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Lo que debe admitir el Sr. Monreal

Fuentes: La pupila insomne

Desde aquellos apuntes a mi artículo en Cubadebate, el Sr. académico Monreal ha decidido continuar el intercambio directo-indirecto con este comentarista. No es muy frecuente, sino más bien excepcional, que eso ocurra entre un especialista y una persona que no lo es. La razón más probable pudiera ser que aquel texto se publicara en Cubadebate, […]

Desde aquellos apuntes a mi artículo en Cubadebate, el Sr. académico Monreal ha decidido continuar el intercambio directo-indirecto con este comentarista. No es muy frecuente, sino más bien excepcional, que eso ocurra entre un especialista y una persona que no lo es. La razón más probable pudiera ser que aquel texto se publicara en Cubadebate, calificado de «oficialista», y la resonancia positiva que mereció de algunos lectores, mucho más que la importancia y el valor que el académico le otorgara al contenido mismo. También pudiera deberse a la generosidad del Sr. Monreal, dispuesto a compartir sus conocimientos e ilustrar directamente a quien considere que debe hacerlo. En todo caso, no he visto nunca un comentario del Sr. Monreal a los varios escritos que he publicado en La Pupila Insomne u otros sitios, como tampoco he podido leer consideraciones suyas sobre otros temas y preguntas directas que le he formulado y que evitaré repetir aquí si no es que más adelante lo crea necesario. Los temas en que el Sr. Monreal tiene a bien replicarme están bien seleccionados. Otros, no los aborda. En los gajes de la polémica, se comprende que el replicante no regale prendas y en ocasiones se enfoque selectivamente sólo en los que cree puntos débiles del contrario.

Así ahora, en su último texto, el Sr. Monreal señala cuatro errores. Comentaré al respecto.

Acepto que, erróneamente, no cité el adjetivo que califica al sustantivo empleo, neto. Los críticos del sistema cubano unas veces señalan que la economía estatal es ineficiente por sus plantillas excesivas y aconsejan que se aligere de ciertas actividades económicas. Sin dudas es muy sano desde el punto de vista económico, pero el socialismo es un sistema de otra índole y siempre que ha podido, evita los procedimientos de las terapias de choque tan naturales en otras latitudes. Si procurando cumplir con el principio del socialismo de no dejar a nadie sin trabajo, propicia el trabajo por cuenta propia y este crea empleo, entonces se aduce que su inferioridad económica consiste en que no lo crea. Dan palos porque bogas y palos porque no bogas. Pero, por lo menos en esta ocasión, y con respecto a la capacidad estatal cubana de crear empleo (neto), Monreal no se refiere a la idea que sigue a continuación del fragmento de mi texto que comenta, y que me veo obligado a repetir, con la esperanza de que el Sr. Monreal me siga regalando su generosa atención. Apunto de pasada que el Sr. Monreal crea y me atribuye su propia expresión entre comillas, dos veces, como si yo la hubiera empleado de esa forma, al referirse a mi visión de «convicciones y firmeza», que puede tomarse por una cita, aunque admito que en el contexto de mi expresión la admito como tal. Y llamo la atención sobre el hecho de que en otra cita que espiga a placer sobre el tema del empleo, sin embargo no le merece la misma importancia lo que le recuerdo a continuación:

«Y si el cerco y acoso económicos (…) nada tienen que ver con las dificultades económicas cubanas impuestas desde el exterior para crear empleo, eso nada le dice el Sr. Monreal.»

También es cierto que no he podido leer todos los trabajos del Sr. Monreal. Él me informa que en sus escritos y libros trata múltiples temas económicos nacionales e internacionales. Bien. Me sería muy útil estudiar cómo explica, valora y protesta o denuncia, si es que lo hace, la interrelación que existe entre las dificultades económicas, no sólo de Cuba, sino de aquellos países que se proponen ciertas políticas generales (por ejemplo, antimperialistas), y determinadas políticas económicas (claramente, que se proponen como ruta y meta una sociedad socialista, o en otros casos hasta simples políticas progresistas de vocación social) y la realidad del poderío económico y cultural capitalista mundial que se opone a esos proyectos con todo el repertorio de medios posibles. Si es el caso de Trump, como dice, pues no hay casi mérito en sumarse a un clamor de repudio casi mundial. Interesante hubiera sido hacerlo en el período Obama sobre las medidas que adoptó contra Venezuela, el principal aliado económico de esta Isla, o acerca de las que mantuvo contra Cuba.

Si el Sr. Monreal lo ha hecho, quizás me facilite el dato, y de paso también disculpe y se explique mi desconocimiento. Si me sigue prestando atención, el Sr. Monreal quizás debiera pensar en la persona común, pero curiosa y deseosa de aprender, que accede a uno de sus escritos sobre estos temas de la economía cubana, que no es un estudioso especializado que tenga siempre a mano los medios y el tiempo de leer todos sus escritos y tantos otros, que por lo tanto no puede hacer una interpretación global a partir de una mirada general y sistémica de sus concepciones, pero se topa con un texto suyo, o algunos de ellos, en que analiza los problemas de la economía y la política cubanas insistiendo puntualmente en sus insuficiencias sin un análisis holístico, integrador de las externalidades que influyen poderosamente en esas dificultades. Es natural entonces que el mero sentido común encienda una alarma. ¿Se trata de economicismo?¿Se trata de análisis unilateral, sesgado?¿Se trata de presentar a la economía socialista o a la propiedad socialista como inferior a la propiedad privada y fallida per se, por su carácter intrínseco solo partir de resultados como si en esos resultados nada importaran las causas que sean, como una vez se expresó?¿Dónde queda la mundialmente admitida como criminalmente dañina y cada vez más repudiada política del bloqueo, la enorme asimetría del poder económico mundial que tanto daño le ha hecho a Cuba? El Sr. Monreal pudiera comprender, dada su gran especialización, experiencia y acceso a la información, y sin dudas su inteligencia, que si uno lee un párrafo como el que me cita con respecto a la política de actualización, la conclusión que saca el lector, dada la influencia directa e inmediata que ese texto produce, desvinculado por esa inmediatez misma de otros textos donde quizás fue más ponderado, la imagen latente, latiente y subliminal que queda en el lector, repito, es muy sesgada e incompleta y contribuye, aunque quizás no sea la intención de su autor, a presentar muy desfavorablemente a la parte más débil de la ecuación económica mundial. Ese es, justamente, el reparo que le hago al Sr. Monreal, lo que echo de menos en sus análisis.

Otro error me señala el Sr. Monreal, y tiene cierta relación con lo anterior. Se trata de la expresión que yo entrecomillé: «La actualización del modelo económico en Cuba es un fracaso». Admito otra vez que, estrictamente, le asiste la razón porque no debí citar de memoria, aunque insisto que, sin las comillas, ese me parece el criterio y valoración del Sr. Monreal y es lo que señala sin dudas el espíritu de la letra. De hecho, en aquel intercambio en Cubadebate me referí a esto mismo, teniendo más reciente la lectura de su artículo, pero sin exponerlo como una cita, leído en https://thecubaneconomy.com/articles/authors/monreal-gonz%C3%A1lez-pedro/. Como entonces lo que le expresaba allí tiene relación con mis comentarios al primer error, necesito actualizarlo aquí:

«… ud considera que la actualización del modelo económico en Cuba es un fracaso, según leo en un trabajo suyo (http://thecubaneconomy.com/articles/authors/monreal-gonz%C3%A1lez-pedro/), pero esta óptica, sin más consideraciones, no tiene en cuenta, y disculpe ud mi opinión si en otros trabajos suyos que desconozco no es así, las inmensas dificultades que el orden económico global le impone a las experiencias del tipo cubano.»

En aquel momento no recibí ninguna consideración suya respecto al reparo que ahora subrayo. Aquella fue una oportunidad para aclarar la fuente de algunos de mis errores. Ha tenido otras oportunidades.

En mi opinión, sea o no la intención del Sr. Monreal, evitar esas consideraciones en el momento puntual que opina negativamente y valora un proceso por sólo el lapso de 3 años, contribuye a desacreditar al proyecto cubano – con miras a impulsar la idea del cambio de «modelo de estado» como veremos de inmediato-, por su unilateralidad, por su carácter de verdad a medias descontextualizada, por la incompletitud, incluso económica, del análisis. Por lo tanto le sigo preguntando: ¿es incluso éticamente justo y económicamente científico, insistir en esa ausencia, visto que ya es impresentable en cualquier análisis no tener en cuenta que las economías nacionales de los países pobres están sometidas a los vaivenes, crisis y carácter explotador de las grandes potencias económicas? Si la respuesta es que sí se puede proceder de ese modo, debió sumar un quinto error a mi cuenta, pero también a numerosos otros autores.

¿Cómo se contribuye a erosionar en el imaginario social las esperanzas puestas por millones de personas de este mundo en el socialismo? Los recursos son muy variados.

Es, por ejemplo, causa de mi asombro, que se comparen con Cuba las posibilidades mucho menos complicadas que tiene un país capitalista, aunque sea del marginal y periférico capitalismo de un país latinoamericano, de hacer crecer sus indicadores macroeconómicos (casi nunca reflejados como debiera en la mejoría de sus sociedades, sino en el aumento de la riqueza de sus ricos) en un lapso gubernamental de tres o cuatro años. Sobre todo esa comparación es injustamente exagerada para las condiciones e historia de Cuba, eso me parece profundamente erróneo como principio de un análisis. Tal aseveración es la que hace el catedrático Monreal en aquel texto donde él no acaba de decidirse si juzga la actualización cubana severamente como fracaso o, con benevolencia, como asignatura pendiente. Como alumno, Cuba debe aprobar esa asignatura con las lecciones del profesor Monreal. El señor Monreal pudiera ser más claro o indicarnos el texto donde lo es, y dejando por un momento la densidad académica, dejarnos claro todo el contenido del modelo de estado que propone. Le prometo que le prestaré cuidadosa atención para minimizar mis errores todo lo posible.

En cualquier caso, el Sr. Monreal sin lugar a duda alguna conoce qué le sucede a la economía de un país – (pero sobre las capas más pobres y las capas medias inferiores , porque a sus oligarquías siempre les va mucho mejor), – si un gobierno pálidamente reformador se propone mejorar la gobernabilidad, limar algunas de las aristas más crudas del capitalismo, cómo de inmediato se agudiza la propaganda alarmista que aleja las inversiones, produce fuga de capitales, anuncia cataclismos de toda índole, etc., y cómo comienzan a desaparecer esos obstáculos apenas asume un gobierno de la derecha interna con el apoyo de sus congéneres internacionales. (Me permito una pequeña anécdota ilustrativa. Le pregunté a un chileno de mediana edad en cierta ocasión, por qué él votaría nuevamente por Sebastián Piñera, que, por cierto, apunta ya como favorito en las próximas elecciones. Su respuesta fue que «prefería a un millonario que quizás robaría menos, que a un candidato que no lo fuera y que entonces robaría mucho más.» Nada sabía el desarmado ciudadano que cuanto más millonario más ladrón…En su anterior período de gobierno, pese a tener su capital en fideicomiso ciego, se calcula que la fortuna del presidente aumentó en 100 millones de dólares… Triste sabiduría del simple ciudadano, pero detrás estaba también la «realista» certidumbre de que, un gobierno conectado con los grandes circuitos internacionales del capital y favorable a sus intereses, tendría menos dificultades y así quizás la teoría de derrame de la riqueza le salpicaría de algún modo, o podría continuar con su miserable vida de esclavo de los créditos bancarios hasta el final de su vida. También sabía, y por el ejemplo de Cuba o Venezuela, que ocurría viceversa. Entonces, muchos de los problemas de los intentos socialistas se deben, en buena medida, al chantaje económico internacional de los grandes capitales que tienen de rehenes a las naciones con sistemas que no son favorables a sus intereses. ¿Cómo puedo condenar como fallido, aduciendo un período de tres años, un proceso de actualización contra el que oponen en esencia, tanto Obama como Trump, y esencialmente siempre, siempre, el sistema capitalista?

Incluso en ese período mágico de 3 o 4 años en que el Sr. Monreal le reprocha a Cuba no haber conseguido nada, muy poco pueden hacer en el caso descrito, como fue la experiencia reciente del Chile del último período Bachelet, en que casi todas sus reformas fracasaron o quedaron mediatizadas, y así en otros países de nuestro continente. Esperar que en la situación de los últimos 5 años, en que el cuartico del bloqueo ha seguido igualito, con la añadidura de los problemas de nuestros aliados continentales, y el avance de la derecha regional en Cuba se obtengan rápidos resultados y excluirlo del análisis, ¿qué tipo de error es?. Si no es una honesta creencia que se origina en los límites de sus concepciones, con toda honestidad digo que eso me parece claramente tendencioso.

Me veo, pues, en la obligación de reiterar una pregunta que ya le hice al catedrático Monreal con respecto a todo lo anterior:

«¿Pero es posible – (¿es justo?) – sostener que la propiedad estatal socialista no puede generar más empleo, o hacer crecer la economía a ritmos del PIB adecuados a sus necesidades, sólo por ser propiedad estatal? No creo que se pueda fundamentar eso como la causa per se, en un país excluido de los mecanismos internacionales de crédito, sometido a una persecución constante de toda su actividad financiera y comercial internacional, tan sistemáticamente y durante tanto tiempo, con la acumulación de dificultades y deformaciones que ello implica. En todo caso hay que tener en cuenta esta complejidad y el análisis preciso para cada lugar y en cada momento.»

Agregaría ahora que incluso se debe tener en cuenta cada período, en cada coyuntura internacional, pues no en todas las etapas de la agredida historia de la Revolución la economía cubana se ha comportado igual pese a que ha tenido que dedicar ingentes recursos para su defensa. Incluso, pese al certificado de defunción expedido tantas veces, Cuba emergió de la profunda crisis y casi absoluta soledad de los años 90, cuando tantos otros países, por mucho menos, se desmerengaron. ¿Le dice eso algo al Sr. académico tanto del sistema político cubano como de su sistema económico?

En su actual réplica, Monreal nuevamente, según su concepción, separa el análisis político del económico por más que repita la interrelación de ambos, y por más que se mueva académicamente en dos planos, quizás algo necesario en la academia para medir variables y producir teorías, pero inoperante en la cruda realidad. Arguye que el intercambio en Cubadebate fue esencialmente político, de la cuestión del poder.

Para el lector de estas líneas que no quiera o no pueda leer el texto de Monreal, haré ahora una cita cuidadosa de lo que afirma de aquel intercambio:

«El compañero comentarista se equivoca cuando trata de ubicar en el plano académico -el análisis económico- la discusión que sostuvimos anteriormente, a propósito de un artículo que Luque publicó en Cubadebate el 31 de octubre de 2016.

En realidad, aquella discusión sobre lo «interno» fue una discusión netamente política, principalmente centrada en la cuestión del poder político, la legitimidad política y la participación política, especialmente de los trabajadores»

En efecto, el comentario inicial de Monreal en el debate que evoca, se refiere «a la cuestión del poder político». Resulta muy habitual ese procedimiento para todo el que intenta presentar al Estado cubano como antagónico o enemigo de los intereses de los trabajadores. Además, es coherente con su propuesta de cambio de modelo de estado. Al opinar yo que los temas políticos no deberían desvincularse de los económicos, acabó por admitir que «El análisis de las posibles soluciones económicas es fundamentalmente un problema político.», pero ya cuando anteriormente no lo había hecho en medio de su análisis de la cuestión del poder. Para no repetirme tengo que citar una de las preguntas que entonces, como ahora, se han quedado sin responder. Es el tipo de preguntas que ciertas plataformas no le hace a los especialistas que entrevista, que los análisis políticos separan, académicamente, de los económicos:

«¿qué opina ud de, o por qué cree que, la política gubernamental estadounidense de la «normalización» se propone estimular el auge de la propiedad privada en Cuba, pero a la vez excluye al Estado y Gobierno (cuya legitimidad paradójicamente dice reconocer y en la que afirma no querer influir) de esa política? La finalidad política de ese objetivo económico está a la vista. Por lo tanto la cuestión del manejo adecuado de la propiedad privada en relación con los objetivos socialistas, pero no sólo con respecto a lo que puede contribuir al crecimiento, sino a la gravitación política de la propiedad privada (y su influencia política) , es de la máxima importancia en Cuba en interés del futuro de su sistema económico social.»

Por lo tanto, si antes, como ahora, la gestión de la propiedad estatal y social de los principales medios de producción no da todos los resultados esperados, ¿cuáles son las causas que, en última instancia, son las fundamentales? ¿Son ellas las que se localizan en el carácter de la propiedad estatal misma? Claro que esa perspectiva se puede sostener solo sí se aísla el análisis interno con respecto a las consideraciones de este tipo y muchos otros factores.»

No es serio evadir respuestas a cuestiones como la anterior, porque aun cuando se hayan abordado en otros textos, su ausencia en el puntual instante en que se valora un tema que amerita tenerlo en cuenta, deja en la mente del lector un sesgo desvalorizador por la falta de la verdad completa.

Soros y el gobierno estadounidense no soplan al oído posibles soluciones para Cuba. Hacen algo más efectivo: soplan, por medios sofisticados, indirectos y difícilmente detectables, dinero, apoyo, simposios e intentos de influir en los asuntos internos de Cuba, como en su Constitución. Negarlo es quizás algo peor que un insulto para la inteligencia de los cubanos: puede llegar a constituir apoyo y complicidad con las consecuencias de la injerencia en los asuntos cubanos, si atendemos a los terribles resultados que la intromisión en los asuntos internos de otros países esa injerencia ha provocado. La actividad subversiva del magnate en varios eventos internos de algunos países, y su apoyo a instituciones y academias está ampliamente documentada, me excuso aquí de extenderme sobre el punto. Admito mis errores, con las aclaraciones hechas. Monreal debe admitir que no responder las preguntas que se han hecho sobre su participación en un evento financiado por la National Endownment for Democracy, con gente de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba que todo el mundo sabe responde a la terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, para influir en los asuntos cubanos y en su Constitución, o incumplir las promesas que la dirección del «laboratorio de ideas» Cuba Posible -del que el Sr. Monreal es «Director Académico»- ha hecho de transparentar sus fuentes de financiamiento y su relación con la Open Society de George Soros se sale de los marcos de los neutrales resultados de la sabiduría académica y que ello conlleva a la interpretación del subtexto de sus tesis, si quiere también por intuición, que forma parte de los mecanismos de lo cognitivo, y del significado de sus preferencias epistémicas.

Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/10/25/lo-que-debe-admitir-el-sr-monreal-por-carlos-luque-zayas-bazan/