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El Estado-Nación de la religión judía y la colonización de Palestina

No al Estado-Nación ateo, gay, blanco, negro, cristiano, musulmán, judío

Fuentes: Rebelión

El secularismo (la separación de lo religioso de la administración política), al igual que la laicidad (la diversidad religiosa), le costaron al Estado-Nación mucha sangre humana. Hoy podemos sostener que la gran mayoría contemporánea nos reafirmamos en el secularismo y la laicidad como una posible avanzada humanista. Pero más allá del secularismo, las teocracias y […]

El secularismo (la separación de lo religioso de la administración política), al igual que la laicidad (la diversidad religiosa), le costaron al Estado-Nación mucha sangre humana. Hoy podemos sostener que la gran mayoría contemporánea nos reafirmamos en el secularismo y la laicidad como una posible avanzada humanista.

Pero más allá del secularismo, las teocracias y la laicidad dentro del Estado-Nación, es ver hoy el retroceso y la burla donde la religión es el mismo Estado-Nación, eso, ni en el peor de los pasajes del oscurantismo existió. Existe una simbología que es el caso del Estado del Vaticano, pero, no es nación. Por ejemplo, para obtener unos credenciales de «nacionalidad», debe ser para trabajar en La Santa Sede y una vez culminada la labor fenece esa «nacionalidad».

Ahora, Israel que no es más que un clásico colonialismo que se impuso a través del movimiento europeo sionista en 1948 en la Palestina histórica, hoy solicita que se le reconozca como el Estado-Nación de la religión judía. Atención, no está solicitando ser un Estado confesional, teocrático, que de hecho lo es, aunque lo oculte con su estampado occidental, sino que la religión y el Estado-Nación es lo mismo. Que ser judío no es solo ser correligionario de dicha religión, sino que pasa a ser también una condición ciudadana, el gentilicio mismo. Imaginémonos una nacionalidad, judía, una nacionalidad musulmana, una nacionalidad cristiana, todo esto no en el medioevo, sino en nuestro siglo XXI.

Hay islamistas que hablan de la nación del islam, eso es una manipulación. Sería entonces válido y saliendo de lo religioso que la comunidad gay y atea fabriquen su Estado-Nación.

La actual plutocracia, la atrofia imperial en la que aún se encuentra atrapada la humanidad y el anacronismo colonial con su fascinante santuario académico intelectual en la que en algunos casos es una seudo-ciencia-social, dentro de nuestro propio secularismo, pueden ilustrar a los judíos como un caso particular, una mutación hermafrodita de la antropología, un sui-generisbla, bla, bla, todo sea para ocultar o justificar un clásico colonialismo en el amanecer del siglo XXI.

La razón por la cual la entidad colonial de Israel ahora solicita que se le reconozca como Estado-Nación de la religión judía (ellos le denominan pueblo judío), es para abolir la Resolución 194 de la ONU, que estipula el Derecho Inalienable de Retorno de los Refugiados Palestinos, que son más de 6 millones. Ya prácticamente la entidad colonial de Israel ha tomado toda la Palestina histórica, la batalla colonial/topográfica la han ganado, pero queda la demográfica, y es que la población nativa palestina crece más que la población colonial israelí. La carta demográfica es el verdadero temor de esa entidad racista. Su temor no es Hamas, las tiranías árabes, no son los terroristas islamistas, es el vientre de las madres palestinas. Golda Meir, ex Primera Ministra, en sus memorias confesó que: Que su mayor temor era el nacimiento de los niños palestinos. Recientemente la Ministra de Justicia, Ayelet Shaked, había expresado: Hay que matar a las madres palestinas. La construcción del Muro, que divide a los palestinos de los palestinos, es para estrangular el crecimiento poblacional nativo. Ahora, no es en vano que esa entidad colonial apoye hoy a terroristas islámicos, para aparte de fragmentar y balcanizar naciones árabes en Estados religiosos como Siria, entre otros, justifican así su razón como Estado de la religión Judía.

Aquí vemos que la condición etnológica que ha sido la base histórica de todo Estado-Nación está siendo amenazada y la etnología árabe también, con la instauración de Estados-Nación judío, musulmán o cristiano.

Las oleadas migratorias han provocado interesantes variantes evolutivas en el Estado-Nación, que no la hace prescindir necesariamente de lo etnológico, pero se resguarda dentro de una soberanía secular y laica. Yo misma soy latino-árabe y canadiense, que reivindico mi Derecho de Retorno a la Palestina histórica.

Ahora, ante nuestra conciencia secular, laica, humanista, de izquierda, progresista, liberal, activistas políticos, activistas de derechos humanos, demócratas, revolucionarios, escritores, artistas, filósofos, intelectuales. A los etnólogos etnógrafos, arqueólogos, antropólogos, sociólogos, historiadores, politólogos, teólogos y los mismos religiosos, pregunto: ¿Qué son los judíos, musulmanes y cristianos? ¿Un pueblo o una religión? Las corporaciones transnacionales también son las que definen y determinan, dependiendo por ejemplo de la ruta de sus gaseoductos.

Debemos liberarnos de nuestra propia autocensura, donde el eurocentrismo/sionista que desde la inquisición mediática, más la delincuencia académica intelectual nos chantajean. Me he autocensurado y me siento puerca, cómplice/verdugo, adúltera de mi alma; el miedo es un infiel que uno lleva por dentro. Yo no reconozco al régimen colonial de Israel. Desde mi tejido y corteza humana, desde mi sanidad humana, me opongo al anacronismo colonial, al Apartheid, al negacionismo, al racismo, a la supremacía humana y al exterminio de mi pueblo árabe palestino. Además, de ser una entidad colonial, es expansionista: tomar territorios de otras naciones árabes, crear la Gran Israel, igualmente es el eje de los dolorosos e inhumanos conflictos de todo el Medio Oriente. Que me condenen de panfletaria los think-thanks (el otro es siempre el culpable), no me autocensuraré. Fue el lobby sionista que arrastró a los Estados Unidos a invadir a Irak después de los atentados del 11 de septiembre y…, la lista es larga.

Ahora bien, que muchos profesantes de la religión judía también porten el sentimiento de pueblo, se respeta, pero lo que nunca debemos aceptar es la falsificación de la historia para justificar la colonización de Palestina y que además es una colonización donde existe una programada praxis de limpieza étnica con fines de hacer desaparecer al pueblo originario, el pueblo palestino que lleva en su haber mucho más de 11 mil años en la luz de la historia de la humanidad. Soy de las que cree que el pueblo puede desaparecer frente a la política de la potencia colonial de Israel.

Pero tampoco se trata de detenerse en nuestras narrativas, sino también desafiarse en parir justicia para ambas partes ante una realidad. Es impostor en nuestro siglo XXI y ante la buena fe humana el reconocimiento de un Estado-Nación religioso que tiene además una estrategia colonial. La propuesta de dos Estados (que está siendo violada) es una modalidad de colonialismo, es cercenar, enajenar y nadie debe renunciar al universo de la dignidad humana. La solución está en un solo Estado-Nación (federativo), en la que convivan y coexistan los palestinos e israelíes en un Estado-Nación democrático, en igualdad de derechos para todos sus ciudadanos. Un Estado-Nación secular y laico. Un Estado-Nación en la que incluso cualquier inmigrante pueda solicitar esa nacionalidad tal como ocurrió con mis padres al huir de Palestina y se establecieron en Venezuela, se convirtieron en ciudadanos venezolanos (nadie es ilegal), y que sus descendientes tengan el derecho al retorno, es decir el derecho Al-Awda.

La alucinante vanguardia tecnológica colonial israelí hoy solicita ser reconocido como el pueblo de la religión. Sin embargo es enriquecedor ver como a través de un Referéndum nacional se refunda la República de Bolivia como un Estado plurinacional, todo un tributo a los pueblos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.