Desde la perspectiva de la lógica, la superioridad de «lo estratégico» sobre lo real ha sido parte de la problemática en la comprensión de la realidad siria que viven las élites marxistas, y se trata de una perspectiva que podemos llamar con Yassin al-Hafez[1], una perspectiva «politista», ya que han sido las «coyunturas internacionales» las […]
Desde la perspectiva de la lógica, la superioridad de «lo estratégico» sobre lo real ha sido parte de la problemática en la comprensión de la realidad siria que viven las élites marxistas, y se trata de una perspectiva que podemos llamar con Yassin al-Hafez[1], una perspectiva «politista», ya que han sido las «coyunturas internacionales» las que han gobernado la visión de lo que sucede en Siria. Es el hecho de estar en una postura diferente a las de los países imperialistas «antiguos» y mantener buenas relaciones o estar en alianza con las fuerzas que luchan contra este imperialismo, es lo que lleva a una conclusión precipitada de que lo que sucede es una mera «conspiración imperialista».
No hay duda de que el imperialismo estadounidense desde la ocupación de Iraq ha trabajado para cambiar el régimen en Siria partiendo de un proyecto que busca dominar la región y que se denomina el «nuevo Oriente Medio». Por tanto, desde la perspectiva política estaba claro que la tendencia estadounidense de gobernar el mundo tenía como objetivo un cambio en el régimen en Siria. Precisamente, el asesinato de Rafiq al-Hariri fue parte de la presión ejercida para ello. Esto ha de estar claro, porque indica que el régimen sirio no se había amoldado a la globalización imperialista ni se había sometido a su control según las reglas impuestas tras la caída de la Unión Soviética y que se basa en crear regímenes «sectarios» al estilo de lo sucedido en Iraq.
Si las autoridades habían facilitado el dominio de los «nuevos empresarios» (los que previamente habían saqueado el sector público), y habían permitido que la liberalización la dominaran las directrices económicas que imponen las instituciones de la globalización (el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y la Comunidad Europea) y, para beneficio de una minoría familiar especialmente, había ignorado «la crisis económica internacional» en 2008 (que es una crisis del capitalismo mismo), este análisis se mantiene y lleva a un aumento de las habladurías sobre el imperialismo y la conspiración, llevando inevitablemente a considerar todo lo que sucede en Siria como una «conspiración imperialista». La aproximación política no ha permitido comprender la profundidad de esta crisis, y no hay duda de que una nueva situación internacional se está conformando. Aunque algunos han sobrevalorado el desplome estadounidense y la victoria del antiimperialismo, ahora han olvidado dicho análisis. En consecuencia, lo que debe comprenderse es la naturaleza de la situación internacional ahora, y saber si las políticas imperialistas siguen estando como lo estaban en 2008 o si han cambiado.
Desde 2007, la tendencia ha sido el centrarse en la «derrota estadounidense en Iraq», cuando EEUU decidió firmar un pacto de «retirada», y en la transformación de los equilibrios de poder regionales para beneficio de las fuerzas antiimperialistas tras la derrota del Estado sionista en Líbano en julio de 2006. Pero cuando los levantamientos árabes hicieron su aparición, comenzaron a tratarse como si la situación fuera la misma que en el momento de la caída de la Unión Soviética en 1991. Por tanto, todos han vuelto a recordar su fuerza y el «proyecto del nuevo Oriente Medio», como si EEUU estuviera en «la cúspide» de la situación internacional, que aún seguiría bajo su égida. A pesar de la intimidación que ejerce Rusia con su papel, a ella no se la mira como un imperio, sino como un aliado, como en tiempos de la URRS a pesar de que se trata de un imperio. Este es uno de los cambios que se han dado tras la crisis de 2008, pues dicha crisis ha llevado a una desestabilización de la situación económica de EEUU, y al peligro de su desplome tras el estallido de la burbuja inmobiliaria el 15 de septiembre de 2008. La situación de la crisis de deudas que se ha acumulado en beneficio de los bancos, amenazados con desplomarse, ha llevado a una acumulación del endeudamiento de EEUU y su miedo por la caída del Estado en sí. Europa ha seguido el mismo camino debido a la crisis de sus propios bancos que ha impuesto a los Estados la necesidad de saldar las deudas, acumulando enormes tasas de endeudamiento en dichos Estados. Por ello, los Estados han seguido un camino en el que los planes de severa austeridad han influido sobre los pueblos. El mundo ahora no tiene capacidad de dominación como sucedió tras la caída de la Unión Soviética, al contrario, se divide en ejes y crea una «multipolaridad».
A pesar de que la Administración Obama ha seguido atacando dicha multipolaridad durante 2008 y 2009, se ha visto que ya no es capaz de ello tras haberse acumulado el endeudamiento del Estado, que está por encima del PIB. La crisis también ha hecho ver a EEUU que la «solución mágica» a sus problemas, que se basa en las guerras, ya no sirve porque la crisis en sí no es una crisis tradicional, cuya salida ideal habría sido la guerra. Se trata de una crisis que ha nacido de la hegemonía del dinero sobre el capital, que se ha manifestado a través del papel determinante de la especulación financiera (en los mercados de acciones, en los productos alimenticios, en el petróleo y otros) y el dominio del uso de los derivados financieros, que es lo que ha llevado inevitablemente al capitalismo a una situación de deslizamiento en picado.
Esto se ha reflejado en el cambio de la estrategia militar de EEUU, con el paso a segundo plano de la arrogancia de haberse metido en dos grandes guerras y varias pequeñas guerras en el mismo momento (la estratega de Rumsfield, el Secretario de Defensa en la época de Bush hijo), y el asegurarse de entrar solo en una guerra, y por tanto, el centrarse en la lógica de la tranquilidad y reducir su dominio en Oriente Medio a la aviación, concentrando las fuerzas en algunos países del Golfo. Después ha reducido el número de fuerzas y el presupuesto de Defensa. Sin duda, el miedo de un estallido de una «nueva burbuja» domina a todos los políticos y estrategias en EEUU. La crisis económica ya no se soluciona con guerras y la economía de EEUU se ha convertido en una carga para el capitalismo como resultado de la concentración de bloques financieros activos en su especulación y el retroceso de su industria en gran medida, además de haber basado su economía más y más en las importaciones y la impresión de múltiples fajos de dólares, muchos más de los que el mundo podría soportar. A pesar de que Rusia se ha visto afectada por la crisis económica, no ha sido víctima de la misma como es el caso de EEUU o Europa, mientras que China se ha beneficiado de la crisis para extender su dominio a Europa y otras zonas. Algunos países que habían logrado algún progreso, como la India y Brasil o Sudáfrica, han comenzado a imponer su fuerza en las relaciones internacionales, convirtiéndose cada una en un nuevo polo.
A la luz de dichos nuevos ejes e intentos de resituar el mundo, han llegado los levantamientos árabes, que EEUU se apresuró a contener tras los primeros instantes de pánico, algo que no le fue difícil en Túnez y Egipto, donde los dirigentes del ejército mantenían una «estrecha relación» con la Administración estadounidense. En Libia y Yemen jugó un papel de prolongación de la lucha en el tiempo para beneficiarse de ello destruyendo la estructura social para así debilitar a los Estados y dominar su destino. Pero cuando llegó Siria, los cambios internacionales eran más complicados como para que pudiera tener alguna influencia, pues la situación económica de EEUU era más complicada y no se había superado aún la crisis tras dos años y medio, y Rusia por su parte había iniciado una política agresiva, tras «haber jugado Occidente a su costa el juego del nuevo Oriente Medio». Esta situación cambió todas las políticas y, por tanto, el proyecto del «nuevo Oriente Medio» ya no está sobre la mesa ni puede aplicarse. Todas las posibilidades de intervención, guerra o intentos de cambiar el poder se han vuelto imposibles. Si ya no es posible llevar a cabo un golpe interno (tras los intentos fallidos con Gazi Kanaan[2] y Abd al-Halim Khaddam[3]), la alternativa es la intervención militar, pero ello es aún más difícil no solo porque EEUU se está retirando, sino también porque la intervención aquí supone una guerra regional inabarcable, especialmente cuando estaría apoyada por Rusia, que ha impuesto que Siria sea su propiedad en el marco de la nueva lucha para volver a dividir el mundo.
Por ello, los responsables de los países imperialistas no dejan de asegurar que la opción militar no está en absoluto sobre la mesa. Y como la situación está así, EEUU ha seguido retrasando la adopción de una postura ante el régimen sirio durante meses y ha permitido al gobierno iraquí apoyar a dicho régimen, a pesar de que ese país está bajo ocupación (lo estaba y sigue estando). Por tanto, toda aproximación que no se detenga en estos cambios no será digna de comprender lo que sucede, ni en Siria ni en el mundo árabe. Tampoco servirá para ello repetir hasta la saciedad la palabra imperialista o reproducir como un loro el concepto de conspiración. El imperialismo se acopla a la estructura de la sociedad a través de un modelo económico que va conforme a sus intereses, y ello es lo que sucedió en Siria, pero esta vez con apoyo del capital del Golfo, turco y del imperialismo ruso. Debemos despojarnos de todo imperialismo, especialmente porque la intervención imperialista se ha definido con el papel que juega Rusia al apoyar al régimen y justificar todos sus crímenes. Con el fin de la etapa del individualismo estadounidense, el proyecto del «nuevo Oriente Medio» ha finalizado y el régimen capitalista se ha vuelto débil, y sufre de la ausencia de un centro hegemónico. Por tanto, los capitalismos han comenzado a resituarse en una posición que los convierta en potencias principales en un mundo que se dirige a la multipolaridad, aunque hoy parezca dividido en dos polos: EEUU-Europa por un lado, y Rusia-China por otro. Así, se ha hecho complicado para los antiguos imperialismos el tener una influencia seria en el camino por el que se mueve el mundo árabe. En tal situación, ¿hay posibilidad de una intervención militar o de un apoyo militar a la oposición?
Este es el camino posible de la conspiración y es el camino de la intervención en los asuntos sirios, dos pretextos que se utilizan cuando se considera que lo que sucede en Siria es una «conspiración imperialista». Se supone que el imperialismo adopta una postura ante lo que sucede, un hecho «natural», y pretende presionar e influir en ello, lo que también es algo «natural», excepto si consideramos que el imperialismo debe callarse.
A pesar de ello, hemos hecho mención a las dudas estadounidenses hasta no hace mucho sobre qué postura adoptar respecto a la marcha del régimen, así como la versatilidad de sus posturas. No hay duda de que su situación internacional explica esto, pues EEUU es incapaz de intervenir militarmente (tal vez si esta situación se hubiera dado en 2005 o 2006 habría sido posible que interviniera por la fuerza), sobre todo porque la intervención en Siria puede llevar a una lucha regional que exige más que una intervención limitada; es decir, una gran guerra, y ello no puede realizarlo ni EEUU ni la OTAN. En cuanto a armar a la oposición no será más que un apoyo marginal si se decide, porque necesita un punto de abastecimiento que no hay, ni en Turquía, ni en Jordania, ni en Iraq ni en Líbano, porque cualquier apoyo por medio de cualquiera de esos países puede llevar a una guerra, algo que parece improbable. ¿Nos basamos en las declaraciones de responsables de estos Estados o comprendemos la realidad y los hechos?
Todos lo que parten de la «teoría de la conspiración» se basan en algunas declaraciones que hace la oposición siria y algunas filtraciones sin ser conscientes de la realidad ni de las posibilidades de cualquier papel efectivo. Ese es el problema crónico de las «élites», que repiten de manera caricaturesca en el caso sirio. Las posturas se han construido sobre declaraciones, filtraciones, elucubraciones e intenciones, no sobre el estudio de los hechos ni la comprensión de las posibilidades. De todo eso, se toma lo que conviene a un análisis preparado previamente.
Por ello parece que algunas posturas están fuera del contexto de la realidad, y en total contraposición con la misma, hasta el punto de que parecen una broma. La situación internacional descarta toda posibilidad de intervención exterior o incluso de armar a la oposición, y las «élites» parten de que la intervención militar se está dando, y que se está armando de forma masiva. Mientras, mantienen silencio ante la sangría que lleva a cabo el régimen y dibujan el levantamiento como algo que dirigen bandas armadas, apoyándose en la imagen que régimen mismo difunde por estar en la posición «antiimperialista». Por tanto, la lógica imaginativa es la que fundamenta este «crimen» que cometen algunas élites, donde el imperialismo se mantiene como algo esencial y fijo y la situación internacional se mantiene dividida como estaba, hasta el punto de no poder pensarse siquiera que Rusia se haya despojado de su socialismo para convertirse en imperialista. Por ello, ni la profunda crisis económica del imperialismo ha influido, ni se ha concluido lo que podría haberse concluido. Por tanto, no se ha observado un cambio en la situación mundial del capitalismo desde septiembre hacia una crisis más profunda como para limitarse a una naturaleza financiera, pues se trata de una crisis imperialista que se «pudre» verdaderamente. Así, han comenzado a sucederse intentos de imponer un «nuevo orden mundial».
¿Hay más andrajos que estos? Tal vez los levantamientos árabes derrocarán no solo a los regímenes sino también a estas élites. Tal vez estas élites pensaran que estos levantamientos eran levantamientos lógicos también y por eso han comenzado a defender al último de los bastiones de su lógica antigua. La congestión se ha concentrado en lo más profundo de las clases aplastadas hasta el límite de «morir de hambre», a las que no habían visto esas élites antes, porque debían eliminarse los montones de «basura mental» que impedían la visión de esta profundidad. Por ello, la ola que nace de lo profundo arrastrará todo lo que lleva sobre ella: clases dominantes, ideas y élites.
Notas:
[1] Pensador marxista sirio.
[2] Hombre fuerte del régimen sirio en Líbano hasta 2000, cuando se «suicidó».
[3]Ex vicepresidente sirio que en 2005 abandonó al régimen para pasarse a las filas de la oposición.
Tomado de Traducciones de la revolución siria