Recomiendo:
0

Los peligros ocultos de la nuclear de Cofrentes

Fuentes: L'Accent

«Segura», «limpia» y «barata». Estos tres calificativos resumen la defensa que el «lobby nuclear», donde figuran personajes como Felipe González o José María Aznar, hace de este tipo de energía. Por el contrario, los grupos ecologistas llevan décadas denunciando que, bajo el manto protector de la propaganda oficial, las centrales nuclerares -entre otras, Cofrentes- esconden […]

«Segura», «limpia» y «barata». Estos tres calificativos resumen la defensa que el «lobby nuclear», donde figuran personajes como Felipe González o José María Aznar, hace de este tipo de energía. Por el contrario, los grupos ecologistas llevan décadas denunciando que, bajo el manto protector de la propaganda oficial, las centrales nuclerares -entre otras, Cofrentes- esconden graves riesgos en muchos casos desconocidos por la opinión pública.

Este año hace 25 que se puso en marcha la central nuclear de Cofrentes y en el 2011 le caduca la actual licencia. Gradualmente, estas instalaciones ubicadas en al margen derecha del río Xúquer han estado perdiendo peso en la producción global de energía eléctrica en el País Valenciano, en beneficio de las centrales de ciclo combinado de Sagunto y el Grao de Castelló.

En el tiempo que lleva funcionando, la nuclear de Cofrentes ha evidenciado síntomas inquietantes. Por ejemplo, ocupa la primera posición en cuanto a número de «sucesos» (categoría utilizada por el Consejo de Seguridad Nuclear -CSN- además de «incidentes» y «accidentes») en el estado español. De los 1.500 «sucesos» registrados en el parque nuclear español desde 1990, en Cofrentes se han producido 240.

A pesar de la terminología «políticamente correcta» empleada por el CSN, los grupos ecologistas aseguran que algunos de estos «incidentes» han sido graves. Entre otros casos, en 2002 durante la parada de recarga; en septiembre de 2005, por una fuga de agua radioactiva dentro de la central; un incendio en una fase del transformador principal en agosto de 2007; y dos prealertas de emergencia en 2008. Últimamente se han registrado asimismo problemas en las válvulas de alivio/seguridad de la central.

Esta ristra de fallos lleva a la conclusión, según Carlos Arribas, coordinador de Ecologistas en Acción del País Valencià, que la nuclear de Cofrentes «es una central peligrosa. Cada año que pasa hay más posibilidades de un accidente grave». «Hay también una sensación de que se improvisa en al gestión y se buscan soluciones únicamente a corto término y, como mucho, a mediano. Un ejemplo. Desde que la central se puso en marcha ha habido problemas en la combustión del uranio enriquecido; esto ha obligado a cambiar tres veces de suministrador de combustible».

Pero Cofrentes no presenta únicamente incidencias episódicas. Algunas, posiblemente las más preocupantes, son de carácter estructural. La primera es el envejecimiento, que se manifiesta en la aparición de fisuras, el desgaste de las soldaduras y la corrosión del casco del reactor. Es precisamente el reactor una de las partes medulares de las instalación, ya que es el punto en el que se da el proceso de fisión del uranio.

Ya en la concepción de la planta se evidenciaron errores de diseño, en concreto, por la elección del sistema de contención Mark III. Algunos datos apuntan que en caso de avería grave, este sistema no soportaría la presión que se generaría sobre el reactor, con el consiguiente riesgo de fuga radioactiva. También han denunciado las organizaciones ecologistas que las piscinas donde se almacenan los residuos procedentes del reactor han llegado prácticamente a un punto de saturación.

Las carencias de la nuclear de Cofrentes obligan a interrogarse por la función del organismo de la Administración pública encargado de garantizar los mecanismos de control: el Consejo de Seguridad Nuclear. Teóricamente, el CSN ha de proporcionar información transparente con independencia de los intereses de las compañías propietarias de los negocios (Iberdrola, en el caso de Cofrentes).

En la práctica, según Carlos Arribas, «minimizan muchas veces los incidentes y lanzan cortinas de humo para tranquilizar a la opinión pública. Las compañías tampoco facilitan toda la información al CSN». El hecho de que todos los consejeros del organismo público hayan trabajado para la industria nuclear, posiblemente explique esta complicidad.

Además de las deficiencias intrínsecas de Cofrentes, en cuanto a la estructura y el funcionamiento, son significativos los riesgos para el medio ambiente y la salud humana, que comúnmente ignora la ciudadanía.

Según el portavoz de Els Verds, Carles Arnal, «en el funcionamiento normal de la central atómica se emiten al medio ambiente próximo una enorme cantidad de gases y líquidos radioactivos; siempre se ha infravalorado el peligro de estas radiaciones, pero el hecho es que implican el riesgo de leucemias y tumores cancerígenos».

Pese a que una fuga supondría graves daños para el conjunto de la población, son los trabajadores de la central -a menudo subcontratados y con deficiente formación- los más expuestos a las irradiaciones, sobre todo en el proceso de recarga. También en esta cuestión (trabajadores afectados por emisiones), Cofrentes destaca sobre el resto de plantas nucleares del estado español.

Personas y ecosistemas, parece que nada escapa al impacto negativo de la central nuclear. Incluso los recursos hídricos. La planta de Cofrentes utiliza en el proceso de refrigeración unos 34 hectómetros cúbicos de aguas del río Xúquer, buena parte de las cuales (cerca de 20 hectómetros cúbicos) se evaporan, mientras que el resto vuelve al río con la consiguiente contaminación térmica.

Además, «un vertido de agua contaminada con radioactividad al Xúquer tendría unas consecuencias terribles, tanto para los habitantes de la comarca de la Ribera, como para el área metropolitana de Valencia, que también beben el agua de este río», afirman fuentes de la plataforma «Tanquem Cofrentes»

El negocio de Iberdrola

 

Es posible que Iberdrola sea, como predica en su página Web, «el principal grupo energético español, una de las mayores eléctricas del mundo y líder mundial en energía eólica». En el sector nuclear, además del 100% de Cofrentes, la compañía posee participaciones en Almaraz, Ascó II, Garoña, Trillo I y Vandellós II.

El liderazgo del que se vanagloria Iberdrola resulta, en el caso de Cofrentes, más que discutible, según los grupos ecologistas, que sitúan a la central valenciana a la cabeza de las plantas nucleares del estado español en «incidentes» (por factores humanos o mecánicos), irradiaciones sobre los trabajadores de la central; emisiones de gases radioactivos al exterior y volumen de residuos almacenados

 

Sin embargo, ¿por qué Cofrentes es un buen negocio para Iberdrola? En la década de los 80 se abandonó la construcciones de centrales nuclares en el estado español por su elevado coste (cerca de 5 mil millones de euros por planta). Se trata, por tanto, de instalaciones antiguas en las que las compañías propietarias han tenido tiempo de amortizar los gastos de construcción. Ésta es la clave. Los «costes fijos» cero permiten, en el contexto actual de un mercado liberalizado, ofertar el kilovatio a un precio muy económico (con el que resulta difícil competir) y obtener así grandes beneficios.

Ésta es la razón por la que Iberdrola defiende que continúe funcionando Cofrentes, pese a que se trata de una infraestructura vieja, deficiente e insegura, en lugar de plantear la construcción de nuevas centrales.

Cofrentes y el ecologismo en el País Valenciano

Un amplio elenco de organizaciones ciudadanas, sindicatos, grupos ecologistas y otras entidades constituyeron el pasado mes de octubre la plataforma «Tanquem Cofrents», para reclamar la clausura de la planta nuclear en 2011, año en que caduca la vigente licencia.

En 1976 nació en la ciudad de Valencia el llamativo grupo «Margarida», que agrupó a gente muy diversa, unida por su oposición a que se construyera la planta de Cofrentes. Con la influencia de Mayo del 68 y el situacionismo, sus acciones fueron principalmente de aire lúdico y provocativo, como la venta de «verduras radioactivas» en el establecimiento «La Cofrentina» o las «mortandades coloristas». Editan el libro «Energía nuclear. Una energía que mata».

Poco después de «Margarida» emerge el Grupo Ecologista Libertario (GEL), caracterizado por el antiparlamentarismo y el enfrentamiento directo con el estado. El GEL devino una organización muy combativa en las luchas contra la construcción de Cofrentes. Además de la reivindicación en la calle, disponía de mucha información.

En 1978 convergen en los barrios de Valencia y pueblos de la comarca de l’Horta, numerosos comités antinucleares y grupos locales ecologistas (más de 50 se integran en la Coordinadora de Grupos Ecologistas del País Valenciano). Se produce una movilización permanente: en mayo, cerca de 6.000 personas se manifiestan en Valencia; en marzo del 78, más de 10.000. Hasta llegar al hito de 20.000 personas en Ayora (junio de 1979), en la manifestación antinuclear más importante ocurrida en la historia del País Valenciano.

Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.