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Bahrein

Los chiíes se han convencido: ahora el rey se tambalea

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti

«No pretendemos nuestros derechos como musulmanes chiíes, sino como ciudadanos de este país. En la Plaza de la Perla no hay chiíes o suníes sino solo habitantes de Bahrein». Ali al Jallawi habla mostrando la octavilla en la que los seis movimientos políticos que emprendieron la lucha el 14 de febrero en Manama anunciaban ayer que están dispuestos a entablar un diálogo con el príncipe y heredero al trono Salman Bin Hamad Al Jalifa. Pero hoy todos saldrán a la calle en una nueva gran manifestación.

Jallawi es uno de los muchos jóvenes de Bahrein que toman parte en la revuelta contra el poder -político, social y económico- que está desde hace 200 años en manos de los suníes, representado por la dinastía Khalifa. Una protesta pacífica que ya se ha cobrado la muerte de siete manifestantes. Personas inocentes asesinadas por la policía y el ejército durante una de las noches más trágicas de la historia de este rico y minúsculo archipiélago del Golfo: centro financiero, pero, sobre todo, sede de la Quinta Flota de los Estados Unidos, donde dos portaaviones y 30 buques de guerra afirman el poder de Washington frente a la costa iraní, en aguas por donde pasa el 40% del petróleo mundial.

Hasta hace dos días, el frente de la oposición chií, que representa el 70% de la población, había insistido en que la dimisión del gobierno era la condición previa para el diálogo. La apertura a la monarquía es, pues, asunto de debate en la Plaza de la Perla, que se parece mucho a la plaza de Tahrir egipcia que se enfrentó al raís Hosni Mubarak. La presencia constante de los manifestantes está garantizada por las docenas de tiendas de campaña en el césped y por un sistema de solidaridad y apoyo bien organizado: desde la preparación de comidas calientes a la distribución de documentos políticos. Un espacio que se anima y puebla de miles y miles de personas todas las noches con debates, conferencias y discusiones que se prolongan hasta la madrugada. De día, las manifestaciones de los jóvenes parten de la plaza, recorren la calle Salmaniyeh y luego vuelven cantando consignas. Una sobre todo: la gente quiere la caída del régimen. Como en El Cairo. Pero a diferencia de Egipto, las protestas en Manama no han logrado la dimisión del Primer Ministro, el Jeque Salman bin Salman Al Khalifa, responsable del baño de sangre de mediados de febrero, cuando los tanques entraron en la plaza del régimen, en el corazón de la Perla, por la noche para dispersar a los manifestantes y perpetraron una masacre.

La decisión de dialogar con el régimen no es un paso atrás según Ibrahim Sharif, líder del Partido Progresista Waad y personalidad  suní de relieve en la lucha por los derechos de los chiíes. «Es una manera de reiterar nuestra posición y afirmar que la gente de la Plaza de la Perla es pacífica y quiere una solución acordada», explicó Sharif ayer durante una conferencia de prensa en Manama. «Esperamos mucho de la reunión con el príncipe heredero, empezando por la derogación de la Constitución de 2002», añadió el líder de Waad en referencia a la introducción hace nueve años de la «nueva» Constitución que abolió los pocos derechos garantizados a la mayoría chií. En cualquier caso, la lucha continúa. Hoy se prevé una gran manifestación de la oposición y del movimiento de jóvenes, que partirá desde el barrio de las embajadas para concluir en la Plaza de la Perla.

Aceptar el diálogo es también una manera de prevenir el intento del régimen y de los extremistas suníes de que la protesta acabe en un enfrentamiento étnico y religioso. «En la Plaza de la Perla tiene lugar un levantamiento chií respaldado por Irán: ese lugar debe volver a estar bajo el control de las autoridades», dijo el jeque Mahmud Abdel Aziz, dirigiéndose a miles de suníes que se manifestaban delante de la mezquita Al Fatah en apoyo de la monarquía. «Fue un discurso incendiario -dice Ali al Jallawi- mientras que la protesta que comenzó el 14 de febrero pretende construir una Bahrein mejor para todos, no sólo para los chiíes.»

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/il-manifesto/in-edicola/numero/20110304/pagina/01/pezzo/298456/

rCR