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Miguel Hernández, las instituciones y el pseudorealismo político de IU

Fuentes: Rebelión

En el que probablemente fue su última escrito, una carta de agosto de 1985 dirigido al entonces preso político Félix Novales, Manuel Sacristán trazaba el siguiente apunte sobre el realismo político: Si tú eres un extraño producto de los 70, otros lo somos de los 40 y te puedo asegurar que no fuimos mucho más […]

En el que probablemente fue su última escrito, una carta de agosto de 1985 dirigido al entonces preso político Félix Novales, Manuel Sacristán trazaba el siguiente apunte sobre el realismo político:

Si tú eres un extraño producto de los 70, otros lo somos de los 40 y te puedo asegurar que no fuimos mucho más realistas. Pero sin que con eso quiera justificar la falta de sentido de la realidad, creo que de las dos cosas tristes con las que empiezas tu carta -la falta de realismo de los unos y el enlodado de los otros- es más triste la segunda que la primera.

Tenía, además, menos arreglo: se puede conseguir comprensión de la realidad sin necesidad de demasiados esfuerzos ni cambiar de pensamiento

[…] pero me parece difícil que el que aprende a disfrutar revolcándose en el lodo tenga un renacer posible. Una cosa es la realidad y otra la mierda, que es sólo una parte de la realidad, compuesta, precisamente, por los que aceptan la realidad moralmente, no sólo intelectualmente (Por cierto, que, a propósito de eso, no me parece afortunada tu frase «reconciliarse con la realidad»: yo creo que basta con reconocerla: no hay por qué reconciliarse con tres millones de parados aquí y ocho millones de hambrientos en en Sahel, por ejemplo. Pero yo sé que no piensas que haya que reconciliarse con eso).

Sobre ese tipo de «realismo político», se había manifestado también en 1980 («Realismo progresista», mientras tanto, n. 5, pp. 4-5), cinco años antes:

El realismo de los que fueron progres es la aceptación de la realidad ahora dada… El realismo de estas actitudes, que puede y suele encubrirse con ironías y desplantes populistas, es un indicio más del imperio creciente del pensamiento conservador. Es el mismo realismo de la política realista, de buen sentido y correcta administración, que ha llevado ya a cada ser humano a disponer del equivalente de tres mil quilos de explosivo convencional para que lo vuelen.

En aras, desde luego, de un sentido nada etéreo -y muy insano- de la realidad.

En este plan de las cosas mayores, un ex-progre barcelonés presenta uno de los ejemplos mas bonitos -como diría un anátomo-patólogo- de completa inserción en el razonamiento de la insania realista. Preguntado sobre la cuestión de las centrales nucleares,…contesta que son inevitables y, moviéndose como pez en el agua en la realidad que él, hombre competente, «ha estudiado» (y, además, «en Francia») ofrece una buena solución realista para catalanes: «yo he estudiado el tema en Francia y he visitado centrales. Y, para los catalanes, creo que, ya que las centrales son inevitables, lo mejor sería colocarlas en Soria, o al otro lado de los Pirineos…

No dio Sacristán ninguna pista complementaria sobre ese «ex progre barcelonés» (al que la arquitectura no le era muy distante), unas declaraciones, las comentadas, que están por cierto muy en sintonía también con nudos de nuestra hora actual, con el «gran tema» de nuestros días.

No hay en ningún caso en el ex miembro del comité ejecutivo del PSUC, una vindicación del pensamiento alocado, izquierdista de palabra, feliz e irresponsable en su desvarío. En una entrevista de 1983, inédita hasta 1996, señalaba el autor de «Panfletos y Materiales» al corresponsal de Argumentos:

Probablemente una de las cosas que haya que conservar de Lenin sea el realismo: la revolución la hacen los seres humanos que hay, como son. El que quiera armonía celestial, que se vaya al cielo. (Eso se puede decir también académicamente. Fíjese: «Como ya enseñara el célebre filósofo prusiano Immanuel Kant ‑1724‑1804‑, la política no tiene por objeto hacer a los hombres santos, sino conseguir que su vida en sociedad sea justa».)

Hasta aquí el preámbulo «sacristaniano» (palabro que desde luego hubiera aborrecido) sobre el realismo político. Ahora el tema y la indignación.

Rafael Escudero [RE] ha publicado un artículo, magnífico en mi opinión, en La Marea [1], «IU en el Consejo General del Poder Judicial: ¿Asaltar el palacio de invierno?», en el que manifiesta su justificada crítica a la posición de IU en la renovación y nombramiento de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), máximo órgano de gobierno de la judicatura.

No sorprende que en este caso concreto el PSOE haya entrado en el pacto y reparto de vocales, señala RE, «aun cuando tiene recurridos ante el Tribunal Constitucional varios aspectos de la reforma del CGPJ aprobada este mismo año bajo el dictado del ministro Ruiz Gallardón». No es incoherente, en absoluto. «El PSOE es un partido de Estado que sabe que el mantenimiento del régimen nacido de la Transición necesita de su participación activa en los consensos con el PP.»

Asimismo, prosigue, «no es extraño que hayan entrado en el pacto partidos como CiU y PNV, dado que estos se presentan como fuerzas de Estado y de consenso siempre que les conviene a sus intereses. Desde 1978 han sido varias las ocasiones en que tanto unos como otros se han ofrecido a garantizar la gobernabilidad de las instituciones estatales». A cambio, apunta con toda razón por si lo hubiéramos olvidado dado el ruido nacionalista existente en Cataluña, «de notables beneficios en sus particulares y partidistas negociaciones con el Estado».

¿Dónde está entonces lo sorprendente? En que, en este caso concreto, sea Izquierda Unida quien haya entrado en el pacto, «obteniendo así un puesto en el reparto de vocales del CGPJ». Resulta difícil entender, señala con toda razón, las razones que llevan a IU «a participar en un juego que normalmente -y con buenas razones- suele criticar».

La explicación de la dirección de IU: su presencia en el pacto implica el avance del pluralismo parlamentario frente al bipartidismo (¡para morirse del atracón risa!) y, por otro, porque servirá para un mejor funcionamiento del Consejo (esta vez, ¿de risa o de llanto?).

RE señala tocando toda la realidad del caso y de la Historia más reciente: el escasísimo peso que tendrá IU en el nuevo CGPJ -1 entre 20- «genera serias dudas sobre la posibilidad real de mejorar el funcionamiento de un órgano que históricamente se ha dedicado a servir de altavoz y correa de transmisión de los intereses del PP». Seguirá siendo así sin duda alguna, comenta RE. «De asegurarlo se ha encargado la última reforma legal dirigida por Ruiz Gallardón, según la cual tan solo seis de los vocales del CGPJ ejercerán el cargo con dedicación exclusiva». IU se opuso no solo a esta reforma, «sino en general a que los partidos mayoritarios se repartan instituciones como el CGPJ.» ¿Entonces? ¿Se esperan ayudas, dinero, prebendas, informaciones extraordinarias? ¿Qué entonces?

¿Es realista pensar que en este marco la vocal propuesta por IU podrá variar un ápice el funcionamiento del Consejo? No. Aunque sea una voz crítica, señala RE, «tan solo servirá para legitimar las decisiones alcanzadas por este órgano y, sobre todo, el sistema de elección de sus vocales en el que IU gustosamente ha participado». Es evidente, del primer curso de un curso introductorio. Como buen conocedor del leninismo, del más elemental incluso, RS señala: «Una cosa es la presencia crítica en las instituciones -incluso entrar en ellas para derribarlas desde dentro- y otra bien distinta contribuir a su consolidación, que es lo que hace IU al aceptar su presencia en el CGPJ gracias a un sistema de reparto de cargos propio de la cultura de la Transición». El concepto de Guillem Martínez se va imponiendo poco a poco.

La reflexión final no merece sino el más sincero elogio. La decisión de IU, señala RE, «le aleja de la (buena) estrategia política de confrontación radical con el régimen que parecía haberse asumido por sus militantes y dirigentes». Una estrategia que, como es sabido, «en los últimos tiempos, le ha llevado a conectar con los movimientos sociales y ciudadanos que demandan la apertura de un proceso constituyente como única vía de salida a la crisis de sistema en que vivimos, y que ven razonablemente a esta fuerza política como un aliado imprescindible en su camino». Esta decisión, concluye con toda razón, «le resta credibilidad en la calle y da aire al bipartidismo, a los pactos de Estado, a los consensos y a los guardianes del marco constitucional diseñado en 1978». Casi un teorema con demostración inapelable.

Y por si faltara algo, hay algo más, lo peor entre lo pésimo.

Entre los futuros vocales del CGPJ, comenta RE, se encuentra Clara Martínez de Careaga, una magistrada de la órbita del PSOE y de Jueces para la Democracia.

Doña Clara Martínez, asunto que el que suscribe ignoraba, fue la ponente y autora de un auto muy importante de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. ¿De que auto? El auto por el que «se rechazó el recurso presentado por la familia de Miguel Hernández para lograr la revisión de la sentencia del infame consejo de guerra que condenó a muerte al poeta comunista».

IU votará a favor -los acuerdos mandan- de la promoción de esa magistrada. ¿Hemos leído bien? Sí, hemos leído bien.

De nuevo lo más rancio de la rancia política institucional de IU en el puesto de mando, de nuevo el falso realismo político cubierto con sofisticados argumentos que nadie cree sobre renovaciones, pluripartidismos e incidencias en cambios o rupturas institucionales. Lo de tantas veces, nada (sustantivo) de nada (sustantivo). ¡Nos tratan como chiquillos desinformados y acríticos!

Lo esencial: la admirable militancia de IU no se merece unos acuerdos innobles de estas características. Antiguo maoísmo obliga: ¡lancemos «piedras» críticas y pacíficas contra el cuartel general!

Por cierto, ¿no debería IU denunciar, criticar, pedir la reprobación, con la voz más alta que le sea posible, de ese energúmeno parafascista del PP que se ha reído y ha insultado a las víctimas del franquismo pensando y afirmando que actuaban como él ha actuado probablemente a lo largo de toda su vida de servil y cínico servidor del capital? ¿Debe habitar la abyección de nuevo en las casas de los familiares de las víctimas del fascismo español? ¿Nos imaginamos qué hubiera pasado si alguien hubiera hecho un comentario similar hablando de otras víctimas? ¿Vamos a permitirlo? La guerra político-cultural, rectificando a Semprún y Resnais, no ha terminado.

PS. Me llegan noticias, que no he podido confirmar, sobre la abstención de IU en la votación o votaciones de los nuevos vocales del Consejo. De este modo, Clara Martínez -y otros vocales- no recibirán el apoyo explícito de IU. Pido disculpas por mi error y entiendo que la segunda de mis críticas se disuelve… parcialmente.

Se me señala también que IU ha pedido o está a punto de pedir la reprobación del diputado parafascista del PP. Nuevo error, nuevas disculpas. Entiendo en todo caso, espero no estar cegado, que algunos nudos de mi crítica siguen en pie.

Nota:

[1] http://www.lamarea.com/2013/11/25/iu-cgpj/

Salvador López Arnal es nieto del cenetista asesinado en mayo de 1939, en el Camp de la Bota de Barcelona, José Arnal Cerezuelo, un luchador antifascista que, como otras decenas de miles, sigue siendo considerado un delincuente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.