Recomiendo:
0

Ni los muertos pueden descansar en paz

Fuentes: El Mundo

Ahmed Abed se mostraba particularmente entusiasmado el jueves tras regresar al cementerio de Sheij Raduan, en pleno centro de la ciudad de Gaza. Había conseguido convencer a uno de sus amigos para que le regalara unas losas de cemento que usaba en su domicilio como bancos. A metros de allí, su compañero de trabajo, Ausam […]

Ahmed Abed se mostraba particularmente entusiasmado el jueves tras regresar al cementerio de Sheij Raduan, en pleno centro de la ciudad de Gaza. Había conseguido convencer a uno de sus amigos para que le regalara unas losas de cemento que usaba en su domicilio como bancos.

A metros de allí, su compañero de trabajo, Ausam Tafish intentaba aleccionar a los palestinos que le ayudaban en la tumba como colocar los ladrillos sin cemento. «Hay que mojar bien la arena con agua y apretarlos mucho», decía. «Nos estamos quedando también sin ladrillos así que ya hemos pensado que cuando se acaben empezaremos a desmontar los muros del cementerio», explicó.

Tafish, que lleva 20 años trabajando como sepulturero , reconoce que desde que el cemento se acabó en Gaza hace seis meses han tenido que recurrir al ingenio para continuar con su cometido.

«Descubrimos que una fábrica de mosaicos tenía almacenados escalones de escaleras y también los usamos ahora para las tumbas. El problema es que la carestía ha disparado el precio incluso de los escalones. Si antes costaban 10 shekels (2 euros) ahora son 50 (10 euros). Otras veces arrancamos trozos de casas abandonadas . Esta placa por ejemplo es de una cocina. El resultado final es que si antes construir una sepultura costaba 400 shekes (80 euros) ahora cuesta 700 (140 euros)», dice.

Sheik Raduan no es un caso aislado . En todos los cementerios consultados se registra la misma problemática. En el camposanto de Beit Lahia están empleando baldosas de las calles y ya se plantean acudir a las coberturas de zinc o de madera.

«Pero sabemos que con el tiempo se deterioran y los despojos se quedarán al aire», indica Salahadin Ayub, el responsable del recinto.

Bloqueo a la economía palestina

La carencia de materiales básicos para el rito funerario, una tradición especialmente simbólica en el mundo musulmán, fue denunciada el miércoles por el ministro de Salud del gobierno de Gaza, Basin Naim. El origen de la crisis se encuentra en el asfixiante asedio que ha impuesto Israel a la franja palestina y que entre otras muchas cosas impide el paso de cemento y textiles.

El viernes un portavoz de la Agencias de Ayuda a los Refugiados Palestinos de Naciones Unidas (Urnwa), Christopher Gunness, ratificó la significación de esta visicitud que ni siquiera respeta a los fallecidos.

«No hay cemento para construir tumbas. Los hospitales están repartiendo sábanas porque no se encuentra sudarios . Incluso en la muerte, los palestinos se ven afectados por el bloqueo», señaló.

A diferencia de la tradición cristiana, los musulmanes no recurren a féretros para enterrar a sus muertos pero en Gaza sí construyen sepulturas excavadas en la arena que acotan con ladrillos y después recubren con cemento en el estilo del cristianismo.

La religión musulmana otorga una especial solemnidad a todo el rito funerario que sigue parámetros similares en toda la región. El cadáver se lava primero de forma minuciosa en un proceso que se denomina «takfeen» y después se envuelve en una mortaja llamada «Kafan», a ser posible confeccionada con algodón. El cuerpo se coloca siempre en la sepultura con la cabeza mirando hacia la Meca.

«En Gaza les atamos las piernas con un lazo. Le pasamos otro lazo por la cintura y un tercero que une las piernas con la cabeza y que envuelve todo el cadáver. Cualquier persona con conocimientos islámicos lo puede hacer y por supuesto no se cobra como en Europa por estas cosas», aclara Muain Abu Okal, un licenciado en Estudios Islámicos, miembro de Hamas y dedicado desde hace 10 años al menester de adecentar los cuerpos antes de enterrarlos.

Okal también admite que el cerco israelí le ha obligado a usar cualquier tipo de cobertura textil disponible para envolver los restos humanos, a falta de mortajas que se acabaron hace ya meses. «Lavé el último cuerpo la última semana y tuvimos que utilizar unas sábanas de la familia del difunto. Hay gente que están aprovechando cortinas o ropa usada, que lavan y reciclan como sudarios. De momento seguimos acudiendo al color blanco pero si se acaba utilizaremos negro, amarillo o lo que sea», manifiesta.

«El Islam exige que le otorguemos un gran respeto a los muertos pero me temo que si esto sigue así terminaremos enterrándolos en la arena, sin cubrir ni nada, como a los animales», añade.

La reciente escalada militar a la que asiste el territorio palestino también ha descubierto una nueva problemática para sepultureros y expertos en el rito funerario. La práctica local permitía que los combatientes caídos en la lucha contra las tropas israelíes fueran enterrados sin «kafan» , ataviados con su propia ropa.

«Pero los cohetes israelíes los dejan en pedazos así que tenemos que envolverlos en algo para recoger los trozos. Es terrible porque al final todo termina empapado en sangre», acota.