Recomiendo:
0

Reacción antifascista el día 12 de Octubre en las calles de Donosti

«¡No pasarán!»… Y no pasaron

Fuentes: Rebelión

Como ya va resultando habitual, el movimiento fascista vinculado a Falange española, programó un nuevo aterrizaje en Euskal Herria para el 12 de octubre. Sus objetivos eran los mismos que se plantearon en ocasiones anteriores: reafirmar la españolidad de nuestra tierra en el corazón de Euskal Herria, provocar a quienes reivindicamos la soberanía y, de […]

Como ya va resultando habitual, el movimiento fascista vinculado a Falange española, programó un nuevo aterrizaje en Euskal Herria para el 12 de octubre. Sus objetivos eran los mismos que se plantearon en ocasiones anteriores: reafirmar la españolidad de nuestra tierra en el corazón de Euskal Herria, provocar a quienes reivindicamos la soberanía y, de paso, herir nuestros sentimientos pidiendo la pena de muerte para nuestros presos y presas. El método, también era similar al utilizado otros años: solicitar y anunciar con tiempo la celebración del acto para contar con los correspondientes permisos judiciales y la correspondiente cobertura policial (a este grupo, tanto la judicatura como la administración pública le garantizan su derecho de manifestación); desplazamiento en autobuses desde distintos puntos del Estado; acto de presencia en los lugares elegidos con toda la parafernalia anticonstitucional que identifica a los falangistas; gritos en contra de Euskal Herria, reivindicación de la pena de muerte para los presos políticos… bajo la cobertura de la policía española en cualquiera de sus versiones (policía nacional, policía autonómica vasco-española…); una vez concluido el acto, abandono del lugar haciendo gestos insultantes a la ciudadanía que repudia su presencia, amparados en la protección policial.

El lugar elegido para el desembarco de este año era el centro de Donosti. Unos días antes de la llegada de los falangistas, varios organismos políticos, sindicales y sociales de Euskal Herria habían convocado una fiesta antifascista para el mismo día, a la misma hora y en el mismo sitio donde tenían previsto desfilar los falangistas. Desde unas horas antes, el Boulevard donostiarra era un hervidero de jóvenes que habían acudido al festival… Tal y como estaba previsto, varios grupos musicales tomaban parte en el concierto. A esa misma hora, y a unos kilómetros de Donosti, una dotación de la policía vasco-española retenía los autobuses de falangistas dando tiempo a que otro contingente policial despejase el Boulevar por donde estaba previsto el desfile de los intrusos.

La policía vasco-española logró, en un primer momento su objetivo y, con material antidisturbios, dispersó a los congregados en la fiesta antifascista. Todo estaba listo para que los falangistas desfilasen por el centro de Donosti. Pero nadie preveía lo que iba a suceder. La juventud antifascista vasca reaccionó ante tanto ultraje; fueron reapareciendo por distintas esquinas y bocacalles dispuestos a recuperar el espacio popular del que habían sido desalojados. La policía vasco española volvió a la carga creyendo que volvería a ahuyentar a los jóvenes soberanistas. La decisión de estos era firme. Se enfrentaron a las dotaciones policiales hasta hacerlas retroceder, reconquistaron el espacio del que habían sido desalojados e impidieron que las fascistas desfilasen por él. A éstos, la complaciente policía del PNV los custodió hasta Donosti y les ofreció otro recorrido alternativo ya que en el inicial se estaba desarrollando una batalla campal; oferta que los intrusos rechazaron. Tras despedirse cordialmente de los policías vasco españoles (sorprendentes afinidades entre fascistas) los intrusos regresaron a su nación prometiendo que volverían con los tanques del ejército español.

Nuestra lectura de lo ocurrido

· La existencia y la actuación de la Falange es una constatación más de que en España no se produjo la ruptura con la dictadura franquista; no se trata de grupos ‘neos’, son la prolongación de la España golpista… El Estado que está persiguiendo al soberanismo vasco e ilegalizando a numerosas organizaciones de izquierda vasca, es condescendiente y permisivo con la ultraderecha: les garantiza la existencia como grupos organizados, la libertad de manifestación, la protección policial…

· La Falange es la expresión más ostentosa del fascismo que gobernó en el Estado español durante cuarenta años. Pero el franquismo sociológico y político sobrevive a la mal llamada transición; está más encubierto pero muy extendido y socializado. Aunque no comparten su parafernalia, una gran parte de la sociedad española comparte los objetivos y métodos de los imperialistas que llegaron a Donosti: «España es una, y no cincuenta y una»; hay que garantizar por todos los medios la unidad de España; si ésta se ve amenazada, habría que suspender la autonomía y mandar al ejército; los presos y presas de ETA que se pudran en la cárcel; los vascos no tienen otro derecho que el de seguir dentro de España; dada la situación que se vive en el País Vasco, no queda más remedio que aplicar un estado de excepción limitado a esta zona: hay que ilegalizar a las formaciones políticas soberanistas, hay que encarcelar por miles a sus dirigentes y militantes, hay que aplicarles una justicia de excepción para doblegarlos, hay que reprimirlos en las calles negando su derecho a manifestación, hay que expropiarles los locales en los que se reúnen… ¿No eran estos los métodos que aplicaron los golpistas de 1936? ¿No son estos los métodos que reivindican los falangistas que acudieron a Donosti? ¿No son los métodos que practican los actuales gobernantes españoles con la colaboración de los cipayos vascos? Si analizamos el pensamiento subyacente (parafernalia aparte) ¿donde está la diferencia entre los falangistas y la gran mayoría española actual?

· La sociedad española aparenta desmarcarse de los falangistas pero coincide con ellos. La sociedad vasca estatutista aparenta rechazar el fascismo pero lo termina protegiendo. El Gobierno Vasco y su policía escoltaron a los falangistas, les abrieron el camino hasta el centro de Donosti, estaban dispuestos a proteger su desfile, se saludaron efusivamente tal y como refleja la fotografía aludida; sería inconcebible ver a un policía cipayo saludar efusivamente a un joven de izquierdas soberanista. Todas estas fuerzas vascas, pretendidamente «intermedias» terminaron realizando el juego de siempre: descargar sus armas, sus descalificaciones y sus insultos contra los únicos que fueron coherentes con las proclamas antifascistas.

· La juventud vasca de izquierdas escribió una de las páginas más brillantes de la historia. Quisieron defender con música y fiesta el espacio que los fascistas intentaban ocupar. Fueron los policías cipayos del PNV quienes introdujeron la violencia para abortar la fiesta y dispersar a los jóvenes antifascistas. Estos, haciendo realidad el coreado grito de «no pasarán», tomaron por asalto la ciudad y la dignidad de nuestro pueblo. Ellos, y sólo ellos, defendieron Donosti de la invasión falangista, de la represión peneuvista y de la cobardía de un Gobierno Vasco incapaz de enfrentarse a los incontables ultrajes que soportamos. Fue una victoria épica del frente popular vasco. Como de costumbre, mereció la condena de los políticos y periodistas del oficialismo; no han hecho nada contra el fascismo que está encarcelando a la izquierda y ponen el grito en el cielo contra la rebelión antifascista de la juventud. La victoria popular del día 12 de Octubre, queda ya registrada en los anales de nuestra pequeña historia.