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Llegó Hizbullah y mandó parar

Fuentes: lademocracia.es

¿Cuánto tiempo se puede aguantar sin Parlamento? ¿Y sin un poder Ejecutivo legítimo? ¿Cuánto tiempo debe pasar para que una situación injusta derive en una situación violenta? La Historia nos ofrece una visión exacta de cual es la justicia que reside tras la violencia de Occidente. ¡Basta de intervencionismo bélico neoliberal! ¡Retorno inmediato de las […]


¿Cuánto tiempo se puede aguantar sin Parlamento? ¿Y sin un poder Ejecutivo legítimo? ¿Cuánto tiempo debe pasar para que una situación injusta derive en una situación violenta? La Historia nos ofrece una visión exacta de cual es la justicia que reside tras la violencia de Occidente. ¡Basta de intervencionismo bélico neoliberal! ¡Retorno inmediato de las tropas! Manos fuera del Líbano.

Tras casi dos años sin una sola sesión plenaria del parlamento libanés y con la jefatura de Estado vacante desde el último medio año, Hizbolá ha tomado la decisión de acabar con el golpe de Estado permanente que sufría el Líbano, inmerso en una grave crisis, provocada por las constantes injerencias de la comunidad internacional en sus asuntos internos. Ingerencias que tuvieron su máximo cumbre en la gestión del Ejecutivo de Fuad Siniora, vergonzosamente sometido al dictado de las corporaciones transnacionales -la mayoría de origen estadounidense- con intereses en la región.

En el actual contexto, el gobierno de Saad al Hariri es totalmente ilegítimo, no representa a nadie, o al menos, no representa a ningún ciudadano libanés.

Bajo la tutela de las marionetas norteamericanas, el Líbano venía acusando un sometimiento estructural de su economía, en lo que se podría llamar «un proceso masivo de neoliberalización privatizadora», que en última instancia estaría destinado a alejar al pueblo de los núcleos de decisión en materia de política económica, abriendo así la puerta al mercado salvaje, desbaratando la balanza comercial de pagos, disparando el déficit presupuestario y los índices de desempleo, además de hipotecar las rentas de la clase trabajadora con varias décadas de antelación.

España no es ajena a esta situación

Bajo el falso pretexto de «asegurar la democracia», hordas de individuos armados pagados por el Estado español comprometen día a día su propia seguridad y la de la población civil que les rodea, ignorando el debido respeto a la territorialidad libanesa y considerando «terroristas» a buena parte de su ciudadanía, a quien se discrimina en base a criterios totalmente arbitrarios, como el origen nacional o la adscripción ideológica.

A España no se le ha perdido nada en el Líbano, si las intenciones de la administración Zapatero son honestas, que lo demuestre condonando la deuda exterior o enviando cooperantes humanitarios de verdad, como: médicos, ingenieros civiles, profesores, bomberos… pero no a una legión de orates armados hasta los dientes.

Francia, antigua potencia colonial, mantiene una importante presencia militar en la zona, destinada principalmente a forzar el respeto a la política criminal de la administración Bush y hacer el «trabajo sucio» del agente armado que desde hace 60 años invade Palestina.

Francia y España deben retirar a sus tropas inmediatamente del territorio libanés. Si acaso desean asegurar la paz, dedíquense mejor a neutralizar al agente asesino que lleva 60 años masacrando impunemente al pueblo palestino. Las mayores agresiones jamás partieron de un partido político libanés, sirio o iraní, sino de los terroristas del Tshal (ejército israelí), que tantas veces han cruzado la frontera norte de Palestina para extender sus afrentas al Derecho Bélico Humanitario, Público y Penal.

Y en cuanto a Francia… parece que añora el ayer… cuando el capital francés se valía de su infantería y jueces de imitación para torturar, asesinar y encarcelar a cualquier libanés que se opusiera al sistemático expolio colonial. Una situación que hoy pretende reeditar el cazador norteamericano, con el apoyo de su jauría europea.

El gran capital paga, falsimedia obedece

Por si todo ello no fuera suficiente, el uso sesgado y antisocial de los medios de comunicación de masas, contribuía a la alienación de la clase trabajadora, avivando artificialmente el odio religioso con el propósito de provocar y mantener la división en el seno de una ciudadanía diversa y plural, que ha demostrado su capacidad para la convivencia, siempre que no se manipule la espiritualidad para provocar enfrentamientos autodestructivos.

Ante el desarrollo de los acontecimientos, el colosal aparato de propaganda militar de la Alianza Atlántica, se ha puesto en marcha una vez más -aquí y allí-, para crear confusión, divulgar embustes, predisponer y preparar a la opinión pública occidental para que acepte cualquier escenario futuro.

La solidaridad del Mundo Árabe, elemento crucial para la subsistencia

Pero el pueblo libanés no está solo: tampoco en esta ocasión faltará la solidaridad internacional llegada de Siria, Qatar, Irán y otras naciones hermanas, cuya inequívoca voluntad siempre ha sido el deseo de alcanzar cuanto antes una paz justa y duradera.

Hoy se ha conocido el llamamiento urgente de Arabia Saudita, para celebrar un encuentro urgente de titulares de Asuntos Exteriores de los principales países árabes para tratar sobre esta crisis.

Occidente simultanea los desplazamientos de tropas y unidades aeronavales estratégicas con vacíos llamamientos genéricos a «la paz y la fraternidad»

Por su parte, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha emitido un comunicado en el que se invita a las diferentes partes a reconducir la situación por vías pacíficas.

La paradoja es que, quienes piden paz son precisamente las potencias que mantienen personas armadas sobre el terreno; quienes piden democracia, son los mismos que no celebran una sesión plenaria del poder Legislativo desde noviembre de 2006; quienes reclaman convivencia son los mismos que se valieron de emisoras privadas de televisión para herir o conculcar los sentimientos religiosos de gran parte de libaneses.

Pero no importa cuanto dinero gasten en mentirnos, la razón pura es inmune a la uniformidad de la versión oficial. Al final, la verdad es muy simple: jamás las armas de los ricos llevaron la paz a los pobres… pero nunca una situación injusta será una situación estable.

Cultivemos la razón -pues no admite plegarias-; la coherencia -que no tolera embustes- y la imaginación… para exigir paz, justicia y respeto para todos los que sufren por el odio o la codicia de los demás.

Paz, justicia y respeto para el Líbano.

http://www.lademocracia.es/Llego-Hizbola-y-mando-parar