Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Ghasan Matar, de catorce años, no habla nunca de la explosión que le segó las piernas y mató a su hermano. En realidad, seis meses después de que acabara la masacre israelí contra Gaza, apenas habla nada. Pasa la mayor parte del tiempo mirando fijamente hacia la pared y a un inmenso poster que representa a su hermano mayor contra un fondo sangriento de guerra en el que aparece un rifle de asalto Kalashnikov y varios soldados israelíes muertos.
Dice que no piensa nunca en el día en que la casa fue alcanzada durante los fuertes bombardeos contra la barriada Zeitun de la Ciudad de Gaza. Insiste en que no tiene pesadillas. «Me encuentro bien», dice, y después se calla del todo.
«Está muy traumatizado. No habla y trata de hacer como si nada hubiera ocurrido», dice la trabajadora social Nisrin Ramadan durante una visita a la destrozada casa de ladrillo del muchacho.
«Hay muchos casos como este, con un shock profundo y pérdida de toda esperanza», dice Ramadan, quien trabaja con la Sociedad para los Minusválidos Físicos.
Más de 300 niños, entre los 1.400 [*] palestinos asesinados y muchos más heridos durante los veintidós días de ofensiva israelí que terminaron el 18 de enero, según cifras palestinas.
Y los expertos dicen que una inmensa mayoría de los niños, más de la mitad de la población de Gaza de 1,5 millones de seres, padecerán las secuelas psicológicas en años venideros.
«Nuestros niños no tienen ilusión por la vida. Pueden reírse en ocasiones pero la alegría ha desaparecido. Son incapaces de tener esperanza», dice el psiquiatra Eyad Sarraj, que dirige el Programa de Salud Mental Comunitaria en Gaza.
Salah al-Samuni, de siete años de edad, sonríe tímidamente cuando lanza un gran balón verde de plástico pero pierde rápidamente el interés por él, y en su lugar clava las uñas en un diván de una habitación de colores brillantes que se utiliza para sesiones de orientación psico-social.
«Recuerdo que los israelíes llegaron y nos ordenaron salir. Disparaban proyectiles», dice cuando se le pregunta por sus recuerdos de la guerra.
«La abuela y el abuelo están muertos», dice, y sigue desgranando una lista de otras diez personas que murieron cuando su casa fue bombardeada. En total, murieron 29 personas en el ataque, 18 de ellas pertenecían a su familia directa.
«Quiero a Azza y quiero que vuelva», dice de su hermana de dos años y medio que fue una de las víctimas.
Tras el ataque, Salah yació en un charco de sangre. Sólo cuando gritó llamando a su madre, ésta se dio cuenta de que aún estaba vivo.
Una gran cicatriz recorre su rostro y hay otra más a lo largo de su cadera. Su nariz está aún deformada por las heridas de la metralla.
Hace muy pocos meses tenía accesos regulares de rabia y se dedicaba a golpear a sus hermanos y a romper todo lo que encontraba en su camino.
«Lloraba y gritaba por la noche: ‘Los judíos vienen a matarme'», dice su padre.
Las heridas psicológicas están empezando levemente a cicatrizar. «Pero es un largo proceso. Ha visto tantos muertos», dice el asesor Sabri Abu Nadi.
Una inmensa cifra de niños pasaron por «situaciones terribles» durante la guerra, dice Saji Elmughanni, el portavoz en Gaza de la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF. «Nadie estaba a salvo» en la atestada porción de tierra aprisionada entre Israel, el Mediterráneo y Egipto. «En mayor o menor grado, todos los niños estuvieron expuestos a la violencia. Muchos de ellos entierran sus sentimientos en lo más profundo de su ser».
Njud Basal, de catorce años, quien sufrió serias heridas de metralla en la cabeza, pasa gran parte de su tiempo sentada sobre su cama en una habitación donde la luz se filtra a través de unos pocos agujeros efectuados en el tejado de hojalata. Y chatea por Internet con amigos, de Cisjordania, de otros países.
«No les cuento nada de lo que nos ha sucedido… Me preguntan, sí, pero cambio siempre de tema. Me siento muy mal cuando hablo de la situación».
Fuera de su casa, un poster representa a su primo Talat Basal. Su familia dice que fue un «mártir», un miembro de las Brigadas Ezzedine Al-Qassam, el ala militar del movimiento islámico Hamas que gobierna en Gaza.
El psiquiatra Sarraj dice que es posible que los niños de hoy de Gaza, al haber estado expuestos a niveles tan espantosos de violencia, pueden convertirse en extremistas en el futuro.
«Estoy seguro que habrá una nueva generación de combatientes, querrán un grupo más militante que Hamas para poder sentirse protegidos», dice.
Los recuerdos de la guerra que Israel lanzó, supuestamente para parar los cohetes disparados por Hamas y otros grupos armados palestinos, están por doquier: edificios reducidos a escombros, fachadas llenas de impactos de proyectiles, restos de coches calcinados…
Por la noche no paran de oírse los disparos lanzados por las patrulleras israelíes que no permiten que los pescadores puedan adentrarse en el mar para ganarse el sustento diario.
Los expertos en salud mental dicen que muchos de los niños del diminuto enclave costero viven con temor de nuevos ataques militares.
«Bien sea consciente o inconscientemente, el temor a una nueva guerra está siempre presente», dice Sarraj.
Awad Sultan, de doce años, vive en una de las muchas docenas de tiendas levantadas al norte de la Ciudad de Gaza para albergar a las familias que perdieron su hogar durante la guerra. Dice que sigue teniendo pesadillas: «Los soldados israelíes tratan de atrapar a mi padre y destruyen nuestras casas». Lo que una vez fue el hogar de la familia no es ya más que un montón de escombros. La bicicleta que tanto le gustaba montar no es más que un amasijo calcinado. Ahora juega con otros niños del campamento en una tienda amplia que han montado los trabajadores sociales.
«Nos divertimos un poco, pero ¿de qué nos sirve? Volvemos de allí y no hacemos más que pensar en la guerra»
N. de la T.:
[*] Según un último recuento, tras el hallazgo de un nuevo cadáver entre los escombros, el número de víctimas del ataque israelí contra Gaza asciende ya a 1.505 (véase: www.maannews.net/en/index.php?
Enlace con texto original: http://news.yahoo.com/s/afp/