Andalucía como última frontera del sur de Europa
–Muchísimas gracias Javier por estos minutos con nosotras y nosotros. A pesar de que este curso es sobre colonialismo tardío (podríamos llamarle colonialismo imperialista) de fines del siglo XIX y principio del siglo XX, al ocuparnos del caso de España quisiera volver un poquito para atrás. Sobre todo, teniendo en cuenta que uno de tus temas de estudio es justamente la tesis de Andalucía como última frontera del sur de Europa. Después de eso viene el mal llamado descubrimiento de América, el genocidio de los pueblos originarios, la esclavitud de los pueblos africanos, el capitalismo, etcétera. Y más adelante, todo eso va a derivar en el imperialismo.
¿Qué nos podrías decir de esta idea que me parece muy novedosa, por lo menos para Argentina, de considerar Andalucía o todo el sur de Europa como última frontera frente a esto que se va gestando?
-Hola camarada Mariano Saravia y resto de compañeros del curso, un placer estar aquí compartiendo diálogo y compartiendo ideas desde el compromiso con el combate de las ideas y desde el compromiso también por la transformación social. Pues te agradezco camarada Mariano está invitación y espero que sea provechoso este diálogo.
Bueno, en relación con esta primera pregunta que haces, yo creo que tiene sentido para para comprender algunas de las cosas que vamos a compartir más tarde. Y tiene que ver con desmontar uno de los mitos de la forma colonialista de pensar el mundo, con las formas colonialistas de ciencias sociales que han dibujado Europa como un territorio homogéneamente desarrollado, como un lugar de civilización y como un lugar, digámoslo así, de democracia y de derechos humanos, y el resto del mundo como un lugar de desastre, como un lugar donde no puede haber un desarrollo. Y que justamente tiene que ver con cómo Europa subdesarrolló el mundo, cómo Europa destruyó muchas de las sociedades que conquistó a su paso.
Pero que, además, también tiene que ver con el mito de esa Europa civilizada, de esa Europa blanca, de esa Europa homogénea culturalmente. Respecto a eso, ya son muchas luchas las que reclaman que existe no solamente desigualdad y lucha de clases al interior de Europa, sino también que existe una serie de luchas anticoloniales, podríamos decir, al interior de Europa. Existe colonialismo interno al interior de la Europa occidental. Ya en 1974 en la Carta de Brest los movimientos antiimperialistas al interior de Europa determinaban que existe una lucha antiimperialista al interior de Europa. Esa carta estaba firmada por organizaciones anticolonialistas de Galicia, Bretaña, Euskadi (País Vasco), Cataluña, Irlanda, Escocia, Gales, Córcega y Cerdeña, entre otros. Estas organizaciones comienzan a desarrollar una lectura crítica del desarrollo al interior de Europa y en diálogo o recogiendo los aprendizajes que se estaban dando en América Latina, por ejemplo, la Teoría de la Dependencia, la Teoría del Subdesarrollo, la Teoría del Centro – Periferia. Aplicando esas teorías comprendían cómo el desarrollo de los propios Estados en Europa occidental se había conseguido a expensas de algunos de esos pueblos. Cómo al interior de los Estados, esos pueblos habían sido empobrecidos por el capitalismo. Por ejemplo, el caso de Irlanda por Inglaterra, la Bretaña o Córcega por Francia y Andalucía o Galicia por España. O casos más más complejos como el de Cataluña y el País Vasco no como socios menores en esa alianza capitalista al interior del Estado.
Estos colonialismos internos que se dan en los Estados de la Europa occidental no son algo reciente. El hecho de que la conciencia anticolonial surgiera el año ‘70 no quiere decir que el problema no estuviera antes ahí. En varios de mis trabajos he sostenido que la mal llamada “Reconquista de España” en realidad fue el preludio del mal llamado “Descubrimiento de América”. Que son dos procesos, dos fases de un mismo proceso de expansión imperial. Es decir, el Imperio español se conforma en la conquista de Al Andaluz, con la expropiación de tierra, con la expulsión de los de las comunidades, con el acaparamiento de tierra, con la prohibición de las lenguas locales, con la inferiorización de la forma de conocimiento, con el epistemicidio. Y todas esas prácticas, que de alguna forma eran prácticas locales, prácticas de la historia interna de Europa, se hacen mundiales con la expansión colonial a partir de 1492, principalmente después de la toma de Granada por parte del ejército castellano y los Reyes Católicos. Y ese mismo año continúa el proceso de conquista a través del norte de África con la conquista de Ceuta, de la Islas Canarias, del Caribe y de América Latina.
Por lo tanto, los modelos de dominación que llegan al Caribe y a América Latina, la forma de conquista, de expulsión de habitantes de sus tierras de cultivo, de prohibición de lenguas locales, de prohibición de diversidades culturales, religiosas, espirituales, todo eso, tiene una historia, y esos métodos tuvieron unas prácticas también al interior de Europa, y se desarrollan en América en el Caribe y en América Latina.
Una vez que esos modelos de dominación se desarrollan en Abya Yala, vuelven a Europa y se concentran en la represión contra minoría como los mudéjares y los moriscos. La expulsión de morisco de Granada empieza a partir de 1611 y 1614. Ya se estaba aplicando esa política en América. Digo esto porque los procesos se retroalimentan. Es decir, la violencia contra los musulmanes en España condiciona la violencia contra los pueblos indígenas en América Latina, y esa violencia contra las poblaciones originarias en América Latina condicionan nuevamente cómo se incrementa la violencia contra las poblaciones judía, afro y morisca al sur de España. Y por lo tanto yo siempre hablo de una dialéctica de la colonialidad. El colonialismo no es solamente un sistema administrativo, no solamente funciona en una dirección, sino que es una dialéctica por la cual la política del Estado español para la dominación de los pueblos a su interior ha tenido consecuencias en la dominación imperialista en América Latina y la forma de dominación imperialista en América Latina luego ha influido sobre sobre la propia las comunidades al interior del Estado.
Esa dialéctica entre el dominio interno y externo es importante para entender las prácticas de expansión colonial. Eso da lugar a que Andalucía, en muchos sentidos, tenga un patrón de poder muy similar al de América Latina: población inferiorizada culturalmente, racializada en el sentido de justificar la desigualdad en base a criterios biológicos en base a criterios étnicos, resistencia de un sistema latifundista la existencia de comunidad de jornaleros sin tierras, la existencia de narrativas que inferiorizan. Y por un lado, se apropian de la cultura andaluza y lo toman como cultura española (Lorca, Alberti, Machado, Cernuda). Por otro lado, hay una narrativa de inferiorización cultural. Y en ese sentido Andalucía se ha constituido como una región de frontera, pero no frontera como lo que separa sino frontera también como un lugar que conecta el norte de África, el Caribe, la Islas Canarias, Portugal.
En este sentido, como frontera, Andalucía es una colonia al interior de Estado español, pero también de cara a la población africana, ejerce como colonizadora. Se puede sufrir el colonialismo interno de España, pero al mismo tiempo ejercer, o participar, o legitimar, o ser partícipe de la colonización de otras poblaciones. Todo eso da cuenta de la complejidad del fenómeno, que no es como nos lo había vendido el sistema, simplemente un colonialismo administrativo, sino que hay implicaciones.
-Me llama la atención cómo explicas vos que el racismo se transforma en una política de estado con los Reyes Católicos y con la conformación de España. En cierta forma fueron adelantados los españoles en aplicar el racismo ya como una política de Estado y quizás también podríamos hablar de genocidio. Siendo que el racismo político y el genocidio son fenómenos del siglo 19. Pero en España ya se lo está aplicando sobre todo en Andalucía (también en América) en el siglo 16 o 17. Por otro lado, es interesante ver cómo España toma ciertos aspectos culturales (la sevillana, los gitanos, la Alhambra) y los vacía de contenido. ¿Hay ahí un intento genocida en la intención de terminar con la esencia de algo tan profundo?
-Hombre, yo sí diría es que hay una práctica de genocidio no solamente físico, que por supuesto lo hay, sino también prácticas de genocidio cultural. Primero hay que aclarar que todavía no podemos hablar de España, porque como tal se conforma recién a inicios del siglo 19. Tenemos que hablar de la corona castellana. La corona castellana, que venía del feudalismo, con todas sus conquistas pasa a ser un imperio, y se conforma como imperio a través de prácticas genocidas, políticas extractivistas que generan un modelo de capitalismo temprano, de acumulación de tierras, de acumulación de minerales, de acumulación de poder político. Y todo esto se da, como tú bien dices, bastante temprano en comparación con el mundo anglosajón, en relación al racismo.
La corona castellana y la experiencia hispánica funda de alguna manera estas prácticas de genocidio cultural, que luego retoman otros imperios. Pensemos que en América Latina todo lo que fue la inferiorización de culturas locales, la subyugación de comunidades locales, la marginación de lenguas locales, la prohibición de espiritualidades, la Inquisición. Todo esto tiene que ver con destruir patrones de culturales locales y asentar una forma de ver el mundo propio de los colonizadores que hiciese de los colonizados seres culturalmente dependiente, y es aquí donde tenemos que analizar el colonialismo también como una práctica cultural, como una manera de ver el mundo.
Si nosotros copiamos la forma de ver el mundo, ya no harán falta tanques, ni harán falta ejércitos. No solamente nos hicieron ver el mundo de una forma capitalista, también nos hicieron ver el mundo de una forma eurocéntrica y occidental. Entonces nuestros comportamientos se van retroalimentando. Ya no hace falta tener tropas de ocupación en todos los países. Sí lo hacen donde los pueblos se rebelan y luchan, ahí sí hay una dominación de carácter militar. Al reproducir un patrón cultural, la dominación colonial fue mucho más efectiva, y esas prácticas no desaparecieron con el final del colorismo administrativo.
Por eso existen tres etapas de la descolonización. Una primera etapa en la que los imperios se fragmentan en unidades menores que heredan la visión imperialista y de colonialismo interno. Por ejemplo, la independencia de las 13 colonias norteamericana, ellos se independizan de Gran Bretaña, pero mantienen una visión imperial. Esas primeras Independencias se dan desde finales del siglo 18 hasta mediados del 19.
Hay una segunda etapa de la descolonización que es la que ya sí es crítica con el imperialismo, como podemos ver en la Revolución Argelina o la vietnamita o la cubana. Ahí sí hay una crítica a la forma de organizar el mundo en base al imperio. Ellos ya no quieren ser un imperio. Esta es la segunda etapa. Pero aun así falta la descolonización epistémica. A pesar de que ellos se independizan y critican al imperialismo, siguen estudiando filósofos europeos, siguen pensando como europeos, siguen reproduciendo la historia del mundo en base a Europa, siguen hablando de la historia de cada país en función de los conquistadores. Al interior de su mente hay un patrón occidental. Lo señala Franz Fanon en Los Condenados de la Tierra, él ve como los países africanos se están independizando, pero mantienen una forma de pensar que es occidental.
Y, por último, hay una tercera era de la de la descolonización que es la que comienza a finales de los 80 del siglo 20, donde ya sí hay una búsqueda de raíces, hay una búsqueda de otra forma de pensar del mundo. Ahí podemos inscribir el levantamiento zapatista, todo el pensamiento decolonial, los procesos políticos en Bolivia, en Venezuela, las rebeliones contra las estatuas de Colón. Esa nueva forma de entender que los pueblos originarios no solamente tienen derecho a ciudadanía, sino que portan con ella una forma de ver el mundo, y que portan con hay una forma de entender el pasado. Ya hay una crítica epistemológica, ya hay una crítica de cómo se mira el mundo. No alcanza con sólo ser independiente. Es la gran diferencia con la segunda era. Porque si tú eres independiente, pero te comportas como un occidental, te comportas como un blanco, sometes a tus propias minorías con violencia, eres patriarcal, destruyes la naturaleza, ignoras a los indígenas, entonces no hay no hay un proyecto de emancipación. Entonces esta tercera era, no solamente incorpora ya la independencia sino también una nueva forma de desarrollo. Entonces en esta tercera era, como tú dices, nosotros tenemos que reivindicar que no solamente hubo prácticas de genocidios culturales en la expansión colonial, sino que esas prácticas se mantuvieron. Pero hoy las comprendemos, y hoy las podemos denunciar. Claro que sí existen hoy prácticas de inferiorización cultural, prácticas de negación de la dignidad de muchos pueblos, al mismo tiempo que se toma lo mejor de ellos. Por un lado, se toma el Boom latinoamericano, pero se inferioriza culturalmente a esos pueblos.
-Javier y para poder entender cómo llegamos a esto, nos centremos en ese reflujo imperialista de esa España de mitad del siglo 19. Hay tres casos muy concretos en la década de 1860: la invasión o la guerra de España contra Perú y Chile; la invasión de República Dominicana para recuperarla como colonia; y por último el México de Benito Juárez también es invadido por España junto con Inglaterra y Francia. Es un momento donde juega un papel más importante el capital concentrado. ¿Qué está pasando en esa España que es un imperio decadente, pero al mismo tiempo intenta su último manotazo de ahogado?
-La pregunta es muy interesante porque pone el foco en una de las discusiones más desconocidas o menos exploradas, que es la relación de la experiencia hispánica con lo que se han venido a llamar a partir de Lenin las prácticas imperialistas.
En el mundo latinoamericano, en el mundo de habla hispana, nunca hubo un diálogo profundo sobre lo que son las prácticas imperialistas tal y como las definió Lenin y como se definieron en el marxismo, que siempre hizo foco en las prácticas fundamentalmente desarrolladas por los nuevos imperios como Inglaterra y Francia. Yo creo que además del análisis del capitalismo como fase superior el imperialismo, hay un análisis del imperialismo como fase previa de la sociedad capitalista. Sobre todo, las formas de expansión colonial que tuvieron los llamados imperios ibéricos en América Latina constituyen un imperialismo como fase previa de la sociedad capitalista. Y hay un momento en el siglo 19 en que estos imperios decaen, por una serie de razones que tienen que ver con el hundimiento de la monarquía española y una serie de crisis interna la propia monarquía española que le hacen entrar en una pérdida de la hegemonía.
Cuando la ideología independentista de los Estados Unidos se fusiona con la de la soberanía de la Revolución Francesa a través de Francisco de Miranda. Esa ideología llega a América Latina y con ésta, llega el discurso de la soberanía nacional conectado con el discurso de la democracia. Es decir, en Estados Unidos se estaba hablando de independencia, en Francia se estaba hablando de revolución. Sobreviene el ciclo de revoluciones de América Latina que bebe de esas dos experiencias y consigue una fase muy larga de casi 40 años de victorias militares sobre el Imperio Español, que se repliega sobre sí mismo y comienza, como tú has dicho, una década de imperio a la deriva.
En ese momento tenemos que analizar también la presencia como imperio de Gran Bretaña en el Caribe, pero también en América Latina y en África, lo mismo que Francia. España pasa a ser un socio menor en la carrera imperialista. Por ejemplo, en 1885 en la conferencia de Berlín, España será un invitado menor.
Si las independencias latinoamericanas se concluyen entre 1820 y 1824, en 1830 comienza lo que se llama el Segundo Imperio Francés, que es la penetración de Francia en el mundo árabe. Y todo esto tiene consecuencias, surgen por ejemplo las ciencias sociales tal y como las conocemos, surge la historiografía, la sociología, la antropología impregnada de un carácter colonial.
A partir de 1800 surge las ciencias sociales y surgen siempre asociada a la expansión Imperial. Mientras Francia en 1830 llega al mundo árabe por el norte de África, Inglaterra se consolida en la India. Y comienza la carrera colonial en África y en Asia. Estamos hablando ya de algo que es catalogado como el imperialismo para abrir la intervención en Asia y en África. Así como en el colonialismo español el Imperio Español queda en centro del nuevo sistema. De igual manera, ahora en el siglo 19 va a ser Inglaterra la que quede en el centro del nuevo sistema neocolonial imperialista.
En ese momento de expansión imperialista de Francia al norte de África y de Inglaterra al Asia, España queda un poco a la deriva y hace algunas exploraciones en las décadas se 1860 y 1870. Tú has señalado muy bien que son el epígono del imperialismo español, tanto el intento de reconquista de la República Dominicana, lo que aquí llamamos la Guerra del Pacífico (Guerra Hispanosudamericana) y la invasión de México. Digamos que son fenómenos epigonales que se conectan con otra cosa que es muy importante que es la Primera Guerra Hispano Marroquí. En 1860 España penetra por primera vez en el norte de África más allá de las posiciones de Ceuta y de Canarias, y con el paso de los años va a dar lugar a la fundación del protectorado de Marruecos en 1912.
En 1868 también estalla la Revolución Gloriosa y surge la Primera República con los regionalismos, el confederalismo, el cantonalismo y es importante porque fue una gran revuelta que se desarrolla al interior del Estado español y que recoge José Martí y Betances de Puerto Rico. Hay una serie de conexiones de los revolucionarios del Caribe y los cantonalistas catalanes. Por ejemplo, José Martí en su obra Nuestra América define a España como problema. Pero no se estudia en qué medida pudo influenciarlo el pensamiento de los independentistas catalanes, que también tenían buena presencia en Cuba y en Puerto Rico durante todo el siglo XIX. Hasta el punto de que la bandera catalana tiene el mismo diseño que las de Cuba y Puerto Rico, con un triángulo y franjas horizontales.
Lo importante es que durante todo este siglo 19, desde 1830 en adelante, España se está ubicando en una carrera colonial que la relega a socio menor y que no encuentra ni espacio en América Latina, ni tampoco pudo desarrollar nunca un gran proyecto colonial por fuera. Lo intentó en Filipinas.
Pero después de la Conferencia de Berlín, en la que España no consigue prácticamente nada, viene la Conferencia de Algeciras en 1905, en la que, por presiones de Alemania e Inglaterra, se decide que Francia no tendría en Marruecos salida al Atlántico. Por lo tanto, el protectorado francés de Marruecos se queda en la costa del Mediterráneo y la costa atlántica queda para España.
Es decir, España sigue teniendo una posición subordinada en Europa, pero con prácticas imperialistas tal y como las definía Lenin.
-En cuanto a la actitud de España en el norte de África, quería preguntarte dos cosas: por un lado, por la irresponsabilidad de abandonar el Sahara Occidental en el 75 causando la ocupación marroquí. Por otro lado, algo que realmente nos llama la atención mucho desde Sudamérica, incluso escuchando y leyendo a compañeras y compañeros españoles bien intencionados honestos intelectualmente de izquierda. A ellos no les parece raro que España mantenga aún hoy Ceuta, Melilla y las llamadas plazas de soberanía. No les parece raro y ni siquiera las consideran colonias.
-Claro, lo que pasa es que hemos pasado de la Conferencia del Berlín de 1885 a 1975. Estamos en que España se va retrayendo tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas. Eso supone la lo que oficialmente podríamos llamar el fin del imperio. Y a partir de este momento podemos hablar de un período poscolonial que no se determina así normalmente, pero hay evidentemente un legado del imperio. Es el fin del colonialismo administrativo, pero no del proyecto colonialista. Aquí hay varios elementos que son importantes. El primero es que el protectorado de Tetuán está nutrido por militares o hijos de militares que venían de Cuba y Puerto Rico. En segundo lugar, el ejército español colonial tenía una gran controversia con el resto de los militares españoles que estaba en la península porque estos no tenían contiendas, mientras que el ejército colonial era casi un país imaginario. Era gente que no había vivido en España y algunos ni siquiera conocían España. Se va fraguando una ideología colonialista ultra reaccionaria, ultraconservadora, que conecta más tarde con el surgimiento de una cultura autoritaria en Europa que es el fascismo y el nazismo. Así surge también el fascismo español, que no se puede entender sin el proyecto colonial.
Como dice Aimé Cesaire en su Discurso sobre el Colonialismo, el delito de Hitler fue hacer a la población europea lo mismo que antes los europeos hacían el resto del mundo. Efectivamente el fascismo español surge como una especie de gobierno colonial en la península. Después de varias derrotas militares en África, los militares españoles colonialistas toman el poder en el Estado. Esto también explica mucho de la Guerra Civil, porque se enfrenta un ejército colonialista acostumbrado a la confrontación y a las crueldades, y un ejército peninsular que no estaba preparado para la guerra. Esto generó que estos militares colonialistas tomaron el poder en España y aplicaron un régimen de violencia colonial, de genocidio colonial, pero en vez de que sea contra las poblaciones racializada, la ejercían contra un enemigo ideológico, los comunistas, los anarquistas, las mujeres, las minorías nacionales. Y eso dio lugar a una España muy colonial en lo interno, el sistema de jueces, el sistema de ejército, el sistema universitario, todo, hasta el día de hoy.
Aquí yo creo que es importante que a partir de estos años 40 el régimen de Franco tiene una particular relación con la cuestión colonial. Es que Franco cree que Alemania e Italia van a ganar a las potencias aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Y entonces, Franco reclama los territorios de Francia en el norte de África.
En la reunión que se celebra en 1940 en Hendaya, Hitler le pide a Franco la entrada de España en la guerra. Franco le responde que no puede, o puede con una participación muy menor porque está recién saliendo de la Guerra Civil, pero a cambio pide todas las posiciones de Francia al norte de África. Hitler, por su parte, pide las islas Canarias, como posición geoestratégica contra Inglaterra. Ellos no se pusieron de acuerdo y por eso España no entre la Segunda Guerra Mundial, fundamentalmente por un debate sobre posiciones colonialistas.
En esos primeros años de la dictadura de Franco hay una gran promoción cultural sobre cuestiones africanas y coloniales. Se crea el Museo Etnográfico de Barcelona, se crea el primer museo de la Alhambra, se crea el Instituto de Estudios Africanos, es decir hay un boom de cultura africanista y colonialista y también de estudios orientalista que vienen determinados por la idea de Franco de una nueva expansión en el norte de África, tomando las posiciones francesas que Hitler le daría a España una vez que la guerra la hubieran ganado los fascistas. Eso nunca sucedió, y por lo tanto, a partir de los años ’50 y ’60, frente al aislamiento que imponen Francia e Inglaterra, Franco cambia su visión colonialista y se apoya en los países árabes del norte de África.
En 1955, España entra a la ONU gracias al voto favorable de los países árabes. En 1960 Franco se reúne con Nasser. Así, muy a regañadientes, y por imposición de esta alianza con los países árabes, acepta la descolonización. Viene la descolonización de Marruecos en el 56, Ifni en el 58, Guinea Ecuatorial en el 68 y luego el abandono del Sahara con la ocupación de Marruecos.
Con esto quiero decir que la relación del fascismo y el colonialismo español es transversal, sólo que hay una cierta historiografía española que trata de invisibilizar la cuestión colonial y tratar al fascismo español como una cultura autoritaria homologable a los años 30 de Europa (Italia Alemania). Pero no podemos separar estos dos fenómenos españoles: el fascismo y el colonialismo.
Un dato importante a tener en cuenta es que cuando Gamal Abdel Nasser se encuentra con Franco en 1960, negocian el apoyo de España a la causa palestina. A cambio, Franco pide que no se toquen ni Ceuta, ni Melilla, ni Canarias. De hecho, en ese mismo año, 1960, la URSS en la ONU hizo preguntas sobre la descolonización de Canarias, pero la geopolítica del régimen de Franco permitió que ese tema no se tocara nunca. Incluso, en el año 1979, por invitación de Fidel Castro, Adolfo Suárez, fue a la reunión de la Tricontinental celebrada en La Habana, para que no se discutiera la cuestión de Canarias.
Digo todo esto porque esta sigue siendo una cuestión que existe en el contexto geopolítico, pero dentro de la península, sigue habiendo una narrativa de que España tiene territorios por todos lados, dentro de esa universalidad epigonal y cenil de ese viejo imperio, que tiene todavía tiene cierta hegemonía en el sistema educativo y comunicacional. Con esto quiero explicar por qué no hay una discusión postcolonial en España, y por qué incluso mucha gente de izquierda no entiende que Ceuta, Melilla y Canarias son colonias.
Pero también tenemos las políticas del BBVA y del Banco Santander en América latina, la relación de Aznar en el golpe contra Hugo Chávez y todas estas políticas neocoloniales de las multinacionales españolas. Claro, todo esto no es visto como una política imperialista sino como parte de las “relaciones iberoamericanas”, la dimensión más culturalista del fenómeno imperialista.
Nosotros tenemos que empezar a enfrentar la descolonización de la metrópolis, y por eso es tan importante esta serie de diálogos que vienen desde el sur, este diálogo contigo, con los camaradas de Córdoba, de Argentina, y de otros lugares para abordar también una descolonización de la metrópoli desde Andalucía. Buscar procesos de descolonización y de democratización.
-Tomando Aimé Cesaire, él tuvo una polémica fuerte con sus camaradas del Partido Comunista francés cuando les decía que además de la lucha de clases, había que tomar en cuenta la cuestión colonialista y de racismo. Escucharte a vos parece leerlo a Cesaire. Pareciera que algunos compañeros y compañeras de izquierda desde Madrid, desde la centralidad del Estado, no entienden a un andaluz cuando plantea estas cosas o a un catalán o a un vasco o a un gallego, menos a un africano o un americano
-Yo creo que hay una parte de la discusión marxista que por desarrollarse dentro de Europa entiende que la única dominación que existe es la de clase o, si hablamos de feminismo, la dominación de género. Pero como ellos no sufrieron nunca la opresión nacional, para ellos no hay una cuestión nacional como parte de la emancipación. A diferencia del marxismo latinoamericano, que siempre tuvo por bandera el antiimperialismo. Pensemos en Mariátegui, Fidel Castro, el Che Guevara, Néstor Kohan, Atilio Borón. Ellos siempre ponen en el centro la liberación nacional como parte de la emancipación. En cambio, los marxistas europeos que ya tenían una nación con Estado, y eran opresores, la liberación nacional no era una cuestión de emancipación, porque ellos como pueblo ya estaban emancipados, y además eran opresores. Por eso son tan importantes los marxismos desde el sur, los marxismos anticoloniales, los marxismos que luchan desde el otro lado. Porque para un francés, para un inglés, para un belga, para un español, la liberación nacional no es necesaria, porque no la sufren, al contrario, la ejercen.
En este sentido, los colonialismos internos es una teoría que está desarrollándose, y con esto tenemos que reivindicar una decolonialidad marxista, porque la decolonialidad, o será marxista y antiimperialista o no será. Todas las discusiones sobre colonialismo interno nos llevan a la Tercera Internacional y a la Conferencia de Bakú. En 1919, los marxistas agrupados en torno de Lenin aprueban el documento sobre la cuestión nacional y colonial, convocan la conferencia de los pueblos de Oriente, y de ahí emergen todas las definiciones sobre la cuestión nacional, la de los afroamericanos, la de la India, la de Gramsci para la cuestión meridional, la de Mariátegui para Los Andes. Es una advertencia de que al interior del Estado hay una cuestión nacional (india, afro, andaluza, irlandesa). Siempre estuvo, pero esa parte del marxismo hegemónico y eurocéntrico la quiso anular, porque ellos ya tenían una liberación, ellos ya tenían una nación, ellos querían hablar del marxismo y sus propios términos, de una forma imperialista incluso al interiorismo del marxismo.
Por lo tanto, hoy reivindicar una decolonialidad debe ser reivindicar una decolonialidad que sea transformadora y marxista, que tenga en cuenta no solo la cuestión nacional, la alianza de las naciones en contra del imperialismo, sino también la cuestión colonial interna, que puede estar expresada en la lucha de los pueblos originarios, de las comunidades nacionales, étnicas, raciales, el pueblo gitano, etc. Porque si no tenemos en cuenta ese colonialismo que ejercemos en algunos casos, estaremos desarrollando nuevas máquinas de guerra contra los oprimidos. Seremos independientes, pero seguiremos ejerciendo racismo y colonialismo.
Por lo tanto, en esta tercera era, es fundamental tener en cuenta la cuestión nacional y la cuestión colonial interna para generar un nuevo marxismo verdaderamente revolucionario y decolonial.
-Javier, gracias por ayudarnos a pensar. Y en esto último que decías me hacías acordar a Lenin cuando decía que el imperialismo era lo más reciente del capitalismo. Esto es lo más reciente pero seguramente no será lo último, así que la lucha continuará. Un abrazo enorme.
-Abrazo enorme camarada Mariano.
Javier García Fernández es Licenciado en Historia por la Universidad de Granada, máster en la España Contemporánea en el Contexto Internacional y autor del libro Tierra y Libertad: Movimiento jornalero, cuestión agraria y democratización del mundo rural andaluz, publicado por la Editorial Icaria.
Versión en Youtube de la entrevista:
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