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Las mentiras, las amenazas, la hipocresía

Fuentes: La Jornada

Después de la guerra vienen la hipocresía, la mendacidad, las amenazas, las mentiras descaradas. Empecemos por ese hombre de ojos penetrantes, Sayed Hassan Nasrallah, cabeza del movimiento guerrillero Hezbollah que le dio a los israelíes una paliza a cambio de… bueno, a cambio de la destrucción de gran parte de Líbano. Fueron hombres de Nasrallah […]

Después de la guerra vienen la hipocresía, la mendacidad, las amenazas, las mentiras descaradas. Empecemos por ese hombre de ojos penetrantes, Sayed Hassan Nasrallah, cabeza del movimiento guerrillero Hezbollah que le dio a los israelíes una paliza a cambio de… bueno, a cambio de la destrucción de gran parte de Líbano.

Fueron hombres de Nasrallah los que cruzaron la frontera israelí el 12 de julio, capturaron a dos soldados israelíes, mataron a otros tres y con esto desataron una carnicería totalmente predecible, en la que la fuerza aérea israelí y el ejército atacaron a población civil de Líbano.

Ahora vean lo que dice Sayed Nasrallah: «Si hubiera sabido que la captura de soldados iba a desencadenar una guerra a semejante escala, si Hezbollah se hubiera imaginado uno por ciento de lo que pasó, definitivamente no lo hubiéramos llevado a cabo».

Esto amigos, es lo que yo llamo mentira inmensa. Si Hezbollah no tenía idea de lo que Israel iba a hacer en Líbano (y eso que se trata de personas inteligentes y disciplinadas que conocen muy bien la situación política actual de Ehud Olmert, que ha empeorado por el fracaso de su ejército en Líbano), entonces por qué construyó Hezbollah todos esos bunkers de concreto en cuevas, rocas y colinas años antes de la guerra.

¿Por qué llevaron miles de misiles al sur de Líbano? ¿Por qué se prepararon para dispararle a un buque de guerra israelí (lo cual hicieron, logrando impactarlo y casi hundirlo)? ¿Para qué se volvieron militarmente tan eficientes si Israel sólo iba a llevar a cabo una incursión terrestre insignificante?

¿Se supone que tenemos que creer que resistieron bajo intensos ataques israelíes que mataron a más de mil civiles, como era muy previsible para ellos, así nada más, sin tener nada planeado? ¿O es que los hombres que le dispararon al buque israelí se levantaron en la mañana, se comieron sus emparedados manouche de queso y se dijeron: «¡Hey, se me ocurre que hoy le disparemos a un barco israelí!»

No. Ese ataque contra un blanco militar, perfectamente justificable ante la agresión israelí, estuvo perfectamente planeado. Según Seymour Hersh en The New Yorker, el ataque israelí también estuvo cuidadosamente planeado, y autorizado plenamente por el gobierno de George W. Bush como parte de su campaña para humillar a Irán.

Hersh tiene razón. Pero creo que ambos bandos planearon esto, y otro indicio de ello quedó claro en el increíblemente hipócrita pronunciamiento de Nasrallah. «En todo caso -dijo- Israel iba a lanzar una guerra al principio del otoño y el nivel de destrucción iba a ser mucho mayor». Oye, Hassan, gracias por avisarme.

Así vemos la forma en que Hezbollah está planeando su narrativa de posguerra. Nunca quisieron que los libaneses sufrieran, pero de todas maneras iban a sufrir más tarde, y además Hezbollah ganó.

Ahora, el liderazgo de Hezbollah anuncia formalmente que va a obedecer la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU -que exige su desarme- pero sin desarmarse realmente. Así es la paz en nuestros tiempos. Hasta la próxima guerra.

Pero es igualmente perniciosa la narrativa mentirosa que los israelíes y sus simpatizantes están preparando para el mundo, que incluye las viejas mentiras del antisemitismo de los reporteros y del supuesto involucramiento de la Cruz Roja en el terrorismo.

Tomemos, como ejemplo, un absurdo artículo en el periódico francés Liberation del pasado jueves, escrito por Shmuel Trigano y titulado «Guerra, mentiras y video». Este artículo propone algunos temas usuales pero deliberadamente engañosos, y el más detestable de ellos es el que afirma que al mostrar a niños asesinados por la fuerza aérea israelí en Qana la prensa estaba tratando de «reactivar una muy antigua idea antisemita: que los judíos matan niños. En la antigüedad, en la Edad Media, ellos (los judíos) eran acusados de canibalismo; y hoy en día, en el mundo árabe, se les acusa de crímenes rituales».

Desde luego que entiendo el mensaje. No debimos mostrar esas fotografías de los inocentes de Qana asesinados por las bombas israelíes (sin duda seríamos aún peores si además hubiésemos mencionado que eran bombas israelíes fabricadas en Estados Unidos) y nunca debimos señalar que hace una década, soldados israelíes mataron a otros 106 incoentes en Qana, más de la mitad de ellos niños. De hecho, no debemos mostrar a ningún niño árabe muerto, a menos de que queramos que se nos compare con los antisemitas medievales.

Shmuel continúa con un discurso israelí tan objetable como el que se escucha de los voceros de Israel: que porque un fotógrafo libanés de medio tiempo pegó dos nubarrones de humo en una imagen de un sitio bombardeado y vendió la fotografía falsificada a Reuters -en un acto de mendacidad que le valió ser justificadamente despedido- todas las fotos de Beirut probablemente fueron manipuladas y eran falsas. Esto, por supuesto, es estúpido, pero en el momento en que supe de la fotografía falsa le pronostiqué a un amigo que todos los simpatizantes de Israel usarían el incidente para poner en duda todas las imágenes de Líbano. Las mentiras contra la prensa de los amigos de Israel son tan predecibles como viles.

También están las acusaciones de que los reporteros que trabajamos en el sur de Líbano estábamos bajo el «control de Hezbollah», mientras que todos nuestros colegas en Gaza trabajaron bajo «control» de Hamas. «Todos los periodistas», según Shmuel, saben que trabajan «bajo autorización de los poderes que obtienen su autoridad gracias a las fotografías del terreno y dan acreditación a los periodistas que trabajan ahí».

Perdóname, Shmuel, pero éste es el tipo de material que procede de la parte trasera de un buey. Nosotros no traemos ninguna «autorización de Hezbollah». De hecho, quienes tratamos de entrevistar a miembros de Hezbollah durante la pasada guerra nunca hallamos a ninguno de ellos, de la misma forma en que las fuerzas israelíes nunca los encontraron.

Pero claro, de acuerdo con este texto, nosotros los periodistas creemos que es «justo» que los civiles israelíes sufran. Nos enfocamos solamente en las «víctimas» de Israel, y esto es «antisemitismo por default«.

Ya que soy viejo conocedor de las guerras sucias de Líbano, debo decir que que ésta es exactamente la misma mentira que se dijo del bombardeo israelí de 1978, la invasión de 1982 y el bombardeo de civiles en 1993, y acá la tenemos de nuevo entre nosotros. A menudo me pregunto si los amigos de Israel tachan de antisemitas a periodistas decentes y honorables porque quieren que el antisemitismo se torne respetable. A uno sólo le queda suspirar de cansancio y rabia ante esta deshonestidad.

Bueno, una cosa sí les digo. Cuando de deshonestidad se trata, Nasrallah está entre los mejores, pero todavía tiene mucho que aprender de los israelíes.

© The Independent