Gerardo Hernández, René González, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino. Cinco hombres, cinco héroes para Cuba, cinco espías para EEUU y cinco símbolos de la batalla que desde hace 50 años enfrenta a la isla con la gran potencia. Encarcelados en EEUU desde hace casi 10 años, estos cinco hombres se han enfrentado, se […]
Gerardo Hernández, René González, Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino. Cinco hombres, cinco héroes para Cuba, cinco espías para EEUU y cinco símbolos de la batalla que desde hace 50 años enfrenta a la isla con la gran potencia.
Encarcelados en EEUU desde hace casi 10 años, estos cinco hombres se han enfrentado, se enfrentan y se enfrentarán a penas que van desde los 15 años de prisión hasta dos cadenas perpetuas más 18 años de cárcel. Su delito, ser agentes cubanos en un territorio hostil.
Según la defensa, y los propios acusados, eran, efectivamente, cinco agentes, pero su presencia en EEUU estaba dada por la necesidad de conocer las actividades de los presuntos grupos terroristas que residen en Miami y que planean acciones contra Cuba, «contra su pueblo».
Cinco historias humanas
Pero, más allá del juicio, de las acusaciones y de las penas, la historia de estos cinco hombres es la historia de cinco esposos, padres, hermanos e hijos, que no sólo han tenido que hacer frente a un juicio «injusto, inconstitucional e inconcluso», tal y como explica Olga Salanueva, esposa de René González, sino también a meses en celdas de aislamiento, al impedimento de ver a sus seres queridos, en definitiva, al ‘robo’ de su pasado, de su presente y quién sabe si también de su futuro.
Olga lo explica en una sola frase: «Ellos podrán venir mañana, podremos retomar nuestras vidas, nuestros caminos, pero hay cosas que si no se hacen en su momento ya no se pueden hacer».
Desconsoladora es la historia de los cinco, pero quizá la historia de Gerardo Hernández y René González guarda, si cabe, una mayor dureza. Desde prácticamente el día de su detención en 1998 ni Olga, esposa de René, ni Adriana Pérez, esposa de Gerardo, han podido visitarles. EEUU no les concede el visado. El porqué, según Olga y Adriana, «nunca hay una explicación clara».
«Nosotras tenemos el derecho a visitarles, es un derecho humano, un derecho legal que nos asiste. El Gobierno de EEUU se ha empeñado con ensañamiento y de forma reiterada en negarnos ese derecho. Nosotras hemos pedido el visado en ocho oportunidades y en las ocho la Administración estadounidense ha emitido falsos argumentos contra nosotras, alegando que podemos ser un peligro para la seguridad del país, que podemos ser agentes de Cuba, que podemos entrar en territorio norteamericano para reunirnos con alguna organización terrorista, e incluso, que podemos ser posibles inmigrantes», explica Adriana.
Pero, ¿por qué ellos dos?, ¿por qué no a los cinco? Olga y Adriana no lo dudan: «Los cinco podían estar libres hace mucho tiempo si hubiesen negociado con la Fiscalía, pero a cambio de su dignidad, de una mentira y de ocultar que en EEUU existen organizaciones terroristas, de lo contrario el Gobierno de EEUU no tendría ningún problema en que nosotras entráramos en su territorio».
Dos cadenas perpetuas
En el caso de Gerardo, condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de prisión, su juventud y la consideración por parte de EEUU de jefe del grupo le han convertido en un blanco perfecto para presionar. Mientras, en el caso de René, condenado a 15 años de prisión, su condición de ciudadano estadounidense y el hecho de que Olga y sus dos hijas vivieran en EEUU, suponían dos puntos flacos fáciles de utilizar.
«Se ensañan en Adriana y en Gerardo, porque piensan que Gerardo puede traicionar, que Gerardo si realmente traiciona es a base de una confusión, con una confesión mentirosa que puede dar un vuelco total políticamente al caso. Es una tortura psicológica«, cuenta Olga.
Y es que pese al sufrimiento, a la distancia, a la pérdida, Olga y Adriana, así como todo el pueblo cubano consideran a estos cinco hombres héroes, patriotas que están pagando un precio demasiado elevado.
Como explica René en su diario y cuenta su mujer, «o te arrancas de una vez todo lo que te ha atado a tu vida anterior o empiezas a buscar excusas para la traición». Ellos no las encuentran pese a todo, de ahí el orgullo que sienten sus compatriotas.
Sin embargo, y pese a la década que estas dos mujeres llevan sin ver, sin tocar, sin hablar cara a cara con sus esposos, ambas no pierden la esperanza ni un segundo. Claro que lloran, que se hunden, pero sólo un momento, tienen que seguir luchando por René y Gerardo, por Antonio, Fernando y Ramón, y, en el caso de Olga, por sus dos hijas.
«Nos los podrán quitar físicamente, les podrán encerrar, les podrán quitar el contacto familiar normal que se pueda tener en esta situación, les podrán quitar la felicidad de la niñez, la juventud de todos los familiares, pero nuestras esperanzas no nos las van a arrancar», sentencia Olga. «Como siempre digo, ellos están lejos pero no ausentes«, finaliza Adriana.
¿Quiénes son estos hombres: espías y terroristas, o patriotas luchadores contra el terrorismo?; ¿qué hacían en EEUU; constituían un peligro para el Gobierno estadounidense o, por el contrario, servían a su patria? Gerardo respondió en el alegato que presentó en la vista de su sentencia: «Sólo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria».