La cebolla es escarcha cerrada y pobre /escarcha de tus días y de mis noches.. ¡Quién no ha leído una y mil veces aquellas «Nanas de la cebolla» de ese poeta comunista enorme que fue y sigue siendo Miguel Hernández! ¡Quién no se ha emocionado al escuchar esas nanas en las voces de Enrique Morente […]
La cebolla es escarcha cerrada y pobre /escarcha de tus días y de mis noches.. ¡Quién no ha leído una y mil veces aquellas «Nanas de la cebolla» de ese poeta comunista enorme que fue y sigue siendo Miguel Hernández! ¡Quién no se ha emocionado al escuchar esas nanas en las voces de Enrique Morente o Joan Manuel Serrat! La tragedia de nuestra guerra civil, lo que significó para millones y millones de personas aquel ataque fascista, con armamento y apoyos de grandes potencias, a la libertad, a las conquistas sociales, a la educación y a la cultura populares, al avance de los pueblos, reflejado en un poema eterno, inolvidable. Nunca habitará el olvido en él.
Esta otra nana -la «Nana de Gaza»- que ha escrito el poeta, lingüista y profesor Carlos Piera condensa todo el horror que otra matanza, otro ataque inadmisible e injustificable contra la dignidad y la vida de millones de seres desahuciados, empobrecidos, castigados y que, como en el caso español, apenas cuentan con apoyos gubernamentales -Venezuela es el admirable contraejemplo que debe citarse con rendida admiración y máximo reconocimiento-, condensa todo el horror, decía, que la ciudadanía democrática, resistente y no cegada de todo el mundo siente ante otro capítulo más de la historia universal de la infamia que no debe alcanzar ni alcanzará ningún éxito en su empeño criminal. ¡Hasta enterrarlos en el mar!
Nana de Gaza
Por Carlos Piera
Qué guapa en la cuna, mi niña adorada,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre acostada.
Cierra los ojitos, vida de mi vida,
para que la muerte cuando venga a verte
te encuentre dormida.
Duérmete, mi rosa,
para que la muerte cuando venga a verte
sea cariñosa.
Duérmete, ojos bellos,
si hay gatitos muertos por entre las ruinas
jugarás con ellos.
Duérmete, rubí,
y a ver si la muerte cuando venga a verte
se me lleva a mí.
(La imagen es una acuarela de Charles Vernant, Mère et enfant).