Entre otras cosas, los colonialistas siempre han argumentado que llevaban la «civilización», ahora dicen los gringos y sus servidores la «democracia», cuando tanto en un lenguaje como en otro tan solo llevan la explotación de bienes naturales y de la mano de obra, por eso el gran capital siempre apoya al ejército mercenario. La salida, […]
Entre otras cosas, los colonialistas siempre han argumentado que llevaban la «civilización», ahora dicen los gringos y sus servidores la «democracia», cuando tanto en un lenguaje como en otro tan solo llevan la explotación de bienes naturales y de la mano de obra, por eso el gran capital siempre apoya al ejército mercenario. La salida, una vez y otra, ha sido la lucha del pueblo nativo contra los colonizadores por la independencia, y el resultado, la Historia lo marca como un derecho fundamental de los pueblos, la victoria de éstos sobre los esclavistas.
El nombre que se ha dado en Occidente, y más allá, desde la 2ª Guerra Mundial a esa forma de conquista ha sido el nazismo. El colonialismo anterior y el neo nazismo y colonialismo de hoy, en el que destaca el sionismo, conllevan la misma explotación de bienes ajenos y pueblos con el racismo como medio de aniquilamiento y reducción de éstos, la matanza de los autóctonos o su expulsión. Aquí nos encontramos con el caso del pueblo palestino. Desde 1948 en que las potencias protectoras del sionismo, que entonces colonizaban Palestina, les dieron una parte de esa tierra, los sionistas han expulsado a 7 millones de palestinos y palestinas. Expulsión, sí, y explotación y persecución continua para su sometimiento. Los medios empleados son los del nazismo. Tenemos memoria. Vivimos presente. Queremos futuro.
En el último ataque que el sionismo realizó contra el pueblo palestino de Gaza, del 7 de Julio al 28 de Agosto de 2014, asesinó a 2.310, e hirió a 10.626 palestinos y palestinas. Entre los asesinados hay familias enteras, han aplastado gran parte de la ciudad de Gaza, viviendas, hospitales, clínicas, guarderías, colegios, centros de la ONU, centros de trabajo, emisoras, parques, terrenos agrícolas, el puerto, las mezquitas, … hasta el pequeño zoo en el que un padre y su hijo cuidaban con cariño a sus pocos habitantes, también esos habitantes fueron asesinados. El padre y el hijo que los cuidaban, con el fin de paliar el dolor del pueblo infantil y no infantil, recogieron algunos burritos y pintaron sus cuerpos de rayas blancas, imitando a las cebras, y reabrieron el pobre zoo para invitar a todos a un día de fiesta en medio del dolor causado por los nazi sionistas.
Resulta paradójico que los colonos sionistas, mercenarios pagados por el capitalismo sionista, hagan propaganda ante el mundo de que son semitas, intentando asociar sionismo a semitismo, cuando semitas son todos los pueblos que viven en la zona, y ellos en su inmensa mayoría han nacido y vivido en países fuera de Oriente Medio. El intento de asociar-mezclar el sionismo y el semitismo es, una vez más, parte de la imagen llorosa que quieren implantar. Alguien tituló esa operación con el nombre «mato y gimoteo»: dar la imagen de pueblo perseguido y mientras tanto asesinar a quienes están en su propia tierra, los semitas, el pueblo palestino.
En lo paradójico del «mato y gimoteo» sionista, ahora destapan algo espantoso y mezquino, una gran burla de la razón y los derechos de los pueblos ante los colonizadores: roban el dinero de los impuestos que administran de la población palestina y, ante las reclamaciones de la Autoridad Nacional Palestina a la ONU, la Corte Penal Internacional, el Tratado de Roma, para que se ponga fin a la ocupación colonialista israelí, se apoye la independencia de Palestina y se juzgue a los sionistas por sus crímenes, la respuesta de los colonialistas sionazis es la de su política de «mato y gimoteo»: Netanyahu aprueba el «Estado judío», da la orden de colonizar más y más tierra de Palestina, y exige a los órganos internacionales que no reconoce, CPI y Tratado de Roma, que no hagan caso de sus obligaciones, acusando al pueblo palestino por su resistencia a la colonización. En ello está también su actual protector, el capital y gobierno de EEUU, amenazando con impedir la llegada de dinero a la Autoridad Nacional Palestina. Una vuelta de tuerca que hace la paradoja más paradoja es que el colonialista Netanyahu pretende que se juzgue a los dirigentes anticolonialistas por defender su tierra y apoyar a su pueblo.
Con el bloqueo sionazi y tras la guerra desatada por los ocupantes, en Gaza la situación se hace una tortura para el pueblo palestino. Habiendo bombardeado a la población y reducido a mínimos los medios de supervivencia, hoy, ante un invierno de temperaturas gélidas, el pueblo palestino solo dispone de 4 horas de corriente eléctrica, y no solo eso, el combustible de que se dispone para la producción de electricidad no pasará de 48 horas en caso de aumentar hasta las 24 su empleo continuado. Las casas que se sostienen en pie tras los bombardeos de los colonialistas están en situación de precariedad extrema, sin ventanas, sin paredes, agujereadas, apenas sirven como vivienda, y a esto los sionazis añaden el robo del agua, disponiendo todo Gaza de apenas ¼ parte de lo necesario. En proporciones aún más ínfimas se encuentran los medicamentos y los productos alimenticios. ¿Se han preguntado ustedes cómo y dónde sobreviven el medio millón de personas que se quedaron sin vivienda a causa de los bombardeos?
Con el estallido de las bombas de los colonialistas temblaban las paredes, el suelo, el techo, los cristales saltaban hechos pedazos, el fulgor de las llamas se metía por los huecos, y en la oscuridad la familia unas veces se recogía esperando morir todos a la vez, juntos, otras los padres repartían a los hijos por las habitaciones por si caía una bomba allí mismo que cupiese la posibilidad de que alguien de la familia se salvase. Ahí, cuando los niños lloraban y los mayores los abrazaban en su intento de consolación, el pequeño de 3 años se separó del grupo y en el centro de la habitación, conforme alzaba los brazos y con los dedos índice y corazón de las dos manos hacía la uve de victoria, en medio del terremoto causado por las bombas le oí gritarnos: «¡No tengáis miedo!. ¡No lloréis!. ¡Son fuegos artificiales!. ¡Nosotros somos palestinos!.»
Toda la solidaridad con el pueblo palestino. Fuera los ocupantes sionazis.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis», lo encuentras en Libros libres, de rebelion.org; y es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.