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¿Los GRAPO desmantelados?

Fuentes: Rebelión

Según Cáritas Española, desde hace unos años se está Hace unos días el régimen de Madrid anunciaba a bombo y platillo, la captura de seis miembros de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), aunque después supimos, gracias a los medios de información anticapitalistas que, en realidad, sólo dos militaban en esa organización […]

Según Cáritas Española, desde hace unos años se está

Hace unos días el régimen de Madrid anunciaba a bombo y platillo, la captura de seis miembros de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), aunque después supimos, gracias a los medios de información anticapitalistas que, en realidad, sólo dos militaban en esa organización y el resto de los detenidos pertenecían al ilegal Partido Comunista de España Reconstituido (PCE-r). Así mismo, desde el ministerio del Interior se daban por liquidados, definitivamente, a los GRAPO después de 32 años de actividad armada.

No obstante, el régimen sabe que en una sociedad deshumanizada y brutal como la nuestra, resultará difícil que los GRAPO, o grupos similares, desaparezcan por completo mientras no haga lo propio el capitalismo imperialista, pues éste es el caldo de cultivo para aquellos al excluir, marginar y explotar a los seres humanos, especialmente a los jóvenes. Obviando las acciones criminales (ya de sobra conocidas) que los «demócratas» cometen en Oriente Medio, América Latina y otros lugares de mundo, la democracia capitalista- en el caso español, el franquismo postmoderno- cava su tumba en la propia casa.

Un informe publicado por la Fundación Foessa cifraba el número de pobres en España, en ocho millones y medio de personas, y alertaba que cada vez era mayor el número de jóvenes que se encontraban en el umbral de la pobreza. Por su parte El Observatorio Social de la Unión Europea, cifró en 2 millones la población infantil española que vive en condiciones miserables. De esos niños, 200.000 vivían en Madrid (año 2003). Muchos de ellos ahora son adolescentes y su vida no habrá cambiado sustancialmente. Más de la mitad de los jóvenes pobres viven en suburbios y barrios marginales, auténticos guetos urbanos.

En el mercado laboral, abundan los contratos por días e incluso horas, lo que genera una permanente bolsa de marginación (el ejército de reserva de las clases desfavorecidas), formada, fundamentalmente, por gente joven e inmigrantes que carecen de trabajo y subsidios. Pero si algunos-excepto los hijos de papá, por razones obvias- cuentan con un empleo relativamente estable, después se encuentran con el problema del acceso a una vivienda digna, ya que tienen que endeudarse durante 40 años debido al precio desorbitado de las mismas. El valor de las llamadas viviendas sociales es la mitad de las de renta libre pero, por término medio, suelen estar cinco veces por encima del precio de coste real, lo cual constituye un abuso ignominioso. Por otra parte el alquiler de casas, en barrios normales, es muy alto y obliga a compartir piso entre varias personas que pierden intimidad a causa del hacinamiento.

Esas situaciones provocan la degeneración de los jóvenes obreros que, al perder la conciencia de clase, son arrojados al lumpen y pasan a engrosar las filas de los elementos antisociales. Unos ejercerán la delincuencia y otros se integrarán en los Cuerpos Represivos del Estado como verdugos de sus propios hermanos de clase. Es evidente que los oligarcas son quienes se benefician económicamente de todas estas circunstancias, pues han construido un Estado pensado únicamente para ellos, donde los pobres cada vez son más pobres y los ricos cada vez más ricos.

Pero siempre hay jóvenes que no aceptan esta miserable realidad y son conscientes de estar excluidos, agraviados, explotados y lo que es peor, carecer de futuro. Ellos conocen, además, la caótica situación política que impera en el Estado español donde la corrupción y las torturas (denunciadas por Amnistía Internacional) son cotidianas y donde las denuncias no sirven para nada. También saben que existen presos y detenidos políticos camuflados bajo el eufemismo de «terroristas», aunque jamás hayan usando un arma y que se producen ilegalizaciones de partidos políticos no afines al sistema, pucherazos electorales, y cierre de periódicos y emisoras de radio. Éstos jóvenes, por fortuna, están perdidos para el capitalismo por mucha propaganda alienante que aquel difunda en los medios.

Hace algunos años Iñaki Anasagasti miembro del Partido Nacionalista Vasco (PNV) -nada sospechoso de progresista ya que nunca ha ocultado su simpatía por los golpistas venezolanos- interpeló al Gobierno de la mayoría absoluta del fhürercito Aznar porque éste estaba incrementando, hasta extremos insoportables, la represión fascista en el País Vasco, y advertía que con semejante política represiva el Gobierno no debía extrañarse de que muchos jóvenes vascos se integraran en la organización armada ETA.

Por similares razones (exceptuando la causa independentista) mientras continúen las condiciones de represión y explotación que implementa la democracia «a la española», nadie debe sorprenderse de que los GRAPO puedan reaparecer, o surja cualquier otro grupo que utilice la lucha armada, como medida desesperada, porque a nadie le gusta vivir sólo para morir en la indigencia o la exclusión social. Ese resurgimiento es muy posible si tenemos en cuenta que la vía electoral está manipulada por los medios de información de la oligarquía que crean opinión, manipulan la mente, y ordenan a qué entramado político hay que mantener y a cual eliminar.

Por esa razón el periódico derechista, ABC solicitaba prudencia al ministerio del interior al dar por desmantelado a los GRAPO, porque «la historia demuestra que esa organización consigue reorganizar sus efectivos». Es evidente que el ABC se guardaba mucho de explicar las causas objetivas que provocan ese «extraño fenómeno», las cuales están prendidas en el corazón del capitalismo internacional y en las flechas del haz, del régimen neofranquista español.