y los recortes en materia de educación, sanidad, servicios sociales y dependencia. El acto terminó con la actuación de la Solfónica, el coro surgido del 15-M que interpreta canciones populares. El coro de la dignidad.

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Nota de prensa de la Organización de las Marchas del 21M

Éxito de la convocatoria

Madrid rebosó ayer de dignidad

Las Marchas cumplieron ayer el objetivo marcado en diciembre y volvieron a llenar de dignidad las calles de Madrid. En una reunión de urgencia el balance que hace la Coordinadora Estatal es «altamente positivo».

 

Madrid, domingo 22 de marzo de 2015

Las Marchas de la Dignidad llenaron de nuevo las calles de Madrid para exigir el fin de los recortes, el no pago de la deuda, la defensa de los servicios públicos y los derechos sociales bajo el conocido slogan de «Pan, trabajo y techo». Cientos de miles de personas secundaron la movilización que llenó por completo la Plaza Colón y las calles adyacentes, pese al mal tiempo reinante, el puente y el clima electoral.

Las Marchas de la Dignidad decidieron en diciembre pasado una agenda social de movilizaciones para todo el año 2015 que comenzaron en enero con las protestas contra las leyes Mordaza, continuaba con la vuelta a Madrid de las columnas el 21 de Marzo, seguía el 18 de abril contra el TTIP y el 1 de mayo, día internacional de la clase trabajadora, en un proceso de acumulación de fuerzas hacia un paro total de 24 horas en el otoño, una huelga general no sólo laboral, sino también ciudadana, social y de consumo.

Volveremos a tomar las calles

La Coordinadora Estatal de las Marchas de la Dignidad valoró la jornada de ayer como «altamente positiva» puesto que se ha cumplido con creces el objetivo marcado, situando la movilización social, la lucha en la calle, como motor de cualquier cambio real. Como dijeron los portavoces de las columnas en el acto final: «La calle es el único camino para que los cambios sean reales, para que haya una verdadera transformación social».

Las Marchas volvieron ayer a Madrid no sólo contra un gobierno del PP en La Moncloa, sino contra todos los gobiernos que se rinden a los dictados de La Troika y que cometen austericidio contra la gente. «Es necesario un cambio en las políticas, y mientras que no se dé la espalda a La Troika y se legisle a favor de la gente y no de los bancos, volveremos a tomar las calles» afirmaron.

Magnifica organización

La Coordinadora Estatal agradeció la «calurosa acogida del pueblo de Madrid a las columnas de caminantes» así como el importante respaldo que tuvo la movilización pese a las inclemencias del tiempo y el puente de San José. Asimismo, la Coordinadora de las marchas quiso poner en valor la magnífica organización desarrollada tanto en los tres días de etapas como durante el acto final. Las Marchas de la Dignidad han destacado también la ausencia de incidentes en los tres días que ha durado la protesta, pese al abusivo e intimidatorio despliegue policial que vulnera derechos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.