Aprovechando la reciente salida del mini-elepé ‘Canciones populistas’, entrevistamos aNacho Vegas, que, sin enterrar su timidez escénica congénita, pisa firme e ilumina la escena del compromiso social, orillando la desesperanza emocional, el individualismo y el miedo vital por la conciencia colectiva y la lúcida esperanza, cambiando el yo por el nosotros, afianzándose en las tonadas […]
Aprovechando la reciente salida del mini-elepé ‘Canciones populistas’, entrevistamos aNacho Vegas, que, sin enterrar su timidez escénica congénita, pisa firme e ilumina la escena del compromiso social, orillando la desesperanza emocional, el individualismo y el miedo vital por la conciencia colectiva y la lúcida esperanza, cambiando el yo por el nosotros, afianzándose en las tonadas de la Norteamérica profunda cuando entroncan con el folk astur. Hablamos con el artista asturiano de este EP que arranca dedicado a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que pudo verse en público en una gira de acento libertario que ha dado mucho que hablar.
Los anglosajones, lejos de rasgarse las vestiduras, llevan a gala desde hace años que los músicos del indie-mainstrean se inmolen en proclamas sociales y políticas más o menos comprometidas (léase Morrisey, Bobby Gillespie de Primal Scream, Thom Yorke de Radiohead o Jeff Tweedy de Wilco) y parece que, por una vez, en estos últimos tiempos Spain no va a ser muy different: ahí tenemos los ejemplos de Amaral, Vetusta Morla, Christina Rosenvinge o Nacho Vegas, este último el caso más sonado -por vituperado- de todos ellos.
‘Canciones populistas’ se titula tu último EP. ¡Con lo denostado que está el término! El título tenía que ser ese, claro.
Sí, pero me parece un término a reivindicar, creo que no podemos permitir que los poderes se reapropien de palabras que nos pueden apelar a todos y todas cargándolas de ideología nefasta. Me apetecía llamar la atención sobre una necesaria dimensión populista en la música. Para mí, el término opuesto a populista es elitista, y ese es el camino que lleva cada vez más la música popular. Por eso creo que con voluntad y compromiso con nuestro oficio podemos hacer que las canciones sigan siendo mucho más actos de empatía que signos de distinción. Ese es el populismo al que me refiero.
Portada de Miguel Brieva, joven maestro del cómic-underground con vocación ‘panfletaria’.
Admiro mucho su trabajo desde hace tiempo, pero este verano, cuando no había pensado aún en la portada, cayó en mis manos un libro precioso con guión de Silvia Nanclares e ilustraciones de Miguel. Se llama Al final, y es uno de esos libros infantiles que todos los adultos deberíamos leer. Leyendo esa historia se me ocurrió llamarlo y proponerle hacer la portada. Estaba muy liado con curro y tuvimos que retrasar un poco la edición física del disco, pero mereció la pena la espera, porque es un lujo haber contado con él y su trabajo en la carpeta me parece genial.
‘Ámenme, soy un liberal’, versión de ‘Love me, I’m a liberal’ de Phil Ochs, al cual ya habías sustraído en el pasado.
Soy fan desde hace años, pero nunca me había planteado adaptarle al castellano, y más complicado me parecía si se trataba de una de sus canciones políticas. Fue sugerencia de Víctor Lenore. Al principio me lo tomé como un reto, pero poco a poco me di cuenta de que se podía traducir la actualidad de la que bebe Phil Ochs a la nuestra. Además fue un músico muy ninguneado en su época y con muy mala suerte, y tampoco ahora se le hace justicia a su obra. Me pareció que dedicarle el disco era un homenaje merecido.
La canción de la PAH toma parte de un poema de Gloria Fuertes de 1954. ¿Por qué ella?
También soy fan de Gloria Fuertes desde hace años, y siempre me fascinó que su poesía tiene una parte pop; en alguna ocasión se me pasó por la cabeza hacer un disco sólo con sus poemas. Ahora acaba de hacer algo Mursego que es maravilloso. Escogí este poema porque me lo trajo a la cabeza César Rendueles. Es del 54, pero podría estar hablando de la situación de urgencia social actual. En ese sentido es antipoesía, viene a decir: «Poetas, dejad de hablar de rosas, de amaneceres y ocasos y de besos, porque lo que está ocurriendo es más importante». Es como aquello que decía Bertolt Brecht: «¿Qué tiempos son estos en los que hablar de las flores implica callar sobre tantos crímenes?».
En el EP ‘Cómo hacer crac’ (2011), comienza la militancia política de algunas de tus canciones. ¿Qué te hizo crac?
Estaba precisamente empezando a escribir Cómo hacer crac, recuerdo que solo tenía la primera estrofa, cuando llegó el 15M. Yo había hablado en los meses previos con amigos que vivían en Madrid y me decían que se estaba avecinando algo gordo, y yo me empeñaba en mi escepticismo. Cuando ocurrió me alegré de haberme equivocado, y lo que se vio en las semanas posteriores al 15M fue muy emocionante. De repente la política estaba llegando a sitios a los que no había llegado antes, a las reuniones de vecinos, a los grupos de chavales hablando en el autobús o a las señoras en la cola del supermercado. Se creó por fin la conciencia de que la política, aunque la hicieran los otrosen las instituciones, nos apelaba a todos y todas y podíamos participar de ella. Eso ocurría antes, pero en círculos de militancia o activismo, y las movilizaciones trajeron consigo que se ampliara el horizonte. En fin, en medio de ese clima social terminé de escribir Cómo hacer crac y aquello se coló en esa y otras canciones, como también le ocurrió y sigue ocurriendo en las canciones de algunos compañeros, naturalmente. La prensa acogió esto de maneras muy diferentes, con alguna crítica negativa muy sonada. Y creo que el público al principio también, pero fue curioso. La gira de Resituación empezó siendo algo decepcionante, con menos público que en la anterior, y sin embargo dos años después, en estos últimos conciertos presentando Canciones populistas, ha ocurrido al contrario. Más público, y más público joven, algo que me hace mucha ilusión. Creo que ellos lo han tomado con más naturalidad, se nota que no han padecido las dos décadas de individualismo atroz que vivimos nosotros.
Un tío que le ha cantado tanto a la des-alegría de vivir, al tóxico como remedio para olvidarse de la muerte…, ¿se puede permitir el lujo de la esperanza?
Claro. Del mismo modo que las canciones que hablan de la muerte en realidad son un canto desesperado a la vida, hablar desde el desencanto también es una manera de combatirlo. Pero una obligación de los que nos dedicamos a esto es saber refrescar nuestra mirada, reaprender a mirar a las cosas, y eso se convirtió en una urgencia llegado un momento. En Asturies, por ejemplo, hemos asistido en las últimas décadas a múltiples derrotas políticas, y eso dejó un poso de tristeza y rabia, y lo digo yo, que no estuve en primera fila, pero pienso en todos esos hombres y mujeres que lucharon hasta la extenuación en las diferentes luchas obreras. A todo eso muchos respondimos con un pesimismo que parecía endémico. Pero tocaba levantar la cabeza, joder, que somos asturianos, ja, ja…
Un conocido común comentaba que de alguna manera te has criado asistiendo a asambleas, que viene de familia. ¿Podrías detallar ese ascendente?
Bueno, mis padres eran de izquierdas y nos educaron en algunos valores básicos, y recuerdo las fiestas de prao del PCE cuando era pequeño y el ambiente con la primera victoria del PSOE… Lo que ocurrió luego ya fue otra historia. Yo nunca milité en organizaciones, aunque mi hermano Xabel sí y estuve cerca de esos círculos. Era difícil sustraerse de todo lo que ocurría en una ciudad como Xixón porque tenías las barricadas muy cerca de casa, y hubo un tiempo en el que los conflictos laborales se trasladaron a la calle, hasta que el PSOE se esforzó en reprimirlos y lo consiguió al cabo de años. También estaba muy activo en esos años el movimiento por la insumisión, de hecho mi primer concierto fue en un acto por los insumisos en Candás, y tuvimos amigos en la cárcel. También había conciertos en la casa sindical. Había muchos grupos punk, aunque esa escena acabó un poco relegada con la llegada precisamente del Xixón Sound, que atrajo la atención de los medios y en la que los grupos se mantuvieron ajenos a la realidad política, en general. Pero el ambiente político seguía estando muy presente, lo que ocurre es que pasó como en otros tantos sitios, que la militancia de izquierdas se enrocaba en discusiones por ver quién era más rojo que el otro y se avanzaba poco.
En tu actualidad, se te identifica ya como cantante-denuncia ¿Te sientes más identificado con Gatillazo o con Luis Pastor?
Ja, ja… Todo el respeto para Evaristo y Luis Pastor, pero si tengo que buscar un referente cercano me gusta mirar a Chicho Sánchez Ferlosio. Porque también bebía de la tradición, de los romances, y porque es alguien a reivindicar. Lo que pasa es que como buen libertario que era siempre se mantuvo al margen de todo, de la industria y del ambiente cultural hegemónico auspiciado y promovido por el PSOE.
Manu Chao nos comentaba una vez que sólo a los músicos se les pedía cuentas de su implicación social, que lo suyo es que la conciencia llegase a futbolistas u otras caras más mediáticas, que se llegaría a mucha más gente… ¿Cómo lo ves tú?
Ocurre con los músicos que se posicionan en la izquierda, entonces se les exige algo así como una actitud inmaculada. Y está claro que para ser de izquierdas, o ser feminista o ecologista no basta serlo de boquilla, exige un compromiso y exige revisarse los privilegios en tu día a día. Pero todos caemos en contradicciones, y es muy fácil que enseguida surja el argumento reaccionario por excelencia. Un ejemplo (ficticio, pero que podría ocurrir perfectamente): denuncias que Coca Cola quiera cerrar su planta en tu tierra y echar a 200 personas, pero este verano tocaste en un festival que contaba con Coca Cola entre sus 15 patrocinadores, así que eres cómplice y no estás autorizado para quejarte. Si asumimos ese argumento y sus enésimas variantes, la conclusión es que nadie puede protestar por nada, así que dejemos que todo siga igual. Pero bueno, esto no pasa solo con los músicos, pero se escucha más dirigido a cualquiera que tenga una dimensión pública. El caso de Manu Chao fue sangrante, no me extraña que haya quedado harto de todo. Me parece un artista admirable y las críticas que recibió en su momento sobre todo por parte de la modernidad me parecían ya entonces lamentables.
En tu recién terminada gira hiciste ‘sold out’ en La Riviera madrileña. ¿Qué banda defendió la gesta?
La banda es estupenda, tengo que decirlo sin ambages. No solo son músicos increíbles, sino que además creo sinceramente que hemos logrado un grado de entendimiento humano y profesional que hace que nos echemos de menos en cuanto estamos tres días sin vernos, aunque vengamos de una gira larga. A mí me gusta vernos como una tribu en la que nos cuidamos los unos a los otros, y esa relación, por extraño que suene, se traslada al escenario. Ahora además somos más tribu aún, porque en este final de gira nos ha acompañado el Coru Internacional Antifascista Al Altu La Lleva, un coro de 17 personas maravillosas que nació en Xixón hace apenas año y medio y que hace que las canciones cobren otra dimensión. Cantar con el coro es casi un acto político en sí mismo, porque incide en el aspecto colectivo de la música popular, cuando muchas voces se convierten en una sola. Eso es algo muy bonito.
En el Palau de Barna iniciaste el concierto, patrocinado por el Banc Sabadell, con un vídeo que atacaba la banca y reivindica la labor de la PAH. ¿Eso no un poco «cambiar el sistema desde dentro» que cantaba Cohen? (La condena fueron 20 años de hastío…).
No, porque la intención no era tanto atacar a la banca como visibilizar la labor de la PAH, que se han revelado como el verdadero agente de transformación social de los últimos años, y la recaudación neta del concierto ha revertido en la PAH Asturias. Otra intención secundaria, es cierto, era la de abrir un debate o al menos cuestionar que estemos normalizando el hecho de que grandes empresas con prácticas criminales patrocinen nuestros conciertos. Vale, imaginemos un futuro distópico pero muy cercano en el que todas las giras las pagan corporaciones que se cuidan mucho de no contratar artistas que cuestionen sus políticas. Bueno, al aburrimiento se condena uno mismo, siempre hay cosas que cantar y siempre habrá un montón de músicos que precisen un circuito alternativo al que plantean las giras pagadas por empresas privadas. Estoy seguro de que Chicho Sánchez Ferlosio no se aburrió nunca, ni siquiera una vez muerto…