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Comentario a “Los paramilitares sionistas asaltan una librería en París”, de María Poumier

¿Otra vez «los sabios de confu-sión»?

Fuentes: Rebelión

Por diversos motivos, no soy un lector asiduo de «Rebelión». Sin embargo, la mención frecuente de esa publicación en algunos sectores a los que me siento entrañablemente vinculado -desde los pocos sobrevivientes de mis compañeros de lucha en los años 60-70 hasta muchísimos de mis ex alumnos de la Universidad de las Madres de Plaza […]

Por diversos motivos, no soy un lector asiduo de «Rebelión». Sin embargo, la mención frecuente de esa publicación en algunos sectores a los que me siento entrañablemente vinculado -desde los pocos sobrevivientes de mis compañeros de lucha en los años 60-70 hasta muchísimos de mis ex alumnos de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y colegas de dicha casa de estudios-, siempre hizo que la sola referencia de «Rebelión» como fuente informativa me predispusiera positivamente.

Por eso, el artículo que hoy me mueve a escribirles -«Los paramilitares sionistas asaltan una librería en París», aparecido en esa revista el 01-X-2004 y firmado por María Poumier- me ha causado estupor. Suelo moverme con extrema cautela cuando ciertos círculos sionistas o judíos en general identifican la condena de la política de Sharón con el antisemitismo, porque acostumbra ser una coartada reaccionaria para defender la actual política brutal y expansionista del gobierno israelí, a la que me opongo de plano. Pero no actúo con menor celo cuando se trata de cualquier atisbo de racismo. Justamente, criado en un hogar judío castigado por el nazismo, aprendí a no confundir a Thomas Mann con Himler ni a Brecht con Goering, aunque todos fuesen alemanes. También ahí aprendí a no confundir al Barón Rothchild con Tevie, el Lechero, ni a las ratas de la Judenrat con Primo Levi, aunque todos fuesen judíos. Y también aprendí, en caso de apremio -la historia siempre es apremiante-, junt o a quién ubicarme.

Entiendo que la identificación automática de la denuncia de la política belicista de Sharón con el antisemitismo sólo favorece a Sharón y a la extrema derecha, tanto israelí como internacional. Estas confusiones sólo alimentan el fascismo. Y el artículo de María Poumier, supuestamente escrito desde la izquierda, desliza reduccionismos que sólo sirven a la peor derecha.

Llevado por la sorpresa, he intentado averiguar quién es María Poumier, a quien desconocía. Por una «Carta abierta al Sr. Director de El País», fechada el 24 de agosto de 2003, ahora sé que es traductora de José Martí y Lezama Lima, lo que la honra, pero también me enteré de que expresa una cierta «confusión» que viene de lejos. En efecto, en dicha «Carta abierta» en defensa de Cuba frente a la agresión de Estados Unidos -defensa que comparto-, ella sostiene la singular teoría de que el Che actuó movido por «un proyecto inspirado en la lógica de los Reyes Católicos», garantía de hispanidad que identifica con… ¡»la corrida de toros»! Sinceramente, siento verdadera curiosidad por saber más de María Poumier, pero su artículo sobre «Los paramilitares sionistas…» me inquieta lo suficiente como para adelantar lo siguiente:

La afirmación contundente que lanza desde el título de que «los paramilitares sionistas» han irrumpido violentamente en la librería «Au pays de cocagne» se extiende de manera inevitable al resto del texto, donde, para mi sorpresa, a falta de cualquier verificación, la autora recoge declaraciones del público, entre las cuales se recortan, por pertenecer a las principales afectadas, las afirmaciones de «dos muchachas de la patria de Helena la bella», las dueñas del establecimiento, que reclaman angustiadas la ausencia de «judíos normales», supongo que para que condenen el atentado. Yo, un judío sin mayores pretensiones de «normalidad» -no es necesario leer a Foucault para saber qué significa la «normalidad»-, comparto la indignación de las «dos muchachas de la patria de Helena la bella», a pesar de que, unas líneas más abajo, con absoluta irresponsabilidad -espero que sólo sea irresponsabilidad-, María Poumier sostiene que, actualmente, en Francia, «cualquier judío prende fuego a un centro comunitario o dibuja una cruz hitleriana en un cementerio y cualquier loca (¡!) mete un cuento de sangrientos antisemitas negros» para inculpar a «los musulmanes». Éstos son los elementos que emplea para ejemplificar la actual coyuntura francesa, una de cuyas manifestaciones más sórdidas es el auge del racismo, tanto antijudío como antimusulmán.

Quiero hacer notar que, a comienzos del siglo XX, aunque por motivos diferentes, en el reclamo de «judíos normales» coincidieron tanto el nazi-fascismo como muchos sectores del sionismo. Dicha pretensión de «normalidad» no sólo se tradujo en el Holocausto, sino en uno de sus coletazos más trágicos: el conflicto del Cercano Oriente, donde las sucesivas grandes potencias movieron sus peones -judíos y musulmanes- en una partida que no deja de sangrar. También me interesa subrayar que, muy a pesar del señor Huntington y de María Poumier, este conflicto no es un choque entre judíos y musulmanes, sino un gravísimo problema político, lo suficientemente complejo como para que cierta derecha y cierta «izquierda» -ambas extrañamente «confundidas»- alimenten la misma hoguera.

Si «Rebelión» pretende ser una tribuna «rebelde», debe ser muy cuidadosa en no llevar más aguas servidas a la maloliente marea fascista que avanza sobre el mundo, uno de cuyos rasgos más notorios es el incremento del racismo. El notorio auge del antisemitismo en Francia, como en el resto de Europa, no deja de ser parte de la misma fascistización, en cuyo contexto encajan «fatwas» de todo tipo: contra Alain Soral , por ejemplo, pero también indiscriminadamente contra los habitantes de Le Marais, «barrio tradicional de los tenderos judíos y, últimamente, entre los gays».

María Poumier, tan preocupada por el creciente racismo antimusulmán -y no es para menos-, debe saber que no se apaga una hoguera con gasolina. Según «la lógica de los Reyes Católicos», en la hoguera no sólo pueden arder los judíos y los musulmanes, sino también los «cristianos nuevos» de la «confundida» izquierda, como acaso es ella, por más fe que le tenga a las corridas de toros.

* Alberto Szpunberg (Buenos Aires, 1940). Poeta

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