«Haizea dator ifarraldetik, hego berotik ekaitza, Ez da nabari lanbro artean zuhaitz hautsien amaitza. Eguneroko lagunak ditut beldurra eta zalantza Ardo txar honek eragiten dit noraezeko balantzea» Xabier Lete Pasando días enteros entre textos sobre el fin de la lucha armada, a veces se puede tener la sensación de que antes incluso de que se […]
Ez da nabari lanbro artean zuhaitz hautsien amaitza.
Eguneroko lagunak ditut beldurra eta zalantza
Ardo txar honek eragiten dit noraezeko balantzea»
Xabier Lete
Pasando días enteros entre textos sobre el fin de la lucha armada, a veces se puede tener la sensación de que antes incluso de que se produjera, la mayoría tenía ya el guión escrito. Esto puede ir ligado a la previsibilidad de los hechos, pero no oculta sin embargo una cierta lejanía con respecto a los tiempos en los que los hechos relevantes en política ayudaban a los virajes inesperados y contagiaban de ilusión a las personas. Parece ser, que ante los cambios, la respuesta de los agentes políticos actuales es la misma de siempre: no hay tregua.
Euskadi ta Askatasuna se ha disuelto tras casi 60 años. Para poder caminar hacia delante hay que echar la vista atrás. Cada época es un mundo y un contexto y no se debe analizar con óptica de 2017 lo ocurrido en 1958. Fundado por miembros expulsados de EGI (juventudes del PNV), su origen asambleario y reivindicativo del aspecto cultural vasco (idioma, escultura, vinculaciones con la iglesia, medio rural y montaña, deportes autóctonos…), tuvo, visto sin rencor político, una plasmación extraordinaria en adelante a la hora de definir «lo vasco» y marcar distancias con otros modelos. De esos tiempos nos ha quedado el lenguaje militar a la hora de referirnos al conflicto vasco, la óptica (actualmente deslegitimada) de la mitificación del guerrillero y el intenso trabajo de reivindicar la memoria histórica y la lucha anti franquista como nexos de unión entre diferentes.
Sin embargo la historia de ETA está unida a su interpretación en clave política de las coyunturas sociales de cada momento. Maximalista en sus objetivos, en algunos análisis teóricos supo plasmar algunas preocupaciones de la sociedad vasca con desigual acogida por las formas empleadas (por ejemplo, dos elementos fundamentales aquí fueron la lucha anti nuclear y la controversia relativa la heroína en los años 80). Sin embargo, su auto definición como agente político fue a la postre su mayor error y lo que le privó, con el tiempo, del apoyo de esa parte de la sociedad vasca que entendía la lucha armada como justificable en el postfranquismo y principios de la era democrática. ETA sufre diversos vaivenes ideológicos en función de los distintos fracasos que se dan durante las distintas treguas y estos le llevan a cambiar la estrategia social en cada momento, lo cual fue poco a poco alejándole, sin ser consciente, de su propia auto definición.
El aura de guerrilla revolucionaria que adopta durante su segunda asamblea de 1963 le hace orientarse a tesis marxistas perdiendo para siempre su nexo de unión con gran parte del entonces aún durmiente electorado nacionalista. Además en 1968 ETA comienza la lucha armada abandonando así la lucha cultural como único medio de expresión. A partir de entonces y hasta 1982, cuando desaparecieron los poli milis, las diferencias entre organizaciones militares y político militares, estarían entorno a la internacionalización de la lucha obrera (captar o no la colaboración con otras fuerzas estatales de clase), la utilización de la violencia selectiva o indiscriminada y la táctica participativa o no en las instituciones que surgieron tras el franquismo, lo que ahora se conoce como el régimen del 78.
Tras la primera redacción de la alternativa KAS (1976, posteriormente ETAm la actualizaría), en abril de 1977 Telesforo Monzón trataría en Txiberta de lograr un acuerdo de mínimos entre las fuerzas abertzales. La delegación del PNV con Joseba Azkarraga, Juan Jose Pujana y Koldo Amezkata se había decantado ya por la participación institucional, al igual que ETA pm y sus aliados políticos unidos en la extinta Euskadiko ezkerra. ETA militar y la incipiente unión de fuerzas abertzales, socialistas y de izquierdas (HB) se decantaron por una propuesta de máximos que truncó el segundo gran objetivo de la lucha política: la colaboración entre Abertzales.
Posteriormente y tras el 23F, ETApm se disolvió en su VII asamblea el 30-09-1982, estableciéndose a nivel electoral los tres espacios que dominarían los resultados electorales del abertzalismo en las siguientes décadas: la izquierda abertzale propiamente dicha, la línea social demócrata y el centro derecha demo cristiano. Cuarenta y cuatro poli milis fueron excarcelados sin entregar ningún arma a cambio.
Tras la desaparición de los poli milis y la integración de Euskadiko Ezkerra en el ámbito institucional, se produciría una cicatriz en la izquierda vasca que aún hoy en día no se ha curado y que otorgaría transitoriamente la mayoría en el eje abertzale a la rama guipuzcoana navarra. En aquel entonces no se valoró suficiente, pero EE y los grupúsculos próximos a la izquierda aportaron dinámicas que actualmente están en vigor y que posteriormente fueron aceptadas por el resto de fuerzas como ejes de trabajo.
Algunos ejemplos claros son la teoría de las dos mesas (gobierno – ETA y la mesa de partidos), la lucha contra la tortura24-02-1981Deia y la expulsión de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado (campaña Alde hemendik). Fueron dinámicas de trabajo que están aún vigentes en el seno de diversas fuerzas abertzales hoy en día. Sin embargo en aquel entonces, Txiki Benegas declaró en Deia que ETA pm había fracasado. Sorprendentemente, más tarde nombraron presidente del PSE-EE a un ex miembro de ETA pm, Mario Onaindia. EE se fusionó con el PSE en 1993 y con ello quedaba demostrado que para hacer balance político de los acontecimientos, el contexto social de cada época marca la repuesta y la valoración.
La primera gran tregua, la de Argel de 1989, que vino precedida de contactos y de otra que concedió la organización de sesenta días en 1988, estuvo rodeada de circunstancias políticas extrañas. Por un lado, el pacto de Ajuria Enea (1988) cambió el escenario político y sobre todo el lenguaje que a partir de entonces se emplearía en él. Internamente en ETA volvían a surgir disensiones en torno a la valoración del lucha armada y a la participación directa de ETA en decisiones políticas (en 1987, por ejemplo, la dirección de HASI que coordinaba Txomin Zuloaga fue cesada fulminantemente a pesar de ganar el proceso interno21-08-1992Deia entrevista Txomin Zuloaga ).
En aquella ocasión, la organización a través de Txomin Iturbe se puso a negociar con representantes del gobierno español. Ambas partes confiaban en llegar a un acuerdo con declaraciones que a treinta años vista, podrían resultar sorprendentes (un ejemplo fue como algún participante decía que mientras Rafael Vera estuviera al frente de la seguridad del estado, él negociaría siempre08-12-1991DEIA, posteriormente la implicación directa de este ex director en los GAL seguro habría hecho cambiar esta aseveración). Incluso Juan Cruz Allí se mostraba partidario de la negociación al igual que los sacerdotes vascos08-11-1989Deia.
Sin embargo, ETA mal interpretó la situación política y volvió a la lucha armada. La última llamada a Egin para confirmar que la tregua y la negociación se habían roto fue acogida como un jarro de agua fría por los presentes en la redacción. En aquella ocasión murió la negociación en su contexto militar, pero allí se hizo absolutamente palpable la necesidad de dos mesas. El estado español, sin embargo, incrementó su participación indirecta en la guerra sucia, provocando por primera vez ante una situación difícil para la dirección de ETA, la reagrupación en torno a los objetivos iniciales. Joseba Azkarraga ya en EA interpeló al gobierno para que abandonara su arrogancia y negociara20-02-1988Egin.
Las voces críticas en los años siguientes no fueron bien valoradas en la organización. En 1991 ETA criticaba en un comunicado a las voces claudicantes de HB. Egibar acusaba a ETA, ya entonces, de vivir en una burbuja sin oxígeno 11-07-1992Egin. En los años 1991, 1992, 1996 y 1997 (frente cárceles) hubo algunas treguas parciales que no llegaron a buen puerto. Sin embargo, fue en septiembre de 1998 cuando se produjo el periodo de tregua más larga y esperanzadora tras la firma del acuerdo de Lizarra Garazi.
Antes en 1995 se había presentado la alternativa democrática que había supuesto la ilegalización de la mesa nacional de HB por intentar difundir el video de ETA m con esta alternativa en campaña. Fue el paso a nueva generación de dirigentes en HB que a partir de 1998 participarían ya activamente en las instituciones surgidas del nuevo régimen. Se produjeron durante esta tregua 155 traslados de presos pero solo 24 acercamientos. 56 detenciones de miembros de ETA por parte del estado español mientras la tregua estuvo activa. El estado no reconoció nunca públicamente un diálogo que a posteriori se supo que ocurrió y finalmente ETA decide romper la tregua.
Una generación entera de abertzales maduros dejó de confiar para siempre en la posibilidad de que ETA entendiera que su actividad era perjudicial contras la unidad de fuerzas y el trabajo en común de los abertzales. Eran los tiempos en los que, por ejemplo, Deia hablaba de que ETA había adaptado su estrategia a los diferentes periodos históricos17-09-1998Deia.Deia publicó un suplemento relativo a la Tregua y llevó a portada este hecho. Rafa Larreina interpelaba en el Parlamento Vasco al gobierno español por las torturas en Intxaurrondo y los GAL 23-06-1996 Deia. Muchos pensaron que era el fín de la lucha armada y el principio de la unidad de acción de las fuerzas abertzales. Batasuna se enfrentó por primera vez contra los brotes de Kale Borroka. Se creó Udalbiltza para aunar fuerzas desde el abertzalismo para deshacer el nudo gordiano de la territorialidad y la división institucional de Hego Euskal Herria.
La respuesta del estado fue la puesta en marcha de ley de partidos, creada ad hoc para la ilegalización de HB y Batasuna (2003) bajo la doctrina del juez Baltasar Garzón del todo es ETA. Del espacio político de la izquierda abertzale surgió una escisión potente especialmente en Nafarroa, el nacimiento de Aralar. Ante esto el estado con la ilegalización, consiguió de nuevo la unidad en el seno de ETA legitimando la continuidad de la lucha armada para los militantes de ETAm. El abertzalismo no se recuperaría de este error político de ETA hasta el año 2011
Posteriormente se dieron diversas treguas selectivas (2004 la tregua de Carod Rovira para Catalunya, 2005 tregua contra cargos electos de partidos políticos) que culminaron en la Tregua del 2006. Esta fue la del alto el fuego permanente, la de las conversaciones de Loiola entre Arnaldo Otegi y Jesus Egiguren. El último intento serio de dotar de contenido a la mesa política. Roto por el atentado de la T4 donde murieron dos inmigrantes latino americanos.
A partir de ahí vino la división entre la estrategia de ETAm y la izquierda abertzale. La falta de apoyo social para la lucha armada llevó a la tregua de 2011 que ha culminado esta semana en Cambó tras múltiples conversaciones internas. Hacer un balance de estos últimos años y marcar una dirección puede ser complicado. La lectura política de una trayectoria tan cercana a lo político y tan alejada de la realidad se complica cuando uno trata de justificar también lo sufrido por sus propio militantes. Se habla de memoria, justicia y reparación ante el reconocimiento necesario a todas las víctimas, las que son de ETA y las que lo son de otros lados. En este sentido, la construcción del relato choca contra la problemática de hacer un discurso que incluya a ETAm como agente de acciones negativas para la unidad abertzale.
El trabajo mancomunado del abertzalismo desde la gestión de la diversidad es otro pilar sobre el que se quiere construir el futuro, pero choca con la necesidad innegociable de los cambios en la política penitenciaria. Esto nos lleva en ocasiones, a impulsar en las nuevas organizaciones políticas, como prioridad en el lenguaje y en el discurso el tema de los presos políticos, convirtiendo en social lo que tras otras treguas (1987, 1998) hubiera sido un aspecto técnico. Dificultando además, ante los medios, la adopción de un discurso más próximo a las necesidades actuales de la ciudadanía.
La cuestión de los presos políticos es difícil de evaluar socialmente pero imprescindible para avanzar en el marco común de la gestión del diversidad. Gregorio Peces Barba hablaba de amnistía selectiva01-03-2005ElPais y generaba el caos en el partido socialista. Eusko Alkartasuna, miembro de EH bildu, siempre defendió la invalidez de la política de dispersión en el estricto cumplimiento de las leyes y la defensa de los derechos humanos. Tenemos que afrontar que los problemas derivados del conflicto, deben estar ligados al respeto de los derechos humanos para todas sus víctimas, directas e indirectas. En ambos frentes la solidaridad con el diferente debe ser el referente en la actuación política.
Ante este barullo de ideas para el futuro, la respuesta de los agentes políticos es siempre la misma. Parece que cada uno continúa por su propia línea temporal a pesar de que el contexto político cambia, a pesar de que los tiempos y las personas evolucionan. No hay tregua. Pero como diría Galileo Galilei «y sin embargo se mueve». En esto es en lo que debemos invertir el tiempo. Tampoco hay tregua en el ámbito socio económico para las clases populares y por eso debemos acompañarlas en los procesos de cambio aunque parezcan difíciles. Aunque choquen con nuestro propio hilo temporal. Seamos generosos y positivos y hagamos del mañana nuestra propia tregua con el pasado.
Hagamos que nuestro mundo siga girando. El papel de la militancia comienza en impulsar nuestro trabajo para la mejora de las necesidades compartidas, el bien común. Esto nos hace más humanos y más acordes con los objetivos de nuestra propia apuesta política. De nuestra propia apuesta transformadora. Convirtamos el viento del norte en aire transformador.
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