Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Una red de túneles debajo de la Mezquita de Aqsa, apodada por los medios de comunicación israelíes como «lugares turísticos», ha causado ya grietas evidentes en la superestructura de la explanada de Haram Al-Sharif que aloja muchos lugares históricos, incluida la Cúpula de la Roca.
«No tengo la menor duda de que el gobierno israelí tiene la voluntad y desea destruir la Mezquita de Aqsa. Sólo quieren hacerlo de modo que parezca que la demolición es resultado de causas naturales», afirmó en jeque Mohamed Hussein, jefe del Consejo Supremo Musulmán que supervisa el santuario de Jerusalén, considerado el tercero de los santos lugares del Islám. «Cuanto están haciendo aquí demuestra que están empeñados en destruir este santuario islámico. Es el momento de que los pueblos musulmanes, los gobiernos musulmanes y las organizaciones musulmanas de todo el mundo actúen para detener esta blasfemia. Puede que mañana sea demasiado tarde».
Altos cargos palestinos y musulmanes, incluyendo la Organización de la Conferencia Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), han advertido repetidas veces acerca de las excavaciones israelíes cerca y debajo de la mezquita, pero en vano.
La semana pasada Jordania, custodio legal del santuario de Jerusalén, pidió a Israel que dejara de sabotear los cimientos de la Mezquita de Aqsa y le advirtió de que «esta sensible cuestión podría prender fuego a toda la zona».
Israel ignoró las advertencias jordanas y optó por apaciguar a los grupos religiosos judíos que defienden la demolición de los santos lugares islámicos y cristianos en Jerusalén. Israel también se niega a que expertos musulmanes de la OIC y de la UNESCO inspeccionen las excavaciones que se están haciendo debajo de la mezquita alegando que ese paso podría poner en duda la «soberanía israelí» sobre la ocupada ciudad árabe.
La comunidad internacional, incluido el más cercano aliado de Israel, Estados Unidos, no reconoce la anexión por parte de Israel de Jerusalén este tras la ocupación de la ciudad en 1967. Esto no ha impedido a los sucesivos gobiernos israelíes construir enormes asentamientos judíos dentro y en torno a la ocupada ciudad árabe, lo que ha reducido Jerusalén este a prácticamente un ghetto y la ha separado del resto de Cisjordania. El aislamiento de Jerusalén este se ha completado con la construcción del gigantesco «muro de separación».
A los musulmanes y cristianos de Cisjordania se les impide de forma rutinaria acceder a sus santos lugares Jerusalén este, excepto a aquellos que están en posesión de permisos especiales emitidos por los servicios internos de inteligencia israelíes, el Shin Beth.
Además de abrir túneles debajo de [la explanada de ] Haram Al-Sharif, el gobierno israelí también ha permitido a una secta judía fanática, el movimiento Chabad, construir una sinagoga cerca de la sección occidental del complejo islámico. Chabad llama abiertamente tanto a la expulsión o exterminio de los palestinos como a la destrucción de los santos lugares islámicos y cristianos en Palestina.
Altos cargos musulmanes Waqf han descrito la sinagoga como «una continua fuente de tensión, de provocación y de hostigamientos», así como «un punto de apoyo» que señala las malas intenciones de Israel en relación a los santos lugares musulmanes.
«La decisión de construir una sinagoga en este lugar particular demuestra que a Israel le interesa alimentar el fuego de la tensión religiosa», afirmó Adnan Al-Husseini, un alto cargo musulmán de Jerusalén este. «Es evidente que a Israel no le interesa ni la paz ni la coexistencia».
Israel no sólo está enfureciendo y desafiando a los 1.400 millones de musulmanes que se calcula que hay en el mundo, sino que también está silenciando los intentos por parte de la comunidad árabe de Jerusalén de hacer público los que está ocurriendo en los santuarios islámicos de Jerusalén este.
El pasado 24 de agosto la policía paramilitar israelí asaltó y cerró las oficinas de la Fundación al-Aqsa en la ciudad de Um Al-Fahm, en Israel propiamente dicho. Se confiscaron documentos, incluyendo mapas y otros registros referentes a la Mezquita de Aqsa, especialmente a las excavaciones israelíes debajo del santuario islámico.
El gobierno israelí sostiene que la Fundación al-Aqsa tiene relaciones con Hamas.
«Nos atacan debido a nuestra fe», afirmó el jeque Raed Salah, dirigente del movimiento islámico en Israel. Añadió que la Fundación operaba legalmente y que había sido autorizada por las autoridades israelíes. Negó las afirmaciones israelíes de que la Fundación estaba «coordinada con comandantes de Hamas Jerusalén este» y añadió que la acusaciones eran infundadas.
El Shin Beth acosa constantemente a Salah por sus actividades en defensa de los santos lugares islámicos en Jerusalén este. Hace varios años durante una manifestación en Um Al-Fahm un agente del Shin Beth fue sorprendido cuando trataba de introducir hachís en el bolsillo de Salah.
Dirigentes palestinos a ambos lados de la Línea Verde condenan «la creciente persecución por parte del Estado de Israel de sus ciudadanos árabes». El Centro Legal para la Defensa de los Derechos de las Minorías Árabes ha urgido al ministro de Defensa, Ehud Barak, a revocar su decisión de cerrar las oficinas de la Fundación al-Aqsa. El Centro afirma que la medida «infringe gravemente la libertad de expresión y la libertad religiosa de toda la minoría árabe de Israel».
La organización también ha acusado al gobierno israelí de crueldad al cerrar la organización benéfica en vísperas del sagrado mes de Ramadán durante el cual el movimiento islámico intensifica sus actividades benéficas.
Israel evoca de forma rutinaria las relaciones con Hamas cuando trata de cerrar instituciones benéficas islámicas tanto en Israel como en los territorios ocupados. A principios de este año el ejercito israelí saqueó organizaciones benéficas, negocios, clínicas, orfanatos y escuelas dirigidos por grupos islámicos en toda Cisjordania afirmando que estaban relacionados con Hamas.
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