Traducido para Rebelión por LB
«Ahora que Abdullah Abu Rahma ha salido de la cárcel, los soldados israelíes y los honorables jueces del tribunal militar tendrán tiempo para ocuparse de Bassem Tamimi». Así fue como el coordinador del Comité Popular de Nabi Saleh, Bassem Tamimi, fue presentado ante los invitados que acudieron a felicitar al vecino de Bil’in Abu Rahma por su puesta en libertad tras haber pasado en la cárcel 16 meses acusado de de incitación y organización de manifestaciones ilegales. Veinticuatro horas más tarde, la mañana del jueves, los israelíes detuvieron a Tamimi.
Sin embargo, la verdad es que tras la liberación de Abu Rahma el ejército israelí ha desplegado sus mejores soldados, investigadores y jueces para proteger a Israel de Bassem Tamimi, de 44 años de edad, y de la propagación del virus de la insurrección popular.
Durante las últimas dos semanas nos reunimos varias veces -en Ramala, no en Nabi Saleh. Enfrentarse a la represión de las manifestaciones que se celebran semanalmente en esa aldea constituye un reto que vale más dejárselo a personas experimentadas. Enormes cantidades de gases lacrimógenos, balas [de acero recubiertas de una fina membrana] de goma que vuelan entre los edificios, botes de gas de largo alcance (ilegales), palizas, allanamientos y empujones: ese es el instrumental que el ejército israelí utiliza contra esta pequeña aldea palestina de 500 habitantes. Desde que las manifestaciones comenzaron en 2009, 155 habitantes del pueblo han resultado heridos, el 40% de ellos niños. Treinta y cinco casas han resultado dañadas en el proceso de dispersión de manifestaciones y siete se han incendiado.
La Administración Civil israelí no tiene reparos en actuar. Ha emitido 11 órdenes de demolición para derribar diversas ampliaciones realizadas en casas situadas en la zona C (aproximadamente la mitad de la aldea está situada en esa zona, lo que significa que se encuentra bajo completo control israelí en materia administrativa y de seguridad).
Dicho llanamente, es en esa zona donde Israel prohíbe a los palestinos construir y desarrollarse. Al otro lado de la carretera, también en zona C, el asentamiento judío de Halamish se expande y se están construyendo viviendas sobre terrenos pertenecientes a las aldeas de Nabi Saleh y Nizam Dir.
Desde finales del 2009 los israelíes han arrestado y encarcelado a cerca del 13% de los habitantes de Nabi Saleh, 63 personas en total. Todos menos tres fueron procesados por participar en manifestaciones contra el ejército. Bassem Tamimi es el detenido número 64. De los encarcelados, 29 eran menores de edad y 4 eran mujeres, entre ellas Nariman Tamimi, la esposa de Bassem.
Para completar el cuadro, los israelíes realizan redadas nocturnas en los hogares palestinos, bloquean el acceso a la aldea y han detenido durante horas a decenas de personas más.
Tamimi llevaba casi dos semanas sin pernoctar en su domicilio, pues sabía que el ejército israelí quería apresarlo. Como miembro de Fatah los israelíes ya lo habían detenido en varias ocasiones en su juventud.
Ahora esperaba postergar ese calvario. Pasó tres años en detención administrativa (sin juicio). En 1993, en el curso de un interrogatorio los israelíes le sacudieron tanto que permaneció inconsciente durante ocho días. Paralizado, lo trasladaron del hospital a la cárcel. Tras pasar 40 días en confinamiento solitario lo pusieron en libertad.
«Yo no maté a nadie, así que no tenía nada que confesar», dijo.
Mantuvimos una larga charla pocos días después de que los miembros de la familia [de colonos judíos] Fogel fueran asesinados en el asentamiento de Itamar. Sus colegas del Comité Popular de Lucha de Bil’in habían publicado una declaración de condena del asesinato. Tamimi no creía que hubiera motivos para publicar una condena de «algo que nunca nos ha representado. Sin embargo, si alguien me pregunta yo respondo, obviamente, que asesinar a niños es asesinar a niños, cualquiera que sea su nacionalidad, color, religión o raza. No importa que el niño se llame Hadas Fogel, Hijju Iman o Abir Aramin. El asesinato de Hadas Fogel, incluso sin saber quién es el asesino, atenta contra nuestra humanidad. La ocupación ha ocupado nuestra razón y nuestras conciencias. A causa del conflicto comenzamos a exculpar actos que no son humanos, que dañan a los palestinos más que a los israelíes.
«Nuestra opción estratégica a favor de la lucha popular, que consiste en luchar contra la ocupación israelí asumiendo el control nuestras tierras, nuestras vidas y nuestro futuro, es en sí misma una declaración de que no dañamos la vida humana. La esencia misma de nuestra actividad se opone al asesinato. Por lo tanto, no es necesario que condenemos algo que desde el principio no nos representa y es contrario a nuestra forma de pensar.
«El levantamiento popular no es una reacción El problema no es que se nos expropie la tierra o que los colones nos arrebaten una fuente. Todo eso no es más que la manifestación del problema, que no es otro que la dominación extranjera. Si Benjamin Netanyahu realmente quisiera salvar vidas y poner fin al conflicto no diría que se están construyendo casas en los territorios ocupados de Cisjordania, casas que en realidad son tumbas de palestinos e israelíes.
«Anunciaría la construcción de casas para trasladar a los colonos a Tel Aviv, dentro de Israel, en ese 78% de nuestro territorio histórico que hemos acordado sea el Estado de Israel para que podamos tener un Estado en el resto del territorio. Como miembros de Fatah ofrecimos nuestro apoyo a las negociaciones de paz. Pero sólo trajeron más asentamientos y más colonos. Durante el proceso de paz perdimos más que nunca.
«Queremos ofrecer a nuestro pueblo un ejemplo y modelo de lucha popular. Desde el inicio de la revolución (el establecimiento de Fatah) y de la lucha armada, hemos ido acumulando errores que los israelíes han explotado en nuestra contra, aunque no eran más que reacciones a la represión israelí. No tenemos capacidad para responder militarmente a Israel. La historia nos ha enseñado que sólo los levantamientos populares han tenido éxito, aunque solo sea parcialmente: en 1936 y 1987. A través de la lucha popular podemos demostrar nuestra superioridad moral».
El jueves 24 de marzo Tamimi pensó que la visita de varios diplomáticos europeos a su pueblo lo protegería contra el arresto.
Salió de Ramallah y tuvo 10 minutos para estar en casa y abrazar a sus hijos. Justo en el instante en que pidió a su esposa que le preparara «una comida deliciosa, que tanto añoro», el ejército israelí, tan imaginativo como siempre, despachó a cinco jeeps y a 15 soldados para apresarlo. Tamimi ya es nuestro.