Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll y revisado por Bea Morales
Soldados italianos de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL) miden un cráter durante la inspección por parte de la fuerza de paz y el ejército libanés del lugar donde estalló un artefacto espía presuntamente israelí cerca del pueblo de Hula al sur de Líbano el 18 de octubre de 2009 (Foto: AFP – Mahmoud Zayat)
Las recientes revelaciones hechas por LA Times acerca del cierre de las instalaciones de espionaje de la CIA en Beirut confirmaron la afirmación hecha hace tiempo por Hizbulá acerca del trabajo de la agencia y no llegaron a explicar por qué y cómo operaba esta red.
En cuanto el Secretario General de Hizbulá, Hassan Nasrallah, anunció en junio del año pasado que el aparato de seguridad de la Resistencia había descubierto la existencia de agentes estadounidenses e israelíes dentro de sus filas. La embajada estadounidense en Beirut las despachó como simples acusaciones.
Por supuesto nadie esperaba que se hiciera pública postura alguna más allá del desmentido oficial de la embajada estadounidense en Beirut, teniendo en cuenta que Nasrallah anunció que quienes habían trabajado para reclutar a los miembros de Hizbulá eran empleados de la embajada estadounidense Periodistas estadounidenses instruidos por agentes de la inteligencia estadounidense informaron que nadie en Estados Unidos tomó el asunto en serio. Se consideraron las palabras de Nasrallah como otra serie de acusaciones vacías dirigidas al público general.
Pero hay más detrás del ‘reconocimiento semioficial’ que se anunció en la prensa estadounidense el lunes pasado.
La inteligencia estadounidense se enfrenta a una gran crisis desde la primavera pasada cuando se descubrió que algunos espías habían sido reclutados no sólo en Líbano, sino también en Siria e Irán.
Aunque el modus operandi de la red de inteligencia no permite la comunicación entre los distintos grupos operativos, todos ellos se coordinan con la inteligencia israelí con el objetivo de afrontar las crecientes operaciones armadas de resistencia en Líbano y Palestina, y el papel de Irán y Siria en esta misión. Esto explica que hay algo más detrás de las reacciones publicadas el lunes en la prensa estadounidense.
De acuerdo con diversas fuentes, la inteligencia estadounidense se ha concentrado durante este periodo en lo siguiente:
Medidas directas para proporcionar una protección intensiva para todos sus reclutas que trabajan en seguridad, ya sea sacándolos clandestinamente de Líbano, Siria e Irán, o tomando precauciones adicionales para evitar que se expongan a peligros.
Conceder la inmunidad a los funcionarios de la inteligencia estadounidense que están trabajando en este tema para que dejen sus tareas y sacarlos de esos países para llevarlos a Estados Unidos o a otros lugares más seguros.
Crear un comité de investigación cuyo objetivo es descubrir cómo se produjo la filtración. El trabajo de este comité se centrará en las comunicaciones electrónicas y de telefonía móvil de sus agentes, con quiénes y cuándo se comunicaron, con el objetivo de determinar en qué momento la información quedó expuesta.
Revisión de los materiales obtenidos de estas redes en un intento de averiguar si actuaron falsos agentes o no. Y ello para determinar el momento del descubrimiento para determinar la verdadera naturaleza de la información recibida por la inteligencia estadounidense que era falsa.
En julio del año pasado, al-Akhbar publicó un informe sobre la guerra de seguridad entre la inteligencia estadounidense e israelí, y las fuerzas de seguridad de Líbano, Siria e Irán. Se reveló que entre abril y mayo 25 agentes de la OTAN en Siria habían estado expuestos (se supone a peligros) y 17 habían sido detenidos. Uno huyó a Dubai y tres huyeron a Líbano, aunque fueron capturados en Líbano. En mayo del año pasado, el ministro de seguridad iraní anunció la detención de una red de espías que trabajaban para la CIA, 30 de ellos iraníes.
Con ocasión de la fuga de tres sirios a Líbano, la inteligencia siria solicitó la ayuda de sus colegas libaneses e Hizbulá para detenerlos. En ese momento se movilizaron las agencias para luchar contra el espionaje en Líbano y quizá fuera dicha movilización lo que llevó a la captura de los agentes, tal como anunció Hizbulá.
Nuestras fuentes confirman que «estas operaciones revelaron el traslado de la principal base de trabajo de los estadounidenses de Arabia Saudita y Líbano a los Emiratos Árabes Unidos, sobre todo a Dubai el cual, debido a las entradas y salidas requeridas por este tipo de trabajo, se puede usar como tapadera para el trabajo de seguridad».
Ibrahim al-Amine es redactor jefe de al-Akhbar
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