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La Zona C infunde temor a los palestinos ya que sus casas son destruidas

Los israelíes defienden una legislación que rechaza el 94% de las solicitudes de construcción hechas por no judíos

Fuentes: The Guardian

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

Al final era cuestión de una carta de una sola hoja, escrita en hebreo y árabe y entregada en mano por un oficial del ejército hebreo que llamó a la puerta principal. La carta anunciaba la inminente destrucción de la encalada casa de tres pisos y el pequeño jardín arbolado en la que Bassam Suleiman gastó tanto dinero ahorrando y luego construyó junto con su familia hace una década.

Era un orden final de demolición, con instrucciones de evacuar la casa en tres días.

Si Suleiman tenía alguna duda de las intenciones del ejército israelí, solo tenía que mirar a la parte de atrás de su casa donde enormes montones de escombros y hormigón señalan los restos de siete de las casas de sus vecinos que fueron demolidas de la misma manera el año pasado.

«¿Cómo se sentiría usted si hubiera empleado veinte años en acabar el proyecto de su vida?», pregunta Suleiman, un profesor de 38 años. Empezó a sacar los muebles después de que el 31 de enero llegara la carta de la administración civil de Judea y Samaria*, el departamento del ministerio de Defensa responsable de la Cisjordania ocupada por Israel. Ahora sólo quedan dos sillas de plástico ante la puerta principal y en el camino alfombras enrolladas preparadas para ser trasladadas. La ropa está amontonada en el suelo y los estantes están vacíos, excepto una pila de documentos que registran la historia de la demolición. Su hermano Husam ya ha vaciado la planta baja aunque quedan la lavadora y la nevera embaladas en plástico. Suleiman, su mujer y sus dos hijos esperan a los bulldozers.

«Todo lo que he hecho en mi vida ha sido por lo que había dentro de esta casa y ahora va a ser destruido», dice Suleiman. «Para mí es muy duro encontrar otro lugar donde vivir».

Las autoridades israelíes arguyen que la casa de Suleiman fue construida en una parte de Cisjordania conocida como Zona C, una designación que data de la época de los Acuerdos de Oslo y que significa que Israel tiene el control total militar y administrativo. Para poder construir los palestinos tienen que solicitar un permiso a las autoridades israelíes. Si no hay permiso – como en la caso de Suleiman – el edifico es objeto de demolición.

Ilegal

La Zona C cubre el 60% de Cisjordania, donde viven unos 70.000 palestinos. También es la zona en la que se han construido la mayoría de los asentamientos judíos, todos ellos ilegales según el derecho internacional. Contundentes pruebas estadísticas demuestras que mientras para los palestinos es extremadamente difícil obtener permiso para construir, los asentamientos [judíos] siguen creciendo rápidamente.

Un estudio del grupo israelí Peace Now señala que entre 2000 y septiembre de 2007 se denegó el 94% de las solicitudes palestinas para construir en la Zona C . Sólo se concedieron 91 permisos a palestinos, en cambio se construyeron 18.472 viviendas en los asentamientos judíos . A consecuencia de las órdenes de demolición 1.663 edificios palestinos fueron demolidos, frente a sólo 199 en los asentamientos. «Semejante volumen de denegación de permisos a los palestinos hace temer que existe una política específica por parte de las autoridades para fomentar el ‘transfer silencioso’ de la población palestina fuera de la Zona C», afirmó Peace Now.

Este año ha habido un marcado incremento en las demoliciones. Según la Oficina de Coordinación de los Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, entre enero y marzo hubo 138 demoliciones, la mayoría de ellas en la Zona C, frente a las 29 de los tres últimos meses de 2007. A consecuencia de ello este año 400 palestinos han sido desplazados. En el momento de un renovado proceso de paz para crear un Estado palestino independiente, la realidad en Cisjordanua es que están creciendo los asentamientos judíos y están aumentando las demoliciones de casas palestinas.

Los problemas del pueblo de Far’un, al sur de Tulkarem, se complican por el vasto muro de Cisjordania que transcurre fuera de la línea de armisticio de 1949 que divide los territorios palestinos e israelíes. La ancha alambrada de acero, que pasa a una escasa docena de metros de la casa de Suleiman, separa el pueblo de un trozo de terreno agrícola y reservas de agua subterráneas, y ha convertido esta zona en una peligrosa zona prohibida: en diciembre de 2006 un soldado israelí mató a tiros a una niña palestina de 14 que jugaba en la zona.

La casa de Suleiman y la de su vecino Emad Hassahsi, que también ha recibido una orden de demolición, se construyó antes de que se levantara el muro en una zona que les dijeron – y tienen cartas que, al parecer, lo avalan – era Zona B, sobre la que los palestinos tienen control administrativo y, por lo tanto, creyeron que podían construir con seguridad. Sólo después el ejército israelí anunció que de hecho era Zona C. En todas partes de Cisjordania existen disputas similares acerca de cuál es la delimitación exacta de las diferentes zonas.

La administración civil de Israel no dio explicaciones para el aumento de las demoliciones pero declaró a The Guardian: «Los procedimientos previos a la materialización de la orden de demolición incluyen: expedición de una orden de detención de la construcción que se suele emitir al principio de la construcción de los cimientos de la casa; muchas deliberaciones en el alto comité de planificación y zonificación, y, por supuesto, la posibilidad de apelar al Tribunal Supremo. Estos procedimientos son válidos tanto para palestinos como para israelíes»**. Afirmó que los edificios demolidos en Far’un «se construyeron ilegalmente y sin las licencias requeridas».

Un efecto del estricto freno a la planificación es limitar el crecimiento de los pueblos palestinos. «Si se observa cómo los israelíes están haciendo cumplir las leyes de planificación y construcción, se ve que se hacen cumplir de manera parcial», afirmó Avi Berg, director de investigación del destacado grupo [israelí] pro-derechos humanos B’Tselem, que ha trabajado en el caso de Far’un.

El crecimiento de los asentamientos [israelíes] crece aceleradamente a pesar del hecho de que las actuales negociaciones de paz se basan en la Hoja de Ruta estadounidense, según la cual se exige a Israel que congele sus asentamientos. En otro informe Peace Now afirma que desde que empezaron las conversaciones en Annapolis el pasado mes de noviembre, Israel ha continuado construyendo 500 viviendas en asentamientos de Cisjordania y ha sacado a concurso la construcción de otras 750 casas en asentamientos de Jerusalén este y Cisjordania.

El gobierno israelí defiende la continua construcción dentro de los asentamientos y particularmente en los asentamientos principales, que denomina «centros de población», afirmando que no construirá nuevos asentamientos o expropiará más tierra. «En los centros de población y en Jerusalén este la realidad sobre el terreno no será la misma en el futuro que la que es hoy», afirmó el primer ministro israelí Ehud Olmert el mes pasado. «Habrá más construcción de edificios adicionales como parte de la realidad de la vida y esto es algo que ya se ha explicado …»

No todos los casos de demolición son de viviendas. En enero el ejército israelí arrancó 3.200 árboles, destruyó cisternas de agua y terrazas y campos de cultico cerca cerca de Beit Ula, junto a Hebrón, al sur de Cisjordania. De nuevo ocurrió en Zona C. La administración civil afirmó que las demoliciones eran «una actividad para hacer cumplir la ley» que se llevó a cabo después de [efectuar] avisos legales.

Pero en este caso el objetivo era un proyecto por valor de 64.000 euros (51.000 libras) de la Comisión Europea y que empezó hace dos años para proporcionar medios de vida a los habitantes del pueblo, algunos de los cuales también habían puesto dinero propio en los cultivos.

«Fue una tragedia para nosotros», afirmó Sami al-Adam, un agricultor de 46 años que había invertido 45.000 shekels. «Me están arrancando desde mis raíces. Quieren destruir a los agricultores palestinos psicológica y económicamente».

Notas:

* Judea y Samaria es la denominación que el Estado de Israel da a Cisjordania (N de la t.)

** Se omiten mencionar que, una vez demolida la casa, también se incluye la factura por el trabajo del bulldozer que ha demolido la casa, que debe pagar el palestino dueño de ésta (N. de la t.)

Enlace con el original: www.guardian.co.uk/world/2008/apr/15/israelandthepalestinians/print