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Los compromisos de Carolina Bescansa sobre el inaplazable cambio del sistema electoral español

Fuentes: Rebelión

Carolina Bescansa [CB], la secretaria general del grupo parlamentario de Podemos, es muy crítica y está fuertemente preocupada por el sistema electoral español. Compartimos crítica y preocupación. De ello habla, y sobre ello se compromete, y con ella a su grupo político, en un artículo publicado en el global-imperial: «El inaplazable cambio del sistema electoral» […]

Carolina Bescansa [CB], la secretaria general del grupo parlamentario de Podemos, es muy crítica y está fuertemente preocupada por el sistema electoral español. Compartimos crítica y preocupación. De ello habla, y sobre ello se compromete, y con ella a su grupo político, en un artículo publicado en el global-imperial: «El inaplazable cambio del sistema electoral» [1]. Resumo

Hace unos ocho años, comenta, «las grandes estafas financieras y las prácticas corruptas de los grandes partidos desencadenaron en España un proceso de descomposición del sistema político que todavía hoy permanece inconcluso» Han tenido que pasar «muchos despidos, muchos desahucios, muchos autónomos arruinados y muchos jóvenes sin futuro para que la gente pusiese fin con su voto al sistema de partidos nacido de la Transición». Muchos, demasiados, tiene razón. El 20 de diciembre de 2015, recuerda CB, «al menos 9 millones de personas cambiamos nuestro voto [¿a quién votaría antes ella?] y pusimos fin a un sistema de organización parlamentaria de apariencia pluralista [es CB quien usa el término apariencia], pero cuya práctica permitió desplegar durante décadas el abanico de las peores artes del bipartidismo, vestido en España con traje de mayoría absoluta y decreto ley».

Aunque no siempre. Como se recuerda, en varias legislaturas no hubo mayoría absoluta y el papel de la fuerza aliada de CiU fue decisivo. Una gran parte de las leyes que rigen en nuestro país, muchas de ellas fuertemente reaccionarias, sobre todo en el ámbito laboral, llevan su firma.

Por qué ha costado tanto esfuerzo cambiar el sistema de partidos, se pregunta CB. Su respuesta (ella misma admite que no es nueva): «El sistema electoral construido durante la Transición se diseñó precisamente para eso: para conformar un sistema prácticamente bipartidista, con rendijas que únicamente permitiesen entrar en el juego a las formaciones mayoritarias en sus respectivos territorios, pero que estableciese un veto de facto sobre terceras alternativas de ámbito estatal». Efectivamente, tiene toda la razón. El diseño del sistema electoral está en el currículum de Miguel Herrero del Miñón, ese jurista que algunos ahora idolatran por su lucidez, y en el de sus colaboradores más próximos. La finalidad última fue explicada por el propio Herrero hace años en un programa vespertino de la cadena SER: se trataba de conseguir que el PCE-PSUC tuviera la mínima presencia parlamentaria, mucho menor que su apoyo social y electoral. Sin pelos en la lengua. Con todo el rostro del mundo. Ni se inmutó don Miguel al decirlo. Lo contaba como una gran aportación a la historia reciente de España. En una tertulia en la que también participaba Santiago Carrillo, el que fuera secretario general del PCE. ¡Vivir y oír para escandalizarnos!

La artimaña, prosigue CB, es bien conocida: «la provincia como circunscripción y la asignación de dos diputados por provincia con independencia del número de habitantes. No es casual que el legislador eligiese el único nivel administrativo del Estado no sometido a control democrático directo». El resultado: «España cuenta con uno de los sistemas electorales proporcionales más desproporcionales de Europa y del mundo, valga el trabalenguas. El voto de un turolense cuenta casi el doble que el de un madrileño; el de un barcelonés casi la mitad que el de un zamorano».

Lo mismo ocurre por cierto con la provisional ley electoral catalana, tan española ella en esto: un voto de una ciudadana de Lérida cuenta aproximadamente el doble que el de una barcelonesa. De esta manera, las fuerzas secesionistas, que tuvieron apenas un 48& de los votos, tienen una amplia mayoría parlamentaria. Una estafa que a demócratas de toda la vida no les importa un pimiendo. ¡La nació por encima de todo!

Un escándalo, afirma CB, «difícil de justificar, una violación flagrante de la igualdad política, esa igualdad burguesa y esencial que constituye la columna vertebral del derecho civil y político occidental y conforma el sustrato ideológico en el que germinaron todas las democracias europeas del siglo XX». ¿Igualdad burguesa? ¿Por qué burguesa? ¿No se ha opuesto fuertemente la burguesía, en muchos países y en muchas circunstancias, a la ampliación del derecho de voto? ¿No nos hemos tenido que batir las mujeres para conseguirlo?

Es por este retorcimiento del principio de igualdad, concluye CB, «por el que ha hecho falta acumular una ingente cantidad de fuerza política para que esa mayoría social que lleva años reclamando cambios lograse visibilizarse en el Congreso de los Diputados». Está hablando de Podemos desde luego. El pasado 20D se logró y sin embargo, añade, «a pesar del enorme avance, el sistema electoral ha vuelto a operar como dique del cambio». Si nuestro sistema electoral fuera otro, si estuviera diseñado para garantizar el valor igual de todos los votos, afirma, «esa noche la vicepresidenta en funciones, Soraya Saénz de Santamaría, habría anunciado los siguientes resultados: PP 100 diputados, es decir, 23 diputados menos de los realmente obtenidos [un -20% aproximadamente]; PSOE 77, 13 menos de los obtenidos; Podemos y sus confluencias, 72 diputados, 3 más de los obtenidos; Ciudadanos 48 diputados, 8 más; e IU 13 diputados, 11 más de los realmente obtenidos [un 450% en términos porcentuales]».

Para CB, «ha llegado el momento de ponerse a trabajar en pro del cambio constitucional para hacer cumplir ese viejo mandato democrático que en el mundo (también en España) reza: una persona, un voto».

Empezamos nos pregunta CB. ¡Cuando quiera, desde ahora mismo! Esperamos, deseamos, confiamos, que la práctica política de Podemos, en esta misma legislatura o en la siguiente si hubieran elecciones anticipadas, sea consistente con lo aquí explicado, criticado y denunciado. Los compromisos son los compromisos, la mejor forma de decir es hacer.

Gracias CB. Tomamos nota entusiasmados.

Nota:

[1] http://politica.elpais.com/politica/2016/01/26/actualidad/1453835427_735629.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.