Desde el inicio del proceso de paz a partir de la Conferencia de Madrid y los posteriores Acuerdos de Oslo, se ha ido incubando y desarrollándose ciertos fenómenos en el seno de la sociedad israelí, que dejan en evidencia la pretendida democracia israelí y ponen en claro que ninguna democracia se puede construir sobre la […]
Desde el inicio del proceso de paz a partir de la Conferencia de Madrid y los posteriores Acuerdos de Oslo, se ha ido incubando y desarrollándose ciertos fenómenos en el seno de la sociedad israelí, que dejan en evidencia la pretendida democracia israelí y ponen en claro que ninguna democracia se puede construir sobre la ocupación de otro pueblo y menos basarse en la ley de la fuerza militar. No pretendemos meternos de lleno en las cuestiones teóricas o abstractas que ello implica. Solo pretendemos arrojar cierta luz empírica sobre tales fenómenos. También convendría aclarar que se ha escrito y se escribe con bastante frecuencia sobre los abundantes casos de brutalidades y violaciones de todo tipo de derechos de los palestinos pero que aquí queremos enfocar sobre los propios mecanismos de la supuesta democracia israelí y dejar en claro hasta que punto la ocupación la tiene más que corroída y corrompida, y como la deja ya en estado de agonía final.
En primer lugar notamos que las practicas y los modos de un pretendido «único estado democrático en Oriente Medio» son muy particulares; Tenemos a un Primer Ministro que ha ido mermando su base parlamentaria de una pequeña mayoría a una menoría. Es más, tenemos a un gabinete ministerial donde el Primer Ministro (Sharon) al perder su mayoría en el mismo, tuvo que despedir a dos ministros y nombrar a otros dos leales, uno de ellos (nos referimos al Ministro Hengabi) ya acusado formalmente de corrupción, tuvo que dejar sus funciones pero sin dejar la titularidad del Ministerio del Interior para mantener esta frágil mayoría en el gabinete ministerial.
La situación real, paradójicamente, es tan surrealista si la contemplamos desde la perspectiva de los conceptos básicos de la democracia. El Primer Ministro, Sharon, gobernando en nombre de su partido, El Likud, y con el fin de afianzar su principal plan de acción (El Plan Unilateral de Separación, es decir la retirada unilateral de la Franja de Gaza y del Norte de la Orilla Occidental), recurre a realizar una consulta popular, pero no para auscultar la opinión de la sociedad israelí, sino exclusivamente, la de los miembros de su partido. El hecho, para su comprensión cabal, se tiene que situar en un contexto de democracia parlamentaria, como es la israelí que no contempla ningún tipo de consulta popular. El resultado de la consulta fue un claro no. En cualquier democracia, este hecho, habría sido motiva más que suficiente para la dimisión, pero la política de Sharon y la sociedad israelí están lejos de esta concepción, así que Sharon sigue gobernando.
Cuando Sharon ve su pérdida de una mayoría raquítica tanto en el gabinete ministerial como en el parlamento, despliega esfuerzos para lograr una alianza con la oposición laborista de Shimón Pérez. La Oficina Central del Likud, su propio partido le bloqueó esta alternativa. En síntesis, Sharon se mantiene gracias a los votos de una parte considerable de la oposición, la laborista. Efectivamente hay casos en que un gobierno mayoritario ha podido sostenerse un cierto tiempo en el gobierno gracias a los votos de una parte de la oposición, pero siempre con la voluntad de su propio partido. Este es el único caso en que un gobierno se mantiene en contra de la voluntad mayoritario del partido gobernante y con los votos de la oposición.
Pero no hay un milagro metafísico en el hecho, que se explica teniendo en cuenta, principalmente, dos factores; uno se refiere a la marcada fragmentación de una izquierda cada vez menos izquierda y cada vez menos incidente en los acontecimientos, pero la fragmentación opera y en profundidad, también, en el seno de este conglomerado de fuerzas de derecha y extrema derecha que conforman junto con el Likud, la alianza gobernante. El segundo factor es que dentro de esta fragmentación, ni Sharon, ni sus contrincantes dentro de Likud o dentro de la alianza derechista en el gobierno y menos aún dentro de la oposición haya alguien que confíe en mejorar sus posiciones en unas próximas elecciones. De hecho todos lo saben y Sharon amaga, ya repetidas veces, con una convocatoria a elecciones adelantadas, pero no lo hace. La otra cara de la moneda es que los opositores tienen mayoría de votos para derrocar a Sharon y adelantar las elecciones y amagan, de igual modo que él, pero no pasan a los hechos. Todos le temen a las elecciones. Esta es la actuación de «la única democracia en Oriente Medio». Habrá que imaginar como será la iraquí.
La segunda observación está relacionada con la primera; frente a una «democracia paralizado», el ciudadano israelí puede contemplar en las pantallas de la televisión, leer en la prensa diaria, etc., los anuncios de futuros asesinatos políticos y de la próxima guerra civil, aun más, puede contemplar los rituales de esta anunciada guerra donde los colonos confeccionaron su «baile guerrero» y lo presentaron frente a las cámaras de televisión. Por otro lado, abundan, dentro de estos rituales las «fatwas» o sentencias religiosas de los rabinos, legitimando el asesinato de quien facilite la perdida de tierra israelí (estas sentencias religiosas precedieron al asesinato de Isaac Rabin a manos de un fanático de la derecha religiosa) como legitiman la resistencia al ejercito israelí para impedir la evacuación de las colonias. Paradójicamente los grandes medios de información presentan estos hechos como aspectos de la democracia y no como un fenómeno fundamentalista. Claro, este adjetivo es exclusivo para los de la otra parte del conflicto.
Pero con lo anterior y por encima del marcado proceso de derechización de la sociedad israelí, aun está lejos de formar un bloque monolítico. Su debilitada izquierda (el partido laboralista hace tiempo que dejó de pertenecer a esta categoría política) no deja de cumplir dos funciones vitales; uno es ser la única parte receptiva con mayor o menor grado de las reivindicaciones palestinas. Factor importante para tender puentes entre las dos partes contendientes. El segundo es mantener su papel histórico de ser la molesta pero vital voz de conciencia israelí. Muchas de sus expresiones arrojan luz nítida sobre el fondo del problema. Veamos lo que dice Yosi Sarid ex Secretario General del partido de izquierda Meretz; «la colonización es un crimen contra el sionismo… ya es tiempo de reconocer que el crimen de la colonización es el gran crimen en la historia del Estado, por el cual Israel se enfrenta al inminente peligro de guerra civil» y añade «quieren salvarse de la maldición de la Franja de Gaza pero esta salida no es posible debido a las colonias, quieren construir un muro de seguridad eficiente pero no lo logran debido a la colonias (en la Orilla Occidental del Jordán), quieren asegurar una alternativa de paz con Siria pero no es posible debido a las colonias en el Golan».
Esta visión no es exclusiva de Sarid o de la izquierda israelí, es también, la visión del fundador del Estado de Israel David Ben Gurion, recién transmitida por su hija Ronina Ben Gurion en una entrevista publicada por el periódico israelí Yediot Ahronot en ocasión del nuevo año hebreo. Ronina es hija menor, tiene ochenta años y es profesora en Microbiología, trabajó largos años como Vicepresidenta del Instituto Biológico en Nes Shiona. Es decir la entidad que produjo las armas biológicas y químicas de Israel -Paradójicamente dos colegas de Ronina, ambas mujeres iraquíes que los medios de información les otorgan dos apodos; Señora Ántrax y Señora Germen, están dentro de los muros de la ya archiconocida cárcel de Abughuraib. Estan acusadas es haber contribuido a la creación de Armas de Destrucción Masiva en Iraq-.Ronina dice; «Si se levantara mi padre, David Ben Gurion, el dirigente del Movimiento Sionista y fundador del Estado de Israel y el primero en ser su primer ministro y viera la situación actual del estado hebreo, volvería a su tumba. No creo que aguantaría estas escenas de derrumbe ético y político que vivimos hoy en día».
La entrevistada revela que por encima de las posiciones extremas anti-árabes como militares de su padre, él no hubiera ocupado los territorios palestinos, egipcios y sirios en la guerra de 1967, y que le había confesado que él considera que esta ocupación ha sido un error mortal. Ronina continúa con las revelaciones de su padre y aclara que Isaac Rabin, el entonces Jefe del Estado Mayor del Ejercito Israelí le pidió a su padre su opinión sobre el lanzamiento israelí de la guerra de 1967 y que este le contestó a Rabin con una pregunta; «¿Qué es lo que quieres de esta guerra querido Rabin? Cuando vas a la guerra arriesgando la vida de tus soldados, debes de definir las ganancias políticas. ¿Cuáles ganancias tendrás de esta guerra? Al terminar la guerra, de acuerdo con Ronina, su padre discutió ampliamente con el gobierno israelí y aceptó al final la anexión de la parte oriental de Jerusalém y su parte sur, pero les aconsejó sobre la inevitable necesidad de devolver los demás territorios y que en varias ocasiones había reiterado que esta guerra es el más grave error que el Movimiento Sionista había cometido a lo largo de su historia.
Las pertinentes anotaciones de Sarid como las de Ronina, ponen en evidencia no solo la naturaleza de esta democracia sino también la política oficial israelí, por un lado está diciendo que Israel no puede lograr la paz manteniendo y profundizando la colonización, ampliando la expropiación de las tierras palestinas y apostando todo a la eficacia y la fuerza brutal de su ejercito, es hora de reconocer, -y esto ya lo decimos nosotros, no Sarid ni Ronina- que la ocupación es la fuerza motriz de toda la violencia y que la paz llega cuando se pone fin a la ocupación del territorio palestino. Habrá que recordad un simple axioma; el fin de toda ocupación es dejar de serlo, es la desocupación y mientras más pronto será menos traumático.
* Especialista en Relaciones Internacionales y ex Representante Palestino