Fijado a un gran bloque de cemento, el oxidado portón gris que permite a los agricultores palestinos de esta norteña aldea cisjordana acceder a sus olivares se abrió solo por cuatro días este año. «La carretera (siempre) está cerrada por este portón, a excepción de dos veces al año», dijo Adley Shteyeh, miembro del comité […]
Fijado a un gran bloque de cemento, el oxidado portón gris que permite a los agricultores palestinos de esta norteña aldea cisjordana acceder a sus olivares se abrió solo por cuatro días este año.
«La carretera (siempre) está cerrada por este portón, a excepción de dos veces al año», dijo Adley Shteyeh, miembro del comité local de Salem.
Los habitantes de la parte oriental de la aldea poseen aproximadamente 1.000 hectáreas de tierra. A ellas solo pueden acceder con un permiso emitido por las autoridades militares israelíes, y tras cruzar el portón y una carretera que circunvala un asentamiento israelí.
«Habitualmente necesitamos 10 días o más para hacer nuestro trabajo al otro lado» de esa carretera, dijo Shteyeh, mientras más atrás se podía ver a varios aldeanos talando las ramas de sus árboles para obtener todas las olivas posibles antes de que expiraran sus permisos.
La semana pasada, dos agricultores palestinos de Salem intentaron cruzar la carretera en un tractor para acceder a los olivos. Antes de que pudieran lograrlo, un vehículo militar israelí les impidió el paso. Momentos después, IPS presenció la llegada de otros dos automóviles al lugar.
Luego, alrededor de una decena de soldados israelíes retuvieron a un grupo de activistas palestinos y extranjeros que estaban recorriendo la aldea, y a residentes del lugar, bajo sospecha de que jóvenes habían arrojado piedras a los colonos de las cercanías.
Media hora después, finalmente dejaron ir al grupo, y permitieron que los agricultores accedieran a sus olivares.
«Si alguien intenta cruzar esta carretera sin coordinación (previa), o bien lo golpean o bien lo acosan los colonos o el ejército israelí», dijo Shteyeh.
«Los colonos han llegado y vandalizado tierras, y también les pegan a personas dentro de la aldea», agregó.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCAH) en los territorios palestinos ocupados, en Cisjordania hay 73 portones de este tipo. Están cerrados todo el año, y las autoridades israelíes los abren solamente por lapsos limitados durante la zafra olivícola.
La OCAH estima que, desde comienzos de octubre de este año, los colonos israelíes han vandalizado o destruido aproximadamente 1.000 olivos pertenecientes a palestinos en Cisjordania.
Esta destrucción ha perjudicado la viabilidad económica de la industria del aceite de oliva en los territorios palestinos ocupados, que representa 14 por ciento de los ingresos agrícolas del área y es el sustento de unas 80.000 familias palestinas.
«Toda pérdida relacionada con la violencia de los colonos o las actuales restricciones al acceso de los agricultores a sus olivares a lo largo del año tienen un impacto en la economía local», dijo a IPS el director de la OCAH en Palestina, Ramesh Rajasingham, por correo electrónico.
«Lo triste aquí es que, en muchos de estos casos, se ha retirado el medio de sustento a una familia que antes podía mantenerse sola, y por lo tanto pasa repentinamente a depender del apoyo de organizaciones humanitarias y donantes. Esta dependencia de la ayuda, a su vez, profundiza la crisis de dignidad. Esta situación es enteramente evitable», señaló.
Pero cosechar aceitunas es más que un medio económico para muchos palestinos.
«Nuestras vidas están atadas a los olivos», dijo a IPS el agricultor Jamal Abu Hijji.
Este hombre de 48 años, padre de cuatro hijos, pasó una soleada tarde de la semana pasada con sus dos hermanos, cuñadas y sobrinos en su olivar ubicado en la aldea de Deir Istiya, en el área de Naplusa.
Juntos, usando escaleras y pequeños rastrillos de plástico, revisaron cada rama y fueron arrojando las aceitunas sobre lonas de plástico instaladas bajo los árboles.
Abu Hijji explicó que, durante la temporada de cosecha de aceitunas, trabaja de 6:00 a 16:00 horas cada día durante un mes, en casi 300 árboles. Pero además de cosechar, debe trabajar en una prensa local de olivas para satisfacer las necesidades de su familia.
«El resultado es modesto para ganarse la vida, pero es importante para nosotros, dado que hemos vivido aquí y heredado las tierras y los árboles de nuestros padres y abuelos», dijo.
«No solo tienen un gran valor material; su significado radica más en su valor moral, en las tradiciones y la tierra. Yo soy palestino y quiero proteger mi tierra», añadió.
Fuente original: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101801