El Gobierno argentino, presidido por el Multimillonario derechista Mauricio Macri, ha intensificado su accionar islamófobo, a partir del papel asignado a su administración, tras la visita a ciertos países latinoamericanos el pasado mes de julio, del Primer Ministro sionista Benjamín Netanyahu. Periplo realizado, con el objetivo de incrementar la presión contra la República Islámica de […]
El Gobierno argentino, presidido por el Multimillonario derechista Mauricio Macri, ha intensificado su accionar islamófobo, a partir del papel asignado a su administración, tras la visita a ciertos países latinoamericanos el pasado mes de julio, del Primer Ministro sionista Benjamín Netanyahu.
Periplo realizado, con el objetivo de incrementar la presión contra la República Islámica de Irán y contribuir al fracaso del Plan Integral de Acción Conjunta firmado entre la nación persa y el G5 + 1. Viaje que mostró, igualmente, el temor de la alianza Washington – Tel Aviv al apoyo fundamental que Teherán ha brindado a la lucha contra el terrorismo takfiri a través del Eje de la Resistencia tanto en Siria, Irak, Yemen y que se tiene como línea central de su política exterior la causa del pueblo palestino. Sostén que ha llevado a la administración Trump a definir al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica como sujeto a sanciones y una política hostil, que expresa la enorme debilidad de las posturas de Washington y sus socios de Tel Aviv y Riad.
El viaje de Netanyahu, además de las reuniones sostenidas con el Gobierno argentino incluyó la Colombia de Juan Manuel Santos y el México del cuestionado Enrique Peña Nieto. Ello, como paso previo a la participación del premier israelí en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde el dirigente sionista volvió a repetir su contumaz discurso belicista contra Irán y el clásico papel victimista que la entidad israelí ha desarrollado en el mundo desde el año 1948 a la fecha. Un Netanyahu mendigando apoyos políticos y diplomáticos y que tiene como principal sustento a su padre putativo estadounidense.
La AMIA en el Portafolio Secreto
En Buenos Aires, los palmoteos de espalda y los halagos iban y venían entre Macri y Netanyahu. El mandatario argentino recibió los parabienes del Primer Ministro israelí y su comitiva por el papel de defensa de la política colonialista del régimen sionista y su apoyo en las críticas vertidas a la República Islámica de Irán. A la par de recibir una serie de documentos históricos – 139.544 documentos y fotografías de la Segunda Guerra Mundial – enviados desde las distintas embajadas argentinas en el mundo entre los años 1939- 1945.
Macri se comprometió, igualmente, a reflotar la investigación del atentado contra la AMIA el año 1994, en el marco de lo que en la declaración conjunta entre ambos dirigentes señalaron como «la lucha contra el terrorismo». Claro está, sin que ello implique una condena a los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel contra el pueblo palestino a lo largo de 69 años de ocupación de su territorio y una política colonialista, racista y criminal.
En otro plano de cooperación un grupo de efectivos de la Dirección de Seguridad Especial de la Policía de Buenos Aires viajó a los Territorios Palestinos ocupados para ser capacitados en labores de inteligencia y «respuesta rápida» por parte del ejército ocupante sionista, que en lenguaje llano implica aprender cómo reprimir a la población desarmada, como disuadir, planificar y ejecutar ataques. Cooperación que se une a los contratos de venta de armas concertados entre ambos países.
Según el Gobierno bonaerense, las fuerzas se capacitarán en temas vinculados con despliegue rápido, metodologías convencionales y no convencionales, equipamiento especial, prevención, disuasión, planificación y ejecución del ataque, entre otros.
A pesar que el tema de la AMIA no tuvo declaraciones altisonantes, el atentado fue el tema que marcó las conversaciones entre Netanyahu y Macri, cuestión que quedó en evidencia tras las decisiones tomadas por el presidente argentino, una vez que Netanyahu abandonó el país, en materias referidas al apoyo político a Israel y la decisión de reflotar la investigación judicial sobre los hechos ocurridos el año 1994, volviendo con ello a sacar interesadamente a colación el nombre de Irán , en momentos que la entidad sionista siente amenazada sus acciones desestabilizadoras en Oriente Medio, gracias al trabajo y la lucha antiterrorista del Eje de la resistencia, que tiene precisamente a irán como su estandarte.
El año 1994, el día 18 de julio, a las 09:53 horas, el centro de Buenos Aires se estremeció con el estallido de un auto bomba cargado con 300 kilos de explosivos frente al Edificio de la denominada Asociación Mutual Israelita Argentina – AMIA el principal centro comunitario de la colectividad judía en Argentina. Un atentado en el cual murieron 85 personas y 300 resultaron heridas, solo dos años después que una explosión en la Embajada de Israel en Argentina matara a 29 personas.
Las muertes, heridos y la destrucción del inmueble mutualista, una investigación plagada de interrogantes y una nebulosa que encierra múltiples intereses políticos – que han sido imposible de desentrañar – han generado un cúmulo de hipótesis y la decisión del actual Gobierno argentino de volver a implicar a la ex presidenta Cristina Fernández, ciudadanos iraníes y a la comunidad islámica de Argentina, en una mezcla que deja en evidencia la influencia y presión de Israel y Estados Unidos.
Conducta que muestra la clara estrategia y los deseos de la alianza entre Washington e Israel de demonizar a la nación persa y el islam. Cabe recordar que Irán fue acusado por los lobbies israelíes de haber estado detrás del atentando de AMIA. El año 2013, bajo la Presidencia de Cristina Fernández, los Gobiernos de Argentina e Irán -que ha desmentido desde el inicio cualquier tipo de implicancias en los hechos- firmaron un memorándum de entendimiento para dar luces y esclarecer este caso que se extiende ya por 23 años.
No es casual que los llamados a interrogar al ciudadano Sr. Jorge Yussuf Khalil y la ex Presidenta Cristina Fernández involucren conexiones locales e internacionales destinadas, por una parte, a desviar la atención de los graves problemas políticos, sociales y económicos que sufre la administración Macri, como al mismo tiempo hundir cualquier pretensión de Cristina Fernández de presentarse como alternativa política al macrismo. Ello, junto al papel que cumple el Gobierno derechista argentino como mandadero de los deseos y aspiraciones sionistas contra Irán, Hezbolá y cualquiera que hoy significan el único oponente que le hace frente a la pretendida hegemonía imperialista y sus socios sionistas y wahabitas en Oriente Medio. Y en ese plano Macri es un simple perno en el engranaje Washington-Tel Aviv.
El Juez Federal Claudio Bonadio citó a la ex presidenta Fernández para el día 26 de octubre – 4 días después de las elecciones parlamentarias que se celebran en el país andino – a dar una declaración indagatoria, sobre la causa AMIA, prohibiéndole de paso su salida del país. Se suma al llamado a la ex mandataria, la citación al ex Canciller Héctor Timerman y otros 13 imputados bajo la acusación de encubrimiento de las investigaciones llevadas a cabo para descubrir al culpable del atentado y poner en el centro del debate el famoso memorándum de entendimiento firmado entre Irán y Argentina en agosto del año 2013 y entre cuyos puntos sobresalía la conformación de una Comisión de la Verdad, que estaría compuesta por juristas internacionales para cooperar con la investigación y desmitificar de una vez las acusaciones vertidas contra ciudadanos iraníes.
El mencionado memorándum es un «documento público aprobado por el Congreso argentino con el objetivo de encontrar un puente hacia el esclarecimiento de uno de los hechos más atroces ocurridos en nuestro país, como fue el atentado a la AMIA» según señala la Federación de Entidades Islámicas de la República Argentina – Feira – . Dicho documento nunca entró en vigencia, ni sirvió para que se levantaran las alertas rojas o creara la «Comisión de la verdad» para mejorar la situación de los mismos. Desde luego tampoco se cumplieron ninguna de las sospechas sobre las que el fallecido Juez Fiscal Alberto Nisman fundamentó su denuncia» detalló la Feira.
El caso más preocupante, por las aristas que reviste en la campaña mundial que se lleva a cabo contra el islam – dirigido por la alianza entre Washington y su socio sionista – es la acusación contra Jorge Yussuf Khalil. Ciudadano argentino que ha recibido la amplia solidaridad de la comunidad musulmana argentina y sus organizaciones, especialmente en la ciudad de Buenos Aires y su Conurbano. Yussuf Khalil ha ocupado cargos de dirigente en la comunidad islámica del país sudamericano, además de trabajar en la difusión de la cultura del islam en Radio Annur. Presidente de la Asociación árabe – Argentina islámica y sus anexos: instituto Árabe-Argentino Islámico y el cementerio islámico de la matanza, habiendo sido, asimismo Secretario General de la Mezquita At Tauhid, según comunicado público entregado por la Federación de Entidades Argentino Árabe de la Ciudad de Buenos Aires y Conurbano.
En la información entregada para conocimiento público la Fearab da a conocer que el Sr. Khalil se ha destacado en la dirigencia de la colectividad sirio-libanesa en la ciudad de Buenos Aires. Nacido de una familia musulmana ha dedicado sus esfuerzos en desmitificar y desterrar «falsas creencias, mitos y desinformaciones que sobre la comunidad islámica, algunos medios de comunicación con intereses políticos poco transparentes han tratado de instalar hace años».
En este sentido Fearab Buenos Aires y Conurbano posee la firme convicción que la citación a indagatoria que pesa sobre Jorge Yussuf Khalil significa el inicio de una manifestación de islamofobia, que mediante el uso irregular del poder judicial, y de la prefabricación de causas judiciales, se pretende iniciar una sistemática persecución hacia la dirigencia musulmana de la República Argentina. Lo dicho anteriormente, de modo alguno significa que esta entidad, no bregue por el esclarecimiento debido de la causa AMIA, al igual que muchas otras que por menos notorias no dejan de ser importantes para el tejido social argentino.
Volver a poner como centro del foco mediático a la AMIA viene como anillo al dedo en esta política de iranofobia e islamofobia que Washington y su aliado sionista han implementado en una calculada y descabellada estrategia de esconder la responsabilidad de estos regímenes en los crímenes contra el pueblo palestino, los intentos de fragmentación y destrucción de los pueblos de Siria e Irak. El sostén otorgado a la Monarquía Saudí en su agresión contra Yemen y Bahréin. La desintegración de Libia y el silencio cómplice ante el genocidio de la comunidad musulmana Rohingya en Myanmar. Que mejor que sortear las críticas internacionales frente a estos crímenes que sindicar a otros como patrocinadores del terrorismo, utilizando para ello toda la maquinaria política, diplomática y comunicacional que posee Estados Unidos y su aliados.
El atentado a la AMIA, sin duda alguna y sin pero que valga requiere ser resuelto, debe encauzar sus indagaciones hacia lo que las primeras pistas y pesquisas que se conocieron como la «conexión local» según determinación de líneas de sondeo llevadas a cabo por el Juez Juan José Galeano, que incorporó tres años después del atentado al fallecido Juez Alberto Nisman. Esa conexión local acusaba a policías y civiles argentinos de haber proporcionado apoyo logístico y operativo, en terreno, para concretar el ataque de julio del año 1994.
También, en ese entonces, una de las teorías mencionaba a miembros de la Embajada de Irán en el atentado, cuestión que jamás ha podido ser probada y que ha significado una tensión permanente entre las administraciones de los gobiernos argentinos y las autoridades de Irán, que ven en ello un volador de luces y sobre muestra de la inoperancia de las investigaciones llevadas a cabo bajo el influjo y lobby de autoridades de Israel. Sobre todo cuando la «conexión local» cayó producto de una serie de irregularidades en el proceso que incluyó el pago, por parte del juez Galeano, de us$400.000 a Carlos Telleldin – empresario y comerciante de autos que habría proporcionado la camioneta Renault Traficc empleada en el atentado – para que testificara en contra de los policías argentinos de esa conexión local.
Teorías que incluso han mencionado al Movimiento de Resistencia Islámica – Hezbolá – en una época donde se pretendía encontrar células islámica y presencia de movimientos en determinadas zonas de Latinoamérica, entre ellas la denominada Triple Fronteras, entre Brasil, Paraguay y Argentina. El año 2006, doce años después del atentado la justicia argentina determinó la nulidad de la causa AMIA y todos los involucrados fueron absueltos, quedando sólo la acusación contra ciudadanos iraníes, cuya investigación no ha sido cerrada y que ha servido de excusa permanente para presentar a la nación persa como patrocinador del terrorismo, ocultando bajo estos ataques permanentes la verdadera responsabilidad de gobiernos como el de Estados Unidos e Israel en la génesis, desarrollo y ampliación del actuar de grupos terroristas takfiri, en los últimos años o grupos como Al Qaeda que hunden su origen en la lucha de Estados Unidos contra la ex Unión Soviética en Afganistán.
La AMIA y sus ramificaciones han servido, para tener como destinatario de ataques, persecución y tergiversación a la comunidad islámica, en la Argentina y el mundo. Ha servido como escenografía de la más abyecta campaña de islamofobia que se tenga memoria en Latinoamérica. Ha sido una red de intrigas tejida por organismos de inteligencia de la propia argentina en conjunción de intereses con el Mossad israelí, Aman y el Shin Bet , quienes se han caracterizado a lo largo de su historia en sembrar caos y destrucción allí donde operan, aún si ello implica sacrificar a quienes dicen proteger.
Un atentado de falsa bandera, como nos tiene acostumbrado la alianza entre el imperialismo y el sionismo y donde el enfrentamiento de los sectores de la ultraderecha israelí, en ese año 1994, signó el marco de acción de esta pugna en una institución mutualista situada a miles de kilómetros del campo de enfrentamiento sionista. Un año después, el 4 de noviembre esa pugna tendría otro signo trágico con el asesinato, a manos de un estudiante ultraderechista israelí, del ex primer Ministro israelí Isaac Rabin.
La AMIA fue uno de los objetivos de batalla entre un Likud deseoso de torpedear los acuerdos de paz que se estaban firmando entre Israel y la Autoridad nacional palestina tras los Acuerdos de Oslo y un laborismo interesado en resolver el tema de los territorios ocupados de la Franja de gaza y la ribera occidental, a sabiendas que Oslo le permitiría, finalmente, seguir manteniendo la hegemonía sionista en la zona. AMIA fue una cortina de humo destinada a ocultar las actividades de los servicios de inteligencia israelíes en cualquier parte del mundo, con el fin de conseguir sus aspiraciones hegemónicas en el levante mediterráneo. Y para ello, culpar a Irán, a Hezbolá, al Islam, sirve en esta tarea miserable.
Hoy, en el último trimestre del año 2017 la alianza entre el imperialismo y su hijo putativo: el sionismo, está más activo que nunca en su objetivo de desestabilizar a los países de Oriente Medio. Seguir en este proceso de cerco contra la revolución iraní. Utilizar a los movimientos terroristas takfirí en esta estrategia desestabilizadora donde la islamofobia e presenta como uno de los ejes principales. Y, para ello, nada mejor que reflotar atentados definidos hace un cuarto de siglo como de falsa bandera, encarcelar a dirigentes de la comunidad musulmana en Argentina y así mostrar como enemigo al Islam. Toda la solidaridad con Jorge Yussuf Khalil que en esta campaña de desprestigio representa la cara visible de la dignidad a diferencia de un Mauricio Macri convertido en instrumento y títere del sionismo