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Moda española «made in Marruecos»

Fuentes: Rebelión

Desde finales de los 80, Marruecos se ha convertido en un importante centro de costura y confección de España y de gran parte de Europa. En las zonas industriales de Rabat, Tánger y Casablanca se fabrica ropa para todo tipo de empresas, incluidas las grandes firmas con presencia internacional. La primera deslocalización del textil español […]

Desde finales de los 80, Marruecos se ha convertido en un importante centro de costura y confección de España y de gran parte de Europa. En las zonas industriales de Rabat, Tánger y Casablanca se fabrica ropa para todo tipo de empresas, incluidas las grandes firmas con presencia internacional.

La primera deslocalización del textil español tuvo como destino prioritario Marruecos por su proximidad a la península y por las restricciones a la importación de prendas de Asia que imponía el Acuerdo Multifibras 1 (AMF). El crecimiento del empleo industrial ha convertido a ciudades como Tánger, Casablanca y Rabat en áreas de atracción de migraciones internas. En el sector textil y de la confección se han generado muchos miles de puestos de trabajo pero las condiciones de vida de las personas que realizan estos trabajos son especialmente duras.

La promesa de «desarrollo» a través de la implantación de una industria textil orientada a la exportación es una promesa incumplida en Marruecos. El sector de la confección de prendas de vestir ha alcanzado una gran relevancia para la economía del país y ha generado miles de puestos de trabajo. Pero las ocupaciones creadas no alejan a las personas trabajadoras de la pobreza. Sin perspectivas de mejora en el propio sector y sin que se creen nuevos puestos de trabajo en otros sectores, las obreras de la confección no tienen posibilidad de usar su trabajo precario como trampolín para acceder a otras ocupaciones o a lo que en otros mercados laborales denominaríamos carrera profesional. El tipo de trabajo en el que se encuentran atrapadas limita fuertemente su posibilidad de construcción de redes sociales para mejorar su situación y deteriora su vida personal y familiar.

La Campaña Ropa Limpia Campaña Ropa Limpia y SETEM SETEM acaban de publicar el informe   La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección La moda española en Tánger: trabajo y supervivencia de las obreras de la confección en el que analiza los factores que mantienen a las trabajadoras de las cadenas de s uministro de las firmas de moda en situaciones de pobreza y de gran vulnerabilidad social pese a tener un puesto de trabajo. La investigación se basa en entrevistas a 118 obreras y en varias reuniones e intercambios realizados gracias a la asociación de mujeres trabajadoras Attawassol. El informe dibuja una vida cotidiana extremadamente dura. Sus jornadas laborales suelen ser de más de 10 horas diarias durante seis días a la semana, a las que se debe sumar una media de 6 horas de trabajo doméstico al día; no saben cuando deberán realizar horas extra que, por otro lado, son obligatorias; los salarios, de unos 200 euros mensuales, no les permiten mantener a sus familias; y no tienen posibilidad de organizarse para defender sus derechos debido a la falta de tiempo y a las muchas presiones y amenazas que reciben si intentan reunirse con sus compañeras.

Tras pasar por sus manos, la ropa que confeccionan estas obreras llega a los escaparates de nuestras ciudades etiquetada por las más prestigiosas marcas. Las empresas transnacionales se han comprometido, a través de sus códigos de conducta, a asumir su responsabilidad en situaciones de explotación laboral en la confección de sus prendas. Las personas consumidoras les podemos y debemos exigir que hagan efectivos estos compromisos a través de las campañas internacionales campañas internacionales y de nuestro apoyo a las obreras que luchan por sus derechos.

La extensión de la jornada laboral y su irregularidad supone un factor de sobreexplotación con repercusiones personales y sociales muy graves. A las limitaciones para desarrollar la vida privada de forma mínimamente satisfactoria, se suma el deterioro de las redes sociales y de la capacidad de crear acción colectiva para defender sus derechos laborales a nivel de centro de trabajo. Esto limita las posibilidades de las mujeres (incluso de las más comprometidas políticamente) para implicarse en la actividad de los sindicatos. De forma incipiente, la capacidad organizativa de las obreras se articula mediante formas innovadoras que rompen con la lógica tradicional de considerar a los sindicatos como los únicos agentes sociales legitimados para defender los derechos laborales. Tomando como base de actuación el barrio y no el centro de trabajo, las obreras logran aproximar su vida asociativa a su realidad cotidiana y encontrar espacios para compartir preocupaciones y formarse para el activismo laboral.

No está entre los objetivos de los movimientos internacionales de defensa de los derechos laborales cargar la responsabilidad de la explotación laboral sobre las personas consumidoras. Hacerlo sería profundamente injusto, entre otras razones porque las alternativas de consumo han ido desapareciendo rápidamente. La maquinaria de las grandes empresas deja fuera del mercado cualquier competencia que siga otro modelo de negocio. La lista blanca de empresas a las que se puede comprar con la conciencia tranquila no existe. En el mercado global no se puede pedir a las iniciativas sociales que luchan contra la explotación que avalen a empresas concretas, ya que con los escasos recursos con que cuentan no se puede hacer un seguimiento exhaustivo de la evolución de cada compañía y las condiciones de mercado cambian demasiado rápido.

Consumidores y consumidoras podemos intentar luchar contra la concentración de poder en manos de gigantes como Inditex o apoyar a la gente que intenta hacer las cosas de otra forma (empresas de economía social o solidaria, iniciativas empresariales que ofrezcan máxima transparencia…) pero siempre con la vista puesta en el reto de globalizar la lucha de las obreras y de los obreros, porque su explotación laboral está íntimamente relacionada con nuestra explotación laboral.

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En estos momentos, la Campaña Ropa Limpia está impulsando un proyecto de microfinanciación para seguir investigando y denunciando y para difundir alternativas productivas: http://www.verkami.com/projects/980-campana-ropa-limpa-guia-para-vestir-sin-esclavitud  

1 Acuerdo que en el marco de la Organización Mundial del Comercio limitaba la importación de ropa y textiles de Asia en la UE y Estados Unidos. A partir de 1995 y hasta 2005 se desarticularon progresivamente estas limitaciones hasta llegar a la actual situación de casi libre mercado.

* Albert Sales , autor del informe y miembro de la Campaña Ropa Limpia.