Para Ricardo Alarcón de Quesada, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, la lucha por la verdad «es el gran problema general de la Humanidad, no sólo de Cuba». A Bill Clinton, un escarceo sexual en la Casa Blanca le costó un juicio en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el presidente […]
Para Ricardo Alarcón de Quesada, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, la lucha por la verdad «es el gran problema general de la Humanidad, no sólo de Cuba». A Bill Clinton, un escarceo sexual en la Casa Blanca le costó un juicio en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el presidente George W. Bush mintió gravemente para invadir Irak y causar miles de muertes de inocentes, «y ahí sigue el mentiroso». Alarcón hacía estas afirmaciones en la mesa redonda «Imperio contra libertad: el plan de EEUU contra Cuba», organizada, dentro de las II Jornadas sobre Cuba, por la Alianza de Intelectuales Antiimperialistas, la Asociación de Amistad y Solidaridad Puerto Real – Cuba y el diario digital «inSurGente», que se celebró el pasado lunes, 28 de noviembre, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con un auditorio de más de doscientas personas que abarrotaban la sala.
El Presidente del parlamento cubano explicó que, a la luz de los papeles secretos de la Administración de EEUU sólo parcialmente desclasificados en 1991, que cubren el periodo que va entre 1958 y 1960, se puede afirmar que la prioridad hasta la obsesión del entonces presidente de la superpotencia, Dwight D. Eisenhower, era en todo momento ocultar su intervención con el propósito de apoyar a Batista primero y acabar con la Revolución después. Según Alarcón, el llamado «Plan Cuba» de EEUU comenzó en la primavera de 1959, cuando el gobierno provisional cubano apenas acababa de pasar la ley de reforma agraria. Afirmó que «la esencia de este plan era fabricar una oposición, una organización de exiliados» que protagonizara la lucha contrarrevolucionaria. Una vez más, «esa era la clave, esconder la mano».
Relacionó el eterno empeño norteamericano por ocultar la verdad con la campaña permanente de los medios de comunicación del mundo capitalista para esconder la realidad del bloqueo y los logros de la Revolución cubana e ironizó acerca del previsible silencio mediático ante esta mesa redonda sobre Cuba.
El ponente mostró que no fue el orden más o menos socialista o prosoviético lo que inclinó a EEUU a enfrentarse, siempre moviendo hilos en secreto, con la Revolución cubana, sino antes que nada su carácter emancipador frente al colonialismo norteamericano. «El origen de la guerra económica es anterior a cualquier medida revolucionaria», afirmó, para poco después decir que EEUU decidió «recurrir al genocidio» con el objetivo último de «acabar con la nación cubana» y restaurar el orden colonial anterior a enero de 1959.
El presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular expuso algunas de las líneas maestras del llamado «Plan Bush» contra la Cuba independiente, del que destacó que es «un llamado a la guerra, ya que sólo es aplicable con la guerra». Aseguró que el plan de EEUU para la Cuba reconquistada incluye, además de expropiaciones masivas de viviendas y tierra y el derrumbe de toda la seguridad social, la educación y la ciencia cubanas, una minuciosa preparación de la enorme campaña represiva prevista contra la amplia organización popular de la Revolución. «La lista será larga», afirmó, y relacionó este dato con la idea del gobierno norteamericano de dotar a la Cuba post revolucionaria de una agencia especializada en la adopción, por parte de familias estadounidenses, de niños y niñas cubanos huérfanos a causa del proceso de «transición».
Lucha contra la corrupción
Por otro lado, Alarcón, respondiendo a un oyente, afirmó que la situación económica actual está permitiendo al gobierno cubano retomar el proceso de rectificación que la hecatombe del llamado socialismo real obligó a abandonar a comienzos de los años noventa. Contó que en los ochenta, en Cuba se inició un gran debate con el objetivo de plantearse las bases ideológicas de la organización económica del bloque socialista liderado por la URSS, que tenían un cariz claramente subsidiario de la economía liberal. La idea era retomar las palabras de Ernesto Guevara cuando dijo que «no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo». Alarcón explicó que durante el «periodo especial» se tuvieron que tomar medidas de corte mercantilista ante el desastre económico en que la isla se vio sumida por la pérdida súbita de hasta el 85% de su sector exterior y la consiguiente caída del PIB en un 35%. En aquel entonces se habló de que eran decisiones necesarias «para salvar las conquistas sociales del socialismo. Hoy estamos ya en condiciones de retomar la batalla por profundizar el socialismo». Las medidas anunciadas por Fidel Castro en su discurso del 17 de noviembre de este año en la Universidad «no implican, desde luego, confiscar las propiedades» de quienes han medrado al calor del ajuste económico de los noventa. Pero suponen presentar batalla a fondo contra la corrupción que, según citó Alarcón del Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba, es el verdadero peligro que corre, más que el ataque del imperialismo, el proceso revolucionario. Para el ponente, «la corrupción es el combustible del capitalismo, pero en el caso del socialismo envenena la sociedad». Y señaló que las medidas de mayor rigor en el control económico se han de ver complementadas por el avance en el «perfeccionamiento del socialismo». Para explicar esto, citó la frase de José Martí, que dijo que el objetivo ha de ser «conquistar toda la justicia» y aludió a los esfuerzos del Estado cubano por mejorar el nivel adquisitivo de salarios y pensiones y por gravar a los grandes consumidores de electricidad. Terminó señalando que todo este proceso será llevado a cabo por una nueva vanguardia de jóvenes urdida por Fidel Castro, destinada a hacerse con las riendas de la Revolución en la senda del socialismo.
Seis ponentes en la mesa
Además de Ricardo Alarcón, la mesa redonda estuvo protagonizada por otros cinco ponentes y fue moderada por la periodista Gloria Berrocal, que invitó al alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso (IU), a dirigirse al público como persona que ha hecho posible la celebración de las II Jornadas sobre Cuba que están llevando a distintas ciudades andaluzas y a Madrid la información y el debate acerca de la realidad de la Cuba socialista.
Oswaldo Martínez, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos del parlamento cubano, analizó pormenorizadamente la evolución económica de Cuba, desde la extraordinaria crisis de los años noventa y el llamado «periodo especial, hasta el escenario actual de crecimiento y recuperación muy por encima de los países del entorno. Asimismo, explicó las duras consecuencias que el bloqueo estadounidense – auténtica guerra económica y no «embargo»- impone a la isla. Cifró los daños en más de 82.000 millones de dólares, aproximadamente dos veces y media el PIB cubano y más de diez veces el monto del comercio exterior anual del país. Por último, expuso los aspectos económicos más relevantes – y lacerantes- del Plan Bush para asistir a una «Cuba libre». Destacó la llamativa pretensión del plan de que habría que estudiar si un país tan «pobre» como Cuba puede sostener sus programas de excelencia científica o sus actuales prestaciones sociales.
Hermenegildo Altozano, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria, se concentró en comentar la extraterritorialidad de la ley Helms-Burton, que es la que establece las bases del ya citado Plan Bush, y, en general, de la política estadounidense tendente a recurrir a la coerción económica para lograr objetivos políticos. Argumentó por qué la guerra económica contra Cuba supone una lista interminable de aberraciones contra el derecho internacional y, en la práctica, supone en cada uno de sus actos «una derogación singular de la soberanía nacional de terceros países».
Fernando Remírez Estenoz, jefe del Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba y ex jefe de la Oficina de Intereses de Cuba en EEUU, disertó sobre cómo el Plan Bush intenta incorporar, mediante la guerra mediática y la fabricación de oposición, a otros países a su guerra contra Cuba. Asimismo, precisó las consecuencias sociales previstas en el citado plan para la isla caribeña. Es de señalar la cita textual que hizo de ese plan, que considera que los cubanos tienen un «nivel inmerecido» de seguridad social, basado en unos «relajados requisitos de elegibilidad» en el sistema. Informó asimismo de que en las previsiones estadounidenses lo más prioritario es un proceso expeditivo de privatización y retorno de las propiedades socializadas por la Revolución a sus antiguos dueños, lo cual implicaría que hasta el ochenta por cien de los cubanos podría perder sus casas y más de cien mil campesinos se quedarían sin tierras.
Por su parte, Ángeles Maestro, en calidad de médico formada en salud pública en la Universidad cubana, se centró en señalar que el pueblo cubano podría haber derrocado fácilmente al gobierno revolucionario en el los momentos más difíciles del periodo especial, pero no fue así. Afirmó que, en las más adversas condiciones socioeconómicas en Cuba siguieron mejorando los índices de mortalidad infantil y la esperanza de vida al nacer. Explicó que la tasa de mortalidad infantil actual de Cuba es considerablemente inferior a la española aunque sea aproximadamente la misma en términos absolutos, ya que en España se calcula excluyendo a los bebé que fallecen en las primeras 24 horas de vida. Según expresó, el sistema de salud cubano se centra mucho más que el español en la prevención y en la atención a los sectores más desfavorecidos socialmente. «Los médicos cubanos buscan a la gente para vacunarla o tomarle la tensión», afirmó, y puso esta idea en contraste con la paulatina privatización de la sanidad pública española, que pierde a marchas forzadas su cariz preventivo «porque es mucho menos rentable para las multinacionales farmacéuticas». Por último, apuntó la idea de que, no siendo Cuba un país de valor estratégico para el imperio, la única razón de EEUU para su empeño contrarrevolucionario es que la isla es «un ejemplo para el mundo de un pueblo soberano capaz de llevar a cabo procesos independientes».