NOAM CHOMSKY Perfil de Noam Chomsky Ha sido un activista político desde los tiempos de la guerra de Vietnam. De profundas convicciones socialistas y libertarias, es considerado el disidente más prominente de Estados Unidos y también el más citado en el mundo por quienes investigan sobre la política exterior de su país. Doctor y profesor […]
Perfil de Noam Chomsky
Ha sido un activista político desde los tiempos de la guerra de Vietnam. De profundas convicciones socialistas y libertarias, es considerado el disidente más prominente de Estados Unidos y también el más citado en el mundo por quienes investigan sobre la política exterior de su país. Doctor y profesor del Departamento de Lingüística y Filosofía del Massachussets Institute of Technology (MIT), autor de 57 libros y centenares de conferencias, Noam Chomsky figura entre las casi 22 mil personalidades y ciudadanos del mundo, firmantes de la declaración «La Soberanía de Cuba debe ser Respetada» y es un acerbo crítico de la política exterior de Estados Unidos y del gobierno de Israel. Fue invitado a Chile por la Universidad de la Frontera, para participar en el Primer Congreso Internacional de Lenguas y Literaturas Indoamericanas y XII Jornadas de Lengua y Literatura Mapuche (Temuco, 16 al 20 de octubre).
Hijo de inmigrantes judío-ucranianos, Chomsky nació en Filadelfia hace 78 años, es casado y tiene tres hijos. En su juventud vivió una temporada en un kibbutz en Israel. Su trabajo académico e intelectual a lo largo de medio siglo abarca la lingüística, la comunicación, la política y la sociología. Sus teorías revolucionaron la lingüística del siglo XX, al postular la existencia de una gramática universal innata en la especie humana, al contrario de los supuestos de las teorías conductistas o estructuralistas.
Una encuesta realizada hace un año por las revistas Prospect (británica) y Foreign Policy (norteamericana), lo ubicó como el intelectual más relevante del mundo de hoy, según la votación de lectores que lo eligieron de una lista de cien pensadores actuales.
Hegemonía del Imperio, supervivencia de la humanidad y poliarquía
Síntesis del libro de Noam Chomsky
«Hegemonía o Supervivencia: la lucha de Estados Unidos por el Dominio Mundial»
Hegemony or Survival: America’s Quest for Global Dominance, de Noam Chomsky, Metropolitan Books, 2003.
Citado por el Presidente Hugo Chávez en su discurso en Naciones Unidas. Ello llevó a la obra al tope de la lista de ventas de los sitios Amazon y al segundo lugar en la página de Barnes & Noble.
El año 2003 comenzó con muchos indicios de que todas las preocupaciones sobre la supervivencia humana son muy reales. A principios de 2002 se conoció que la posibilidad de una guerra nuclear terminal se había evitado por muy poco cuarenta años atrás. Inmediatamente después, la administración de Bush bloqueó los esfuerzos de la ONU de prohibir la militarización del espacio y cortó las negociaciones internacionales para prevenir la guerra biológica centrándose en asegurar lo inevitable del ataque a Iraq, a pesar de una oposición popular sin precedentes.
Organizaciones de ayuda con experiencia amplia en Iraq y estudios de organizaciones médicas respetadas advirtieron de que la invasión planificada podría precipitar una catástrofe humana. Washington ignoró las advertencias y los medios de comunicación se interesaron poco. Un batallón norteamericano de alto rango concluyó que los ataques con armas de destrucción masiva (ADM) dentro de Estados Unidos eran «probables» y que lo serían aún más en el caso de guerra con Iraq. Numerosos especialistas y agencias de inteligencia emitieron advertencias similares, sobre el aumento de la amenaza a largo plazo de terrorismo internacional y la proliferación de ADM.
En septiembre de 2002 la administración de Bush anunció su estrategia de seguridad nacional, que declaró el derecho de recurrir a la fuerza para eliminar cualquier desafío percibido hacia la hegemonía global usamericana, que debe ser permanente…. El presidente Bush y sus asociados también persistieron en minar los esfuerzos internacionales de reducir las amenazas al medio ambiente reconocidas como severas, … El editor de la revista Science, Donald Kennedy, escribió que el Programa Científico para el Cambio Climático (CCSP por su sigla en inglés), de gobierno, es una parodia que «no incluyó recomendaciones para la limitación de las emisiones u otras formas de contaminación», y se contenta con «objetivos de reducción voluntarios, que, incluso si alcanzáramos, permitirían a las emisiones de EE.UU. seguir creciendo alrededor de 14% por década»…
A principios de 2003, estudios revelaron que el miedo a Estados Unidos alcanzó alturas extraordinarias en todo el mundo, junto con la desconfianza hacia el liderazgo político. El rechazo a las necesidades y derechos humanos elementales, se combinó con un desprecio por la democracia sin paralelos. Los eventos revelados deberían ser profundamente perturbadores para aquellos preocupados por el mundo que están dejando a sus nietos. Hay un amplio precedente histórico de la voluntad de los líderes norteamericanos de amenazar con o utilizar la violencia en caso de riesgo de una catástrofe significativa. Pero las apuestas están mucho más altas el día de hoy. La elección entre hegemonía y supervivencia ha estado pocas veces, si es que ha estado alguna, tan crudamente planteada.
Hay que intentar desenmarañar algunas de las múltiples hebras que participan de este tapiz complejo, centrando la atención sobre el poder mundial que proclama la hegemonía global. Sus acciones y doctrinas rectoras deben ser la principal preocupación para todos en el planeta, particularmente, claro está, para los norteamericanos…
Territorio enemigo
Aquellos que deseen encarar sus responsabilidades con un verdadero compromiso con la democracia y la libertad -incluso para una supervivencia decente- deberían reconocer las barreras existentes. En los Estados violentos éstas no se ocultan. En sociedades más democráticas, son más sutiles. Aunque los métodos difieren bastante entre las sociedades más brutales y las más libres, los objetivos son bastante similares: asegurar que la «gran bestia», como llamó Alexander Hamilton al pueblo, no se salga de los límites adecuados.
Controlar a la mayoría de la población siempre ha sido una preocupación dominante de los poderosos y privilegiados, especialmente desde la primera revolución democrática moderna en la Inglaterra del siglo XVII. Los autodenominados «hombres de la mejor calidad» se horrorizaron cuando una «atolondrada multitud de bestias con forma de hombres» rechazó el marco del conflicto civil que ardía en Europa entre el rey y el parlamento, e hizo un llamado a constituir un gobierno formado «por ciudadanos como nosotros mismos, que conocemos lo que necesitamos» en vez de «caballeros y nobles que nos hacen las leyes, son elegidos por el temor, no hacen más que oprimirnos y no conocen las aflicciones del pueblo». Estos «hombres de la mejor calidad» reconocieron que si las personas son tan «depravadas y corruptas» como para «conferir atribuciones de poder y confianza a hombres malvados y de pocos méritos, entonces pierden su poder a favor de aquellos que son buenos, aunque sean pocos». Casi tres siglos después, el idealismo de W. Wilson, adoptó una posición bastante similar. En el extranjero, Washington debe asegurarse que el gobierno esté en manos de «los buenos, aunque sean pocos». En casa, es necesario salvaguardar un sistema de toma de decisiones por las elites, ratificado por los ciudadanos (mediante el voto) -«poliarquía», en la terminología de las ciencias políticas-, y no por la democracia.
(Párrafos traducidos del extracto publicado en la revista CounterPounch el 25 de octubre de 2003)
Diálogo virtual con Noam Chomsky
No pudimos interrogar directamente a Noam Chomsky, dado que en su breve paso por Chile debió cancelar su encuentro con la prensa en Santiago, por problemas con su vuelo original. Pero en Internet, además de su sitio www.chomsky.info, y una sección (en español gracias a la red de traductores Tlaxcala) en www.rebelion.org, hay otras 515.000 entradas sobre el analista político y lingüista. Entablamos así un diálogo virtual con el intelectual disidente norteamericano.
América Latina
¿Cómo califica el momento que vive América Latina?
«Cinco siglos después de las conquistas europeas, Latinoamérica reafirma su independencia. Especialmente en el cono sur, desde Venezuela a Argentina, la región se alza para derrocar el legado de dominación externa de los últimos siglos y las formas sociales crueles y destructivas que ella ayudó a establecer.
Los mecanismos de control imperial (la violencia y la guerra económica, que en Latinoamérica difícilmente serían recuerdos perdidos) están perdiendo efectividad, señal del giro hacia la independencia. Washington está ahora obligado a tolerar gobiernos que en el pasado habrían provocado intervención o represalias. A través de la región, un vibrante conjunto de movimientos populares brinda las bases de una democracia con sentido. Como si volvieran a descubrir su herencia precolombina, las poblaciones indígenas son mucho más activas e influyentes, especialmente en Bolivia y Ecuador.
Estos sucesos son, en parte, el resultado de un fenómeno observado durante algunos años en América Latina por especialistas y organismos de investigación: a medida que los gobiernos electos se hicieron más formalmente democráticos, los ciudadanos fueron expresando una creciente desilusión por la forma en que funciona la democracia, así como « poca fe » en las instituciones democráticas. Han buscado construir sistemas democráticos basados en la participación popular más que en la dominación de los extranjeros y las elites.»
(en «Latinoamérica declara su independencia», artículo publicado en www.telesurtv.net, octubre 2006).
¿Considera usted que existe una relación entre el vigor de los movimientos sociales latinoamericanos y el surgimiento de gobiernos de carácter progresista en la región?
«No puede haber ninguna duda al respecto. América Latina cuenta, en mi opinión, con los movimientos populares más importantes del mundo: el MST (Movimiento de Trabajadores sin Tierra) en Brasil, los movimientos indígenas en Bolivia y otros. Eso representa el vigor y la vitalidad de la democracia en gran parte de América Latina, hoy denunciado en Occidente como «populismo», término que se traduce en «amenaza para el gobierno de la elite con marginalización del pueblo en sistemas con formas democráticas pero sólo con sustancia limitada», los naturalmente preferidos por el poder privado y estatal concentrado…. En el pasado, estos movimientos populares fueron aplastados mediante la violencia, el terrorismo de estado, la Operación Cóndor, una monstruosidad tras otra. Ya esa arma no está a su disposición. Además, está en marcha la integración Sur-Sur, de manera que Brasil, Sudáfrica y la India están estableciendo relaciones. Y una vez más, las fuerzas bajo la superficie que están presionando todo esto son las organizaciones populares internacionales de un tipo que jamás existió antes; las que se reúnen anualmente en el foro social mundial. Hasta la fecha han surgido varios foros sociales mundiales que han dado lugar a otros foros regionales; aquí mismo en Boston hay uno y en muchos otros lugares. Estos son movimientos de masa muy poderosos, de un tipo sin precedentes en la historia: las verdaderas internacionales. Todo el mundo ha hablado siempre de las internacionales de la izquierda, pero jamás hubo una. Este es el comienzo. Son acontecimientos sumamente importantes. Para los estrategas estadounidenses esto constituye una pesadilla».
(Bernie Dwyer, entrevista, traducción del inglés publicada en Cubadebate: «Por primera vez hay una internacional de la Izquierda», febrero 2006)
¿Usted está entre los que aún recuerdan el 11 de septiembre chileno?
«Chile transitaba por un camino dirigido hacia alguna forma de socialismo democrático pero sabemos lo que sucedió. Ese fue el primer 11 de septiembre, en 1973, una verdadera catástrofe. La dictadura en Chile es una historia de horror que también condujo al desastre económico, provocando la peor recesión de su historia. Entonces el ejército entregó el poder a los civiles. Aún está allí, por eso Chile aún no se ha liberado completamente. Parcialmente se ha liberado de la dictadura militar; y los demás países aún más. Recuerdo haber viajado a Argentina y Chile hace un par de años y la broma más común en ambos países era que el pueblo decía que hubieran querido que el ejército chileno fuera lo suficientemente estúpido como para declarar la guerra a Francia o a alguna potencia de importancia para que los hubieran derrotado y desacreditado y entonces el pueblo sería libre como en Argentina, donde el ejército quedó desacreditado por su derrota militar.
Pero ha habido un lento proceso en cada uno de estos países, Argentina, Brasil, Bolivia, y ha habido un proceso de derrocamiento de las dictaduras dominantes -dictaduras militares- que casi siempre han estado respaldadas y, algunas veces han sido hasta creadas, por los Estados Unidos. Ahora se están apoyando los unos a los otros y los Estados Unidos no pueden recurrir a las mismas políticas. Tomemos el caso de Brasil, si Lula se hubiera postulado en 1963, los Estados Unidos hubieran hecho lo que hicieron cuando Goulart era Presidente en 1963. El gobierno de Kennedy simplemente planificó una dictadura militar. Tuvo lugar un golpe militar y se desembarazaron de eso. Y eso es precisamente lo que está pasando en todo el hemisferio. Ahora, hay muchas esperanzas porque esto no pueden hacerlo y porque también hay cooperación.
También hay un movimiento hacia la independencia: política, económica y social, acceso a sus propios recursos, promoción de cambios sociales que puedan dar solución a los grandes problemas internos de América Latina, que son terribles. Y una gran parte de los problemas en América Latina son simplemente problemas internos. En América Latina, los ricos jamás han tenido responsabilidades. Hacen lo que quieren.
Resulta sorprendente en los últimos veinticinco años, es abrumadoramente cierto, que los países que se han adherido a las reglas neoliberales han experimentado una catástrofe económica y los países que no prestaron atención a las reglas han crecido y se han desarrollado. Asia oriental se ha desarrollado con mucha rapidez ignorando totalmente estas reglas. Chile es considerado una economía de mercado pero eso resulta altamente confuso; su principal exportación es una compañía de cobre estatal muy eficiente nacionalizada durante el gobierno de Allende. Uno no obtiene correlaciones como esta en la economía con mucha frecuencia. La adhesión a las reglas neoliberales se ha asociado con el fracaso económico y la violación de las mismas con el éxito económico: es muy difícil no ver esto. Quizás algunos economistas lo pierdan de vista pero el pueblo no; el pueblo lo vive».
(Bernie Dwyer, entrevista,»Los ricos han hecho lo que han querido», en El Viejo Topo, junio 2006)
Este año, 170 oficiales chilenos se están formando en la Escuela de las Américas, de sangrienta memoria en la región. En su reciente visita a Chile, el sacerdote norteamericano Roy Bourgeois, junto a una delegación del Observatorio de la Escuela de las Américas (SOA Watch), solicitó a la ministra de Defensa Chilena Viviane Blanlot, no enviar nuevos oficiales, pero sólo obtuvo la promesa de que se sugeriría al Ejercito adoptar esa medida. ¿Qué sabe usted de esa formación hoy?
Ahora la preparación de los militares latinoamericanos es responsabilidad del Pentágono, no existen restricciones o supervisiones, y si quieren enseñar métodos de tortura no hay problemas, nadie lo sabrá nunca. El paso de responsabilidad (desde el Departamento de Estado) al Pentágono significa que la condición respecto de los derechos humanos desaparece. Ahora el Pentágono está revisando las finalidades de los adiestramientos. Hace tiempo se hablaba de «defensa hemisférica» – a lo mejor contra los marcianos – después Kennedy cambió la defensa hemisférica por la seguridad interna, que significa combatir contra su propia población, terrorismo de Estado. Hoy la finalidad ha cambiado de nuevo y se habla de «guerra contra la droga», pero en realidad se centra en temas sociales: grupos radicales, formaciones sociales, activistas, sindicalistas son el objetivo. Todo es muy explícito y está bajo control del Pentágono. Así que no sabemos nada de lo que está sucediendo ahora en la famosa Escuela de las Américas. Éstos son cambios reales y están relacionados con la creciente preocupación de Estados Unidos por estos movimientos independentistas e integracionistas en Latinoamérica».
(Simona Bruno, entrevista en el periódico electrónico «Diagonal», «En América Latina se agrieta el sistema de dominación de Estados Unidos», marzo de 2006)
¿Qué opina de las calificaciones que hace el gobierno de Estados Unidos sobre el carácter «antidemocrático» de gobiernos como los de los presidentes Evo Morales y Hugo Chávez?
«Es una ironía terrible. Deberíamos estar avergonzados. Si se quieren buscar elecciones democráticas en el hemisferio occidental por estos días, hay que mirar a países como Bolivia, no a los Estados Unidos. Resulta instructivo comparar las recientes elecciones presidenciales en el país más rico del mundo y en el más pobre de Sudamérica, Bolivia. En la elección presidencial estadounidense de 2004, los votantes debieron optar entre dos hombres nacidos entre riquezas y privilegios, que asistieron a la misma universidad de elite, que frecuentaron la misma sociedad secreta donde los jóvenes privilegiados se entrenan para ingresar a la clase gobernante. Ambos pudieron competir en la elección porque fueron apoyados por casi los mismos conglomerados del poder privado. Sus programas eran similares y consistentes con las necesidades de su constitución básica: riqueza y privilegio. Estudios de opinión pública revelaron que en un conjunto de temas importantes, ambos partidos están bastante más a la derecha que la población en general… y la administración Bush dramáticamente más. Debido en parte a estas razones, hay temas que no figuran en la agenda electoral. Pocos votantes conocían la posición de los candidatos ante los temas. Los candidatos son envasados y vendidos como dentífricos, autos y drogas de moda, por las mismas industrias consagradas a la decepción y al fraude.
Como contraste, considérese a Bolivia y la elección de Evo Morales en diciembre último. Los votantes estaban familiarizados con los temas, temas muy reales e importantes, como el control nacional sobre el gas natural y otros recursos, que tiene abrumador apoyo popular. En la agenda política figuran, entre otros, los derechos de los indígenas y las mujeres, así como los derechos a la tierra y el agua. La población eligió a uno de los suyos, no a un representante de los reducidos sectores privilegiados. Hubo participación real, no una agitación que se promueve por una vez cada ciertos años. Quieren hablar de la promoción de la democracia, pues necesitamos esa promoción aquí (en Estados Unidos), y podemos aprender de ellos. De hecho, lo mismo ocurre con Venezuela. Nuestro sistema de propaganda mediático gubernamental culpa implacablemente a Venezuela de ser una dictadura totalitaria, etc., etc. Bien, se puede pensar lo que se quiera de Chávez –no es nuestro problema– pero la cuestión es qué piensan los venezolanos de él. Ésa es la pregunta si uno cree en la democracia. Ya sabemos la respuesta. Durante los años de Chávez se ha incrementado exponencialmente el apoyo al gobierno elegido. Es ahora el más alto en América Latina por un considerable margen. Él se las ingenia para ganar encuesta tras encuesta, elecciones y referéndum después de las elecciones, uno detrás de otro.
Después de media docena de triunfos -a pesar de la intensa oposición de los medios de difusión masiva, a un nivel que es inimaginable aquí, y además con la subversión de la superpotencia- encima de todo esto, EE.UU. apoyó un golpe militar para intentar derrocarlo, pero tuvo que ceder, en parte porque Chávez fue restituido rápidamente por la acción popular, pero en parte también debido a una oleada de protestas a lo largo de América Latina dónde, sencillamente, no se tiene el mismo desprecio por la democracia que tienen nuestros líderes y medios de difusión, y no gustan de la idea de que gobiernos democráticamente elegidos sean derrocados por el ejército. Desde entonces, EE.UU. se ha dedicado a la subversión». (en «Democracy Now», entrevista a propósito de su libro «Estados fracasados. El abuso de poder y el asalto a la democracia», Failed States. The Abuse of Power and the Assault on Democracy, abril de 2006; conceptos retomados en » Latinoamérica declara su independencia», op.cit.)
¿Qué nos puede decir acerca de Fidel y la Revolución cubana?
«Fidel Castro, independientemente de lo que pueda pensar de él la gente, es un héroe en América Latina, principalmente porque se enfrentó a los Estados Unidos. Es la primera vez en la historia del hemisferio que alguien se enfrenta a los Estados Unidos. Nadie quiere estar bajo la bota militar, pero es posible que no puedan hacer nada al respecto. De manera que por esa razón solamente, es un héroe en América Latina. Chávez, igual.»
(Bernie Dwyer, entrevista, en Cubadebate, «Por primera vez hay una internacional de izquierda», marzo 2006)
Sobre Bush y el imperio
¿Cree usted que hay bases jurídicas para propiciar la formación de un tribunal internacional que juzgue a Bush por crímenes de lesa humanidad a propósito de la guerra de Irak, basado en los criterios que Estados Unidos aplicó en el Juicio de Nuremberg a los nazis?
«Tras la II Guerra Mundial se instituyó un nuevo orden legal internacional cuyas disposiciones referentes al procedimiento en tiempos de guerra están plasmadas en la Carta de las Naciones Unidas, en la Convención de Ginebra y en los principios de Nuremberg, adoptados por la Asamblea General de la ONU. La Carta proscribe la amenaza o el uso de la fuerza, salvo que la autorice el Consejo de Seguridad, o que, en conformidad con el Artículo 51, se utilice en defensa propia ante un ataque armado, hasta que actúe el Consejo de Seguridad…
La Estrategia de Seguridad Nacional (estadounidense) de septiembre de 2002, ratificada en marzo en su mayoría, otorgó a los Estados Unidos el derecho de librar lo que denomina ‘guerra preventiva’, lo cual no significa disuadir el animo agresor del adversario, sino ‘tomar la delantera’ para ser el primero en atacar. Esto es, simple y llanamente, (legitimar) el derecho de agresión.
Según la tipificación del Tribunal de Nuremberg, la guerra de agresión es ‘el máximo crimen internacional, y tan sólo difiere de cualquier otro crimen de guerra en que constituye en sí mismo un compendio del mal en su conjunto’ – por ejemplo, todo el mal que la invasión que el binomio Estados Unidos-Reino Unido ha implantado en la torturada tierra iraquí. El concepto de agresión lo definía claramente el juez del Tribunal Supremo de los EE.UU., Robert Jackson, quien actuara de fiscal jefe en el Tribunal de Nuremberg en representación de su país. Su definición quedaba formalmente recogida en una resolución firme de la Asamblea General: Un ‘agresor’, proponía Jackson al tribunal, es cualquier estado que emprenda acciones tales como ‘la invasión armada del territorio de otro Estado, con o sin una declaración de guerra’.
Tal es el caso de la invasión de Irak. Igual de relevantes resultan las elocuentes palabras del Juez Jackson en Nuremberg: ‘Si la contravención de tratados es constitutiva de delito, resulta irrelevante quién la cometa, sean los Estados Unidos o Alemania, y no estamos dispuestos a crear una legislación penal que juzgue conductas delictivas para el prójimo que no estemos dispuestos a aplicarnos y acatar nosotros mismos’. En otra parte de su ponencia dice: ‘Jamás debemos olvidar que los principios legales sobre los cuales hoy juzgamos a los acusados serán los mismos a los que mañana recurra la historia para juzgarnos a nosotros. Ofrecer un cáliz envenenado a estos acusados equivaldría a ponerlo en nuestros propios labios’.
Para la dirigencia política el riesgo implícito en la adherencia a estos principios -y al imperio de la ley en general – es verdaderamente serio. O, lo sería, si es que alguien se atreviera a plantar cara a un ‘superpoder despótico sin parangón para el que no existe la ley, y el cual pretende modelar el mundo conforme a su visión militarista del universo’, como lo expresara Reuven Pedatzur en Haaretz el pasado mayo.
Permítanme exponer dos verdades elementales. La primera es que los actos se miden sobre la base del alcance de sus posibles consecuencias; la segunda es el principio de universalidad, es decir, que hemos de aplicarnos las mismas reglas que imponemos a los demás, cuando no de forma más estricta, si cabe. Además de ser éstas dos máximas esenciales, estos principios conforman los cimientos sobre los que se asienta la teoría de la guerra justa, o, al menos, de cualquier versión de la misma digna de ser tomada en serio.
( «Una guerra justa? Muy difícil» A just war? Hardly, artículo publicado en Znet, junio de 2006)
¿Cuáles son a su juicio los tres problemas más dramáticos que enfrenta la humanidad?
«La selección de temas que deberían ocupar los primeros lugares en la agenda de preocupaciones por el bienestar humano y por sus derechos es, naturalmente, un asunto subjetivo. Pero hay unas pocas opciones que parecen inevitables, ya que se ligan con las expectativas de una supervivencia decente. Entre ellas se encuentran al menos estas tres: la guerra nuclear, un desastre ambiental y el hecho de que el gobierno del principal poder mundial actúa de tal modo que aumenta la probabilidad de estas catástrofes.»
(«Estados Unidos: El fracaso propio y ajeno», artículo publicado por Clarín, marzo 2006).
¿Por qué afirma usted que Estados Unidos es culpable de terrorismo?
Según las definiciones oficiales de Washington sobre el terrorismo, tanto el que es patrocinado por Estados como por los países que albergan terroristas (como los terroristas cubanos anticastristas como Orlando Bosch y sus aliados, y los haitianos que viven en este país), Estados Unidos es un Estado terrorista. Así, la definición «no es utilizable», ya que «la definición de terrorismo es virtualmente la misma que la política oficial de Estados Unidos… aunque aquí se le llama antiterrorismo. Claramente, Estados Unidos está comprometido con el terrorismo. Eso es fácilmente comprobable». Si uno sigue la lógica de la definición oficial del terrorismo y la doctrina de Bush del derecho a un ataque preventivo contra esas fuerzas y los Estados que las patrocinan, sostuvo, se puede argumentar que «Cuba, Nicaragua y otros tienen el derecho de bombardear Estados Unidos». Chomsky reiteró que Estados Unidos -como todo poder y vencedor en la historia- establece cuál es la excepción al concepto de la universalidad en torno al derecho internacional. Peor aún, los medios y gran parte de los intelectuales y políticos no sólo no cuestionan esto, sino que lo toman como punto de partida. «Esto no es nada nuevo», aunque sí hay algunos elementos diferentes hoy día, señala. Uno es que la capacidad destructiva de fuerzas terroristas, sean extremistas fundamentalistas o Washington, es mayor que nunca (y advierte que es sólo cuestión de tiempo antes de que armas de destrucción masiva y terrorismo se mezclen), y emplear ejércitos privados o paramilitares en lugares como Irak y Colombia. «Esa es buena política neoliberal, privatizar las atrocidades», dice Chomsky.
(David Brooks/Jim Cason en La Jornada, «Estados Unidos es un Estado terrorista», sobre charla de Chomsky en la Universidad de Nueva York, noviembre 2004, un día después del ataque al hospital de Fallujah).