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Israel

No hay a quien votar

Fuentes: Haaretz

Traducido del Hebreo para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Y de nuevo el país en el caos, como el cliché del título. Los colores volvieron a las mejillas de los comentaristas y políticos. Netanyahu decidió ir a las urnas, se precipitó sobre las encuestas que lo habían favorecido y corrió a informar a los ciudadanos con las pruebas en la mano la continuidad por otros cuatro años.

El espectáculo continuará tres cortos meses. Sin embargo, es conveniente prestar atención a un aspecto, o más bien a que se diluyen fácilmente del panorama general. Hace cuatro años, lo admito, yo no voté en las elecciones. Me abstuve en ese momento, no porque no crea en la democracia, sino por una razón muy simple y es que no tenía a quien darle mi voto. Y, sorprendentemente, lo que sentí en aquella oportunidad vuelve a estar vigente.

El mismo aliento mesiánico caliente sopla en el espíritu del mal. Las elecciones israelíes, como siempre, son las elecciones de los «judíos democráticos», como corresponde a un Estado «judío democrático». Debajo de este discurso se esconde una amarga verdad: el ciudadano árabe liberal, secular, demócrata y honesto no tiene alternativas. Esta escenificación «democrática» nació con el único objetivo de llegar a los judíos solamente.

Tal como están las cosas ahora, incluso cuatro años después, todavía no hay nadie a quien darle mi voto. Y por muchas razones. Basta con oír el discurso partidario que se cuela en estos días sobre cualquier fondo y que se oye en cualquier situación para comprender la inutilidad de la votación. Los comentaristas y los políticos comenzaron a hacer cálculos, crear gobiernos y desmantelar coaliciones, coronar a diferentes candidatos que se hagan cargo de la amenaza iraní y adjudicarle tal y cual compañero de ruta.

En este discurso «democrático» ignoran a la quinta parte de la población. Durante años y años tienden a poner a todos los votantes árabes en una sola canasta llamada «partidos árabes». Los medios de comunicación siguen la corriente de las mentiras y perpetúan la ignorancia del público en general.

Los medios sionistas obsecuentes suelen unir a los parlamentarios judíos, aptos para todas las opiniones. Dov Hanin del Maki y el diputado Ibrahim Sarsur es su nombre, un islamista de Raam, y ponerlos en el mismo saco llamado «partidos árabes». No hay necesidad de mencionar que Maki -que es su nombre- es el Partido Comunista de Israel. La unicidad de este partido es ser un partido patriótico cuyos miembros son árabes y judíos.

Pero la mentira más grande de todos es la llamada Lista Árabe Unida -UAL por sus siglas en inglés-, supuestamente árabe. Ni en su composición ni en su idiosincrasia es árabe ni unida para nada. Es sabido que el público árabe se compone de diferentes comunidades, musulmanes, cristianos y drusos, Pero vean este milagro: en este partido no se mencionan dos comunidades árabes, la cristiana y la drusa. Esto sugiere más que se trata de un partido musulmán separatista, como se ve a los ojos del público árabe. Esto se refleja en las elecciones en las que no recibieron un solo voto ni de los cristianos ni de los drusos.

Por lo tanto llamar a la UAL partido «árabe unido» es un llano fraude. La existencia de un partido como este, basado en la pureza de los musulmanes y el movimiento islámico, sirve por un lado al régimen sionista, porque acentúa la «judeidad» del Estado, y por el otro divide al público árabe según las comunidades religiosas y perpetúa la separación étnica.

El ciudadano árabe secular, liberal, demócrata y honesto no puede votar a partidos que apoyan a afines a Damasco como Hadash y Balad, tampoco por partidos separatistas islamistas como UAL. Dicho ciudadano árabe tampoco puede votar por los partidos sionistas que lo apartan del poder en su país y en su patria por motivos raciales. De tal manera que, en ausencia de un verdadero partido civil, no hay a quien votar en estas elecciones.

 

 Fuente original: http://www.haaretz.co.il/opinions/1.1842976