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La poesía palestina como forma de lucha

Palestina es el al-Ándalus de lo posible

Fuentes: Fuente: Mondoweiss [Imagen: Vista de la Alhambra de Granada desde el mirador de San Nicolás (agosto, 2012) Jebulon-Wikimedia Commons]

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Mientras que los poetas palestinos y árabes solían comparar la caída de Granada con la pérdida de Palestina, la generación más joven está redefiniendo “al-Ándalus” como la Palestina que aún está por llegar.

En 1992, cuando los funcionarios de la Organización para la Liberación de Palestina se daban la mano con los representantes israelíes en Madrid, allanando el camino para lo que serían los Acuerdos de Oslo, Mahmud Darwish* publicó su poemario Once astros en el último cielo andalusí.

Darwish no podía pasar por alto que, 500 años después de que Mohamed XII [Boabdil para los cristianos] firmara el tratado por el que rendía Granada a los señores del colonialismo europeo, los dirigentes palestinos estuvieran asimismo vendiendo su tierra al proyecto colonial sionista… y el hecho se produjera en el mismo país.

Como una profecía que revelase lo que dichos acuerdos acabarían provocando, Darwish vio en la historia de al-Ándalus una manera de advertir a los palestinos lo que habría de ocurrirles al poco tiempo.

Desde que he aceptado el pacto de paz no tengo presente

para pasar mañana cerca de mi ayer. Castilla izará

su corona sobre el alminar de Dios. Escucho el tintineo de las llaves en

la puerta de nuestra edad de oro. Adiós a nuestra historia.

¿Seré yo quien cerrará la última puerta del cielo?

Yo soy el último suspiro del árabe.

Una advertencia sobre los acuerdos de paz

El último verso del poema de Darwish hace referencia a “El suspiro del Moro”, un tropo orientalista habitual en la historiografía española relativa al llanto de Mohamed II/Boabdil al abandonar Granada, el último resto de territorio musulmán en España. La historia dice que aunque Mohamed II pensaba que el acuerdo obligaba a los Reyes Católicos a respetar los derechos de los musulmanes bajo dominio cristiano, diez años más tarde un real decreto les expulsaría a todos.

En el poema de Darwish “Los reyes del fin”, Yasser Arafat reemplaza de Mohamed II. “Mahmud Darwish predijo que los Acuerdos de Oslo no serían respetados y que la Autoridad Palestina no sacaría nada de ellos, como ocurrió con la Capitulación de Granada», declaró a Mondoweiss Abdelkhalak Najmi, experto marroquí en literatura árabe y española afincado en la ciudad andaluza. «Su poema era una advertencia».

La advertencia, en cierto sentido, era que Palestina pronto sería olvidada:

Dentro de poco buscaremos lo que una vez fue nuestra historia

 en los márgenes de vuestra historia,

en países lejanos.

 Y al final nos preguntaremos:

¿Al-Ándalus estuvo aquí o allí? ¿En nuestra tierra… o en el poema?

Muchos otros poetas palestinos parecen haber internalizado esta advertencia, utilizando al-Ándalus de la misma manera: el poemario de Mohamed Al-Qaisi sobre la nostalgia de Granada, Halcón de Quraysh de Khaled Abu Khaled sobre Córdoba, o el paralelismo de Ez Eldina Manasra sobre la tierra cuyos gobernantes no consiguen proteger.

Dos paraísos perdidos

Los paralelismos con al-Ándalus no son exclusivos de Palestina. Muchos poetas árabes lo han utilizado de forma más amplia para expresar sentimientos de pérdida y dolor. El poeta y escritor iraquí Abd al-Wahhab al-Bayati utilizó la figura de Granada para transmitir los sentimientos que experimentaba por el exilio: como los moriscos en España, ahora era un extranjero en su propia tierra. Nizar Qabbani invocaría la cautivadora ciudad para hablar de los tiempos gloriosos de la civilización musulmana en otra época, una forma de hacer frente a un presente cada vez peor que no deseaba ver.

«Al-Ándalus está arraigada en la conciencia popular de los árabes en general», dice Samar Abdel Jaber, poeta palestina afincada ahora en los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Según explica a Mondoweiss, «se considera una edad de oro de la civilización árabe e islámica, un símbolo».

Pero Samar también explica por qué el vínculo entre al-Ándalus y Palestina cobra especial aceptación entre los palestinos: «Presenta una época de diversidad y de pueblos conviviendo en armonía, y eso es algo que quizá entronque más con la experiencia palestina».

Ciudades como Toledo o Granada fueron consideradas ejemplo de coexistencia pacífica de tres importantes religiones y comunidades culturales: musulmanes, cristianos y judíos. La semejanza con la Palestina anterior al sionismo es tremenda: una tierra de prosperidad y riqueza marcada por su diversidad.

En este sentido, el recuerdo de al-Ándalus ilustra lo arraigadas que estaban la coexistencia y la diversidad cultural en las civilizaciones de mayoría musulmana, un elemento que se remonta al año 622 de la era cristiana  con la Carta de Medina**, y que las figuras sionistas han intentado negar para presentar su movimiento como un conflicto religioso y no como un proyecto colonial.

Para poetas como Darwish, al-Ándalus y Palestina representaban un modelo de grandeza para una civilización que se había perdido:

Soy el Adán de dos paraísos, dos veces  perdidos.

Así que expulsadme despacio,

y matadme deprisa,

bajo mi olivar, junto a Lorca.

La nueva poesía documenta la historia de una generación

Con estos poemas los palestinos se atrevieron a lanzar una advertencia y un mensaje contundente a aquellos que decidían el futuro de su pueblo: la poesía se convirtió en terreno de lucha. Décadas después sigue siéndolo, pero las nuevas generaciones han decidido utilizarla de otra manera.

«La mayoría de los poetas palestinos escriben ahora de forma más personal y son menos políticos», afirma Samar. «Obviamente [la poesía] sigue siendo política, pero nos centramos más en contar nuestra propia historia, nos centramos más en la lucha personal cotidiana de un palestino, ya sea en Palestina, en los territorios ocupados o fuera, en el exilio».

Ella señala que la situación de los palestinos ha cambiado tan radicalmente que no se pueden comparar las dificultades de un niño nacido en Gaza con las de un habitante de Cisjordania, de Jerusalén o que vive en el exilio. Ni con las de un refugiado palestino que no tiene ningún lugar al que regresar y que se siente extranjero allá donde vaya.

“Puede que la poesía no tenga ahora la misma trascendencia política que antes, pero es importante porque documenta la historia de nuestra generación”, continúa diciendo Samar, con el convencimiento de que las analogías históricas como la establecida con al-Ándalus desempeñaron un papel importante en el pasado, pero que ahora se trata de documentar el presente mediante la poesía.

Al igual que Samar, jóvenes poetas palestinos como Asmaa Azaizeh, Farah Chamma o Mosad Abu Toha han optado también por poemas basados en la experiencia para contar sus experiencias infantiles de guerra y de vida con el fin de hacer trascender la historia actual de su pueblo, a la vez que se curan a sí mismos.

“La poesía me ayuda a comprender mi vida, me permite proyectar una mirada global al mundo”, declaró a The Federal la poeta Asmaa Azaizeh, cuyo espectáculo poético  «No me creas si te hablo de guerra» fue el plato fuerte del Festival Internacional de Teatro de Kerala. «Cada día hago un esfuerzo continuo para que mi vida sea más vivible, y la poesía es lo que me da fuerzas para ello».

Al fin y al cabo, la palabra “poesía” en árabe (shi’ir) tiene las mismas raíces que la palabra “sentimientos”. Y lo que puede sentirse permanece vivo.

Tal vez esta nueva generación de poetas palestinos considere que escribir sobre Palestina como una memoria viva, en lugar de escribir sobre ella como si estuviera en el pasado, es precisamente la clave para que sea imposible su borrado. Puede que, así como los viejos poetas son pesimistas sobre la posibilidad de que su tierra siga el mismo destino que la perdida al-Ándalus, los jóvenes palestinos mantienen la esperanza de que, tarde o temprano, la ocupación se desmoronará, porque ellos nunca olvidarán sus raíces.

En palabras de Farah Chamma en “Falastini Ana”:

Mi Palestina sigue creciendo

Porque la veo en la semilla de sésamo en el zaatar

Porque la veo en el zumaque que espolvoreamos sobre los huevos al sol […]

La veo en la noche oscura sobre el Mar Muerto

Y en todo lo muerto que sigue vivo en nosotros

Tal vez Palestina no sea el exacto paralelismo de al-Ándalus. Pero incluso para Mahmud Darwish, “Palestina representa la belleza estética de al-Ándalus, es el al-Ándalus de lo posible”.

En otras palabras, puede que esta vez el paraíso no esté perdido y, si la reciente crisis del Estado israelí sirve den indicio, puede que su regreso no esté lejos.

N. del T.:

* Mahmud Darwish (1941-2008) es considerado el poeta nacional palestino y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos. Nació en una aldea destruida por los israelíes cuando tenía seis años y vivió la mayor parte de su vida en el exilio. En su obra, Palestina se convierte en una metáfora del Edén, el nacimiento y la resurrección, así como de la angustia por el despojo y el exilio.

** Texto atribuido a Mahoma que instituía un pacto con los judíos y cristianos sometidos a dominación islámica en el que se respetaba su religión y propiedades y se les garantizaba ciertos derechos.

Traducción de los poemas: María Luisa Prieto y P.M.B.

Fuente: https://mondoweiss.net/2023/08/palestine-is-the-andalus-of-the-possible-palestinian-poetry-as-a-form-of-struggle/

El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se cite a su autora, a su traductor y a Rebelión como fuente del mismo