Recomiendo:
0

Sales y soles

Más vale pájaro volando…

Fuentes: Gara

Los milagros existen, aunque cueste creerlo, aunque no queramos verlos. Muy cerca de mi casa, desde hace unos tres o cuatro años, asisto perplejo, y encantado, a unas sobrenaturales apariciones. Con la llegada del otoño, con el frío, mi ciudad, Bilbao, metrópoli escaparate, pura fachada, recupera por unos instantes el sentido, se rinde a la […]

Los milagros existen, aunque cueste creerlo, aunque no queramos verlos. Muy cerca de mi casa, desde hace unos tres o cuatro años, asisto perplejo, y encantado, a unas sobrenaturales apariciones. Con la llegada del otoño, con el frío, mi ciudad, Bilbao, metrópoli escaparate, pura fachada, recupera por unos instantes el sentido, se rinde a la vida.

Diez de la mañana, ni un alma, la calle descansa. Asomado al puente de San Antón, contemplo el prodigio. Un cormorán remonta la ría, planea a ras del agua, majestuoso, mágico, inesperado, desfasado. Diez segundos después, pasa otro. Así, hasta cinco. Todos iguales. Mismo rumbo, ritmo y ruta. Un milagro. La ciudad vuela y yo siento que un día también fui pájaro.

A tiros. Las Juntas Generales de Bizkaia han aprobado el sacrificio «selectivo» de 120 ejemplares de cormorán grande. Desde hoy y hasta la primera quincena de enero, justo antes de que comience su migración, un guarda foral, «con escopetas o carabinas de pequeño calibre», se encargará de cazarlos. El cormorán (Phalacrocórax Carbo), una especie protegida en Bizkaia hasta 2004, pasa a tener en el punto de mira, sentenciada, al 22% de su población invernal.

Por el pico muere el cormorán. Según las autoridades, estas aves han colonizado los cauces altos de nuestros ríos y su apetito amenaza allí los programas públicos de repoblación de la trucha común y el salmón, dos de sus platos preferidos. Por su parte, la asociación naturalista Izate y la Sociedad Española de Ornitología consideran sin «argumentos de base científica» e «ilegal» la caza de cormoranes y han anunciado que recurrirán a los tribunales para impedirla.

«Cuando fue a cruzar la calle, el semáforo se puso en verde y tuvo que esperar a que pasaran los antílopes, los elefantes, los leones, las serpientes», cuenta el escritor Ángel Pérez Pascual. Los milagros existen. A veces, basta con imaginarlos, intentarlos. La ciudad verde, por ejemplo. Una ciudad con pájaros en la cabeza. Y el cazador, cazado, retirado. Una animalada. Otro milagro.