He recibido un hermoso trabajo de la periodista Arleen Rodríguez [ver más abajo], analizando la medida de sectores de Miami de colocar el nombre de José Martí a una colección de vestuario: Martí dijo una vez, creo que en el Cisma de los católicos de New York «Que los cambios súbitos revelan las entrañas de […]
He recibido un hermoso trabajo de la periodista Arleen Rodríguez [ver más abajo], analizando la medida de sectores de Miami de colocar el nombre de José Martí a una colección de vestuario:
Martí dijo una vez, creo que en el Cisma de los católicos de New York «Que los cambios súbitos revelan las entrañas de las cosas». La TV Martí tan absurda e incoherente podría todavía parecer respetuosa a algún incauto.
«Bueno – podrían decir – Martí fue periodista». Teóricamente la emisora se podría dedicar sólo a promover la obra de José Martí.. Algo así como un «canal educativo martiano» Digamos que el Centro de Estudios Martianos y Cintio (Vitier) tuviesen la responsabilidad de un programa televisivo. Llenarían el espacio electromagnético de las más bellas imágenes que puedan recordar las estrellas durante su expansión. Es obvio que sólo en Cuba podría desarrollarse ese Proyecto. Hoy por hoy que quien lleva ese nombre son los traidores y los asesinos de las ideas martianas.
Pero qué bien! Dios ciega al que quiere perder ya no hay nada oculto. Con esta nueva iniciativa se desmantelan de tal manera que no les queda ni el corpiño. No merecería esta nueva iniciativa ni de un plumazo. Pero la humanidad padece de amnesia, vulgaridad y susto… y todos debemos todos ser tolerantes con nosotros mismos so pena que en un par de lustros nos empiece de verdad a crecer la nariz y las orejas y seamos seis mil millones de burritos mentirosos. Entonces paciencia:
Sí. He vuelto a mirar con ojos dolorosos las pocas imágenes fotográficas de aquel hombre menudo. Su único trajecito negro. Curioso, poco había reparado en la imagen física de Martí. Poco antes de morir le escribió a una de las personitas que más amaba
«Y es como la elegancia mi María, que está en el buen gusto y no en el costo. La elegancia del vestido-la grande y verdadera, está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia y poderío a la mujer, que las modas más caras de las tiendas. Mucha tienda poca alma. Quien tiene mucho afuera tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa y la belleza echa luz»
Sería cuestión de mercado y publicidad cómo el nombre de una persona que despreciaba tanto la carrera de la moda se convierta en un Pierre Cardin o Cristian Dior… Claro, todo es posible en este mundo que acusa de violación de los derechos humanos a un país pobre y asediado que hace vivir a cuanto niño decide nacer y le prorroga la vida a cuanto anciano tendría que morir…y no condena a los pervertidos que horrorizan al mundo con la sodomía de sus cárceles… tal vez andemos en Alicia y el país de las maravillas y vivamos el mundo «al revés» Y tendremos que ver la imagen de Martí en los calzoncillos de un militar norteamericano nacido en la Florida mientras humilla sexualmente a unos hombres encapuchados .. Todo en nombre de la Libertad.
Creo que hasta ahí no habrá de llegar la tolerancia ética del mundo y si es esto lo que nos depara el futuro, mejor que colapse la Tierra en suicidio redentor.
También Cristo fue ultrajado y le colocaron la corona de espinas…para a mi pueblo, para todos los hombres de bien, que el nombre de José Martí sea colocado en unos vaqueros es más todavía, más que la corona de espinas de Jesús. Todavía no sé si las leyes internacionales nos puedan ayudar para impedir tal afrenta, pero si no, de seguro se abrirá el cielo en dos, y ya dejaremos de ser la especie que un día daba la vida por amor.
Ofenden pero no sorprenden
Por Arleen Rodríguez Derivet
Cubadebate
La noticia de que una empresa de marcas estadounidense está a punto de lanzar al mercado una colección de ropa y calzado masculino bajo el nombre de José Martí, ofende pero no sorprende a los cubanos.
No es sorpresa, por ejemplo, que el anuncio salga de Miami, cuna y bastión de la ultraderecha de origen cubano, que hace un par de décadas negoció el nombre del padre del antimperialismo en la Isla, para que el gobierno norteamericano lo usara en proyectos subversivos de radio y TV contra la Revolución cubana.
La emisora es conocida popularmente como «Radio Mentí» y la televisión jamás ha sido vista en Cuba, pero el agravio sobrevive gracias a la obsesión anticubana de sucesivas administraciones y a expensas del contribuyente norteamericano, en su mayoría ajeno a un fraude que sigue engordando bolsillos de auténticos bandoleros, a pesar de los escándalos que han obligado a mover su staff más de una vez.
Los promotores de la tal marca tienen el derecho a creer que el nombre del prócer cubano es el negocio más lucrativo, si a pesar de todo, a la gran estafa de radio y TV, le acaban de otorgar unos cuantos millones más en el paquetazo anunciado por Bush el seis de mayo pasado.
Y ya que le cito. Como si no sobraran los malos ejemplos, el «señor presidente» dio el peor aquel fatal día en que se le ocurrió emplear la única frase que parece saberse de Martí: «con todos y para el bien de todos», nada más y nada menos que para presentar un programa que va contra todos y contra el bien de todos. Posiblemente incluso contra él y su afán de ser reelecto.
Pero volviendo al disparate de la marca, es algo que le va muy bien a la tradición de un país donde nada vale si no vale dinero. Y no hay mejor (o peor) muestra que el uso de su propia bandera.
Muchos estadounidenses ya ni se quejan de saber que es la más quemada y pisoteada de la tierra.
Entienden que sus «honorables hombres de la guerra» la han llevado a demasiadas invasiones injustas y hay justas rabias que se alivian con eso. Poco se habla, sin embargo, de lo mucho que la irrespetan además, los «sagrados hombres del mercado», capaces de venderla estampada a todo trapo y color, lo mismo en un pañuelo de cabeza que en ropas interiores, sin tomar en cuenta la postmoderna abundancia de los esfínteres ligeros.
Incultura Esencial
El poeta y ensayista Cintio Vitier, considerado junto a su esposa Fina García Marruz entre los más devotos y consistentes estudiosos de la obra martiana, cree que los promotores del invento de una marca comercial con un nombre tan sagrado para Cuba «no tienen ni la menor idea de quién es en realidad José Martí. Quizás ni se imaginan cuánto pueden ofendernos. Es un disparate descomunal que no tiene ni categoría para refutarlo, acaso solo para denunciarlo como una actitud de incultura esencial. Habría que ver si han hecho algo así con los padres fundadores de la nación americana… ¿Bush padre no le puso el nombre de Washington a su hijo, el presidente actual?…»
Para Armando Hart, director del Programa Martiano, esta es una prueba de la fuerza de Martí, capaz de «llegar incluso a los mezquinos y los pedestres». Pero Hart se pregunta si los de la idea sabrán todo lo que Martí escribió y con qué profundidad sobre la sociedad norteamericana. «Rétalos – me pide – a poner a Martí no en lo ligero sino en lo profundo y a interpretar por ejemplo, el valor que ahora mismo, en este minuto, cobra para nosotros como para ellos, aquella frase suya sobre el papel de las Antillas para contener el afán imperial de la Roma americana, pero también para garantizar el propio honor de la república del Norte…» Y cita:
«En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el poder, -mero fortín de la Roma americana; – y si libres- y dignas de serlo por el orden de la libertad equitativa y trabajadora – serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aun amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio – por desdicha, feudal ya y repartido en secciones hostiles – hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo. No a mano ligera, sino como con conciencia de siglos, se ha de componer la vida nueva de las Antillas redimidas. Con augusto temor se ha de entrar en esa grande responsabilidad humana. Se llegará muy alto, por la nobleza del fin; o se caerá muy bajo, por no haber sabido comprenderlo.»
¿Llegarán a leer y comprender a Martí lo que hoy se aprestan a vender bajo su nombre vanidades que despreció más que nadie el hombre de la inteligencia y la sensibilidad total, el de la levita raída que nos enseñó a ver en «mucha tienda, poca alma», el que en un canto bello y triste, dijo a la muerte de Emerson: «templo semeja el universo. Profanación el comercio de la ciudad»…?
Seguramente no veremos tal milagro. Pero de algo muy grave nos avisa la peregrina idea de vender convertido en marca a nuestro Héroe más sagrado. Como cuando un marine borracho se subió a su estatua del Parque Central: siempre intentarán quitarnos esa fuerza moral.
Lo importante es que siempre se encuentren en el camino a cubanos que los bajen y los enseñen a mirar a nuestros héroes con el mismo respeto con que nosotros miramos a Lincoln y a todos los símbolos nobles del pueblo norteamericano. Incluyendo su bandera.