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Los «precios estimulantes» y los rendimientos del agro cubano: ¿un espejismo?

Fuentes: El Estado como tal (Blog)

Siempre es conveniente contar con buena información para poder hacer un análisis razonado sobre la agricultura cubana, de manera que quienes no poseemos suficientes datos agradecemos todo aquello que pueda ofrecer quienes sí poseen tal información. En ese sentido, mucho se agradece que el colega Silvio Gutiérrez, Director de Agroindustria del Ministerio de Finanzas y […]

Siempre es conveniente contar con buena información para poder hacer un análisis razonado sobre la agricultura cubana, de manera que quienes no poseemos suficientes datos agradecemos todo aquello que pueda ofrecer quienes sí poseen tal información.

En ese sentido, mucho se agradece que el colega Silvio Gutiérrez, Director de Agroindustria del Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba, haya gentilmente aportado datos sobre fechas, decisiones, estructura de precios, rendimientos agropecuarios y posibles factores causales de estos. (1)

La hipótesis principal avanzada por Silvio Gutiérrez, y que acompaña la entrega de esos datos, se resume en lo siguiente:

  • Los «precios estimulantes» que paga la empresa de Acopio a los productores han tenido -en general- un efecto positivo sobre el incremento de los rendimientos agropecuarios en Cuba desde 2015.

El corolario de esa hipótesis es que la formación de precios del sector agropecuario debe seguir basándose en un mecanismo de concertación entre la burocracia y los productores, a partir de la iniciativa de la primera, que es quien debe «proponer» los precios. En otras palabras, sería un mecanismo determinado esencialmente fuera del mercado.

Dos precisiones antes de continuar. En primer lugar, no se utiliza aquí el término de burocracia de una manera peyorativa. En segundo lugar, mi visión nada tiene que ver con un enfoque liberal sobre la economía y los mercados. El problema es que una cosa es regular y tratar de influir en los precios, sobre la base de la legitimidad y del poder que tiene el Estado para hacerlo, y otra bien distinta es asumir que la determinación esencial de los precios puede hacerse de manera sostenida por métodos administrativos.

Considero que ese enfoque que sostengo es coherente con lo planteado en el documento de la «Conceptualización» cuando se refiere a «reconocer, regular y lograr un adecuado funcionamiento del mercado, de modo que las medidas administrativas centralizadas, en interacción con las políticas macroconómicas y otras, induzcan a los actores económicos a adoptar decisiones de acuerdo con los intereses de toda la sociedad«.

En los comentarios que siguen abordaré brevemente dos cuestiones:

  • No parece existir evidencia científica alguna acerca de que la causa principal -o cuando menos una causa importante- del incremento de rendimientos agropecuarios en Cuba hayan sido los «precios estimulantes» pagados por Acopio a los productores desde 2015.
  • La utilización de «precios estimulantes» pudiera estar funcionando en la práctica como parte de un proceso de transferencia de ingresos del consumidor hacia el productor, porque los «precios estimulantes» tendrían probables efectos alcistas en los precios minoristas de los productos agropecuarios.

Precios y rendimientos: correlación, causalidad y falta de evidencia

Cualquier estudio sobre las posibles relaciones entre precios y rendimientos agropecuarios se ubica nítidamente en el plano del análisis cuantitativo. Es el típico caso en el que es posible aplicar un análisis estadístico para validar una hipótesis. Obviamente, también el tema debe ser entendido mediante la utilización de un análisis cualitativo, pues ambos se complementan.

Por esa razón, el proceso de validación de la hipótesis de que los «precios estimulantes» pagados por Acopio a los productores agropecuarios desde 2015 tiene un efecto positivo en los rendimientos debe incluir procedimientos que permitan constatar tanto la existencia de un tipo específico de relación entre esas variables (una correlación positiva) como el esclarecimiento acerca de que los mayores rendimientos fuesen el efecto de esos «precios estimulantes» (una relación de causalidad).

Vale recordar dos cuestiones: a) la existencia de una correlación estadística no significa necesariamente que exista una relación de causalidad; y b) en un análisis de relaciones entre factores que se hace con fines de políticas públicas lo que verdaderamente importa es el establecimiento de relaciones de causa- efecto.

Naturalmente, no he dicho algo que no se sepa. Si lo menciono es simplemente para que se entienda mejor que los datos que han sido proporcionados son insuficientes tanto para establecer una correlación positiva como para validar una causalidad.

El primer problema es que se dispone de un período de tiempo demasiado corto como para poder establecer correlaciones significativas. Si el proceso bajo estudio comenzó en 2015, eso significa que habrá datos anuales completos para dos años (2016 y 2017), además de los datos de partida del año base (2015).

Tratándose de producciones agrícolas, las condiciones climáticas y la oportuna, o inoportuna, disponibilidad de insumos importados pueden causar variaciones de rendimientos en el corto plazo. Por esa razón, la existencia de un período breve de tiempo dificulta aún más la posibilidad de obtener correlaciones apropiadas.

Por otra parte, aun cuando se tuviesen datos para períodos más largos -que no es el caso que nos ocupa- la determinación de posibles relaciones causales respecto a los rendimientos agropecuarios exige un análisis cuantitativo de tipo multi-factorial, pues los «precios estimulantes» que paga Acopio al productor representarían solamente un factor, entre varios que influyen en los rendimientos.

La información ofrecida por el colega Silvio Gutiérrez no permite afirmar que se haya efectuado un análisis cuantitativo multi-factorial. No afirmo que no se haya hecho ese estudio, lo que digo es que no se proporciona evidencia para poder saber si se ha realizado. En cualquier caso, la brevedad del plazo considerado dificultaría en extremo tanto el establecimiento de correlaciones positivas como la identificación de causalidades.

En ausencia de ese tipo de análisis no puede conocerse el peso relativo que tuvieron los «precios estimulantes» en el incremento de los rendimientos. Quedaría la duda de que pudieran no haber tenido impacto alguno en los rendimientos, o quizás fue un efecto muy marginal.

Lo que sabemos, por los datos ofrecidos por Silvio Gutiérrez, es que han mejorado algunos rendimientos agropecuarios específicos (papa, frijol, carne porcina y leche), pero los presumibles factores causales que se mencionan para cada uno de ellos no tienen mucho que ver con los «precios estimulantes»: mejor técnica de siembra (papa), utilización de suelos más fértiles (frijol), mayor utilización de insumos nacionales en la alimentación animal (cerdo), y utilización de nuevos medios de producción (leche).

La oferta total y el otro precio: el «precio desestimulante» del consumidor

El aumento de la oferta de producciones agropecuarias, algo que es decisivo para poder reducir los precios del consumidor, no es solamente un resultado de los rendimientos. En el caso de la agricultura, la extensión de la superficie cosechada es un factor muy importante en el volumen de la oferta.

No se dispone de datos públicos completos actualizados hasta 2017 sobre tres variables claves de la agricultura cubana: producción total, rendimientos y superficie cosechada. Las series completas de datos solamente llegan hasta 2016, pero las cifras permiten apreciar dinámicas interesantes que ayudan a comprender el alcance parcial de los rendimientos en la formación de la oferta total. (2)

Cuando se consideran las tres categorías agregadas más importantes de la agricultura no cañera cubana en cuanto al volumen de producción (viandas, hortalizas y cereales), se observa que entre 2011 y 2016 el volumen de producción en toneladas registró los siguientes crecimientos promedios anuales: 4,63% (viandas), 1,63% (hortalizas) y 0,04% (cereales). Es decir, estancamiento en cereales, muy bajo crecimiento en hortalizas y crecimiento moderado en viandas. (3)

Ello ocurrió a pesar de que en los tres casos se registraron incrementos moderados en los rendimientos promedios anuales: 2,94% (viandas), 4,31% (hortalizas) y 2,47% (cereales).

La explicación de esa discrepancia entre el crecimiento de rendimientos y del incremento de la oferta debe considerar lo ocurrido durante el período en términos de la superficie cultivada. (4) En las viandas se registró un incremento promedio anual de 1,64% en la superficie cultivada, que unido a crecimientos moderados en los rendimientos favorecieron un crecimiento superior al 4% en la oferta total. En cambio, la reducción de la superficie cultivada, a ritmos de contracción anual de -2,57% (hortalizas) y -2,45% (cereales), parece haber repercutido en incrementos anuales muy bajos de la oferta total de hortalizas y cereales, a pesar de haberse alcanzado mayores rendimientos.

Colocar en esta perspectiva los rendimientos y la oferta total es importante porque permite relativizar el eventual efecto que pudiera tener una intervención indirecta para tratar de influir en los rendimientos, como pudiera ser el intento de utilizar «precios estimulantes» para el productor. En otras palabras, aun en el caso (todavía no validado de manera pública) de que los «precios estimulantes» pudieran incidir positivamente en los rendimientos, existen otros factores con capacidad para contrarrestar tal efecto.

Es decir, los rendimientos son una parte importante, pero solamente una parte, del proceso que genera la oferta final y, por tanto, no es razonable asumir -hasta que se cuente con una validación analítica- que los «precios estimulantes» que paga Acopio al productor pudieran ayudar a reducir los precios que paga el consumidor, algo que depende fundamentalmente de una mayor oferta.

Una de las partes más interesantes de los argumentos expuestos por Silvio Gutiérrez es el relativo al razonamiento que se utilizó para la formación centralizada de los «precios estimulantes», específicamente en cuanto a la decisión de añadir utilidades en el rango de 30% a 50% al costo promedio estimado de producción, en dependencia del tipo de producto.

El criterio básico utilizado fue que «los precios minoristas en el mercado agropecuario eran tan altos que permitían estos incrementos a favor de los productores«. Esto parece apoyarse en el supuesto de que es tanta la cantidad de valor que se distribuye en la cadena de precios (precio del productor- márgenes comerciales- precio final del consumidor) que sería posible redistribuir valor -a favor del productor- sin afectar el precio final.

Se trata de un supuesto que conviene examinar con algún detenimiento. En primer lugar, parecería sugerir que la prioridad directa de la política pública no sería tratar de reducir el precio del consumidor sino tratar de crear un efecto indirecto de reducción de precios del consumidor por la vía de un incremento de precios del productor que se asume que posteriormente repercutiría en un incremento de la oferta.

El problema es que, como he comentado más arriba, no existe un análisis público que permita validar el supuesto efecto positivo de los «precios estimulantes» en la oferta agropecuaria en Cuba y sin ello no es razonable pensar que pudieran reducirse los precios minoristas del agro, de manera sistemática. Se estaría apostando muy fuerte a un mecanismo indirecto que parece lógico, pero sobre el cual no se tiene confirmación de que en la realidad opere de acuerdo con esa lógica, en las condiciones concretas de Cuba.

En segundo lugar, la suposición de que la elevación del precio de partida de la cadena (los «precios estimulantes» que se pagan al productor) no va a repercutir en un incremento del precio de consumo final, o en el mantenimiento de estos a niveles altos, es un postulado muy arriesgado.

Para empezar, con los «precios estimulantes» tiende a fijarse un «piso» relativamente alto para el punto de partida de la formación de la cadena de precios, una distorsión de la cual pudieran beneficiarse otros comercializadores distintos de Acopio, por ejemplo, los distribuidores privados.

Hasta donde conozco, parece existir la tendencia en Cuba de que los comercializadores privados pagan un precio «a la salida del surco» que es superior al «precio estimulante» de Acopio. Este último tiende a funcionar como precio de referencia y, por tanto, si ese precio es más elevado ello tiende a inflar otros precios.

¿Es razonable pensar que un comercializador privado se abstenga de «pasarle» al precio final que paga el consumidor ese mayor precio que el comerciante privado ha pagado a la «salida del surco»? ¿Tendría ese precio a la «salida del surco» que paga el comercializador privado un nivel menor si el «precio estimulante» de Acopio fuese menor, o si simplemente si no existiese ese «precio estimulante»?

¿Es el «extra» que paga Acopio al productor un valor que se «redistribuye» en la cadena de precios, manteniéndose fijo el precio final minorista, o es un valor «extra» que se paga al productor habiéndose «adicionado» ese «extra» en otra parte de la cadena -al precio final minorista- mediante el funcionamiento del mercado?

Pudiera estar ocurriendo que el consumidor debería pagar precios minoristas «desestimulantes» -o sea, pagar más- porque Acopio estaría pagando «precios estimulantes» al productor, sin que se hubiese sido capaz de modificar significativamente la oferta.

Por otra parte, las empresas de Acopio, que son las que pagan ese «precio estimulante» son entidades altamente subsidiadas por el presupuesto estatal. Habría que evaluar hasta qué punto una parte de su irrentabilidad pudiera explicarse porque deben pagar precios al productor que pudieran ser relativamente más altos en relación con los que existirían si se utilizasen otros criterios para determinar esos precios.

Obviamente, no puedo afirmar tajantemente que el consumidor está pagando más para que Acopio pueda pagar «precios estimulantes», ni que la irrentabilidad de las empresas de Acopio tiene que ver con el pago de elevados «precios estimulantes». Se necesitan datos de los que no dispongo, pero se agradecería que quienes los tengan pudieran contribuir a aclarar el proceso.

Conclusiones provisionales

  • La carencia de un análisis cuantitativo riguroso, de conocimiento público, que permita validar una supuesta relación de causa- efecto entre los mayores «precios estimulantes» que paga Acopio a los productores y los rendimientos agropecuarios, parece justificar el escepticismo -al menos por el momento-respecto a un componente importante de la política de precios del país: los «precios estimulantes» del agro.
  • Aun asumiendo que tal relación de causalidad pudiera existir, el incremento de los rendimientos es solamente una parte del proceso que conduce al mayor nivel de oferta que pudiera incidir en una reducción de los precios del consumidor. En ausencia de un efecto positivo de esos otros factores sobre la oferta, no parece existir evidencia respecto a que los «precios estimulantes» puedan tener la fuerza suficiente como para que deban ser tomados como un mecanismo clave para la política agropecuaria del país.
  • No parecen existir razones para pensar que la elevación del precio de partida de la cadena (los «precios estimulantes» que Acopio paga al productor) no vayan a repercutir en un incremento del precio final que paga el consumidor, o en el mantenimiento de estos a niveles altos. Es decir, no debe descartarse que los «precios estimulantes» del productor tuviesen un efecto en los «precios desestimulantes» del consumidor. Esa es una hipótesis que habría que validar, obviamente.
  • El énfasis de las políticas para el agro cubano debería concentrarse en asegurar factores productivos que incrementen la oferta y en establecer mercados con menos eslabones de intermediación y mejores precios de partida al inicio de la cadena. Es decir, debería enfocarse en acciones que condujesen a la posibilidad de resultados favorables en forma de menores precios, en vez de establecer puntos de partidas desfavorables, en forma de precios relativamente altos al inicio de la cadena, establecidos administrativamente.

NOTAS:

1 Ver «SILVIO GUTIÉRREZ. La agradable encrucijada de incrementos de los rendimientos agropecuarios sin techo y los precios de acopio máximos», El Estado como tal, 17 de julio de 2018, https://elestadocomotal.com/2018/07/17/silvio-gutierrez-la-agradable-encrucijada-de-incrementos-de-los-rendimientos-agropecuarios-sin-techo-y-los-precios-de-acopio-maximos/

2 He abordado en un trabajo anterior el tema de los rendimientos agrícolas en Cuba. Ver, «Cuba: el «techo» del rendimiento agrícola en ocho gráficos», «, El Estado como tal, 4 de septiembre de 2017,

3 Cálculos del autor basados en tres tablas del Anuario Estadístico de Cuba 2016. ONEI, 2017, Tabla 9.7 – Superficie cosechada y en producción de cultivos seleccionados de la agricultura no cañera, tabla 9.10 – Producción agrícola por cultivos seleccionados de la agricultura no cañera, y 9.13 – Rendimiento agrícola por cultivos seleccionados de la agricultura no cañera, http://www.one.cu/aec2016/09%20Agricultura%20Ganaderia%20Silvicultura%20Pesca.pdf

4 Obviamente, otros factores también pudieron haber tenido un impacto en la oferta, como sería el caso de las condiciones climáticas y las variaciones en la fuerza de trabajo.

Fuente: http://elestadocomotal.com/2018/07/18/los-precios-estimulantes-y-los-rendimientos-del-agro-cubano-un-espejismo/