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Con la crisis económica se pueden radicalizar los métodos de lucha que pueden extenderse a través de la solidaridad y la coordinación

Ocupar para vencer, un nuevo espíritu de lucha

Fuentes: En lluita / En lucha

La clase trabajadora a nivel internacional se está enfrentando cada día a los efectos de la crisis: despidos, paro o el chantaje que supone aceptar peores condiciones de trabajo a cambio de poder trabajar. Aunque todavía nos encontramos lejos de un alto nivel de combatividad, sí que podemos afirmar que hay signos que nos indican […]

La clase trabajadora a nivel internacional se está enfrentando cada día a los efectos de la crisis: despidos, paro o el chantaje que supone aceptar peores condiciones de trabajo a cambio de poder trabajar. Aunque todavía nos encontramos lejos de un alto nivel de combatividad, sí que podemos afirmar que hay signos que nos indican que es más que posible que nos encontremos ante un otoño bien caliente.

La propia patronal española, la CEOE, también lo prevé. En su último informe sobre la situación socioeconómica habla de un «significativo incremento» de la conflictividad laboral. Ésta ha afectado al 56 ‘30% de las plantillas los seis primeros meses del año y prevé un aumento de la misma después del verano. La revisión de muchos convenios colectivos y su incumplimiento por parte de las empresas puede devenir en un incremento importante de las luchas.

En este momento la tónica dominante dentro de los sindicatos y la clase trabajadora en general es la de pensar que ante una amenaza de despido lo mejor es coger el dinero que te ofrece la empresa -cada vez menos- y correr cada uno por su lado. O si no, tragarse el chantaje patronal y aceptar las condiciones que impone la empresa bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo. Eso sin duda va limando cada vez más la confianza de los y las trabajadoras en sus propias posibilidades de lucha. Sin embargo, aunque de forma espontánea y aislada, pequeñas luchas están mostrando cómo es posible resistir.

Y es que en situaciones radicales como ésta son necesarias formas de lucha radicales. Y eso lo están entendiendo muy bien los y las trabajadoras. Históricamente, una de estas formas de lucha ha sido la ocupación o el bloqueo de los puestos de trabajo. Allí se muestra el conflicto claramente entre capital y trabajo. Como decía Trotski: «La ocupación temporal de empresas golpea al ídolo, la propiedad capitalista. Toda (…) ocupación plantea en la práctica la cuestión de saber quién es el amo de la fábrica: los capitalistas o los trabajadores».

Hace falta tener claro que eso no significa una ofensiva por parte de la clase trabajadora, pero sí es necesario reconocer un cambio de tendencia y sobre todo generalizar las luchas que han supuesto un modelo de radicalización y de organización.

Extender el ejemplo

La primera tarea de cualquier persona comprometida en la lucha contra los efectos de la crisis es apoyar activamente todas las luchas que surjan, sobre todo en el caso de las ocupaciones de fábricas. Extender la solidaridad, aunque a veces puede parecer que no cambie nada, es clave ya que da confianza a aquéllos y aquéllas que luchan y les hace ver que no están solas. Al mismo tiempo si somos trabajadores y trabajadoras es necesario implicarse en los procesos de lucha para que la resistencia tome formas combativas y radicales. Si eso no pasa, los elementos más regresivos en el movimiento obrero tomarán la palabra y arrastrarán las luchas a los despachos y hacia el pesimismo. Pero al mismo tiempo también es necesario extraer algunas lecciones de lo que ha pasado y de lo que está pasando.

Las revueltas y ocupaciones que tienen éxito pueden ser contagiosas y expandirse. La victoria de una lucha importante demuestra en la práctica que los años de derrotas se puede vencer y superar. El año pasado presenciamos a lo largo del Estado español, pero sobre todo en Barcelona, una larga lista de facultades ocupadas contra el Plan Bolonia. Aunque lo ideal hubiera sido ocupar los despachos donde se gestiona la universidad con el fin de impedir su funcionamiento, las ocupaciones mostraron a muchos y muchas trabajadoras un método -el de la ocupación- y una práctica -el de la democracia directa desde la base- que si todavía no se ha generalizado lo podría hacer en cualquier momento. La masiva muestra de solidaridad que consiguieron los y las estudiantes desalojados del Rectorado de la UB a raíz de la represión policial es algo que no se puede borrar de la memoria colectiva y que puede servir de ejemplo a seguir a medida que más y más trabajadores y trabajadoras empiecen a utilizar este método para hacer frente a la crisis.

Un ejemplo claro de cómo se podría extender eso es la empresa Visteon. Visteon es una empresa con sede en varios países que produce complementos para coches, por ejemplo para Nissan. Los y las trabajadoras de Visteon de Igualada, Barcelona, bloquearon la entrada de la fábrica al verse amenazados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Pero lo que es interesante de la historia, es que los y las trabajadoras de Visteon Igualada se inspiraron en la ocupación de sus compañeros y compañeras en Inglaterra e Irlanda. Allí se llevó a cabo una lucha a través de la ocupación de la fábrica de Visteon que acabó en victoria y que mostró el camino a seguir si se quiere hacer frente a los abusos de la empresa.

Pero no es el único ejemplo. En Miranda del Ebro, Burgos, los y las trabajadoras de Rottneros, una papelera, decidieron ocupar la fábrica para reclamar su derecho a trabajar. En Alcalà de Guadaria, Sevilla, la plantilla de la fábrica Roca, bloqueó la puerta de la planta impidiendo la entrada y la salida de camiones para luchar contra el ERE que supone el despido del 50% de la plantilla. En Bucarest, Rumania, mil trabajadores y trabajadoras ocuparon la fábrica de helicópteros IAR Ghimbav para protestar contra los despidos que conllevará la privatización de la empresa y exigieron aumentos salariales. Los trabajadores y trabajadoras declararon que estaban «decididos a quedarnos dentro de la fábrica con los brazos cruzados por tiempo indefinido». Incluso en Pontonx-sur-l’Adour, Francia, los trabajadoras y trabajadoras de Sony secuestraron a los directivos, bloqueando con tres camiones el acceso a la planta.

Y no es casualidad que la táctica de la ocupación vuelva a aparecer en momentos como éste. Esta táctica pasó a un primer plano durante la última Gran Depresión en los años 30. Fue en aquella época, ante los ataques de la clase dirigente y las condiciones de vida de los y las trabajadoras, que la ocupación pasó a ser una herramienta de lucha importante. La lucha ejemplar fue la de los trabajadores norteamericanos de General Motors en la ciudad de Flint. Esta lucha, que sirvió de ejemplo para que se extendieran las ocupaciones de fábricas, se acabó ganando después de una larga batalla. Los y las trabajadoras formaron barricadas en las entradas para impedir la entrada en la fábrica y organizaron un método para echar a la policía a través de la colocación de pistolas de pintura en los alrededores de la planta. La asamblea era el órgano decisorio absoluto, pero al mismo tiempo existían comités que se encargaban de gestionar -siempre bajo el control de la asamblea- la comida, la entrada y salida de la fábrica o las negociaciones. Pero las ocupaciones no pasan de forma puramente espontánea. Es cierto que la espontaneidad tiene un papel a jugar, pero la preparación de las ocupaciones y una buena táctica para que éstas funcionen también son necesarias. Un ejemplo claro de esto son las ocupaciones que han llevado a cabo los miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Aunque éstas no han sido ocupaciones de puestos de trabajo, sí que han dado problemas a la policía y a la administración andaluza. En los últimos meses han ocupado varias sucursales bancarias, oficinas de empleo, las vías del AVE, el aeropuerto de Málaga o los estudios de la televisión andaluza de Canal Sur. Muchas de estas acciones no hubieran sido posibles sin una organización previa y sin la solidaridad de muchas personas que, más allá del sindicato, apoyaban estas acciones. La planificación de las acciones ha sido clave, con tácticas para despistar a la policía y hacerles ir donde no habría ninguna acción, mientras que el resto de personas se dirigían hacia donde tendría lugar la ocupación real, como fue el caso de los estudios de Canal Sur. Estas acciones no hubieran tenido lugar sin una planificación y una táctica concreta de cómo llevarlas a la práctica. Pero tampoco hubieran tenido ningún efecto sin la participación de activistas de base, tanto del sindicato como de no afiliados.

Estas ocupaciones, como la de Visteon o la del SAT, están poniendo sobre la mesa cuestiones políticas muy importantes, que van más allá de las puramente económicas. Todas estas ocupaciones se basan en el hecho de que los y las trabajadoras rehúsan aceptar que la clase trabajadora es la que tiene que pagar la crisis. Las ocupaciones de puestos de trabajo no sólo muestran que existe la posibilidad de rebelarse contra el chantaje de las empresas sino que muestran las contradicciones del sistema.

Tomar la iniciativa

Aunque muchas personas dentro de la izquierda radical no lo quieren aceptar, el liderazgo dentro de estas luchas es muy importante. Y cuando hablamos de liderazgo no nos referimos a tener un único líder ni a nada autoritario, donde una persona o varias mandan sobre las otras. Cuando hablamos de liderazgo hablamos de la iniciativa de un grupo de personas en sacar adelante una lucha y tomar la determinación de que es posible luchar y no aceptar simplemente lo que la empresa te ofrece. A veces, nos guste o no, una minoría de trabajadores o trabajadoras tiene que tomar esta iniciativa. No siempre es posible tener asambleas masivas con todos los y las trabajadoras para decidir una estrategia y votar democráticamente una ocupación. A veces un grupo más reducido de personas tiene que actuar. A veces es necesario que una minoría actúe para que la mayoría se dé cuenta del potencial de lucha que existe. El ejemplo más claro de esto fue la ocupación del Rectorado de la UB, pero también las acciones del SAT. A través de una acción decidida la idea es animar a los demás. No estamos diciendo que una lucha la pueda ganar una minoría. Y de hecho estas acciones tienen un peligro muy claro, que es el de quedar aisladas del resto de personas dispuestas a luchar. Las ocupaciones, sean de facultades o de puestos de trabajo, sólo podrán tener éxito si tienen el apoyo activo de la mayoría y si al mismo tiempo nuevos activistas se suman a la lucha.

Pero no hay ninguna ocupación que pueda mantenerse en el tiempo sin la solidaridad activa desde fuera. La solidaridad en este tipo de acciones es esencial y hace falta que los y las trabajadoras la busquen desde el primer día. Hasta una ocupación tan importante como la que se dio hace poco en la planta de Ssangyong en Corea del Sur, donde miles de trabajadores ocuparon la fábrica durante 77 días, no es una garantía de éxito. El estado, que sabía que la lucha no estaba recibiendo mucho apoyo desde el exterior, ni por parte del resto de sindicatos ni por parte de los movimientos de base, fue capaz de movilizar a miles de policías antidisturbios, helicópteros y matones de la empresa para acabar con la ocupación.

Pero no sólo la solidaridad es importante, conectar las luchas entre empresas también es algo necesario. Precisamente Visteon tiene entre sus principales clientes a Nissan, que también ha presentado un ERE para despedir a 581 trabajadores y trabajadoras de las plantas de la Zona Franca y Montcada i Reixac en Barcelona. Conectar las luchas entre los y las trabajadoras de Visteon y Nissan, como fue el caso entre sus compañeros y compañeras de Visteon y Ford en Inglaterra e Irlanda, hubiera sido un paso adelante importantísimo en la lucha.

Este otoño y durante el año que viene tendremos que cambiar el chip y entender que las luchas deben adoptar formas más radicales si queremos derrotar los efectos de la crisis. No podemos luchar durante el 2009 y el 2010 como lo hacíamos durante el 2007 o el 2008. Hoy en día en una situación de crisis hay que ir más allá, porque muchos trabajadores y trabajadoras estarán dispuestos a ir más allá.

Fuente: http://www.enlucha.org/?q=node/1630