Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, estuvo en el Congreso de Estados Unidos y ofreció al mundo una prueba más de la cara que mejor lo caracteriza: el de un político que usa la mentira, que cambia los hechos, que desvirtúa la historia y ofrece una visión apocalíptica como instrumento electoral, política de agresión contra […]
Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, estuvo en el Congreso de Estados Unidos y ofreció al mundo una prueba más de la cara que mejor lo caracteriza: el de un político que usa la mentira, que cambia los hechos, que desvirtúa la historia y ofrece una visión apocalíptica como instrumento electoral, política de agresión contra sus vecinos y herramienta, para seguir recibiendo las prebendas que Estados Unidos ha otorgado al régimen israelí desde el año 1948 a la fecha.
La visita de Netanyahu a Estados Unidos y el discurso ofrecido en el Congreso de ese país, invitado por el Senador republicano y Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, violando las reglas institucionales de ese país, ha logrado unir a las líneas editoriales de gran parte de los medios de comunicación occidentales, que normalmente suelen defender la política exterior del régimen sionista referente a Medio Oriente.
Esos medios, sea en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España, Australia, como gran parte de los medios de comunicación en América Latina, han catalogado la visita de Netanyahu como una bomba, destinada a torpedear, socavar y tratar de hacer fracasar los esfuerzos de lograr un acuerdo entre Irán el G5 + 1 (conformado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) en materia del programa Nuclear del país persa y al cual Tel Aviv se niega tajantemente. Se une a ello la constatación que la labor de zapa de Benjamin Netanyahu tiene un objetivo electoral: las elecciones del 17 de marzo próximo, donde el premier sionista, uno de los halcones más belicosos de la política israelí, se juega su reelección.
La hipocresia de Netanyahu
La jugada de Netanyahu suena a acto político de impotencia frente a la caída permanente de sus índices de aprobación. Un guiño a sus electores ultraderechistas y fijar una posición de alarmismo y política del terror, que asuste a aquellos electores menos informados y más proclives a la teoría del victimismo con que Israel suele jugar en su política exterior. En lo específico, con relación a las conversaciones del G5 + 1, el régimen sionista es consciente que un acuerdo que satisfaga a las partes en conflicto y se logre aliviar o definitivamente eliminar las sanciones contra Irán, la demonización de la nación persa ya no será argumento y quedará al descubierto el juego hipócrita de Israel. Israel necesita enemigos y si no los tiene los crea, lo importante es que el flujo de dinero y esa concepción hegemónica que comparte con Estados Unidos no se pierda.
Y uso el concepto de un país hipócrita pues Israel es el único país en Medio Oriente que ha desarrollado un programa nuclear al margen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNPN) impidiendo la inspección de especialistas de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y que ha significado dotarse de al menos 300 artefactos nucleares, No hay otro país, por más que Netanyahu vocifere en la Asamblea General de las Naciones Unidas o en el Congreso estadounidense que Irán va en camino de dotarse de ellas. Enfrascado en un pasatiempo cínico de demonizar a Irán y presentarse como víctima de una confabulación internacional en su contra, Netanyahu miente permanentemente: acusa a la República Islámica de Irán de tener un programa secreto de fabricación de armas nucleares cuando la nación persa es signataria del TNPN, ha abierto las puertas de sus centros nucleares a la OIEA, ha declarado a través de su líder religioso y sus líderes políticos que por convicción y creencia no admiten la fabricación de artefactos nucleares y se ha comprometido con el G5 + 1 para tomar medidas que garanticen la confianza de la sociedad internacional, pero sin renunciar a su derecho de desarrollar un programa nuclear pacífico.
Netanyahu ha llegado a sostener que Irán, mediante esta estrategia de supuesto enriquecimiento de uranio, puede poner en peligro a la región, pues Daesh podría tener acceso a este material cuando bien sabemos el papel del Mossad en la organización y apoyo de los movimientos takfirí. Las palabras de Netanyahu reflejan un peligro, claro que sí, pero el peligro de dar micrófono a un político que actúa más como un desquiciado que como un líder influyente. Con conductas semejantes más a un político mitómano, que el premier de un país que debe vivir en paz con sus vecinos, salir de los territorios que ocupa y buscar caminos de acercamiento en una zona que necesita paz.
Ese juego, por la propia inmoralidad del régimen sionista, está cayendo, está develando quien es el principal responsable de la inestabilidad en Medio Oriente, quien permite la aparición y desarrollo de grupos como EIIL (Daesh en árabe) y quien en alianza con Arabia Saudita, las Monarquías del Golfo y Turquía – con el aval de Estados Unidos y sus aliados europeos – desea establecer un nuevo mapa geopolítico en la zona donde sea derrocado el gobierno sirio, se fragmente a Irak en distintas zonas étnicas y religiosas y Teherán sufra el cerco anhelado desde hace 36 años por el Sionismo y el Wahabismo saudí.
El discurso de Netanyahu en Estados Unidos, primero ante el American Israel Public Affairs Committee (Comité de asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) AIPAC, donde señaló que su gobierno no puede permanecer de brazos cruzados mientras que Irán acelera sus actividades de enriquecimiento de Uranio. «Tengo la obligación moral de hablar en la cara de estos peligros, mientras que todavía hay tiempo para evitar ellos» y posteriormente la arenga ofrecida ante una entusiasta grupo de congresistas republicanos en una sesión conjunta de ambas cámaras, mostró a un Netanyahu con libertad de palabra y de pudor, acusando a diestra y siniestra sin tan siquiera que una sombra de rubor se dibujara en su rostro, frente a tanta falsificación de la realidad.
Las palabras de Benjamín Netanyahu reflejan una conducta de absoluta irresponsabilidad pues miente a sabiendas, falsea la realidad descaradamente, a conciencia, como lo ha hecho frente a la Asamblea General de la ONU el año 2012, como lo hizo el año 2014 y lo sigue haciendo en el seno del poder legislativo estadounidense. Esto, a pesar que su propio Servicio de Inteligencia (Mossad) y los informes entregados dan cuenta que Irán no está enriqueciendo Uranio en el porcentaje que puede significar un camino hacia la fabricación de armas nucleares. Así fue detallado el año 2012 previo a su discurso ante la ONU donde engañó a todo el mundo con un esquema en la mano, generando no sólo el ridículo con relación a sus acusaciones sino que poniendo en peligro la paz mundial con información falsificada y que los propios Estados Unidos reconocieron como un juego irresponsable de Netanyahu y su régimen.
El ex jefe del Mossad, Meir Dagan, ha acusado a Netanyahu de ser «el que ha ocasionado el mayor daño estratégico a Israel en la cuestión iraní. La obstinación de Netanyahu en pronunciar ese discurso, a pesar del rechazo provocado en la Casa Blanca, causa un daño estratégico a Israel. Esa actitud es intolerable. El primer ministro debería preguntarse cuáles son los riesgos de un enfrentamiento con la Administración. Temo que EEUU deje de proteger a Israel ejerciendo su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, como ha hecho hasta ahora con innumerables proyectos de resolución que afectan a Israel… siento que la continuación del sueño del sueño sionista está en peligro bajo el liderazgo del jefe del Likud, No tengo ningún problema personal con el primer ministro, su esposa, sus gastos ni la forma en que se comporta, hablo del país que dirige». Sus políticas son «destructivas para el futuro y la seguridad de Israel», considera Dagan.
Amor y odio pero nunca separación
Los analistas israelitas y estadounidenses coinciden que las alocuciones de Netanyahu ante el AIPAC y el Congreso estadounidense, a pesar de todas las advertencias efectuadas, puede ocasionar un daño a largo plazo a Israel. Esto, porque no podrá seguir ocultando sus afanes de subversión regional, de presiones mediante el uso del Lobby Judío en el congreso Norteamericano y sus chantajes respecto a asignar responsabilidades a otros cuando se enfrasca en sus guerras de agresión, sus políticas de ocupación de territorio a lo que se suma el miedo que ha sembrado en su propia población.
El politólogo y lingüista estadounidense, Noam Chomsky, en declaraciones efectuadas a un programa de la televisión de Estados Unidos sostuvo que el objetivo principal de Netanyahu, y sus aliados en el Congreso estadounidense, es echar por el suelo la posibilidad de un acuerdo con Irán. «Israel y los halcones estadounidenses tienen el interés de asegurarse que ninguna fuerza regional pueda frenar a Israel o la violencia de Estados Unidos». Para Chomsky, «el régimen de Tel Aviv supone la peor violencia en la región y Netanyahu ha querido aprovechar esa oportunidad de hablar ante el Congreso de Estados Unidos para torpedear las conversaciones nucleares en desarrollo entre Irán y el Grupo 5+1 alegando falsamente que sus palabras van encaminadas a alertar a Israel y sus aliados sobre la necesidad de «prevenir un ataque» desde Irán. Esos son argumentos propios de un régimen de Israel gobernado por un Primer Ministro hipócrita atrevido y agresivo».
Estados Unidos, el aliado incondicional, el benefactor, el valedor y financista de un régimen instalado en tierras de Medio Oriente desde el año 1948 cuando se crea Israel, no ha abandonado nunca a los gobiernos sionistas utilizando su poder de veto en el seno del Consejo de Seguridad, cuando gran parte del mundo aprobaba las resoluciones de condena a la política de ocupación y conquista del régimen sionista contra el pueblo palestino. A pesar que se ha presentado la visita de Netanyahu como una espina en la administración estadounidense, la historia de relaciones entre ambos países difícilmente dejará de tener la fuerza que tiene hoy. Es improbable que se suspenda la entrega de 4 mil millones de dólares anuales en ayuda militar, tecnológica y logística.
Difícilmente AIPAC dejará de tener la fuerza e influencia que tiene desde su fundación, dictando la política exterior de las administraciones estadounidense respecto a Israel. El propio Netanyahu en el discurso ante el Congreso agradeció a Obama su apoyo incondicional: «mantenemos buenas relaciones por encima de la política. Algunas de las cosas que el presidente Obama ha hecho por Israel nunca se conocieron, porque se trata de temas estratégicos muy delicados. Yo sí sé lo que ha hecho Obama por Israel y siempre le estaré agradecido por ello», señaló Netanyahu.
Los analistas, tanto en Israel como en tierras estadounidenses, discrepan respecto a los efectos que tendrá esta visita en las elecciones legislativas del 17 de marzo, donde seguramente las huestes del Likud seguirán apoyando la política bélica de este primer Ministro y una oposición, principalmente la Unión Sionista de Isaac Herzog del Partido Laborista y Tzipi Livni del centrista Partido Hatnuah, que aprovecharán esta instancias para mostrarse como alternativas y que le enrostran a Netanyahu su terquedad de ir a Estados unidos a pesar de las advertencias demócratas y las críticas permanentes vertidas por la administración de Obama, que considera una puñalada y una falta de respeto aceptar ir a Washington y hablar en un Congreso sin ser invitado por el gobernante.
Netanyahu convencido de su papel de Nuevo Mesías sostuvo antes de partir: «Voy a Washington en una misión que puede ser histórica. Me siento como el emisario de los ciudadanos israelíes, incluso de los que no me han votado, y de todo el pueblo judío». Tales declaraciones y la contumacia política de no atender advertencias, consejos y recomendaciones hicieron exclamar a Isaac Herzog, Presidente del partido Laborista: «Para. Basta. Ya es suficiente Bibi – sobrenombre con que se conoce a Netanyahu – No vayas. Vas a causar un daño estratégico a la posición de Israel y la relación con EE UU».
Herzog criticó a Netanyahu no sólo por el discurso ante el AIPAC y ante el Congreso, acusando al premier israelí de «hacer política dentro de la política estadounidense». Cincuenta y cinco congresistas demócratas, entre ellos ocho senadores y 47 miembros de la Cámara Baja, no asistieron a la intervención, en la que Netanyahu habló contra Irán, exigió nuevas sanciones y se opuso vehementemente a la estrategia del presidente Barack Obama respecto al programa de energía nuclear iraní.
A las críticas desde Israel se unieron los reproches desde la administración estadounidense. La Asesora de Seguridad Nacional Susan Rice sostuvo que «el discurso de Netanyahu, coordinado a espaldas del gobierno de Estados Unidos desempeñará un papel destructivo de los estrechos lazos entre nuestros países». Irán, por su parte, en boca de su canciller, Mohammad Javad Zarif, sostuvo que Netanyahu intenta por todos los medios minar las conversaciones nucleares pero también es una manera de encubrir la agresión del régimen israelí contra Palestina. «La conducta de Netanyahu es un nuevo intento por aprovechar una crisis inventada, para encubrir las realidades de la región, que incluyen la ocupación y represión del pueblo de Palestina y la violación de sus derechos».
El Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, a la par de los reproches que se han vertido sobre Netanyahu y su viaje para hablar ante el Congreso estadounidense, recordó otra de las tareas del premier israelí cada vez que viaja a tierras estadounidenses. Kerry hizo memoria y afirmó que Netanyahu visitó Estados Unidos a fines del año 2002, para presionar al entonces gobierno de George W. Bush a favor de invadir Irak, acusando con pruebas falsas que ese país almacenaba armas de destrucción masiva. Kerry hizo memoria sobre este hecho, para criticar al primer Ministro Israelí «por sus constantes consejos a Estados Unidos sobre cómo llevar adelante su política exterior, en el marco del debate sobre el acuerdo nuclear con Irán, al que Israel se opone rotundamente. Hace trece años Netanyahu se equivocó respecto a Irak, al sostener que si derrocábamos a Saddam nos garantizaba que tendría enormes repercusiones positivas en la región y ya sabemos qué pasó con aquella decisión».
Netanyahu ha centrado el eje de su viaje en su «deber moral» de advertir al mundo que los acuerdos con Irán, en materia del programa nuclear de la nación persa, es una sentencia de muerte para Israel. Ya en enero pasado en una conferencia con el Embajador Francés en Israel, Netanyahu, aprovechando la masacre del seminario Charlie Hebdo afirmó que «juzgar a los asesinos en París es sólo el comienzo. Eso debe ir acompañado de un gran ataque a las Fuerzas del islam en todo el mundo». Ese es el sueño de Netanyahu: una cruzada antislámica teniendo como centro a Irán y si para conseguir ello hay que utilizar técnicas Goebbelianas lo hará sin vergüenza.
Un melodrama del gobernante israelí, que ni sus más acérrimos aliados Republicanos, los influyentes miembros del Complejo Militar-Industrial le dan un voto de seriedad, pero que ven en la utilización de las palabras de Netanyahu y su papel de crítico permanente a Irán un buen instrumento de lucha y les permite resquebrajar las acciones del gobierno de Obama, torpedeando sus acciones en política exterior, para así doblarle la mano en estos dos últimos años de gobierno. Netanyahu deviene en este marco, en un mero instrumento, una herramienta, un títere dentro de la política hostil de los republicanos contra Obama fortaleciendo las posiciones del Partido del Elefante, frente a las elecciones presidenciales del año 2016. En ese plano, Netanyahu, más que un Primer Ministro, se ha transformado en un francotirador y de los peligrosos: ciego, sordo pero no mudo.
Articulo del Autor cedido por Hispantv.
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