En varias ocasiones he escrito sobre las ridiculeces de los trogloditas de Miami. Como los he conocido a través de los a ños, casi desde el mismo comienzo de esto que popularmente se conoce como exilio cubano de Miami, tengo bastante memoria y muchos conocimientos adquiridos por experiencia propia sobre el carnaval de payasadas que […]
En varias ocasiones he escrito sobre las ridiculeces de los trogloditas de Miami. Como los he conocido a través de los a ños, casi desde el mismo comienzo de esto que popularmente se conoce como exilio cubano de Miami, tengo bastante memoria y muchos conocimientos adquiridos por experiencia propia sobre el carnaval de payasadas que aquí, en nombre de la «libertad de Cuba», se han producido. Al principio, me daba pena ajena, pero al transcurrir de los años, ya solo me mueve a risa. Siempre han sido el hazme reír, tanto de los norteamericanos, como del resto de los latino americanos que aquí residen. En público, los aplauden y los alaban, en privado, se ríen de ellos.
La tragicomedia de estos «exiliados», la mayor parte de quienes salieron de Cuba por el aeropuerto de Rancho Boyeros en La Habana, sin ningún tropiezo con las autoridades revolucionarias, sin haber sido perseguidos por nadie, y sin haber hecho jamás ninguna acción en contra del gobierno cubano, es que aquí se llenan la boca para hablar de sus acciones contrarrevolucionarias, acciones que siempre se han reducido a un discurso de lloriqueo, y de lamentos.
«Nadie nos escucha», «Hemos sido traicionados por el Presidente Kennedy», «Los americanos nos han abandonado», entre otras, han sido parte integral de esa retórica, llena de verborrea y estupideces irracionales. Nunca, que yo sepa, y lo sé por experiencia propia, aquí ha habido un discurso propio, nunca han tenido un plan serio para derrotar al gobierno revolucionario, todo lo que básicamente han hecho es tratar de hacerle daño al pueblo de Cuba a través de sus logros políticos en este país.
La mayor parte de las acciones de sabotaje que han hecho en el territorio cubano, no han sido originales, no han sido parte de un plan integral para el derrocamiento del gobierno cubano, sino simples actos de terrorismo, dirigidos, planeados y pagados por las agencias de inteligencia de este país, como parte de la política agresiva que los Estados Unidos han mantenido contra Cuba desde el mismo día del triunfo de la Revolución Cubana .
Un porciento bien pequeño de los cubanos residentes en Miami han participado en esas acciones. El resto, más del 99 %, solo han participado en batallas virtuales en la Calle Ocho de esta ciudad. Esa es la verdad de este mal llamado «exilio cubano combatiente». Nunca han sido serios, ni de pensamiento ni de acción. Solo han creado una delirante ilusión de lucha pensando en lo que les representa la propaganda local para sus oportunismos individuales.
Estos aguerridos personajes, «combatientes verticales», como se hacen llamar, lo que han hecho es lucrar de una u otra forma en la industria del anticomunismo de Miami. Todo ha sido mentira. Han sido unos farsantes que, durante más de cinco décadas, han vivido de esa industria con el beneplácito de los distintos gobiernos de los Estados Unidos, desde Eisenhower hasta Obama.
Qué demuestren lo contrario, qué algunos de estos personajes exponga a la luz pública un plan de gobierno basándose en la realidad actual de Cuba, un plan de lucha, una estrategia para llegar al poder en la Isla, un plan para derrotar el gobierno revolucionario. No lo pueden hacer, porque ninguno de ellos lo tiene, ni nunca nadie lo ha tenido. Lo más que han hecho es escribir larguísimos panfletos llenos de proposiciones totalmente alejadas de la realidad cubana.
Cuando Fidel Castro se enfrentó al gobierno tiránico de Fulgencio Batista, presentó un programa de gobierno y además un plan de lucha. Fidel demostró, con inteligencia, seriedad y valentía, un camino a seguir. Creó un organismo capaz de llevar al triunfo un plan militar. Salió al exilio a entrenarse y a buscar recursos para regresar a Cuba, no salió para proclamar que alguna potencia extranjera lo había abandonado.
Ese es el gran problema que ha tenido este exilio anticubano de Miami. Nunca ha tenido un verdadero l í der, nunca un claro camino a seguir. Desde Playa Girón y los alzamientos del Escambray, ambos financiados y organizados por la CIA, no han tenido ningún otro plan para derrotar la Revolución Cubana. Desde esa época, hasta el momento, han vivido del cuento, del chisme y de las malas intenciones.
De vez en cuando, les llega un mesías que les habla boberías y tonterías y que, por unos días, les levanta el ánimo para seguir «la lucha por la liberación de Cuba». Estos se aparecen de pronto, formando tremenda algarabía dentro de la tribu. En los últimos tiempos algunos les han llegado cargando la imagen de la Virgen de la Caridad, otras con el pelo hasta las rodillas, y hasta vendrán vestidas de blanco. Son estrellas fugaces, que se pierden rápidamente en el universo del gueto, son las conocidas reinas por un día, las que iluminan el firmamento de este exilio cubano de Miami, por un mínimo tiempo, antes de desaparecer en la obscuridad del olvido.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.