Román Munguía Huato
La niña / El grito
En la playa hay una niña, la niña tiene familia
Y la familia una casa.
La casa tiene dos ventanas y una puerta…
En el mar, un acorazado se divierte cazando a los que caminan
Por la playa: cuatro, cinco, siete
Caen sobre la arena. La niña se salva por poco,
Gracias a una mano de niebla,
Una mano no divina que la ayuda. Grita: ¡Padre!
¡Padre! Levántate, regresemos: el mar no es como nosotros.
El padre, amortajado sobre su sombra, a merced de lo invisible,
No responde.
Sangre en las palmeras, sangre en las nubes.
La lleva en volandas la voz más alta y más lejana de
La playa. Grita en la noche desierta.
No hay eco en el eco.
Convierte el grito eterno en noticia
Rápida que deja de ser noticia cuando
Los aviones regresan para bombardear una casa
Con dos ventanas y una puerta.
Mahmud Darwish
I. El sionismo es genocida. “En la cumbre de la tragedia contemporánea, entramos entonces en la familiaridad del crimen”, decía Albert Camus; y Gaza parece ser la cumbre de nuestra tragedia actual y la familiaridad de los crímenes de lesa humanidad. Nunca en tan poco tiempo tantos hemos sido testigos de la cruenta barbarie social en los tiempos aciagos que vivimos como es el genocidio de Gaza. Lamentablemente, la mayoría sigue siendo un testigo mudo e impasible de la tragedia. No obstante, crece un clamor mundial por el cese al fuego. Ejemplo de ello son las protestas estudiantiles en la mayoría de las universidades estadounidenses exigiendo frenar la ayuda militar a Israel y parar el genocidio.
Una medianoche del siglo hubiera dicho Víctor Serge, quien en su momento defendió valerosamente a la población judía en plena Segunda Guerra Mundial. Hoy día, indudablemente estaría defendiendo ferviente el espíritu de la lucha de resistencia del pueblo palestino y en contra de los criminales sionistas israelíes. Serge murió en la ciudad de México el 17 de noviembre de 1947, medio año antes de la creación del Estado de Israel, un 14 de mayo de 1948, una fecha infausta en la historia. Cuando Serge escribió sobre el Holocausto dijo: “los nazis exterminaron con organización científica (cámaras de gas rodantes, etc.) a varios millones de judíos, es decir, trabajadores europeos talentosos. (Los nazis ocultaron al pueblo alemán la magnitud de sus crímenes durante el mayor tiempo posible). Al hacerlo, causaron un grave daño a Europa y al mundo civilizado, y esto tendrá efectos a largo plazo. Al cultivar una ideología de asesinato irracional lograron despertar y movilizar en todo el mundo instintos sádicos que la civilización cristiana, la civilización científica, el humanismo y el socialismo europeos parecían haber dominado. Las consecuencias psicológicas y sociales de esta degradación del hombre moderno ciertamente persistirán mucho después de la liquidación del nazismo y el castigo de los culpables”.
Dentro de la cifra de los seis millones y medio de judíos asesinados en la Shoah (catástrofe), se estima que la Alemania nazi y sus colaboradores exterminaron aproximadamente como a un millón de niños, de un total de un millón y medio de infantes asesinados. “Esta cantidad incluye a más de un millón de niños judíos y a decenas de miles de niños romaníes (gitanos), niños alemanes con discapacidades físicas y mentales que vivían en instituciones, niños polacos y niños que vivían en la Unión Soviética ocupada. Algunos adolescentes judíos y no judíos (de 13 a 18 años de edad) tenían más probabilidades de sobrevivir, ya que los podían usar para trabajos forzados.”
Desde luego, Serge jamás podía imaginarse que el sionismo israelí desde su fundación como Estado utilizaría acciones terroristas y se convertiría en un monstruo armado por el imperialismo estadounidense. Los efectos a largo plazo se tornaron en corto plazo… y las consecuencias sociales de esta degradación del hombre moderno siguen persistiendo después de la pesadilla fascista nazi mutándose en la pesadilla del fascismo-sionista. La medianoche del siglo amenaza en volverse en una oscuridad abismal permanente por una barbarie apocalíptica.
Con la creación del Estado sionista se desató la Nakba (catástrofe) y comenzó el genocidio: el asesinato de miles de palestinos y la expulsión violenta de sus tierras y viviendas. Según algunos historiadores judíos como Benny Morris e Ilan Pappé, la Nakba es una limpieza étnica. Pappé dice: “El origen de la violencia en Gaza está en la ideología racista de la eliminación del nativo”. Una “ideología de asesinato irracional” de proporciones mayúsculas.
Del genocidio judío por el nazismo al genocidio gazati–palestino perpetrado por el sionismo israelí hay una lejana distancia histórica y geográfica, pero el genocidio –al margen de las cifras de mortandad, cuya comparación estadística carece de sentido– es un genocidio si nos atenemos al hecho cualitativo del exterminio masivo de una población civil inocente. El genocidio es el exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Y en el caso palestino es la historia de 76 años de exterminio sistemático. Genocidios hay muchos en la historia moderna, pero ninguno cuya longitud temporal sea de tres cuartos de siglo. Es lo que Pappé denomina como un “genocidio gradual”; lo que significa que no hay un momento único dramático de un asesinato en masa de personas de cierta raza o nación sino que existe una estrategia sionista de transformar la Franja de Gaza en un lugar inhabitable: “no es solo la matanza continua de la población civil lo que lo hace un genocidio, sino que se trata también de la destrucción de la infraestructura”. Por ejemplo, la Ciudad de Gaza es la principal urbe de la Franja de Gaza, y la más poblada de Palestina con cerca de 700 mil habitantes; y desde el 7 de octubre pasado ha quedado reducida a polvo, cenizas y escombros. No ha quedado piedra sobre piedra, todo ha sido destruido. “Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profanado…” Escuelas, templos, hospitales, universidades, viviendas, etcétera. Igualmente, es el caso de Jan Yunis, una ciudad devastada. Los residentes que han regresado dicen que la ciudad ha quedado en gran parte reducida a escombros y huele a muerte.
El Holocausto fue cometido en los campos de exterminio (1940–1945) por un solo genocida: el fascismo alemán encabezado por Hitler. Pero en el genocidio palestino, aunque el asesino material es directamente el Estado israelí, intervienen otras manos criminales como las del gobierno imperialista de los Estados Unidos proporcionándole todo el armamento más moderno posible, con la complicidad política principalmente de Alemania, Inglaterra y la Unión Europea.
En La Violencia Nazi. Una genealogía europea (2002), Enzo Traverso afirma que “la Shoah constituye un giro histórico radical en el cual se da por concluida, del modo más trágico posible, una fase de Europa”. Más aún, Auschwitz, “las cámaras de gas (es) una ruptura de la civilización”. Cierto, pero entonces, ¿cómo podemos caracterizar más precisamente este desgarramiento “civilizatorio” perpetrado impunemente en Gaza; esta crisis humanitaria brutal?¿Es una continuidad histórica de la ruptura de la civilización propiciada por la violencia nazi y de su genealogía europea? ¿Cómo definir esta violencia terrorista–sionista? Ahora no hay campos de concentración de exterminio con cámaras de gas en Gaza, pero este ghetto del apartheid es blanco de decenas de miles de toneladas de bombas sionistas. ¿Es Gaza un cataclismo innegable de la deshumanización de la barbarie social mundial, tierra de conquista y devastación de una limpieza étnica colonialista? ¿Es una nueva “Solución final” (como el Holocausto) al problema palestino con el asesinato masivo, deliberado y sistemático? El 17 de noviembre de 2012 el ministro del interior israelí Eli Yishai declaró a propósito de Gaza: “El objetivo de esta operación (Operación Pilar Defensivo o Columna de Nube) es devolver Gaza a la Edad Media. Solo entonces estaremos tranquilos durante cuarenta años”. Pareciera, más bien, al igual que en Vietnam, que se trata con los bombardeos –como dijo el general Curtis LeMay en 1965, responsable del Strategic Air Command del Ejército estadunidense– de mandarlos a la Edad de Piedra.
II: Del infanticidio nazi–fascista al infanticidio sionista–fascista. Según el Evangelio de Mateo, Herodes, Rey de Judea, ordenó que todos los niños menores de 2 años que vivieran cerca de Belén debían ser asesinados después de escuchar que el “Rey de los judíos” acaba de nacer: “La matanza de los inocentes”. El legendario infanticidio bíblico se hace realidad histórica dos milenios después, y la reencarnación de Herodes es Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel. El Estado sionista, parafraseando a Marx, nació chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza; especialmente chorreando sangre de los niños y niñas palestinas. En mayo Israel cumple 76 años como estado terrorista. Netanyahu y todo el sionismo israelí abrieron las puertas del infierno terrenal a los palestinos.
Netanyahu desde diciembre de 2022 es el actual primer ministro de Israel, cargo que también ocupó de 1996 a 1999 y de 2009 a 2021; también es miembro de la Knesset (parlamento) y presidente del partido Likud (partido de ultraderecha fundado en 1973 por Menájem Beguín, quien fue Primer Ministro de 1977 hasta 1992). Netanyahu fue un destacado discípulo político de Menájem. Éste último, en 1943, poco después de su deserción del ejército polaco en Palestina, fue nombrado comandante del Irgun Zvai Leumi (Etzel: Organización Militar Nacional en la Tierra de Israel que operó de 1931 a 1948), la organización terrorista que representaba al movimiento sionista revisionista Jabotinsky. Esta organización paramilitar ultraderechista propugnaba una versión violenta del sionismo que no admitía compromisos con los árabes. Según la doctrina del Irgun, Palestina es sólo tierra de los judíos, y los árabes tienen que irse a otra parte. Fue durante la guerra árabe-israelí, en abril de 1948, cuando Menájem Begin cometió uno de sus crímenes más atroces. Fue una masacre. Menájem Begin, acompañado de un gran número de militantes del Irgun, entró en el pueblo árabe de Deir Yassin, en las afueras de la Palestina ocupada. El pueblo era pacífico y sus habitantes eran civiles desarmados. Los atacantes masacraron salvajemente a al menos 200 residentes, entre ellos mujeres y niños, volaron casas con gente dentro y dispararon a la gente al azar. Las lecciones de Begin sobre prácticas terroristas fueron muy bien aprendidas por Netanyahu.
La limpieza étnica es un eufemismo porque en muchos casos no solamente implica realizar la expulsión violenta de población de su territorio por el agresor, sino también el asesinato sistemático de una población para dejar limpio el territorio para su apropiación por una etnia homogénea. También puede ser la combinación de ambos propósitos. Históricamente el colonialismo por despojo implica las dos cosas, y ese el caso de la violencia sionista contra el pueblo palestino. Pero en la mayoría de los casos, la limpieza étnica también significa el asesinato de la población infantil, lo cual sucede en la Franja de Gaza.
En 1944, intentando describir la política nazi de cometer asesinatos en forma sistemática, incluyendo el objetivo de eliminar a la comunidad judía europea, el abogado polaco judío Rafael Lemkin (1900-1959), creó la palabra “genocidio” combinando geno-, término griego que significa raza o tribu, con –cidio, del término latín que significa matar. El genocidio es una aniquilación de una población; es el asesinato de un pueblo; lo que conlleva al concepto de crímenes contra la humanidad o crimen de lesa humanidad: atrocidades y delitos de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometido para aplicar las políticas de un Estado o una organización. Ironías de la historia que la Asamblea General de la ONU en 1948 declara el genocidio como un crimen contra la humanidad al tiempo de la fundación artificial de Israel.
“Gaza es un cementerio de niños”. El infanticidio como crimen de lesa humanidad. En Gaza hay una guerra contra los niños. Al 26 de abril, hay más de 34 mil palestinos asesinados y más de 77 mil heridos. Cisjordania: 485 asesinados y cerca de 5 mil heridos. 14 mil niños asesinados. 27 niños murieron por desnutrición y deshidratación. Es una guerra contra su infancia y su futuro: “El número de niños muertos en Gaza desde el 7 de octubre supera al de niños muertos en las guerras que se han producido en todo el mundo durante los últimos 4 años. Así se desprende de una publicación de Philippe Lazzarini, comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, UNRWA”. Pocas veces en la historia reciente se ha producido una matanza tan intensa y masiva de niños y civiles como la de estos momentos en Gaza, uno de los lugares más densamente poblados del mundo.
La ONG israelí Breaking the silence, publicó que los soldados israelíes han reconocido recibir órdenes del alto mando israelí de disparar a matar contra niñas y niños en Palestina. La situación ha llegado a tal grado que hasta el secretario Antonio Guterres, secretario general de la ONU, aseveró que “Gaza se convirtió en un cementerio de niños”. “Israel está inmerso en una guerra de venganza desenfrenada que está produciendo escenas apocalípticas”. Según la Organización Mundial de la Salud cada diez minutos se mata a un niño palestino. Los pocos que sobrevivan a tales ataques sufrirán deformaciones (quemaduras, piernas y brazos amputados) de por vida. Un alto funcionario del organismo de ayuda humanitaria de la ONU afirma que “ningún niño palestino tiene acceso a cuidados, nutrición o agua. Se avecina una hambruna”. La ONU informa que Israel dispara misiles sobre viviendas, donde los menores se refugian junto a las mujeres de la familia y se quedan sepultados bajo toneladas de bloques de hormigón. También la ONU informa que en octubre había unas 50 mil mujeres embarazadas atrapadas bajo los bombardeos, sin agua, comida, electricidad, medicinas. No se sabe cuántas han muerto bajo las bombas y escombros con sus bebés, ni cuántos niñas y niños perdieron la vida durante el parto de sus madres.
El régimen sionista viola todos los tratados internacionales. Por ejemplo, los de la Convención sobre los derechos del niño establecidos en 1989. No obstante que Israel ratificó dicha convención en 1991 y está obligado a brindar a los niños palestinos los mismos derechos y protección que a los niños israelíes, en la práctica las autoridades israelíes no respetan esta obligación. Según la Organización Internacional de Defensa de la Infancia (DCI) y otras organizaciones de derechos, en Cisjordania y en la Franja de Gaza el ejército israelí viola con regularidad los derechos del niño al arrestar a menores, y al consentir la violencia de los colonos contra los niños. Ha establecido en su propio País leyes punitivas contra los niños palestinos. Procesados desde los 12 años, los niños palestinos son juzgados por tribunales militares en Israel. Los niños son llevados a centros de interrogatorio, donde no están acompañados de familiares ni de abogados. “Allí son sometidos a tortura psicológica y a veces también física y donde muchos acaban confesando bajo presión delitos que no han cometido”, denuncia este especialista palestino en derecho humanitario.
Esta hecatombe inacabada podría formar parte de La historia universal de la infamia (1935), de Jorge Luis Borges. Sería un capítulo muy grueso del libro y seguramente uno de los más aterradores para el lector, pues la vileza, la crueldad y las innumerables atrocidades de esta historia ojalá solamente fueran ficción literaria, pero, desgraciadamente forma parte de una terrible realidad social que la vivimos de manera desgarradora. Esperemos que algún día la niñez palestina en lugar de bombas reciba juguetes y tenga un futuro inmediato de paz y armonía junto a su familia y su pueblo… “Desde el río hasta el mar, Palestina en libertad”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.