Un nuevo judaísmo
El sionismo provocó una revolución copernicana en el judaísmo. En rigor, varias. Como movimiento laico procuró instrumentalizar el ligamento religioso, judío, para su afianzamiento. Y lo logró consumando, claro, una entidad diametralmente distinta a la invocada. Si pudiéramos hablar de dioses, tendríamos que hablar de una metamorfosis, como bien explicita Gilad Atzmon, que nos recuerda que el formidable rabino Yeshayahu Leibovitz sostenía que el “Holocausto” era la nueva religión judía (a la cual Atzmon le encuentra el dios correspondiente).
Explica Atzmon: “Tiene sus sacerdotes (por ejemplo Simon Wiesenthal, Elie Wiesel, Deborah Lipstadt) y profetas (Shimon Peres, Benjamin Netanyahu, que son los que advierten contra un judeocidio iraní por venir). Tiene mandamientos y dogmas (por ejemplo ‘nunca más’) y rituales (días del recuerdo, peregrinaciones a Auschwitz, etc.). Posee un orden simbólico-esotérico establecido (por ejemplo, los kapos, las cámaras de gas, chimeneas, cenizas, zapatos, los campos de prisioneros, la figura del Musselmann,[1] etc.). También tiene un templo, Yad Vashem,[2] y santuarios (los museos del holocausto) en las capitales del mundo. La religión del holocausto también está sostenida por una red global de recursos financieros, lo que Norman Finkelstein llama ‘la industria del holocausto’, e instituciones como el Holocaust Education Trust. Esta nueva religión posee suficiente coherencia como para definir a sus ‘anticristos’ (negadores del holocausto) y tiene suficiente poder como perseguirlos (a través de las leyes que prohíben la negación del holocausto y los discursos de odio).
”Me tomó muchos años comprender que el holocausto, la creencia central de la fe judía contemporánea, no era un relato histórico, porque las narraciones históricas no tienen necesidad de la protección de la ley y de los políticos. En cierto instante del tiempo, un capítulo horrendo de la historia de la humanidad recibió un estatuto excepcional, meta-histórico. Su ‘facticidad’ ha sido sellada por leyes draconianas […].
”Esta nueva religión judía predica la venganza. Podría ser la más siniestra religión conocida por el hombre, porque en nombre del sufrimiento judío, otorga licencia para matar, arrasar, aniquilar, emprender ataques nucleares, saquear, realizar limpiezas étnicas. Ha hecho de la venganza un valor occidental aceptable. Los críticos de la noción de ‘religión del holocausto’ han sugerido que, si bien la veneración del holocausto tiene muchas características de una religión organizada, no ha establecido una divinidad exterior para adorar. No podría estar menos de acuerdo: la religión del holocausto encarna la esencia de la visión demo-liberal del mundo. Ofrece una nueva forma de culto, haciendo del amor de sí mismo una creencia dogmática, en la cual el fiel observante se adora a sí mismo. En la nueva religión, en vez del viejo “Yahvé”, “el judío” es el sujeto a quien los judíos adoran […].” [3] [4]
El planteo de Atzmon –disculpe el lector el largo de la cita− clarifica enormemente el comportamiento israelí. Judeoisraelí. Porque aunque Atzmon hable del judío deificado, es particularmente el judío israelí el eje de esa nueva religión basada en el Holocausto.[5]
Shlomo Sand, un historiador judío, en una investigación formidable explica otro cambio sustancial: de “tierra santa” a “madre patria” [6] y podríamos seguir enumerando tales metamorfosis que incluyen hoy, la de la transformación de lo judío como entidad espiritual a un ethos militarista que engendra jóvenes seguros y satisfechos de sí mismos, despreciativos y arrogantes (que, por suerte, siguen teniendo excepciones), consecuencia inevitable del contacto existencial con los múltiples checkpoints donde se los ejercita para el destrato, el manoseo, el abuso en tierra ocupada o conquistable.
Había una Palestina humana antes del sionismo
Uno de las grandes conflictos que tuvo la comunidad judía con el surgimiento del nacionalismo sionista fue el tema de la tierra: ¿adueñarse de ella?, ¿cómo adueñarse?
En general, dejaron de lado la presencia de seres humanos viviendo, desde siglos o milenios atrás, en la tierra que según la religión judía y el sionismo, un dios les había entregado a ellos (según la leyenda bíblica, no se trata de algún dios, sino del ‘único dios verdadero’).
Sin embargo, en el momento de la eclosión del sionismo, llegan a existir algunos judíos conscientes de la presencia de humanos en “la tierra prometida”. Es proverbial el telegrama que un par de rabinos invitados a conocer Palestina, ya entrevista como futura tierra de recepción de judíos, le enviaran al comando sionista en Londres: “−la novia es muy bonita, comunicaban en forma cifrada aludiendo a la tierra, pero ya tiene novio”, aludiendo sin lugar a dudas a la población árabe.
Sand nos alcanza algunos testimonios memorables. A fines del siglo XIX, en 1891, Ahad Ha’an, dirigente sionista visita Palestina y “ve” a los árabes. Dice, con cautela, que puede parecer táctica nomás, que hay que adueñarse de esa tierra con mucho cuidado y tacto. Porque los árabes no son “salvajes del desierto, como los burros […] como todos los hijos de Shem tienen un agudo intelecto y es muy astuto”.
Pero Ha’an va más allá del manejo táctico, puesto que reclama: “ser cuidadosos en nuestra conducta hacia un pueblo extranjero entre el que volvemos a vivir, y andar juntos en amor y respeto.” Y remata con esta observación; verdadero presagio de lo que acontecerá, y cada vez más, a todo lo largo del siglo XX y el actual XXI: “Sin embargo, ¿qué hacen nuestros hermanos en Eretz Israel? ¡Justamente lo contrario! Ellos fueron esclavos en la tierra del exilio y de repente se encuentran con una ilimitada libertad […] este súbito cambio ha engendrado en ellos un impulso hacia el despotismo, como siempre sucede cuando ‘un esclavo se convierte en rey’ y he aquí que andan con los árabes mostrando hostilidad y crueldad, invadiéndolos injustamente.” [7]
Si el pasaje transcrito es trágicamente premonitorio, ¿qué decir de este otro planteo, también presentado por Sand? Ilya Rubanovich, en 1886, se pregunta: “Qué se va a hacer con los árabes? ¿Esperarán los judíos ser extranjeros entre los árabes o querrán convertir a los árabes en extranjeros entre ellos? […] Los árabes tienen exactamente el mismo derecho histórico y acabaréis lamentando si −poniendo vuestra posición bajo la protección de los saqueadores internacionales y utilizando los acuerdos bajo cuerda y la intriga de una diplomacia corrupta− hacéis que los pacíficos árabes defiendan su derecho.” [8] Es lo que propondrá con descaro o autosuficiencia el mismísimo Herzl diez años después en El estado judío.[9]
Sand aclara muy lúcidamente que este planteo, que proviene de un socialrevolucionario ruso (Narodnaia Volia), está expresando una moral universal y lógicamente proviene de un socialista (al menos de los de entonces) y no de un judío religioso o sionista.” [10]
El significado trascendente del hecho colonial
Centrándonos en nuestro abordaje, comparemos estas visiones de una tierra que estaba cayendo en un atroz conflicto, con el papel cumplido por la progresía latinoamericana de mediados de siglo XX cuando la flamante ONU, centrada en el poder y la capacidad de decisión de las élites de poder estadounidense –los “dueños de casa”− designa una comisión, la UNSCOP (United Nations Special Committee on Palestine) para que “resuelva” el intríngulis palestino (reclamantes: judíos sionistas y resistentes palestinos).
Ya vimos en las partes anteriores la integración de UNSCOP y sus tomas de posición. Ninguna delegación árabe constituirá la UNSCOP y tampoco participarán las escasas naciones y estados africanos, que entonces integraban la ONU.
Ya examinamos el papel de Guatemala y Uruguay en la UNSCOP. Una palabra sobre el tercer estado latinoamericano que fue designado para integrarla; Perú. Probablemente su segundo plano reflejó la inestabilidad en el país; meses más tarde de su actuación en UNSCOP, un golpe de estado pondrá como dictador al general Manuel Odría. Siempre dentro de “la política hemisférica de EE.UU.”
Resulta lacerante, pero muy instructivo comparar el formidable pensamiento de Ilya Rubanovich considerando derechos de gente y pueblos, con total prescindencia de si están regulados, reglamentados o estatuidos, con los legalismos de las delegaciones latinoamericanas que ya hemos examinado (y que llegan hasta las conveniencias propias o del Gran Hermano, ni un paso más).
Los intelectuales latinoamericanos mostraron en el conflicto en Palestina cuánto los unía a los viejos poderes eurocentristas. Pocas veces quedó tan prístino el papel reaccionario del progresismo. Porque los gobiernos de Arévalo y luego Arbenz en Guatemala revistaron entre las fuerzas progresistas, progresivas, antioscurantistas de nuestra América Lapobre, que estas fuerzas calificaban con orgullo de América Latina, escamoteando el carácter nativo- latino-afroamericano del continente.
Y lo mismo podemos decir del batllismo. No sólo en 1947. También en 1920 (Conferencia de San Remo)… y un siglo después… (véase Parte II). Tomemos un ejemplo absolutamente actual.
El Uruguay batllismo. La identificación occidentalista
El multipremiado y multipresidente uruguayo Julio María Sanguinetti no ha encontrado nada mejor que titular su libro de exaltación y recordación del Estado de Israel La trinchera de Occidente,[11] es decir, justamente el papel y la función que Theodor Herzl le brindara al Imperio Británico a fines del s XIX para promover un enclave judío en el Cercano Oriente: “Para Europa formaríamos allí parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie.”[12]
Julio M. Sanguinetti (en adelante JMS) prosigue con la escotomización política que caracteriza a tanto progresista: habla de la epopeya del proceso histórico “de la nación judía histórica”, pero ni una palabra del sionismo como aparato intolerante que ha matado a muchos que se le opusieran (judíos incluidos), ni del papel del ejército israelí que pretendiendo ser “el más moral” del mundo ha confeccionado una serie de tratamientos y torturas supersofisticadas y que hoy en día son de aplicación entre las más atroces democracias o dictaduras del mundo (Chile, Bolivia, Colombia, Filipinas, Libia).
Al mejor estilo, que ya revisáramos con García Granados (véase parte I), sigue confundiendo el papel de un antisemitismo violento, como el nazi, con el planteo de luchadores antiisraelíes y antisionistas que rechazan el abuso, el atropello, el crimen cotidiano contra los palestinos. Sigue confundiendo la condición de víctimas de judíos perseguidos con la de victimarios, judíos, titulares despiadados de un poder colonizador.
Su panegírico es tan sesgado, occidentalista, como para erigir al Estado de Israel (triunfante, exitoso, pero pesadillesco) como “emblema de la civilización occidental”. Con ello él cree hablar de lo mejor del género humano. Olvida, de una plumada, la humanidad que existe en el planeta fuera de Europa Occidental (e incluso dentro de Europa pero fuera de los círculos del poder anglonorteamericano). Sigue el trazado ideológico del batllismo: para Baltasar Brum, el principal continuador de José Batlle y Ordóñez, EE.UU. es el vástago principal de lo europeo occidental; el que “superará” el origen europeo. Un colonialismo mental asumido como valioso(véase parte II).
Jurídicamente, el trabajo de JMS resulta penoso. Sobre todo, tratándose de un abogado, titulado. Dice con negligencia o descaro: “Al cumplirse los 60 años de la resolución de Naciones Unidas que definió la partición de Palestina […]”.
Pero no se trata de ignorancia jurídica, que confunde una recomendación −sin poder de aplicación− y una resolución. Se trata de eludir la verdad histórica: no fue la ONU, que no podía, sino los militares sionistas quienes, mediante un golpe de mano que en árabe se denomina Nakba (agresión, amenaza, violencia) y que los sionistas bautizaron “Plan Dalet”, que terminó incluyendo violaciones y asesinatos incluso en masa, que el 15 de mayo de 1948 instituyeron el “Estado de Israel”.
Sanguinetti nos recuerda el rol protagónico que Uruguay y Guatemala lograran en la UNSCOP para la tesis de los dos Estados. Pero nada nos dice del silencio cómplice de Guatemala y Uruguay cuando los sionistas se adueñan de buena parte del territorio que la misma UNSCOP pretendía atribuir a los palestinos.
Cuando se produce el cese de hostilidades, la fórmula de UNSCOP es ignorada por las organizaciones sionistas e incluso por la propia ONU. La llamada guerra árabe-israelí fue un intento desesperado del mundo árabe por rechazar la invasión literal del territorio palestino por el enclave europeo sionista; la ”conquista”, como bien la define el historiador Miguel Ibarlucía.[13]
Pero la peripecia vivida por la población palestina lo tiene a JMS, como a tantos otros, sin cuidado. “No existen”; la famosa y penosa expresión de Golda Meir. No cuentan, no son occidentales, en suma.
La historia presentada por JMS, confecciona la epopeya: ”Ni bien se produce la declaración de independencia, se formaliza la real ‘guerra de la independencia’. Eran cinco ejércitos contra el muy precario de Israel […].”[14]
Traduzcamos tanta heroicidad falsificada a la historia.
La ONU, a través de la UNSCOP, pretendía mediar. Sus funciones no podían pasar de recomendar. Aun cuando ya estaba el juego echado y, en todo caso, no lo sabían los árabes. Pero la estrategia de EE. UU. estaba decidida y bien custodiada por el lobby judío asentado en dicho país.
Si la ONU hubiese tenido cierta relevancia, los sionistas no podrían haber declarado el 15 de mayo de 1948 la independencia; esta declaración revelaba que no iban a ningún acuerdo y consiguiente partición, y que iban “a por todo”. Las organizaciones militares judías eran las agresoras efectivas y reales en Palestina, precedida su acción por la de los grupos terroristas judíos, que habían matado incontables civiles sobre todo entre palestinos (pero también ingleses y otros extranjeros). El Reino Unido, agotado,[15] se lava las manos y se retira el 14 de mayo de 1948; sabe con ello en qué manos quedará el territorio: el 15 de mayo Palestina está inerme y bajo la acción militar y violenta sionista. La reacción de varios países vecinos, árabes, es enviar tropas a frenar la apropiación de un territorio árabe por Occidente.
JMS invierte todo: el único ejército en forma en Palestina, con el británico exhausto y evacuado, era el sionista; las tropas árabes que ingresan a Palestina eran escasas, peor armadas y en algún caso bajo mandos que buscaban no defender a los palestinos sino conciliar con los sionistas… eran tropas no coordinadas y en algún caso ni siquiera militares.
“En El Cairo [Egipto], el gobierno sólo se decidió a enviar tropas a Palestina a última hora, dos días antes del final del Mandato. Los diez mil hombres que había reservado para ello incluían un contingente grande, equivalente a casi un 50% de las tropas, de voluntarios de los Hermanos Musulmanes. Los miembros de este movimiento político, dedicado a devolver a Egipto y el mundo árabe a la ortodoxia del Islam consideraban que Palestina era un campo de batalla crucial en su lucha contra el imperialismo europeo. Sin embargo, en la década de 1940 los Hermanos también pensaban que el gobierno egipcio era un colaborador de ese imperialismo y cuando los miembros más extremistas de la organización recurrieron a la violencia, miles de ellos fueron encarcelados. En mayo de 1948, las autoridades los liberaron para que pudieran unirse a la expedición egipcia pero, como es evidente, carecían de cualquier entrenamiento militar y, pese a su intenso fervor, no eran rival para las fuerzas judías.
[…el reducido número de efectivos sirios que el país envió a Palestina se desempeñó tan mal que incluso antes de que terminara mayo los judíos consideraban la toma de territorio sirio, no ya palestino].
Las unidades libaneses eran todavía más reducidas […]”
Los precedentes son tramos del historiador judío Ilan Pappé[16] que ha investigado concienzudamente este período, y por decir verdades, ha sido tan hostigado dentro del tan democrático Israel que se ha visto obligado a pedir refugio. Vive en Inglaterra y sigue trabajando en la Universidad de Exeter.
Se trató entonces de un ejército, el sionista, consolidado, entrenado profesionalmente tanto en las filas del ejército británico como en los campos de entrenamiento cedidos por la Italia fascista. Contra tropas mal armadas, peor entrenadas, provenientes de estados débiles y recientemente establecidos con “los cambios de aire” producidos con el resultado de la 2GM; del viejo colonialismo al llamado neocolonialismo (se conservan los dominios imperiales, pero ahora con banderitas nacionales en las excolonias).
Así como JMS invierte cómodamente los términos militares del enfrentamiento en Palestina en 1948, así hace con innumerables aspectos: “Israel es una de las más hermosas gestas del siglo XX, así como el Holocausto que le precedió es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.” Tres falsedades literariamente eslabonadas.
– La primera afirmación ignora que, por ejemplo, cuando las fuerzas sionistas proceden a llevar adelante el mencionado plan Dalet que desestructuró toda una sociedad, la palestina, asentada milenariamente, se desencadenó una migración forzosa de bastante más de la mitad de la población palestina; varios cientos de miles de campesinos y población urbana (aparte de los miles de asesinados). Ese desplazamiento se condensó en varios destinos: una buena parte de los expulsados quedaron en países ajenos, generalmente limítrofes; otros quedaron en territorio todavía considerado palestino (Cisjordania, Franja de Gaza) y otros, finalmente, se instalaron malamente dentro del flamante Estado de Israel.
Algunos quedaron así a pocos km de su residencia anterior. De sus tierras, de sus cultivos. Cuidados durante años, décadas, tal vez familiarmente atendidos durante siglos…
Lo que pasó con varios de estos campesinos, literalmente desgajados, es ilustrativo y hace insensata o repugnante la opinión de JMS sobre “la hermosa gesta”: muchos de esos campesinos, en la noche, provistos de sus azadas o escardillos, se escurrían subrepticiamente para llegar a “sus” tierras y atenderlas como siempre habían hecho. “El ejército más moral del mundo”, autocalificado “de Defensa” detectó estos movimientos. Y sencillamente se dedicaron a jugar al blanco con tales “invasores”. Cumpliendo las leyes recién instauradas por Israel. Los mataban como jugando con bolos.
Si con tales abusos canallescos, se estaba erigiendo al Estado de Israel, qué podíamos esperar… ¿y de qué hermosa gesta nos puede hablar JMS?
– La segunda afirmación es de carácter cronológico: “así como el Holocausto que le precedió”. Otra falsedad histórica puesto que el sionismo y la fundación consiguiente de Israel ha sido históricamente independiente de la persecución nazi a los judíos. Hay incluso un cierto amorío inicial entre sionismo y nazismo:[17] a mediados de la década del ’30 el nazismo perseguía judíos no sionistas, pero toleraba (y hasta auspiciaba) a los judíos sionistas.
Y JMS remata la frase transcripta con una tercera falsedad histórica que en todo caso revela una ignorancia supina: “el Holocausto […] es el punto máximo de la maldad a la que puede llegar el ser humano.” Estos “topes”, “puntos máximos” suelen ser inexistentes. Le recomendamos a JMS que, por ejemplo, conozca la acción del ejército imperial alemán sobre los hereros en el África oriental a principios del s. XX, o que le eche un vistazo a la acción “civilizatoria” del rey Leopoldo II de Holanda en el Congo africano; “partidario de la intervención para llevar hasta África la religión y liberar a sus pueblos de la esclavitud.”[18] “Los castigos hacia los indígenas por no cumplir las expectativas de producción derivaban en asesinatos masivos ‘ejemplarizantes’ de la mano de la Force Publique” (ibíd.).
Otra técnica para levantar la productividad congoleña era la mutilación de manos o pies de los remisos; lamentablemente quedan muy pocos testimonios de la amplitud de semejante ejercicio porque el rey Leopoldo II tuvo la precaución de quemar todos los archivos cuando la opinión pública, estremecida por relatos periodísticos, empezó a repudiar su proyecto “filantrópico y civilizatorio”.
“La cantidad de víctimas de este abominable régimen se elevó a la dramática cifra de entre cinco y diez millones de personas asesinadas durante el dominio del soberano belga” (ibíd.).
Nos damos cuenta que a JMS no le interesan los hechos históricos, lo que se llama la verdad histórica. Él está satisfecho con su papel de dignatario reconocido, y del Estado de Israel le importa su brillo tecnológico, no su racismo estructural.
Hemos analizado más circunstanciadamente la actuación de JMS, no por ser única, lamentablemente, sino porque es un exponente tenido por “culto” respecto de las realizaciones del Estado de Israel y su fuente doctrinaria, el sionismo.
Y porque en Uruguay abunda el culto al Estado de Israel.
Recordemos que hace apenas un par de años la delegación del PIT-CNT hizo una visita “fraterna” a la Histadrut israelí, una central sindical fundada con los preceptos del fascismo, compuesta por asalariados y patronos. Ferozmente racista en su origen, puesto que admitía únicamente asociados judíos… en un país con mayoría (entonces) no judía…
O cuando hace unos diez años, la marina israelí abordó, al mejor estilo pirata, un convoy de barcos solidarios con la Franja de Gaza bloqueada (por Israel y Egipto) y asesinó a una decena de tripulantes que procuraron sin armas resistir el abordaje: el repudio ante la matanza fue generalizado… pero en Uruguay, y probablemente en Israel, se levantaron voces aplaudiendo a los atacantes… en Uruguay, en diarios de los llamados progresistas.[19]
Y cuando en noviembre de 2016 la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay (APHU) organiza su 25ª. Conferencia Nacional “Encrucijada de caminos: Medio Oriente en la mira”, para la cual había recibido el Salón de Actos de la intendencia fernandina, el CIPEMU,[20] alegando que se trataba de un acto antisemita, objetó la cesión, y con presteza el intendente la revocó.[21]
Testimonios del enfoque racista y victimista se repiten hasta la náusea y no sólo, por cierto, en Uruguay; pongo apenas otro ejemplo: Golda Meir, una sionista estimada por JMS como heroína y conocida por su frase concluyente “Los palestinos no existen” (frase que procuró llevar a término durante toda su vida como dirigente israelí). Meir le echaba la culpa a los “muchachos palestinos” porque se hacían matar “por nuestros muchachos”. Obsérvese la nula responsabilidad asumida: son los muertos, los matados, los culpables. Si aceptaran ser esclavos, desplazados, humillados, castigados, no habría problema.
Solo colonialistas que dibujaron países africanos y fronteras a su antojo y conveniencia (e incluso, en la medida de sus posibilidades, lo mismo con países asiáticos, oceánicos y americanos), descuartizando territorialmente a muchas sociedades para ampliar rentabilidades, solo a gente con tamaña mentalidad se les pudo ocurrir restaurar un “reino judío” en Palestina ignorando los milenios faltantes. Y el principio elemental de prescripción.
Y pretendiéndose tan modernos y científicos, basar el engendro en un libro que NO es de historia.
El Cono sur americano y su identificación actual con Israel
Nuestros gobernantes, los de la región del Plata y el Cono Sur americano parecen empeñados en ignorar los atropellos, las violaciones de Israel a las normas democráticas o de derechos humanos más básicas con tal de congraciarse el favor de poderes innominados pero muy pesantes.
El gobierno saliente uruguayo, el 27 de enero ppdo. ha resuelto acompañar la convocatoria del International Holocaust Remembrance Alliance[22] a modificar, en rigor a ampliar, la definición de “antisemitismo”: que críticas al Estado de Israel constituyan antisemitismo. El embajador israelí en Uruguay, Yoed Magen, se encargó de la doble tarea de conseguir el alineamiento de Rodolfo Nin Novoa y el gobierno saliente y de obtener igual promesa del entrante, con Luis Lacalle Pou como presidente a asumir el 1º. de marzo. El embajador declaró, tranqulizadoramente, cuando la primera ronda electoral: “la esperanza de que, en este marco conmemorativo, el actual gobierno encabezado por Tabaré Vázquez pueda adoptar esta definición internacional de antisemitismo, que no compromete bajo ningún concepto cualquier tipo de políticas o ideologías«. Significativa alusión a “la falta de ideología” tratándose de una tan acabada construcción ideológica para eximir de cargo y culpa a los atropellos llevados adelante por el Estado de Israel.
En el caso argentino, las relaciones con el Estado de Israel han sido más tempestuosas por la existencia del peronismo y sus propios amores políticos. Tanto Perón en su momento como Cristina Fernández de Kirchner y particularmente su canciller Héctor Timerman, han sido hostigados por Israel.[23]
En Chile y bien recientemente, tenemos la total confluencia de la seguridad chilena con la correspondiente israelí; cierta modalidad de la represión a la rebelión callejera de 2019, todavía en pie de lucha lleva la marca “made in Israel”, por ejemplo, la precisión.[24]
Y si hablamos del Brasil de Jair Bolsonaro, la proximidad y confluencia con el Estado de Israel se hace patente y de enorme proyección por la importancia relativa de un estado con 200 millones de habitantes: los hijos del presidente se han identificado con los colonos violentos y abusadores que con protección militar o policial acosan y golpean a campesinos palestinos, y el principal aliado interno de Bolsonaro, la Iglesia Universal del Reino de Dios, IURC, tiene su sitio de purificación espiritual al que ir en viajes desde Brasil… en Israel. Bolsonaro expresa en los destinos de Brasil el BBB: biblia, boi, bala. La consigna de la extrema derecha satisfecha.
¿Y la Corte Penal Internacional de Justicia?
La CPI no ha sido capaz de cumplimentar un solo veredicto de los dictados a lo largo de décadas ante las reiteradas violaciones del Estado de Israel, como con el tristemente conocido paredón de cientos de km que fragmentó lo que quedaba del territorio palestino (2005), o respecto de asentamientos de colonias judías en territorios que hasta la ONU entendía correspondían a Palestina. O del derecho de palestinos sitiados a romper pacíficamente el bloqueo. La ONU parece haber perdido la cuenta de las veces que Israel ha burlado sus prescripciones. Uno se pregunta si algún otro estado podría tener semejante índice de desacato respecto de la comunidad internacional… Una triste comprobación de la falta de justicia de la Corte que la invoca es que, por ejemplo, desde 2015 su integrante, Fatou Bensouda, designada para un examen preliminar de “presuntos crímenes de guerra” en territorios palestinos “no ha abierto [hasta ahora] ninguna investigación formal que pueda llevar a enjuiciamientos”.[25] Que no nos extrañe: Fatou Bensouda se ha dedicado a igualar violaciones y crímenes de guerra de “las dos partes en lucha” (ibíd.). Como si Israel y lo que queda de la sociedad palestina (incluyendo los nucleamientos de resistencia armada) fueran equiparables y tratables como partes iguales ante un territorio en disputa y no que, históricamente, el sionismo organizado invadió Palestina y se fue adueñando de territorios…
«Las resoluciones de la ONU (mal) invocadas por Israel
Como explica Jeremy Hammond,[26] el movimiento sionista y el Estado de Israel apelan a la presunta legitimación de la ONU para justificar su existencia.
Pero ya hemos dado cuenta a lo largo de nuestro abordaje que la ONU en general y la UNSCOP en particular carecen de atribuciones para generar, fundar, un estado. Carecen ahora y carecían en 1948, cuando se establece el Estado de Israel. Algo que acabamos de describir con apoyo en historiadores, judíos, que han optado por la verdad histórica y no por la geopolítica de poder.
Y ya vimos que la propuesta de partición de UNSCOP no fue respetada por las fuerzas sionistas que en ningún momento intentaron volver a la recomendación de partición propuesta por UNSCOP.
Hammond explica que mediante una confusión conceptual se ha procurado contrabandear lo acontecido como si hubiese sido válido, legítimo. La ONU presentó en su carta fundacional (1945) como válido y propio de nuestro derecho internacional “el derecho a la autodeterminación de los pueblos”. Pero no el “derecho a existir” de un pueblo, que es harina de otro costal.
“El derecho a existir de un pueblo” no lleva consigo, de modo automático, un territorio ni la consecución sucesiva de territorios. Lo primero se aplicó, precisamente, en 1948. Y lo segundo, en las Alturas de Golan en Siria, en 1981.
Dada la extraordinaria ligazón ideológica, geopolítica de EE.UU e Israel, y los afanes de muchos defensores de esa alianza para justificarla como unión de destino, nos parece apropiado poner a disposición un apunte de Thomas Jefferson acerca del derecho a la tierra (1789): “[…] la tierra le pertenece al que en ella vive […] los muertos no tienen ni poder ni derechos sobre la tierra. Al momento de la muerte, la porción ocupada por un individuo cesa de ser suya y se revierte a la sociedad […]. Los niños, los legatarios o los acreedores que la tomen para sí lo hacen no por algún derecho natural sino por leyes de la sociedad […] por lo mismo ningún hombre puede ser obligado a ceder la tierra que ocupaba […]”.[27] Que el pensamiento de Jefferson, anglonorteamericano y racista, nos muestre el atroz origen de EE.UU. mediante la ocupación violenta de territorios habitados no invalida que a la vez quite todo sustento a la colonización −violenta− de una Palestina habitada.
¿Qué tiene Israel que lo hace tan atractivo para antisemitas, fascistas y racistas como Trump, Bolsonaro y Duterte?
Esta es la pregunta que Tony Greenstein plantea.[28] Y que vemos de extraordinaria vigencia. Israel ha logrado recrear una internacional del pensamiento de extrema derecha, ultraconservador, racista militante, defensor a ultranza del poder y los poderosos.
Ya vimos esas ligazones con varios estados de los llamados latinoamericanos en momentos sobre todo en que fueron o son gobernados por poderes despóticos, al estilo bbb, en Brasil.
Pero Greenstein da otros ejemplos muy llamativos: Geert Wilders, fascista holandés, no populista sino oligarca, que define a los marroquíes instalados en Holanda como “escoria”, considera a Israel la primera línea de batalla para afianzar “la civilización occidental”.
Algo así puntualizaba el noruego Anders Behring Breivik cuando asesinó a sangre fría a unos 80 seres humanos en Noruega; una primera decena de noruegos en la capital, para desviar la atención policial y tener las manos libres (ocupadas por un fusil) para matar en la isla Utøya a decenas de jóvenes socialdemócratas acampados, en su mayoría de origen árabe. Preguntado por su fuente de inspiración, si era nazi, rechazó vehementemente tal perfil y se reconoció inspirado por el Estado de Israel.
Por eso, cuando la agitadora profesional Pilar Rahola, presentada como dirigente catalana declara: “Cuando se violenta, insulta o mata a un judío por ser judío, toda nuestra civilización es violentada”,[29]la pregunta que me hago es qué es lo violentado cuando se insulta, se violenta o se mata a un irlandés por ser irlandés, a un congoleño por ser congoleño, a un aymara por ser aymara o a un palestino por ser palestino; el pueblo precisamente vaciado por algunos judíos, que son casualmente los que despiertan una sensibilidad tan exclusiva en esta admiradora de la mujer-batalla, Golda Meir.
Es que, como dice el investigador Norman Finkelstein, “Israel no es simplemente un estado de extrema derecha sino un país de extrema derecha. No se trata simplemente de un gobierno de extrema derecha sino de una ciudadanía de extrema derecha. Israel no tiene izquierda. Israel no tiene centro, tiene una derecha, extrema derecha y aun más derecha.[30]
Con razón al amorío entre EE.UU. e Israel.
Atención a los segundones que son legión; los partidarios de los
etnoestados, por ejemplo.
[1] En los campos de concentración nazis, donde había encerrados tantos judíos, se le llamaba “hombre musulmán” al exhausto que ya no podía trabajar y apenas respirar. Desconozco el motivo de tan peculiar designación.
[2] Miko Peled hace una observación escalofriante: desde el emplazamiento de Yad Vashem se divisa el lugar donde estaba la aldea palestina Deir Yassin destruida hasta sus cimientos luego de la matanza colectiva de sus habitantes, hombres, mujeres, niños, en abril de 1948.
[3] La identidad errante, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2013. Su primera edición: The Wandering Who?, Zero Books,Londres, 2011.
[4] El planteo de Yuval N. Harari, militar, una luminaria de la intelectualidad israelí, puede dar razón al análisis de Atzmon: “El proyecto principal de la revolución científica es dar a la humanidad la vida eterna” (Animales y dioses, Penguin Random House, Buenos Aires, 2016).
[5] Una terminología religiosa y monopólica para referirse al genocidio perpetrado por el nazismo contra los judíos, que expresa una sustracción a la peripecia humana, encarnada en tantos genocidios. Por eso, un judío, Néstor Kohan, aclara: “parte de mi familia fue torturada y masacrada por los genocidas nazis (genocidio que no tuvo nada de ‘holocausto’).” (“Antisemitismo”, 14/5/2009).
[6] La invención de la Tierra de Israel, Editorial Akal, Madrid, 2013.
[7] Shlomo Sand, ibíd., p. 201.
[8] Shlomo Sand, ibid., p. 200.
[9] El Estado Judío, La Semana Publishing, Jerusalén, 1976. Véase el pasaje en el próximo capítulo, llamada 12.
[10] Es de hacer notar que respecto del universalismo concebido desde el socialismo (hasta que aparezcan los socialismos nacionales o nacionalsocialismos), tanto el sionismo como el judaísmo chocan, y por las mismas razones; se trata de sistemas e ideas antiuniversalistas; tanto la de la religión judía para un “pueblo elegido” como la de un nacionalismo (cualquiera que sea).
[11] Penguin Random House Grupo Editorial, Montevideo, 2018.
[12] Ob. cit., El Estado Judío.
[13] Israel, Estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012.
[14] Sanguinetti, ob. cit.
[15] La IIGM había terminado hacía apenas 2-3 años.
[16] La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2006.
[17] Véase las investigaciones de Lenni Brenner: El sionismo en la época de los dictadores, 1983, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011 y Colaboración de los dirigentes sionistas con los nazis, 2002, editado en castellano por Editorial Canaán, Buenos Aires, 2011.
[18] Wikipedia.
[19] Véase mi artículo “Ante el abordaje violento de los barcos a Gaza: palabras insultantes vs. hechos incontrastables”, agosto 2010.
[20] Comunidad israelita Punta del Este, Maldonado, Uruguay.
[21] Estuve presente en sesiones de dicho encuentro y pude percibir que uno de los docentes, considerado por CIPEMU antisemita, tenía una idea crítica de Israel, pero para nada antisemita.
[22] Es una organización intergubernamental fundada a fines del s. XX, conocida por su sigla, IHRA.
[23] Héctor Timerman, hijo de un periodista detenido, secuestrado y expulsado por la dictadura argentina de 1976. Entonces, Jacobo Timerman fue recibido en Israel por su condición de judío y poco después abandonó Israel como refugiado político por no acompañar la invasión de Israel a El Líbano, en 1982. Con lo cual el apellido o la estirpe Timerman no debe haber sido del agrado del Estado de Israel. Las “culpas” del padre parecen haber pasado al hijo. Estando el canciller argentino de visita en Israel, durante la investigación sobre la AMIA, Avigdor Lieberman, a la sazón ministro israelí de “Defensa”, le pregunta por qué Argentina lleva o quiere llevar adelante la investigación sobre los autores del atroz atentado a la AMIA. Timerman le explica, pedagógicamente, que para encontrar a los culpables y aplicar la condigna pena…. Lieberman lo interrumpe: −pero para qué tanta historia si ya la opinión pública ha encontrado a los culpables… Lieberman no remata su “razonamiento” señalando quién y cómo se construyó, se construye la “opinión pública”. Lástima, porque habría quedado bien claro quiénes cometieron tales atentados… (https://www.pagina12.com.ar/81818-quisiera-que-haya-un-juicio-lo-antes-posible).
[24] Véase el muy documentado artículo de Maciek Wisniewski, “Israel y la represión en Chile” (Red Latina sin Fronteras, 24 ene 2020). Quien esto escribe no puede dejar de pensar en los ojos dañados, centenares.
[25] Maureen Claire Murphy, ¿Está la CPI a punto de cerrar la puerta de la justicia para Palestina?”, Electronic Intifada, 21 dic. 2019.
[26] Why Israel Has No “Right to Exist”, 15 mar 2019.
[27] Cit. p. Frances Moore Lappé, Rediscovering American Values, Ballantine Books, Nueva York, 1989.
[28] Editado por Azvsas. Publicado por www.rebelion.org, 14 set. 2019.
[29] El País, Montevideo, 19 feb. 2015.
[30] Cit. p. Tony Greenstein, Azvsas, ob.cit.