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Marcar el negocio de la exclusión

Fuentes: Eskalera Karakola

Han despedido a una compañera, educadora social, de una de las grandes super ONG’s. Un despido más: no es una gran novedad. Cada navidad, decenas de educadores son despedidos de esta ONG y de otras, con la excusa de la renovación de los convenios que las ONG’s y otras fundaciones y empresas del Tercer sector […]

Han despedido a una compañera, educadora social, de una de las grandes super ONG’s. Un despido más: no es una gran novedad. Cada navidad, decenas de educadores son despedidos de esta ONG y de otras, con la excusa de la renovación de los convenios que las ONG’s y otras fundaciones y empresas del Tercer sector tienen con la administración el despido se camufla de una mera «no renovación de contrato». Y la cosa, evidentemente, no se queda en este ámbito: cada día, miles y miles de personas que trabajan en precario, eventual y desregulado en todos los sectores reciben ese «adiós, no vuelva usted mañana».

Pero esta vez queremos que sea distinto, que la cosa no se quede ahí: desde Precarias a la deriva, llevamos casi dos años tejiendo alianzas y poniendo nombre a nuestras precariedades precisamente para que estas cosas no nos dejen cruzadas de brazos, para que cada cual no tenga que digerir a solas su impotencia. Queremos marcar esa ONG como espacio precarizado y precarizador: de los trabajadores y trabajadoras que contrata, de los «usuarios» y «usuarias» a quienes atiende, de los servicios sociales que gestiona por convenio con las administraciones públicas… Queremos ensuciar un poco esa imagen inmaculada e higienizada que tanto se preocupa de cuidar y sacar a debate público el negocio de la exclusión, en el que esta ONG participa como tantas otras: un negocio donde más que de garantizar el acceso a derechos básicos, más que de dar respuestas materiales, afectivas y de formación a quien lo necesita y solicita, se trata de contener a aquellos que los medios de comunicación y los políticos designan como sujetos de riesgo o en riesgo, y siempre de acuerdo a criterios estrictamente empresariales.

Para ello, os convocamos el próximo viernes 28, a las 13:30h frente a los Cines Renoir-Cuatro Caminos (metro: Cuatro Caminos)

Habrá también una asamblea preparatoria el día anterior, a la que estáis invitados: será el jueves 27, a las 20h, en la Eskalera Karakola, c/ Embajadores 40, metro: Lavapiés, Tirso de Molina o Embajadores.

…desde Precarias a la deriva http://www.sindominio.net/karakola/precarias.htm

Algunas notas sobre el negocio de la exclusión
«Fassbinder decía a menudo que la marginalidad no existe; sostenía que cuanto más apartada de la norma social vive una persona más se rige por las imágenes
dominantes de las relaciones humanas»
François Ozon.

En los últimos años cada vez hay más voces críticas que señalamos las «perversidades» de un sistema económico y social que fomenta y agudiza las situaciones de exclusión y precariedad vital.

Uno de los ejemplos más claros de perversión ha sido la «mercantilización» del sistema social, esto es, aquel que se encargaba de dar respuestas materiales, afectivas y de formación a quienes lo solicitaban.

La continua transformación de las sociedades actuales ha dinamitado los referentes de pobreza como desposesión y ahora nos encontramos en un terreno mucho más peligroso que asocia marginalidad a peligrosidad social, donde las conductas clasifican a las personas y donde los mercados capitalistas han replicado escenarios urbanos que se repiten pese a encontrarse en cualquier punto del planeta…

El Estado ya no es el garante de las políticas sociales, no centraliza las necesidades ni dirige las respuestas, se ha desprendido de esta responsabilidad. Son entidades privadas las que, con dinero público renovable cada año, gestionan programas, proyectos, contrataciones sin ningún tipo de control estatal, sin ninguna coordinación, sin ningún
propósito pedagógico, sin ninguna metodología de intervención, sin ninguna evaluación de necesidades… y claro, aquí empiezan los problemas…

Las necesidades de las personas y la mejora de su calidad de vida han pasado a un segundo plano. Decenas de recursos asistenciales coexisten en la comunidad preocupados por cumplir los objetivos numéricos que se marcaron, por aumentar la concesión económica, por conseguir otras, por conseguir un nivel de ocupación suficiente… Tanto quienes acceden a estos recursos ahora denominados usuari@scomo quienes somos contratad@s trabajadores sociales, educadores, mediadores, integradores, monitores… nos vemos inmers@s en un circuito de precariedad a costa del nuevo «filón» que ha propiciado la «marginalidad».

Nos gustaría que estas cuestiones las tratásemos y las pusiéramos sobre «la acera»; a modo de esquema se nos ocurren puntos sobre los que «caminar» juntas:

Problemas que sacar a flote:

Descoordinación total entre los recursos.
Independencia de cada uno de ellos y dependencia económica de todos.

La necesidad del voluntariado como mano de obra gratuita revestida de un nuevo concepto «cívico y de solidaridad» .

Las situaciones de explotación laboral, que es tan diversa como recursos nos encontramos. Ninguna conciencia de colectividad entre l@s trabajadores.

Feminización de los trabajos de intervención directa mientras que los puestos de creación de proyectos, coordinación y dirección de programas siguen estando en manos masculinas

Los «circuitos sociales» sólo son accesibles a perfiles determinados en departamentos estancos : drogas, SIDA, delincuencia juvenil…

¿Qué ocurre con l@s «sin papeles»?

Trabajadores convertidos en controladores en el cumplimiento de normas que imperan en cada recurso, como sancionadores de conductas contrarias a la filosofía de cada programa, sin ninguna legitimidad/libertad para otras intervenciones pedagógicas.

Proliferación de recursos para colectivos «moda», esto es, aquellos que consiguen un seguimiento institucional en un momento determinado, sin ninguna planificación de futuro…

Ausencia de respuestas estatales de vivienda y empleo que consigan la autonomía definitiva de las personas.

Preponderancia del modelo asistencialista frente a otros modelos pedagógicos emancipadores y de responsabilidad.

Infantilización y victimización de colectivos.