Mientras permanezcan en las prisiones del Imperio, los Cinco estarán siempre en la agenda de los pueblos. Es bueno recordarlo ahora, cuando al evocarse los 12 años de la detención de René, Fernando, Ramón, Antonio y Gerardo, se celebrará en el mundo la V Jornada Internacional de Solidaridad con esta causa emblemática para la humanidad […]
Mientras permanezcan en las prisiones del Imperio, los Cinco estarán siempre en la agenda de los pueblos.
Es bueno recordarlo ahora, cuando al evocarse los 12 años de la detención de René, Fernando, Ramón, Antonio y Gerardo, se celebrará en el mundo la V Jornada Internacional de Solidaridad con esta causa emblemática para la humanidad y para la justicia.
Han pasado doce años, en efecto, desde que los cinco héroes cubanos fueron intervenidos por el Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos de Norteamérica, y sometidos a diversos procedimientos penales y judiciales que aún no han concluido.
En una primera etapa se pretendió acusarlos de terroristas y espías, pero pronto las propias autoridades judiciales de ese país, y hasta los voceros de la Casa Blanca , debieron admitir la inconsistencia de esos cargos.
Finalmente los procesaron por delitos menores, pero les aplicaron penas mayores: varias Cadenas Perpetuas y decenas de años de cárcel se lanzaron contra casi todos ellos, en lo que constituyó un verdadero escarnio al sentido común.
Y es que, como bien se ha dicho, el juicio a los 5, más que un proceso a personas, fue un causa incoada contra Cuba, a la que se quería castigar a cualquier precio por el sólo delito de haber alzado su voz contra el dominio yanqui en este continente, tradicionalmente considerado como el coto cerrado del Imperio.
Casi desde un comienzo el proceso a los 5 causó estupor en diversos segmentos de la sociedad mundial.
Antecedentes siniestros, como el caso de Sacco y Vanzetti, o el drama de los esposos Rosenberg, influyeron sin duda para que los ojos del planeta se volcaran con mirada desconfiante, primero y desafiantes después, llamando la atención de todos en torno a un tema que tenía todos los visos de una acción muy poco judicial, y sí mucho de política.
Probablemente la presencia de George W. Bush en los salones de la Casa Blanca a partir del año 2000, y el empeño que pusieron en el caso los halcones de la Guerra Fría , hizo que se incrementara el interés de la ciudadanía en torno a algo que bien pudo ser resuelto en horas, pero que se ha prolongado ya más de cuatro mil días ante el desconcierto de la humanidad.
No hay duda que la cerrazón del ex mandatario de los Estados Unidos contribuyó decisivamente a que se generara el caso que hoy nos ocupa. Al calor de prédicas guerreristas extremas orientadas a justificar operaciones militares de agresión primero en Afganistán y luego en Irak; el tema de «los 5 «, fue mostrado al mundo como parte de una supuesta «estrategia antiterrorista de los Estados Unidos» siendo en estricto sentido, la expresión más cabal de la perfidia terrorista, y del cinismo sin límite, de sus auspiciadores.
Porque si algo caracterizaba ya en ese momento a los hoy universalmente conocidos Héroes Cubanos, era su accionar concreto contra el terrorismo internacional que afectaba a Cuba, pero también incluso a los Estados Unidos, desde cuyo territorio se alentaba acciones horrendas contra hombres y pueblos.
En estos doce años han ocurrido, casi en forma paralela, dos procesos definidos. Por un lado, ha crecido sistemáticamente la solidaridad internacional con la causa de los 5. Por otro, se ha registrado un retroceso constante de las autoridades de los Estados Unidos, que, sin embargo, no termina de concluir en lo que todos esperan: la libertad de los acusados.
En más de 150 países han surgido Comités. Y Grupos de Solidaridad con Cuba y los 5. Y de manera uniforme, y casi a una sola voz -aunque en idiomas distintos- en Londres, Roma, París, Moscú, Beirut, Calcuta, El Cairo, Buenos Aires, Lima o Santiago de Chile, en muchas otras ciudades, centenares y aún miles de personas se han concentrado ante las sedes diplomáticas de los Estados Unidos de Norteamérica para demandar la libertad de quienes realmente no son sino rehenes del odio yanqui contra Cuba. Ahora, volverán a hacerlo
Incluso en centenares de ciudades de los Estados Unidos se han producido en todo este periodo demostraciones del mismo carácter. Y ellas han comprometido a personalidades de muy diversos segmentos de la vida norteamericana: escritores, artistas, hombres de negocios, deportistas, profesionales del Derecho y otros, se han sumado con creciente vigor a una exigencia que hoy la Casa Blanca no puede ni ocultar, ni acallar.
En los próximos días la voz del mundo hablará con más fuerza. Y es que en todos los países -en grandes ciudades y en pueblos pequeños- crecerá con más fuerza la demanda de justicia en esta causa.
Y Washington, que marcha con rumbo disperso y disparejo, no podrán mirar la cara de los pueblos para sustentar ante ellos su versión de los hechos porque aplican -con una desverguenza que no disminuye- una doble estrategia. Por un lado asegura «combatir al terrorismo» y, por otro, protege a los núcleos terroristas más perversos y a conocidos asesinos que viven a la sombra de sus oscuras estructuras de poder. Posada Carriles y los suyos no sólo gozan de libertad, sino también de impunidad.
Independientemente de la voluntad de los panegiristas de la guerra, el escenario mundial ha registrado cambios.
No hace mucho la Casa Blanca y el gobierno ruso desarrollaron tratativas escondidas para asegurar la libertad de un total de 16 personas acusadas de espionaje, que fueron «canjeadas» como alfiles en un tablero de ajedrez. También, no hace mucho, el gobierno español intercedió en nombre de la Unión Europea para que salieran de Cuba personas probadamente comprometidas en delitos de traición a la patria, que encontraron acogida -aunque por cierto precaria- en la capital española.
Estas expresiones fueron saludadas por distintos segmentos -incluidas autoridades eclesiales- como «pasos seguros» orientados a afirmar el «entendimiento entre las naciones».
Quizá esto sea un augurio. Y tal vez la administración norteamericana tome en cuenta estos hechos de modo tal que la causa de los 5 encuentre finalmente un camino de salida.
Entre tanto, sin embargo, aquí, y en todas las ciudades del planeta, la causa de los 5, será siempre la bandera de los pueblos.
* Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1&lang=ES&cod=50722