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Solidaridad entre pueblos

Nicaragua y Palestina en la lucha por la libertad y la justicia 

Fuentes: Rebelión

Una memoria compartida de lucha y resistencia

El Estado sionista que hoy perpetra crímenes contra inocentes en Palestina es el mismo que, en su momento, armó y respaldó la dictadura de Somoza en Nicaragua. Las armas israelíes, utilizadas en la ocupación de Palestina, dejaron también una huella imborrable de sufrimiento en nuestro país. Durante el régimen somocista, mientras muchas naciones condenaban los crímenes de la dictadura, Israel persistió en su apoyo, enviando armamento, financiando la represión y brindando asistencia logística a un gobierno que pisoteaba los derechos de su pueblo.

La lucha del pueblo palestino, por tanto, es también nuestra lucha. No solo compartimos haber sido víctimas de las mismas armas, sino que reconocemos en su opresión el reflejo de la que sufrimos bajo el régimen somocista. La ocupación israelí no es un simple conflicto territorial, sino la continuación de un proyecto colonial que despoja al pueblo palestino de su tierra, sus derechos y su dignidad. Desde la creación del Estado de Israel en 1948, millones de palestinos han sido expulsados de sus hogares, sometidos a una ocupación militar despiadada y tratados como ciudadanos de segunda clase en su propio territorio. 

Los crímenes de Israel en Palestina, ampliamente documentados por organizaciones de derechos humanos, representan violaciones flagrantes del derecho internacional y de los principios fundamentales de justicia. Los asentamientos ilegales, los bloqueos que asfixian a Gaza y los bombardeos indiscriminados no son actos aislados, sino parte de una política que se justifica bajo el pretexto de la «seguridad». Sin embargo, lo que Israel denomina «defensa propia» no es más que la continuación de un proyecto colonizador y racista.

De la misma forma en que los nicaragüenses luchamos por nuestra libertad y autodeterminación contra la dictadura de Somoza, el pueblo palestino tiene el derecho legítimo a resistir la ocupación israelí. La resistencia es un derecho inalienable de todo pueblo que defiende su tierra, su vida y su dignidad. Frente a la opresión y el despojo, la resistencia no solo es una respuesta legítima, sino también una manifestación de la dignidad humana. Esa resistencia, en todas sus formas, merece el apoyo inquebrantable de quienes creemos en la justicia, la libertad y la autodeterminación de los pueblos.

La narrativa que criminaliza la resistencia palestina

La narrativa que intenta criminalizar la resistencia palestina es la misma que empleó la dictadura de Somoza para justificar su represión en Nicaragua. Los opresores, en todas las épocas y contextos, buscan deslegitimar las luchas de los pueblos al etiquetar a los resistentes como «terroristas». Durante décadas, Israel ha intentado silenciar la voz del pueblo palestino mediante la represión, la violencia y la propaganda, diseñadas para ocultar la cruda realidad de la ocupación. No obstante, la verdad no puede ser enterrada para siempre. La valentía y la dignidad con las que el pueblo palestino ha sostenido su resistencia son un ejemplo inspirador para todos los pueblos que enfrentan la opresión en el mundo.

La opresión que padece el pueblo palestino bajo la ocupación israelí guarda paralelos inconfundibles con la historia de Nicaragua. Al igual que el pueblo nicaragüense bajo la dictadura de Somoza, los palestinos han sido víctimas de un sistema que les niega sus derechos fundamentales y que busca no solo controlar sus territorios, sino también destruir su identidad y cultura. En Nicaragua, la dictadura somocista intentó borrar cualquier rastro de resistencia popular mediante la represión y la censura para sofocar el espíritu revolucionario. En Palestina, Israel ha recurrido a estrategias similares: la ocupación militar, los asentamientos ilegales y las políticas de apartheid son herramientas diseñadas para eliminar la presencia palestina de su propia tierra.

Sin embargo, la lucha por la libertad y la autodeterminación no puede ser fácilmente sofocada. En Nicaragua, la resistencia y lucha del pueblo culminó en la Revolución Popular Sandinista conducida por el FSLN. En Palestina, aunque la ocupación aún persiste, el espíritu de resistencia sigue vivo. Cada acto de resistencia, cada disparo, cada ráfaga, cada misil, cada soldado israelita aniquilado es una prueba contundente de que el pueblo palestino se niega a ser silenciado. Su lucha es una declaración inquebrantable de dignidad y una reafirmación de su derecho a existir, a vivir en libertad y decidir su propio destino.

La solidaridad: una responsabilidad moral e histórica

Nuestra solidaridad con Palestina trasciende la justicia internacional; es un acto de memoria histórica y una responsabilidad moral. Las mismas armas que hoy asesinan a niños palestinos fueron utilizadas para derramar la sangre de nuestros hermanos y hermanas en Nicaragua. Este vínculo de dolor y resistencia nos impone el deber de no ser indiferentes. La lucha del pueblo palestino no es solo suya, también es nuestra. Como nicaragüenses, es nuestra responsabilidad mantener viva esa conexión y honrarla.

Es un deber apoyar al pueblo palestino en su búsqueda de libertad y autodeterminación. No podemos permitir que el imperialismo y el colonialismo continúen destruyendo vidas en Palestina, como lo hicieron en nuestro propio suelo. La justicia para Palestina es justicia para todos los pueblos que luchan por liberarse de la opresión. Este lazo de solidaridad trasciende lo político y se arraiga en lo moral. El sufrimiento del pueblo palestino refleja el dolor que nosotros también enfrentamos, y su lucha por la libertad es un espejo de nuestra propia historia de lucha y resistencia

Cuando hablamos de Palestina, no nos referimos a un conflicto distante ni a una causa ajena. Hablamos de una lucha compartida, de un dolor que nos une y de una resistencia que nos hermana. La historia de los pueblos que luchan por su libertad está entrelazada, y cada batalla es un capítulo de un mismo libro: el de la búsqueda universal de emancipación. Nuestra solidaridad con Palestina debe ser inquebrantable, no solo por un sentido de justicia, sino también por un imperativo de memoria histórica. Su lucha es nuestra lucha, y debemos apoyarla con la misma convicción con que defendemos nuestro derecho a la libertad.

La memoria como guía para la solidaridad

La lucha por la libertad nunca es un esfuerzo aislado. La historia nos enseña que la opresión adopta diversas formas y que la resistencia es igualmente diversa. Nicaragua es un testimonio vivo de cómo la lucha colectiva puede transformar las sociedades, y la unidad de los pueblos es fundamental para ese cambio. Recordar a quienes lucharon antes que nosotros es un acto de justicia y una guía para las nuevas generaciones. La libertad no se regala; se conquista con sacrificio, valentía y solidaridad. Por eso, educar a los jóvenes en la importancia de la solidaridad internacional es esencial para construir un futuro más justo.

La lucha del pueblo palestino es una extensión de nuestra propia lucha. Al solidarizarnos con Palestina, no solo honramos el sufrimiento de un pueblo, sino que también reafirmamos nuestro compromiso con la justicia y la libertad en todas sus formas. La historia nos ha mostrado que el camino hacia la liberación está lleno de desafíos, pero también de oportunidades para construir un mundo mejor, donde la dignidad de cada ser humano sea respetada, y la justicia y la paz sean una realidad para todos los pueblos del mundo.

Gaza: cifras de una catástrofe humanitaria

Desde el 7 de octubre de 2023, la Franja de Gaza se ha convertido en el escenario de una devastación sin precedentes. Según cifras del Ministerio de Salud palestino, los ataques israelíes han cobrado la vida de 43.870 personas, entre las cuales 16.927 eran niñas y niños, incluidos 710 menores de un año. Para dimensionar esta tragedia, en un solo año han muerto más niños en Gaza que en cuatro años de conflictos en todo el mundo. Además, cerca de 10.000 personas permanecen desaparecidas, atrapadas bajo los escombros de edificios reducidos a ruinas. https://www.telesurtv.net/mas-de-12-000-estudiantes-palestinos-asesinados-por-israel/

La vida en Gaza es una lucha continua por la supervivencia. El sistema de salud, ya debilitado, ha colapsado. De los 36 hospitales que existían, solo 17 permanecen en funcionamiento, tras ser objetivo directo del ejército israelí. La falta de acceso a servicios médicos y el desabastecimiento de suministros esenciales han sumido a la población en una crisis desesperante. En el norte de Gaza, el 31% de los niños sufre desnutrición severa, una condición que tendrá consecuencias irreversibles en su desarrollo físico y mental. Enfermedades prevenibles, como la polio y la hepatitis, han resurgido, amplificando la catástrofe humanitaria.

Para los niños que logran sobrevivir, la existencia es un ciclo perpetuo de miedo, pérdida y trauma. Muchos han quedado huérfanos, despojados de sus hogares y sometidos a un estado de inseguridad constante. Los problemas de salud mental, como la depresión y el trastorno por estrés postraumático, son comunes tanto en menores como en adultos, evidencia del impacto devastador de vivir bajo asedio.

En abierta transgresión al derecho internacional, los ataques han cobrado la vida de quienes intentaban asistir a los heridos, 986 trabajadores médicos y 85 miembros de equipos de rescate han sido asesinados. En un macabro descubrimiento, se han identificado siete fosas comunes dentro de hospitales, donde fueron enterradas 520 personas, evidenciando la magnitud de la barbarie cometida por los sionistas israelíes.

La educación: otro frente devastado

El sistema educativo de Gaza ha sido prácticamente desmantelado. Desde octubre de 2023, 441 escuelas y universidades han sido bombardeadas; 77 quedaron completamente destruidos y 126 gravemente dañados. Según el Ministerio de Educación palestino, 12.061 estudiantes han sido asesinados y 19.467 heridos. Además, 560 profesores y personal administrativo han perdido la vida, mientras que 3.729 han resultado heridos. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) estima que la destrucción de la infraestructura escolar y la imposibilidad de asistir a clases retrasará la educación de los niños y jóvenes gazatíes hasta cinco años. https://www.telesurtv.net/mas-de-12-000-estudiantes-palestinos-asesinados-por-israel/

La destrucción de la infraestructura educativa no solo significa la interrupción del aprendizaje; representa un ataque al futuro de toda una generación, privándola de oportunidades y esperanza. Gaza enfrenta una catástrofe humanitaria de proporciones históricas que desafía la conciencia global. La magnitud de las pérdidas humanas, el colapso de los sistemas de salud y educación, y las condiciones de vida insostenibles exigen una respuesta urgente de la comunidad internacional. Más allá de las cifras, esta es una tragedia humana que desafía cualquier noción de justicia y dignidad.

La devastación sistemática de la agricultura palestina

La agresión y el asedio que Israel ha impuesto sobre Palestina no se limita a la destrucción física y social; también apunta deliberadamente a la agricultura, el núcleo de la identidad, la resiliencia y la supervivencia del pueblo palestino. En este contexto, la manipulación de los alimentos y los recursos esenciales como armas de guerra se ha convertido en una táctica distintiva de la ocupación y violencia ejercida sobre el pueblo palestino.

La devastación sistemática de las tierras y la infraestructura agrícola de Palestina tiene un propósito claro: desmantelar su soberanía alimentaria, cortar cualquier posibilidad de autoabastecimiento y destruir el vínculo histórico y cultural con la tierra. Esta estrategia no solo priva a los agricultores de sus medios de subsistencia, sino que desarticula comunidades enteras, sometiéndolas a una inseguridad alimentaria sin precedentes.

De acuerdo con un informe conjunto de la FAO y UNOSAT, basado en imágenes satelitales y datos locales: El 67% de las tierras agrícolas de Gaza han sido arrasadas, dejando inservibles 10.183 hectáreas de un total de 15.053. El 71% de los frutales, el 67% de los cultivos extensivos y el 58% de las huertas han desaparecido. La superficie cultivada, que antes abarcaba 2.100 hectáreas, se ha reducido a apenas 293 hectáreas.

Además, el 44% de los invernaderos, fundamentales para mantener la producción durante todo el año, han sido destruidos. Más de 606 graneros, 538 granjas avícolas, 427 granjas de ovinos y cientos de depósitos y estanques han sido desmantelados.

El acceso al agua, recurso vital para la agricultura y la vida, también ha sido blanco de los ataques. Actualmente, más de 1,188 pozos agrícolas —más de la mitad de los existentes— están fuera de servicio. La destrucción de la planta de tratamiento de aguas residuales, elemento clave para la irrigación y la sostenibilidad ambiental, agrava aún más la situación. Estos ataques no son aislados ni fortuitos; forman parte de una estrategia calculada para borrar la capacidad de resistencia del pueblo palestino, arrancándolo de su historia y despojándolo de su futuro. https://agenciatierraviva.com.ar/israel-busca-someter-a-la-poblacion-palestina-mediante-el-hambre/

Según el Ministerio de Agricultura de Gaza, la producción de hortalizas, valorada en 268 millones de dólares antes de octubre de 2023, se ha desplomado a solo 33 millones de dólares, una pérdida total de 236 millones de dólares. Las exportaciones agrícolas, que sumaban 60.000 toneladas anuales, han sido completamente interrumpidas, generando pérdidas adicionales por más de 66 millones de dólares. En términos de producción, más del 90% de la población enfrenta una situación de inseguridad alimentaria severa. 

La agricultura, como núcleo de la cultura, la economía y la identidad palestina, está siendo destruida de manera deliberada. Esta devastación no solo significa el colapso de la autosuficiencia alimentaria, sino un ataque frontal contra la conexión del pueblo palestino con su tierra y su historia. El objetivo de estas acciones es claro: someter a una población ya vulnerable, utilizando el hambre como arma, e impedir cualquier intento de reconstrucción económica, social o cultural. Esta estrategia no solo despoja a Palestina de sus recursos esenciales, sino que también intenta borrar su identidad y quebrantar su capacidad de resistencia. En este panorama desolador, la lucha por la supervivencia del pueblo palestino se presenta como un acto de resistencia frente a la aniquilación sistemática de sus raíces, su dignidad y su futuro.

https://www.qna.org.qa/es-ES/News-Area/News/2024-11/15/informe-gubernamental-m%C3%A1s-del-90-por-ciento-de-las-tierras-agr%C3%ADcolas-en-gaza-devastadas-por-la-agresi%C3%B3n-israel%C3%AD

Desplazamiento forzado: un crimen de guerra

El desplazamiento forzado de la población palestina forma parte de una política estatal israelí que constituye un crimen de guerra y una grave violación de las Convenciones de Ginebra, además de estar tipificado como delito en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI). Según datos de las Naciones Unidas, en octubre de 2024, 1,9 millones de personas habían sido desplazadas en Gaza, una cifra alarmante considerando que la población total asciende a 2,2 millones de habitantes. 

No debemos olvidar que aproximadamente el 80% de la población de Gaza son refugiados o descendientes de personas expulsadas en 1948, durante la Nakba, cuando miles de palestinos fueron desplazados de sus hogares en lo que hoy es Israel. Este derecho al retorno para los palestinos está garantizado por las normas internacionales de derechos humanos y ha sido reafirmado por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 1948. https://www.ohchr.org/es/stories/2024/01/gaza-massive-human-rights-crisis-and-humanitarian-disaster

El desplazamiento forzado puede calificarse como un crimen de lesa humanidad cuando se realiza como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. Según el Estatuto de Roma, este crimen abarca la deportación o traslado forzoso, es decir, el desplazamiento de personas mediante expulsiones u otros actos coercitivos sin justificación legal bajo el derecho internacional. https://international.vlex.com/vid/estatuto-roma-corte-penal-internacional-67640389

El artículo 49 del Cuarto Convenio de Ginebra prohíbe explícitamente los traslados forzosos, ya sean masivos o individuales, así como las deportaciones de personas protegidas de un territorio ocupado a otro, sin importar el motivo alegado. Esta norma busca proteger a las personas de ser desarraigadas de sus hogares y obligadas a trasladarse a territorios ocupados o terceros países. https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2001/0189.pdf?file=fileadmin/Documentos/BDL/2001/0189 

El desplazamiento no solo viola estas disposiciones, sino que refleja una política sistemática que atenta contra los derechos fundamentales de un pueblo, perpetuando una crisis humanitaria de dimensiones históricas. Reconocer y abordar este crimen es imperativo para garantizar justicia y protección a las víctimas de estas violaciones flagrantes del derecho internacional.

Desacato sionista al derecho internacional

Desde enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha emitido en tres ocasiones órdenes de medidas provisionales, señalando que Israel viola la Convención sobre el Genocidio de 1948. La primera de estas, dictada el 26 de enero de 2024, instruyó a Israel a «tomar medidas inmediatas y efectivas» para garantizar la prestación de servicios básicos y asistencia humanitaria en la Franja de Gaza. Sin embargo, pese a la naturaleza vinculante de esta resolución, Israel persistió en restringir o bloquear la entrada de ayuda.

Ante el agravamiento de las condiciones en Gaza, caracterizadas por privaciones masivas y prolongadas de alimentos, agua y otras necesidades esenciales, la CIJ emitió una segunda orden en marzo de 2024. En ella, reiteró la obligación de Israel de garantizar la provisión de alimentos, agua, combustible, refugio, ropa, artículos de higiene, saneamiento y asistencia médica, incluidos suministros y apoyo especializado.

Finalmente, el 24 de mayo de 2024, la CIJ dictó una tercera resolución, esta vez enfatizando la necesidad de mantener abierto el cruce de Rafah, con el propósito de facilitar sin obstáculos la entrega de servicios básicos y ayuda humanitaria a gran escala. A pesar de la claridad y urgencia de estas resoluciones, todas han sido sistemáticamente ignoradas por el gobierno israelí, exacerbando una crisis humanitaria que afecta a millones de palestinos. Esta desobediencia no solo desafía el mandato de la CIJ, sino que también evidencia un desprecio flagrante por el derecho internacional y las normas fundamentales de protección humanitaria.

Conclusión

La situación en Palestina no es únicamente un conflicto territorial; es una tragedia humana y una violación sistemática de los derechos fundamentales, perpetuada a través del despojo, la ocupación militar y la negación de la autodeterminación. Los paralelismos históricos entre la resistencia nicaragüense contra la dictadura somocista y la lucha del pueblo palestino nos recuerdan que las luchas por la libertad son universales y compartidas. En ambas geografías, la opresión colonial y dictatorial ha intentado silenciar voces, despojar identidades y borrar la dignidad de pueblos enteros.

En Palestina, la devastación es multifacética: desde el desplazamiento forzado de casi toda su población en Gaza hasta el colapso del sistema sanitario, la destrucción de su infraestructura educativa y el uso del hambre como arma de guerra. Estas acciones no solo vulneran las Convenciones de Ginebra y el Estatuto de Roma, sino que representan un desacato flagrante al derecho internacional, evidenciado en el incumplimiento de las resoluciones de la Corte Internacional de Justicia.

Sin embargo, como demuestran tanto la resistencia palestina como la historia revolucionaria de Nicaragua, la opresión no puede sofocar el espíritu de un pueblo decidido a luchar por su libertad. La solidaridad internacional no es solo un deber moral, sino un recordatorio de que la justicia y la autodeterminación son derechos inalienables. Reconocer y denunciar estas injusticias, al tiempo que se apoya la lucha del pueblo palestino, es también defender el principio de que la dignidad humana no puede ser borrada por ninguna forma de colonialismo o violencia.

En última instancia, la libertad de Palestina es un imperativo no solo para ellos, sino para toda la humanidad. Es un testimonio de la fuerza de la resistencia frente a la adversidad y una reafirmación de que, a pesar de los intentos de deshumanización, los valores de justicia y solidaridad prevalecerán

Referencia

*Profesor Titular de la UNAN Managua, Departamento de Extensión y Vinculación Social

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.