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Los territorios marcan diferencias en equidad de género

Fuentes: SEMLac

Un «patrón geográfico» machista afecta a las cubanas, principalmente a aquellas que viven en las provincias orientales, alertan investigaciones. Existen desigualdades de género en Cuba con «un marcado patrón geográfico, que se expresa en brechas territoriales en detrimento de la zona oriental de país», argumentan las autoras de Índice de Desigualdad de Género (GII) en […]

Un «patrón geográfico» machista afecta a las cubanas, principalmente a aquellas que viven en las provincias orientales, alertan investigaciones.

Existen desigualdades de género en Cuba con «un marcado patrón geográfico, que se expresa en brechas territoriales en detrimento de la zona oriental de país», argumentan las autoras de Índice de Desigualdad de Género (GII) en Cuba: un enfoque territorial, investigación publicada en 2017.

El estudio ofrece un análisis del país en 2014 y demuestra las diferencias existentes entre las provincias en materia de equidad de género.

El GII permite calcular la desigualdad de género sobre la base de tres dimensiones fundamentales: salud reproductiva (tasa de mortalidad materna y tasa de fecundidad adolescente); empoderamiento (presencia en el parlamento y niveles de escolarización) y mercado laboral (presencia de las mujeres como fuerza de trabajo). El 0 refleja una situación de plena igualdad entre mujeres y hombres y el uno representa la mayor desigualdad posible.

Según el Informe Anual de Desarrollo Humano (2015), Cuba se ubica en el puesto 68 a nivel mundial del GII con un valor de 0,356, en mejor posición respecto a América Latina (0,451) y la media mundial (0,449).

Con datos actualizados no incluidos en 2015, las investigadoras cubanas calcularon un GII más preciso para Cuba en 2014, equivalente a 0,302. Según sus cálculos, la media de la región oriental (0,328) y la región central (0,303) presenta valores superiores a la nación y la región occidental (0,253).

En primer lugar se ubica la provincia de Matanzas (0. 208) como exponente de mayor equidad de género entre los territorios cubanos. Las provincias orientales Granma (0,313), Guantánamo (0,314), Holguín (0,336), Las Tunas (0,336), Ciego de Ávila (0,340), Santiago de Cuba (0,343) y Camagüey (0,345) aparecen entre los últimos puestos. En peor ubicación queda la provincia de Mayabeque, al sureste de La Habana, con valores de 0,345.

El estudio se suma a investigaciones recientes que aportan datos estadísticos sobre la equidad de género y la situación de las cubanas.

En especial, las estudiosas recomiendan investigar con mirada territorial problemáticas como las brechas salariales entre mujeres y hombres, la representación femenina en el empleo informal, la violencia sexual, las barreras al emprendimiento femenino, las brechas educativas, el trabajo doméstico no remunerado y el trabajo de cuidados, la división de roles al interior de un hogar, el uso del tiempo al interior de los hogares, entre otros.

Sin equidad no hay desarrollo local, ni nacional 
El contexto nacional cubano cada vez más apunta a lo local como centro de cambios, sin mencionar que es allí donde se vive la desigualdad de manera directa.

La Constitución recién refrendada también amplía el marco de derechos y adelanta mayor autonomía de los gobiernos municipales y provinciales; es por ello que especialistas ubican al territorio como el terreno donde se juega el desarrollo del país. «Para Cuba, el desarrollo local es desarrollo de la nación y el desarrollo de la nación va a pasar porque la localidad sea cada vez más equitativa», declara Yamila Roque Doval a SEMlac.

Roque Doval es directora del Centro de estudios comunitarios de la Universidad Central Marta Abreu de las Villas y coordinadora del Grupo de dinámica poblacional en la casa de altos estudios, a 261 kilómetros de la capital.

Para la académica, la equidad es un imperativo para el desarrollo lo que impone atender desde un enfoque multidimensional las problemáticas sociales. Eso se traduce en mirar de manera relacional las desigualdades basadas en la edad, el género, el color de la piel, el poder adquisitivo, la orientación sexual y el lugar de residencia.

Pero no siempre esa mirada se impone. En Cuba la política social se ha caracterizado por la universalidad, la sectorialidad y el verticalismo; enfoques que no contribuyen a un abordaje integral de problemáticas relacionadas con la equidad social.

Para la socióloga Geydis Fundora Nevot, un enfoque interseccional permite demostrar la pertinencia del cambio, de lo contrario la política social seguirá atendiendo parcialmente problemas que están interrelacionados.

«Para nosotros la teoría de la interseccionalidad es clave, y lo que aporta la teoría del feminismo negro a las políticas públicas. Si no se aborda desde esta mirada interseccional se seguirán teniendo como meta las mujeres, la población negra, el campesinado, pero el objetivo no será despatriarcalizar el sistema laboral o la estructura de empleo», declara Fundora Nevot a SEMlac.

Se trata de poner en el centro no solo las identidades, sino también el cambio estructural y la mirada integrada. Diferentes voces reconocen que Cuba no parte de cero en este empeño y acumula aportes desde las ciencias sociales y proyectos puntuales que ameritan tomarse como referente.

Para aportar a ese camino, el volumen Desarrollo local y equidad en Cuba ofrece reflexiones académicas y experiencias prácticas de transformación local. Los 21 artículos que lo integran conforman una mirada plural que socializa resultados en 24 municipios del país.

Publicado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Cuba) y la Editorial Ciencias Sociales el libro fue presentado el pasado 4 de abril durante la décima edición del Seminario permanente de Políticas Sociales que organiza FLACSO Cuba y la Fundación Friedrich Ebert.

«Muchos espacios locales, incluso desde la invisibilidad, fueron territorios a los que empezaron a llegar influencias múltiples: la política nacional, algunos proyectos de desarrollo integral, la cooperación internacional y las ONG y esa multiplicidad de influencias les ha permitido ampliar su visión del desarrollo», explica Fundora Nevot, compiladora del texto junto a la académica María del Carmen Zabala Argüelles.

Formación de capacidades, diagnósticos participativos, mesas de diálogo y mucha voluntad caracterizan los proyectos locales que se reúnen en el texto.

«Hay un potencial para innovar en política social. Existe conocimiento acumulado, prácticas consolidadas y llama la atención que, bajo el mismo sistema de gestión, algunos territorios pueden avanzar más que otros», afirma Fundora Nevot.

Pese a la diversidad de actores y estructuras estatales que tienen representatividad en los territorios, quienes trabajan en estos espacios reconocen la falta de articulación como un freno para el desarrollo y la disminución de brechas de equidad. La voluntad encuentra mayores resistencias si se le suma un marco regulatorio que restringe las posibilidades de los gobiernos locales, además de la falta de formación y recursos económicos.

En materia de equidad social debe sumarse otra variable: la resistencia a reconocer que el racismo, el machismo, la pobreza y la homofobia son problemas interconectados que afectan el desarrollo del barrio, el municipio, la provincia y la nación.

«En materia de equidad me he encontrado muchos actores locales con esquemas de pensamiento que se resisten y se atrincheran en el discurso de que no existe en su territorio esa desigualdad», dice Fundora Nevot.

Pero las especialistas entrevistadas por SEMlac optan por el saldo positivo y convocan a buscar alternativas, incluso cuando no parezcan posibles.

Desde el centro del país, la profesora Yamila Roque Doval concluye que «la sociedad cubana tiene muchas potencialidades y hay que encontrarlas, aunar voluntades y los liderazgos formales e informales porque desde una mirada de equidad todos aportan».