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El imposible plan de Kerry

Los palestinos, chivos expiatorios, una vez más

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Bajo fuerte presión de EE.UU., el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha defendido de boquilla a regañadientes durante los últimos cuatro años el objetivo de un Estado palestino. Pero su verdadero objetivo ha sido siempre transparente: no un Estado, sino lo que calificó de «paz económica».

A los palestinos comunes y corrientes, a juicio de Netanyahu, se les puede apaciguar con migajas de la mesa del amo: menos puestos de control, más empleo y oportunidades comerciales y una mejora gradual, aunque limitada, de los estándares de vida. Todo esto asegura tiempo para que Israel expanda sus colonias, consolidando su control sobre Cisjordania y Jerusalén Oriental.

Después de 20 años de apoyo a un Estado palestino insinuado en los Acuerdos de Oslo, EE.UU. indicó la semana pasada que está cambiando de opinión. Parece que está adoptando el modelo de «paz económica» de Netanyahu.

El Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, flanqueado por el presidente israelí Shimon Peres y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abas, en el Foro Económico Mundial de Jordania, reveló un programa económico para reactivar las conversaciones de paz.

Unos 400 empresarios israelíes y palestinos se han alistado, dijo, e invertirían fuertemente en la economía palestina en un proyecto «mayor, más atrevido y más ambicioso que cualquier otra cosa desde los acuerdos de Oslo».

No se dieron más detalles, excepto que será supervisado por Tony Blair, el exprimer ministro británico representante del Cuarteto, el «hombre en Jerusalén», de la comunidad internacional desde 2007.

Es, por cierto, una decisión extraña, ya que la dirigencia palestina lo ha descartado públicamente por ser «abogado defensor de Israel» y ha argumentado en privado -como revelan los Papeles Palestinos filtrados en 2011- que propugna «un enfoque parecido al apartheid con referencia a Cisjordania ocupada».

Las afirmaciones de Kerry respecto a su programa fueron grandiosas pero vagas. Unos 4.000 millones de dólares en inversión privada durante tres años impulsarían la economía palestina en un 50%; la producción agrícola y el turismo se triplicarían; el desempleo caería dos tercios; los salarios aumentarían un 40%; y se construirían 100.000 viviendas.

Pero la propuesta impresionó a pocos y por buenos motivos.

Kerry simplemente está volviendo a embalar la tarea que fue confiada a Blair hace seis años. Su tarea fue desarrollar la economía palestina y edificar instituciones palestinas en preparación para un futuro Estado, hasta ahora con pocos resultados.

Como se mofó David Horovitz, editor del periódico derechista Times of Israel: «Si se pudieran conseguir 4.000 millones de dólares en inversiones privadas en la economía palestina, podéis estar seguros de que Tony Blair los habría conseguido».

O visto de otra manera, el problema de la economía palestina no es la falta de inversión; es una falta de oportunidades viables de inversión. Los palestinos no tienen control sobre sus fronteras, espacio aéreo, frecuencias de radio, agua y otros recursos naturales, ni siquiera sobre la moneda o el movimiento interno de bienes y personas. Todo depende de la buena voluntad de Israel. Y pocos inversores están dispuestos a contar con ella. Israel se ha mostrado repetidamente más que dispuesto a aplastar las finanzas de la AP mediante, por ejemplo, la retención de impuestos palestinos que recauda y debe transferir.

El papel de Blair se ha criticado fuertemente porque su estrecho enfoque sobre el desarrollo económico no solo no ha logrado fomentar un clima conducente a conversaciones, sino ha servido de cobertura a la falta de acción de Israel y Washington respecto al Estado palestino. En lugar de reconsiderar el fracasado mandato de Blair, Kerry parece dispuesto a perpetuarlo y expandirlo.

Abdalá Abdalá, un alto funcionario de Fatah, resumió la reacción palestina: «No somos animales que solo quieren alimento. Somos un pueblo en lucha por su libertad».

Israel, mientras tanto, está totalmente dispuesto a empujar a Kerry por ese camino imposible.

Desde la perspectiva de Israel, el plan de EE.UU. distrae útilmente la atención de la Iniciativa Árabe de Paz, la nueva oferta de los Estados árabes de relaciones diplomáticas plenas con Israel a cambio de su retirada de la mayor parte de los territorios ocupados.

Netanyahu, preocupado porque la oferta podría forzarlo a conversaciones serias, ha reaccionado con un silencio sepulcral. Al mismo tiempo Yair Lapid, su ministro de Finanzas supuestamente centrista presentado originalmente por Occidente como un partidario de la paz, ha aplastado la idea de un acuerdo con los palestinos como poco realista. Dijo el mes pasado al New York Times que apoya la expansión de las colonias.

Parece que Israel espera que la Autoridad Palestina, que ahora está permanentemente sumida en una crisis económica, pueda ser forzada con promesas de miles de millones de dólares en edulcorantes. Según fuentes palestinas, Abas enfrenta una intensa presión de EE.UU., a través del plan Kerry, con el propósito de forzarlo a abandonar su condición de que Israel congele el crecimiento de las colonias antes del reinicio de las negociaciones.

Israel está ansioso por lograr esa concesión. A pesar de los informes de que Netanyahu ha prometido discretamente a los estadounidenses que evitará causarles problemas durante las próximas semanas con anuncios de construcción de colonias, hay un aluvión de proyectos en trámite.

Durante el fin de semana, los informes de los medios revelaron un plan de 300 nuevas viviendas en Jerusalén Este, mientras se anuncia la venta de casi 800 más. Se espera que varios puestos avanzados de colonias establecidos sin autorización del gobierno israelí se legalicen retrospectivamente, incluyendo cientos de viviendas en Eli, cerca de Ramala.

Reuters informó ayer de que Kerry espera una decisión con respecto al reinicio de las conversaciones de paz dentro de dos semanas o, según sus funcionarios, se apartará del proceso de paz. Dijo en una reunión del Comité Judío Estadounidense el mismo día: «Si no tenemos éxito ahora, es posible que no tengamos otra oportunidad».

Para Netanyahu, semejantes amenazas son huecas. Si EE.UU. se ausenta del conflicto, Israel simplemente tendrá una mano más libre para intensificar la subyugación de los palestinos y el robo de su tierra.

A pesar de que hay mucho más en juego para los palestinos, la AP se ha mostrado hasta ahora discretamente falta de interés por el plan Kerry. Ha señalado que no hará «concesiones políticas a cambio de beneficios económicos», una manera diplomática de decir que no se dejará sobornar para ceder respecto al Estado.

Pero el verdadero peligro para los palestinos, como recuerdan muy bien desde las conversaciones de Camp David en el año 2000, es que se trata de proyectarlos como el chivo expiatorio. Si se niegan a aceptar la última versión de paz económica, Israel y EE.UU. se apresurarán a culparlos de intransigencia.

Es una situación en la que Netanyahu no puede perder y otro momento de desastrosa caída en el proceso diplomático para los palestinos.

Jonathan Cook ha obtenido el Premio Especial de Periodismo. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair (Zed Books). Su página web es: www.jonathan-cook.net .

Una versión de este artículo se publicó primero en The National, Abu Dhabi.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/06/04/palestinians-as-fall-guys-again/

rCR