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Mercenarismo periodístico en Miami

Fuentes: AIN

Tan vital como el aire que respiramos es la honestidad para quienes nos dedicamos al periodismo; la objetividad constituye actitud que dice mucho de los que escogieron contar la vida, día a día, como si no hubiera distinciones entre las 24 horas actuales, las anteriores o las que están por venir. Recientemente la infamia cubrió […]

Tan vital como el aire que respiramos es la honestidad para quienes nos dedicamos al periodismo; la objetividad constituye actitud que dice mucho de los que escogieron contar la vida, día a día, como si no hubiera distinciones entre las 24 horas actuales, las anteriores o las que están por venir. Recientemente la infamia cubrió el orgullo de aquellos que vemos en el periodismo mucho más que una forma de vida, el escándalo que involucra a profesionales de origen cubano al servicio hoy de la prensa norteamericana, quienes recibieron sobornos para perjudicar a los Cinco antiterroristas cubanos mediante una campaña difamatoria, previa al juicio donde fueron sentenciados a injustas condenas.

La opinión pública se ha enterado de cómo el gobierno de los Estados Unidos se valió del Buró de Gobernadores de Transmisiones (BBG) para financiar en secreto a periodistas de influyentes medios de prensa de Miami. Ellos crearon un ambiente hostil hacia las personas de Gerardo Hernández, René González, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino, quienes además fueron juzgados en la misma ciudad donde radican los grupos anticubanos que combatían. Consecuencias: un juicio bien distante de la imparcialidad, cargado de arbitrariedades y violaciones a la propia legislación de los Estados Unidos.

Resulta que muchos de los que defienden la libertad de expresión en la norteña nación, no son más que mercenarios de los peores intereses de grupos anticubanos de la Florida, cuyo brazo es tan largo que llega a los salones mismos del Capitolio, en Washington. El periódico «Liberation» hizo público el contrato que vincula a profesionales de la prensa de varios medios de Miami (entre ellos Radio y TV Martí) y demostró la existencia de la doble moral de estas instituciones y su personal.

Tales son los casos de Pablo Alfonso y Ariel Remos, reportero y comentarista de los diarios El Nuevo Herald y Las Américas, respectivamente, en la época del proceso contra Los Cinco. Alfonso recibió de la BBG casi 59 mil dólares por su labor, de noviembre de 1999 a diciembre de 2001, período de mayor tensión en el proceso de acusación de los antiterroristas cubanos. Hasta agosto de 2007, fecha en que parece se prescindió de sus servicios, se embolsilló más de un cuarto de millón de dólares. Remos cobró 10 mil 400 dólares de noviembre de 1999 a febrero de 2001, y en total hasta casi terminado el 2006 le pagaron 24 mil 350 dólares. A la lista se suman otros nombres del gremio periodístico del sur de la Florida, como el de Wilfredo Cancio y Olga Connor. También recibieron pagos de la BBG Helen Aguirre, Miguel Cossío y el terrorista Carlos Alberto Montaner.

En esencia, el trabajo de esos informadores consistió en crear una atmósfera adversa, a la que se sumó la hostilidad habitual de Miami hacia todo lo que huela a Revolución Cubana, para parcializar la decisión del jurado durante el proceso a Los Cinco. Por suerte, son muchos los que desde el quehacer diario del periodismo defendemos la verdad del caso de Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando, y René, con la esperanza de que la justicia y la razón prevalezcan sobre el odio y la mentira. Y esa lista sería, por fortuna, interminable.