Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
Cada vez con mayor frecuencia, Ahmad, que habitualmente tiene un carácter apacible, estalla con exclamaciones de profunda ira que nos resultan casi alarmantes por su intensidad. Se está refiriendo a la confiscación de enormes extensiones de tierra perteneciente a los pueblos palestinos de Cisjordania para construir el muro de separación israelí y proporcionar lebensraum (1) para la red de asentamientos israelíes que invaden toda la tierra palestina. ¿Por qué queréis colocar vuestra mierda en mi salón?», exclama. Después, se reprime. «Perdón por el lenguaje, pero a veces me sacan de quicio».
«Sacar de quicio» es toda una descripción. Aunque Ahmad está hablando en sentido figurado de los asentamientos y muros israelíes y -sobre algo de lo que, normalmente, no se oye comentar nada- los basureros israelíes esparcidos por Cisjordania, que hieren el paisaje e invaden el espacio palestino, la referencia a lo que se está depositando en el salón palestino se puede aplicar tanto literalmente como de forma figurada con respecto al pueblecito de Wadi Fuqin (2), al suroeste de Belén. Un gran asentamiento, Betar Illit, amenaza a este pueblo y ha vertido, literalmente, en dos ocasiones sus aguas residuales en el fértil valle que mantiene la vida agrícola del pueblo. Las aguas residuales de un asentamiento de 25.000 habitantes vertidas sobre un pueblo de 1.200.
Situado exactamente sobre la Línea Verde que marca la frontera israelí anterior a 1967, Wadi Fuqin es un largo y estrecho oasis entre elevadas sierras, que está a punto de ser estrujado por las presiones, por sus dos extremos, de la invasión israelí. La Línea Verde discurre por el lado occidental, por encima de una sierra. Su ladera está cubierta de olivares en esa zona, pero los israelíes empezarán pronto aquí a construir el muro de seguridad, lo que va a conllevar la destrucción de cientos de olivos. A pesar del hecho de que Wadi Fuqin ha tenido buenas relaciones con la cercana ciudad israelí durante treinta y ocho años de ocupación. Por la parte oriental, el asentamiento israelí en expansión de Betar Illit domina el pueblo, empujándole por el otro lado.
Wadi Fuqin pudo abarcar en otro tiempo unos 12.000 dunams (3) (aunque algunos de los registros antiguos hablan de unos 17.000) pero en 1948, con la creación de Israel, los perdió todos excepto unos 3.000 (alrededor de 750 acres). Ahora ha perdido otros 1.000 dunams a causa de Betar Illit, y perderá aún más terreno a causa del muro. Si nos aproximamos desde el norte, descendiendo gradualmente por las colinas circundantes, pasado Betar Illit llegamos a una cota alta donde podemos contemplar el valle, que se extiende a nuestros pies con un verde luminoso. El lugar es como un jardín. Extendiéndose a lo largo de dos millas, el valle semeja un manto primoroso conformado por pequeños huertos, que justo ahora están dando higos y granadas; apiñadas parcelas de vegetales donde se cultivan pepinos, coles, hierbas de olor; y bien cuidados olivares. Alegres buganvillas engalanan los muros que rodean muchas casas. Un conjunto de acequias de regadío, que los manantiales alimentan continuamente, se extienden a lo largo de la carretera por todo el pueblo. Quienes han estado propagando durante décadas el mito de que sólo los israelíes han hecho un vergel del desierto se sentirían un tanto mortificados.
Cogemos higos y un campesino nos da pepinos recién arrancados cuando atravesamos el pueblo. Un poco más lejos, los niños, vestidos primorosamente con sus uniformes colegiales incluso en este pequeño lugar, están saliendo de la escuela. En una zona hay varios niños, de unos ocho o nueve años de edad, que están utilizando una acequia como lugar para nadar. Sólo los chicos se zambullen, pero varias niñas se quedan alrededor riendo con ellos. Todos se muestran encantados de que les tomemos fotos y se hacen los importantes ante nosotros.
El casi idílico escenario se empieza a estropear según vamos subiendo la colina hacia Betar Illit, donde los israelíes han arrojado todos los escombros de la construcción del asentamiento. Aunque hace veinte años comenzó como un pequeño asentamiento, Betar Illit ha crecido rápidamente y su población ha aumentado en un 50% en los cinco últimos años. Se han quitado muchos escombros para hacer sitio para los grandes bloques de apartamentos del asentamiento cambiando con los años los contornos de la sierra, invadiendo de forma dramática Wadi Fuqin y sus campos. Durante un largo tramo, los israelíes han construido un muro de aislamiento provisional con enormes cantos rodados, colocados de forma bastante precaria en la parte inferior de la ladera, todo ello sobre los campos agrícolas de Wadi Fugin, que soportan la basura, las rocas y los escombros de todo tipo provenientes de la construcción del asentamiento.
Hay un lugar, cerca de la parte alta del nuevo perfil de la sierra, donde se ha colocado una tubería de aguas residuales de gran diámetro. El dirigente del pueblo que nos acompaña nos dice que en dos ocasiones en los últimos años, el asentamiento ha debido tener algún problema con las cañerías y ha derramado todas las aguas residuales sobre los campos situados por debajo, que son precisamente los únicos que en la actualidad no pueden producir nada; obviamente la tierra ha sido contaminada. La tubería sigue allí, preparada para más «emergencias» israelíes.
Una gran parte del espectacular paisaje de Palestina es tan bello que te deja sin respiración. Wadi Fuqin es uno de esos lugares impresionantes en el sur de Cisjordania, donde las colinas de la sierra central se abren formando un generoso paisaje de viñedos, árboles frutales y campos de vegetales en los anchos valles que hay entre las colinas. Más allá, por el norte, montañas, valles escarpados y olivares que crecen en campos sin fin con forma de terraza, moteados de pueblitos de casas de piedra blanca y esbeltos minaretes. Por el este, colinas desérticas se despliegan con suaves ondulaciones en colores pastel. Los escombros israelíes están llenando de cicatrices por todas partes el paisaje palestino.
Las construcciones israelíes a escala masiva están cambiando el bucólico paisaje palestino de forma impresionante, inmiscuyéndose en el salón palestino. Grandes asentamientos se desparraman ladera abajo, semejando los castillos de las cruzadas. (No es que sean particularmente horribles si es que su estilo idéntico de bloques de hormigón les agrada a ustedes -con tejados de tejas rojas que les dan un aire mediterráneo, pero su enormidad y la ordenación casi militar de los grandes bloques de apartamentos cambian de forma sensible el carácter de una tierra bucólica). Anchas autopistas, para conectar los asentamientos y evitar que los israelíes tengan que pasar cerca o través de ciudades palestinas, que son sólo accesibles para quienes tengan matrícula israelí, van barriendo y dividiendo la tierra. Fuera de Jerusalén, donde Israel está planeando unir el enorme asentamiento de Maale Adumim a la ciudad, vastas extensiones de abruptas laderas y wadis, que en otra época vestían de este lugar con una intacta belleza espectacular, han sido aclarados de rocas y árboles para preparar la construcción de carreteras y viviendas – la lúgubre urbanización de un paisaje pacífico.
El muro de separación es lo más opresivo. De unas 400 millas de largo cuando todas sus vueltas y revueltas se completen, el muro aparece por todas partes, sobre aquella ladera, alrededor de esta esquina. Es feo, es destructivo. Donde hay un muro de hormigón, hay fealdad sombría, sin diseño, troceando la tierra, una rotunda miseria urbana acuchillando los barrios de la ciudad. Donde hay una verja, la combinación de elementos controlados electrónicamente, alambras electrificadas, trincheras y patrullas de control, destruyen la tierra agrícola haciendo que parezca exactamente como el aviso de frontera hostil que es. Nada que ver con la «buena verja» que Israel y sus seguidores estadounidenses están tratando de pintar, es en su conjunto una fea cuchillada sobre el paisaje, visible a grandes distancias. (Donde el muro aparece encima o cerca de la Línea Verde, y los israelíes pueden verlo desde su lado, se ha escondido, más o menos, con montones de tierra trabajados artísticamente que llegan casi hasta el borde). Aunque los amigos de Israel defienden la barrera señalando que en gran parte es una verja más que un muro de hormigón, es -y con esa intención se ha hecho- completamente impenetrable y ninguna parte es más o menos destructiva que la otra. Aunque proclamen que es temporal y que se podría eliminar fácilmente si los palestinos se portan bien, el muro, ya sea de hormigón o sea verja, ha destruido casas, tierra así como la esencia de un paisaje que no va a poder ser ya restaurado nunca.
La destrucción acompaña toda esta construcción de muros y asentamientos. Además de bastas extensiones de paisaje excavadas, urbanizadas y contaminadas, hay una invasión de escombros. Montones de deshechos de construcción están por todas partes, como los que se ciernen sobre Wadi Fuqin, creando en algunos lugares colinas nuevas, evidentes por doquier en pequeños montones en los bordes de las carreteras. En cualquier lugar cerca de un asentamiento en construcción, se pueden ver los restos del cemento derramado y rasgados sacos de cemento, obviamente con rótulos en hebreo. Por todas partes, puedes cruzar olivares y campos agrícolas cubiertos con cantos rodados que los palestinos locales dicen que han sido excavados en los asentamientos en construcción y sencillamente depositados por todos los campos. En otros lugares, las carreteras están llenas de coches oxidados, muchos con rótulos en hebreo que delatan su procedencia.
La recogida de basuras en un problema importante por toda Cisjordania. En la ciudad de Anata, por ejemplo, que está situada casi en su totalidad en una parte de Cisjordania controlada totalmente por Israel, justo en las afueras de Jerusalén, hay escasa o ninguna recogida de basuras en una ciudad de 9.000 residentes. Anata compró un camión de basuras hace unos cuantos años con donaciones de la UE, pero el basurero más cercano está en otra ciudad y para llegar allí hay que atravesar varios puntos de control y está al otro lado del muro desde Anata, por esos las basuras se queman o se apilan simplemente. La gran ciudad de Ramala y su suburbio de al-Bireh se van a tener que enfrentar a una crisis a corto plazo. Las autoridades israelíes han informado a los dos municipios, que juntos tienen una población de 85.000 habitantes, que el basurero de residuos sólidos que han utilizado durante los últimos años, que fue construido en sus orígenes para servir a una población de 100.000 personas, será cerrado para los palestinos al principio de 2006; sin embargo, permanecerá abierto para los israelíes del asentamiento cercano de Psagot. Las autoridades israelíes cerraron el basurero a los palestinos durante dos años cuando en el 2000 empezó la primera intifada, obligando a Ramala y al-Bireh, primero a reabrir un viejo basurero que se había abandonado porque estaba sobrecargado, que llegó a estar tan desbordado que supuso riesgos ambientales para los municipios, obligando a interrumpir la recogida de basuras hasta que el basurero utilizable fue reabierto finalmente. Las ciudades no tendrán ninguna alternativa si este basurero se les cierra de nuevo.
Hay unos cuantos ejemplos de situación medioambiental crítica por toda Cisjordania. Un reciente y devastador análisis de la extendida destrucción ecológica, escrita por el mediambientalista y disidente israelí Ethan Ganor y publicada en Earth First! Journal, informaba que los deshechos de fábricas, presentes en asentamientos que no respetan normativa alguna que producen aluminio, plásticos, fibras de vidrio, baterias y pesticidas, están contaminando la tierra y el agua. Se han vertido en un wadi los deshechos de un gran conjunto de 80 fábricas israelíes al norte de Cisjordania, contaminando la tierra agrícola palestina de varios pueblos cercanos. Las basuras israelíes se han estado depositando durante años en una cantera palestina cerca de Nablus, causando grandes daños, demostrables, en las aguas subterráneas y en la vida de las plantas. A comienzos de este año, los colonos israelíes cerca de Hebrón envenenaron los campos utilizados por los palestinos para que pastaran rebaños de ovejas; un raticida extremadamente tóxico manufacturado sólo por Israel se ha encontrado esparcido por toda una amplia zona, causando la muerte de docenas de ovejas y cabras y afectando a un conjunto de pájaros y vida silvestre. Ganor conluye que «Desde el Río Jordan y la cuenca del Mar Muerto, por todas las tierras altas centrales que comprenden el poblado corazón de Cisjordania, hasta las fértiles colinas occidentales fronterizas con Israel… un laberinto de asentamientos, zonas industriales, basureros, campos militares, carreteras fortificadas, vallas eléctricas y un muro masivo de hormigón… están agotando la vida de esta tierra antigua… causando el deterioro de la otrora deslumbrante ecología de Cisjordania. El impacto acumulativo sobre la hidrología de la tierra, la superficie del suelo, la biodiversidad, la seguridad alimentaria y la belleza natural es grave.
La injusticia es abrumadora. No hay respuesta posible ante la pregunta de Ahmad sobre por qué está sucediendo todo esto en el salón palestino.
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N.de T.:
(*) La traducción de la Primera Parte de esta serie de informes sobre Palestina apareció traducida en Rebelión con fecha 25 de septiembre pasado bajo el título de: «Viajes por Palestina: Historia del Horror«.
(1) lebensraum, término alemán que significa ‘espacio vital’; la expresión fue acuñada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel y posteriormente adoptada por los geopolíticos de la primera mitad del siglo XX. Adolf Hitler utilizaba esta palabra para describir la necesidad que tenía el III Reich alemán de encontrar nuevos territorios en los que expandirse, especialmente a costa de los pueblos eslavos del este de Europa.
(2) Wadi (uadi) es un vocablo de origen árabe utilizado para denominar los lechos (cauces) secos, estacionales, de ríos en regiones cálidas y áridas o desérticas como el Magreb y Asia Menor. Estos cauces son canales de desagüe, pueden tener hasta más de 100 m de anchura; sólo transportan agua durante breves temporadas lluviosas (de horas, días o a lo sumo semanas de duración) que pueden ser semianuales, anuales o aún más esporádicas e impredecibles, tanto en la época del año en que ocurren como en la cantidad de lluvia.
(3) 1 dunam = 1000 m2
Kathleen Christison fue en otro tiempo analista política de la CIA y ha trabajado durante 30 años en temas de Oriente Medio. Es autora de «Perceptions of Palestine» y «The Wound of Dispossession». Se puede contactar con ella en: [email protected]
Bill Christison es un antiguo oficial de la CIA. Trabajó como oficial nacional de inteligencia y como director de la oficina de la CIA de Análisis Regional y Político. Ha contribuido en «Imperial Crusades», un libro de CounterPunch sobre las guerras de Iraq y Afganistán. Se le puede contactar en [email protected]
Texto original en inglés: www.counterpunch.org/christison09242005.html
(Primera Parte)
Viajes por Palestina: Historia del Horror